Entrevista


Éric Sadin: «La vida está cosechada y estoqueada en servidores»


El 24 de junio, Éric Sadin paseó por Buenos Aires sus sentencias proféticas acerca de la digitalización del mundo, el conocimiento artificial dinámico y los procesos de subjetivación emergentes. La ocasión fue la Noche de la Filosofía, un evento diseñado a medida del estilo pop del filósofo francés, cuyo gusto singular por las cámaras parece convertirlo de a ratos en un trágico trapecista del ridículo y al que las filtraciones de WikiLeaks y las confesiones de Edward Snowden confirmaron como una de las voces expertas en las mutaciones tecnológicas y la emergencia de una subjetividad digital: “En La sociedad de la anticipación investigo la vigilancia global y la capacidad de anticipar fenómenos antes que ocurriesen. En 2011 todos preguntaban ¿qué dice Éric Sadin? Y hoy en día solo se habla de eso. En 2011 me decían paranoico y en 2013 tuve la confirmación -me hubiese gustado no tenerla- con las revelaciones de Edward Snowden. Me invitaron todos los medios de Francia a hablar de seguridad y vigilancia global”, cuenta Sadin con la alegría frívola de una Lolita que hubiera sido ensamblada y desflorada en Silicon Valley. En La humanidad aumentada. La administración digital del mundo, publicado por Caja Negra, Sadin antepone a la gubernamentalidad algorítmica un modelo civilizatorio que aboga por la integridad humana. En ese, su primer texto traducido al español, desarrolla los peligros de la absorción de la existencia dentro de flujos electrónicos, matiza las posturas más extremas respecto a la técnica y afirma la singularidad humana a partir de una divergencia ante los flujos informacionales. Sadin radicaliza en esta entrevista con Revista Paco su opción por la centralidad, la identidad y la soberanía humana.

¿Se puede habitar el mundo por fuera de sus coordenadas digitales?

Deberíamos. Asistimos a una digitalización cada vez mayor del mundo. Hoy, luego de la digitalización excesiva e histórica de la escritura en los años 70, del sonido en los 80 y de las imágenes y el video en los 90, concurrimos a la digitalización progresiva de los campos simbólicos. En paralelo al progreso de las redes de comunicación, el estoqueo de todas estas informaciones simbólicas en servidores se volvió posible. A este momento histórico corresponde lo que se llamó, a fines de los años 90, la Edad del Acceso. Hoy, para responder tu pregunta, asistimos a lo que podemos llamar una digitalización post-simbólica. El 99% del corpus escrito, de las imágenes, sonidos y videos, son generados en un formato digital. Hay un nuevo movimiento de la digitalización de lo real. ¿Qué es la digitalización de lo real? Es la extensión de los captores a través de los objetos conectados. Nuestros comportamientos conectados, la casa conectada, la balanza conectada, proporcionan un testimonio continuo de nuestros gestos. La vida es la que está digitalizada, cosechada y estoqueada en servidores. A través de esos datos, tratados por sistemas de Inteligencia Artificial con una sofisticación creciente, se tiene la capacidad de retroactuar con dos finalidades principales. Una es ofrecernos servicios adaptados a nuestros perfiles por el conocimiento cada vez más profundo de nuestro comportamiento. Por ejemplo, los chips electrónicos en las camas monitorean el sueño y proporcionan un conocimiento más o menos parcial, más o menos completo, del estado de nuestros sueños. Una retroacción que nos sugiere constantemente opciones. El primer fenómeno de esta arquitectura, tecnológica y económica, es la mercantilización integral de la vida. La segunda finalidad radica en la voluntad de una organización algorítmica y automatizada de amplios sectores de la vida. Esto es posible observarlo sobre todo en el ámbito de las empresas.

Hoy, luego de la digitalización excesiva e histórica de la escritura en los años 70, del sonido en los 80 y de las imágenes y el video en los 90, concurrimos a la digitalización progresiva de los campos simbólicos.

¿Sobre qué disposición humana opera la gubernamentalidad algorítmica? ¿Qué preparación cultural permitió que esa racionalidad funcione?

Hay dos cosas. La primera incidencia, el fenómeno mayor, es esta arquitectura que definimos en conjunto, una presión sobre la decisión humana, una presión sobre el juicio humano. Hay que ver cómo los sistemas nos dicen cada vez más la verdad en toda ocasión. Pienso en los asistentes personales digitales como SIRI de Apple, Google Assistant de Google, Alexa de Amazon. ¿Qué es lo que está en juego acá? Lo que está en juego es el acompañamiento algorítmico de la vida. Para facilitar lo cotidiano y ofrecernos las soluciones que se supone que son las más adaptadas. Existe una redefinición de nuestra capacidad de determinar funciones, de nuestra autonomía histórica de juicio. Podemos pensar que los asistentes digitales que se suponen que deben acompañarnos en lo cotidiano responden principalmente a intereses privados. Y buscan hacernos cometer actos de compra. Hay una suerte de ceguera sobre los efectos de esa delegación que le concedemos a los sistemas y que organizan nuestras existencias individuales y colectivas.

