Julieta Anaut se formó como artista plástica y visual en Río Negro y Buenos Aires. Su trabajo combina la fotografía, el dibujo, el collage y el video como prisma múltiple desde donde reinterpretar temas míticos y folklóricos, pero también la experiencia urbana y los fetichismos del cuerpo. Desde una perspectiva técnica o desde una perspectiva sensitiva, la fuerza constante de la obra de Julieta Anaut es la precisión y la belleza. Entre los muchos lugares donde expuso su obra se destacan el Consulado Argentino en Nueva York, el Museo d’Arte Contemporanea di Roma, el Centro Cultural Recoleta, el Centro Cultural de España en Buenos Aires, el Palais de Glace y la Fundación Atchugarry en Punta del Este. Sus series Ofrendas, Destierro del mar, Alegoría Simbolista, La llegada de las mujeres silvestres y Fauna Latente le significaron reconocimientos y actividades en varios países de Europa y América.
En tu obra se combina el paisaje y el cuerpo en una relación que la foto digital mezcla y otras veces separa. ¿cuál es la relación entre ese trabajo y la relación actual en el arte y en la vida entre paisaje, cuerpo e imagen?
Las ideas de las obras surgen de todas estas relaciones, la del cuerpo con el paisaje o el entorno que lo circunda, la del cuerpo con los objetos o vestimentas que lo acompañan. Las composiciones se desencadenan, en cuanto a los aspectos formales, tanto desde el paisaje (como escenario), como un objeto en particular (un cisne de cerámica, por ejemplo), o el personaje (Ofelia, Medusa, etc.). Voy recolectando material fotográfico, paisajes y elementos que luego utilizo como escenarios, utilería o vestuario. Pongo especial atención en los espacios que me son cotidianos, la región que habito o los objetos que me significan representativos de ese contexto. En otro momento, pienso en el personaje o la situación que quiero representar, confecciono el vestuario y fotografío a la modelo. Luego de esta recolección, utilizo ese acopio en las composiciones para el collage digital y el trabajo de postproducción. El ida y vuelta desde la idea a las imágenes que voy obteniendo es constante, se plantea un recorrido desde lo fotografiado y su posterior manipulación digital hasta la construcción de un universo más íntimo y propio. Por otro lado, en las imágenes donde el fotomontaje o el collage se hacen evidentes, se muestra cómo las mujeres que interpretan estos papeles -arquetipos femeninos, personajes religiosos, literarios o de creación propia- enfrentan un aspecto de lo natural a lo construido por la humanidad, como esferas separadas que comienzan a integrarse. En la obra se unen por superposición, con el fin de articular estas dos dimensiones a las que el ser humano pertenece: la de vivir en la cultura, con todos sus atributos de lo artificial, y seguir perteneciendo a la naturaleza como el animal.
En muchos casos elegís usar tu cuerpo y no el de modelos, ¿qué límites o condiciones le impone esta característica a tu trabajo?
El tema principal en mis obras es el cuerpo, los cuerpos de mujeres y, más particularmente, la imagen de mi propio cuerpo. No los considero retratos, son más bien personajes que forman parte de una ficción, ritual imaginario o fotoperformance. Incluso cuando me presento yo misma, no creo que sean autorretratos, sino una incorporación de mi propio cuerpo a mi obra, como un elemento más, como soporte de significados. Me interesa formar parte de mis obras como modelo, en muchas situaciones me encuentro personificando una realidad tan particularmente mía, que me resulta un buen recurso situarme integrada a la obra. La narración se relaciona con mi interpretación del mundo y mi vida interior, por ejemplo en Ofelia en el cristalino arroyo (fotografía y video), de la serie Ofrendas, interpreté el personaje yo misma, haciendo referencia a un momento de cambios en mi vida, donde la muerte como transformación simbolizaba ese proceso. De todos modos, cuando trabajo con modelos me identifico con ellas, siento que ellas también están allí contando mi propia historia. La mayoría de las veces me une un vínculo afectivo, por lo general son amigas, primas, mujeres muy cercanas a mí.
¿Existe un mercado del arte efectivo y relevante por el que circule el trabajo de los artistas plásticos jóvenes?
