Autor de Generación Hip-Hop (Caja Negra, 2014), descendiente de chinos y hawaianos, Jeff Chang es periodista y crítico musical en Estados Unidos. Sus textos se han publicado en los medios musicales más importantes vinculados al hip-hop, género en el que también incursionó como productor discográfico de artistas como DJ Shadow y The Watts Prophets. En la actualidad es Director Ejecutivo del Instituto para la Diversidad en las Artes de la Universidad de Stanford, California.
¿Cuál es la principal característica estética y política del hip-hop?
El hip-hop mira al mundo desde abajo hacia arriba. Construye belleza a partir de lo que ha sido abandonado. El hip-hop siempre quiso más: más justicia, más visibilidad, más estabilidad económica. Ahora que el movimiento hip-hop se transformó en un gran negocio, los aspectos de su relación con el éxito material se amplificaron más que sus preocupaciones por la justicia y la representación.
En términos estéticos, políticos y raciales, ¿qué ganó el hip-hop con su llegada reciente al universo del rock y el pop?
El hip-hop se enfocó otra vez sobre las juventudes invisibles que siempre condujeron los cambios de este país, ya sean estéticos o políticos. Le dio una voz a aquellos a los que el mainstream jamás habría escuchado. Los vuelve imposible de ser ignorados.
La batalla entre la costa Este y Oeste durante la era del gangsta rap, ¿fue una disputa por una forma de representación social o por un mercado musical?
Buena pregunta. Creo que empezó como una batalla estética en el corazón del hip-hop, pero pronto cambió a una pelea por una parte del mercado. En algún punto, lo que empezó como una batalla de rap convencional se convirtió en algo más dominado por las armas y la violencia callejera. Es imposible no ver las muertes de Tupac y Notoriuos BIG como consecuencias trágicas de una pelea en la que algunos de sus partisanos sintieron que debía cargarse con riesgos materiales altos.
Artistas como Kaney West parecen haber cambiado el “gangsta” de los noventa por un estilo glamoroso. ¿Qué dice eso sobre el hip-hop actual?
Creo que dice mucho sobre el mainstream del hip-hop y el rol que tiene el hip-hop dentro del consumismo mundial. Las compañías que piensan en consumidores entienden que la mayor parte del mundo es joven y no es blanca. El hip-hop se convierte en un vehículo para incorporar todas las franjas de mercado “desatendidas” del mundo.
Después del éxito entre blancos de zonas urbanas de todo el mundo y la llegada a nuevas audiencias en Asia, ¿cuál es el futuro del hip-hop y qué conserva de sus orígenes negros?
No me preocupo por el futuro del hip-hop porque veo a los movimientos locales de rap, baile, música, teatro, poesía y arte, y sus activismos, siempre revitalizados y reajustados por nuevos grupos de personas jóvenes. Veo, por ejemplo, ahora, el trabajo de artistas como David Banner, Jasiri X y Tef Poe, que se inspiraron en los eventos de Ferguson ‒los incidentes de violencia en agosto tras la muerte del joven negro Michael Brown, en el estado de Saint Louis, en manos de agentes de seguridad blancos‒ para hacer escuchar preguntas importantes de una manera no apologética sobre la inequidad racial, la brutalidad social y el racismo contra los negros. Me inspiran cineastas como Justin Simien, que habla a esos jóvenes afroamericanos en una posición complicada tan complicada en los años de decadencia del gobierno de Obama. Me emociona ver el trabajo del grupo teatral Universes, que se acercan en su obra Party People a la historia de los movimientos de liberación de negros y puertorriqueños a través del hip-hop. Ni siquiera empecé a hablar sobre todo el excitante trabajo más allá de las fronteras de los Estados Unidos, donde un montón de creatividad es más urgente. Hay muchísimos trabajos destacados en todos lados, nosotros simplemente tenemos que abrir nuestros oídos, ojos y corazones/////PACO