El circuito del arte es bastante amplio y creo que cada artista tiene un vínculo diferente y propio con éste. En mi experiencia personal, he participado tanto de concursos de artes visuales como de festivales de cine y videoarte, nacionales e internacionales, también en los que son específicos de artistas jóvenes y los que no lo son. Me he relacionado con el mercado a través de las galerías de arte y las ferias. He tenido la oportunidad de exponer en centros culturales y en museos. No es fácil, pero siento que sí hay espacio para los jóvenes artistas. Por otro lado, he obtenido premios y también fui becada, estas son oportunidades y situaciones que me han ayudado a comenzar y continuar con el desarrollo de mi obra. Pienso que el circuito se dificulta un poco desde el interior del país, en contraste con la Ciudad de Buenos Aires, donde suele haber más facilidades. De todos modos, creo que esta situación muy de a poco se va modificando. Veo que cada vez hay más opciones y nuevos espacios para el arte en las provincias. Por otro lado, internet es una gran herramienta para las convocatorias o difusión de los trabajos, para acortar distancias, generar contactos y nuevas posibilidades de mostrar la obra.
¿Qué artistas de tu generación locales y extranjeros te interesan?
Como referentes, nombraría rápidamente a artistas que trabajan con el tema del cuerpo, desde la fotografía o la performance. Me resulta difícil nombrar artistas porque a veces las influencias provienen desde lugares muy disímiles. Pero a grandes rasgos y sin ningún orden en particular, tanto internacionales como de Argentina y de diferentes épocas de la historia del arte, me interesa la obra de: Francesca Woodman, Claude Cahun, Ana Mendieta, Grete Stern, Vanessa Beecroft, Mariko Mori, Daniela Edburg, Alessandra Sanguinetti, Nicola Costantino, Tatiana Parcero, Fabiana Barreda, Flavia Da Rin, etc.
¿En qué se basa hoy la idea de «un arte multimedia» cuando herramientas como Facebook, Instagram o Google+ permiten producir efectos estéticos semejantes a personas sin ningún tipo de aspiración artística consciente o deliberada?
La fotografía es una gran herramienta, pero en mi caso no es el total de la composición de la obra, ya que intervienen muchas otras disciplinas, como el vestuario, la actuación de las modelos, la escenografía, el dibujo o pintura, la postproducción o collage digital. La mayoría de mis trabajos son fotomontajes y puestas en escena, por lo que las etapas de preproducción y de postproducción son tan importantes como la toma en sí. Los medios digitales, la fotografía o el video son técnicas que me permiten hacer esta fusión de otras disciplinas con las cuales también me interesa trabajar. El registro audiovisual surge a partir del trabajo con el cineasta Ignacio Laxalde. Trabajando en conjunto, sumamos un nuevo canal expresivo a las búsquedas desarrolladas de modo individual, incorporando los conocimientos narrativos y estéticos del otro. Así se generan nuevos desafíos para cada uno, que implican la unión de técnicas tradicionales con nuevas tecnologías, y diferentes lenguajes como las artes visuales y los medios cinematográficos.
Considerando tus inicios y lo que proyectes lograr a futuro, ¿cómo definirías asuntos generales ligados a la práctica estética como «el valor del arte», «el prestigio» o «el proyecto artístico»?
Lo que intento a través de mis proyectos es poder contar mi historia, transmitir el modo en que percibo mi entorno, desde mi propia mirada e interpretación. Me interesa llegar al público, ya sea por medio del goce estético, por la reflexión o por las conexiones que surgen a partir de las diferentes lecturas de las imágenes. En esa búsqueda, me interesan las representaciones que remiten al origen y al traspaso de la frontera que separa la cultura de la naturaleza. Me interesa el tema de los rituales, del sacrificio y de la muerte en tanto transformación. También el culto a la naturaleza y los elementos gestuales o simbólicos que expresan la relación con ella. Por medio de las fotografías o videos me planteo una búsqueda para dar un nuevo significado a creencias antiguas, y de este modo hacer referencia a una espiritualidad que involucre a la naturaleza, el instinto y la mujer////PACO