¿Por qué es tan fácil dejar datos en la web? ¿Tiene que ver con el hecho de que se inauguró una racionalidad a-normativa, sin sujeto reflexivo, que se alimenta de datos infra-individuales?

Es la noción de «perfil» la que mejor se ajusta a esto y explica la forma de determinar en parte al individuo contemporáneo. El «perfil» como la suma de gestos que son entendidos en sí mismos y estoqueados en los servidores para ser tratados por sistemas cada vez más sofisticados. Ese es el conocimiento de los comportamientos que fue a recolectar la NSA en los años 2000, y que Snowden reveló. La navegación por internet es importante pero no deja de ser parcial, los videomensajes, las comunicaciones telefónicas, estoy de acuerdo en que son un volumen importante de nuestra existencia, pero no deja de ser parcial. Podemos decir que desde junio de 2013 las revelaciones de Edward Snowden pertenecen al pasado. ¿Por qué digo esto? Porque hoy en día esto se torna parcial frente a una búsqueda de conocimiento integral. Imagínense de qué umbral estamos hablando cuando hay captores en las camas, en los baños, en los televisores que analizan nuestras conversaciones. El Google Car, por ejemplo, no implica ir de un punto A a un punto B, de Buenos Aires a Córdoba, de París a Milán, sino recolectar informaciones a las que hasta ahora no tenían acceso las grandes empresas. Este entorno no lo teníamos en el 2013. Esto es la siliconización del mundo.

El Google Car no implica ir de un punto A a un punto B, de Buenos Aires a Córdoba, de París a Milán. Implica recolectar informaciones de nuestros datos a las que hasta ahora no tenían acceso las grandes empresas.

Habla de perfiles y de los “leaks” de Edward Snowden. No obstante, cuando salieron las filtraciones no hubo una merma en la conectividad.

Lo que ocurrió es que hubo formas de vigilancia que aparecieron sobre el uso de datos privados. Que ocurren mucho más hoy que en los años 2000 y que motivó la nueva regulación de la Unión Europea que va a aplicarse a partir de 2018. Me temo que será una nueva forma de conciencia y de buena conciencia de nuestro tiempo. No digo que la protección de nuestros datos personales no sea un tema mayor. Todos tenemos derecho a proteger nuestros datos personales. Pero temo que desde Snowden esto se haya vuelto la nueva vulgata de nuestro tiempo. Que oculta un tema importante, o más importante, que es la mercantilización integral de la vida y la «startapización» del mundo. No vemos el vicio inducido por esta buena conciencia de preocuparnos por los datos personales. Siempre que la consecuencia sea la utilización integral y la organización algorítmica, son esos los dos desafíos jurídicos del presente y el futuro. Eso no debe ser ocultado por la obsesión de la buena conciencia neoizquierdoliberal.

¿Emmanuel Macron ocupa ese espacio?

Macron no es un izquierdista liberal, es otra cosa. Algunas asociaciones de protección de libertad personal ya se lavan las manos ante todo lo que tiene que ver con la mercantilización de la vida y la organización algorítmica de la sociedad. Lo que digo es sutil. Muchos se rasgan las vestiduras por la protección de los datos, erigen una buena conciencia al respecto. Muchos pretenden ser víctimas de la vigilancia digital, pero el problema es más sutil y de fondo. Es una forma de vigilancia mucho más extendida.

¿Qué relación mantiene la gubernamentalidad algorítmica con el neoliberalismo global?

Me hablabas de Macron. Él es lo social-tecnoliberal. Responde a esta doxa global que comparten todas las fuerzas políticas de izquierda y de derecha. Que creen que la economía de los datos y de las plataformas va a traer un desarrollo económico radiante. Ese liberalismo luminoso va a permitir, como decía Macron hace dos años, que todos se vuelvan millonarios. Una suerte de ficción que, en realidad. responde a un modelo de sociedad soñado por los saintsimonianos. Que busca sacar del medio lo político, con todas las fricciones y deliberaciones que presuponen, en provecho de una administración sana de las cosas. Una administración sana y automatizada de las cosas. Es ahí donde la inteligencia artificial toma la posta para lograr una reorganización alisada, sin fricciones, de sectores de la sociedad cada vez más amplios. Pues, como sabemos, cada vez que hay humanos que se juntan existen divergencias, conflictos, fricciones y decisiones en común. Es lo que llamamos lo político, lo democrático.

El humanismo es uno de los principios que afirman “alto y claro”. Pienso que el humanismo es eso. Reafirma la autonomía del pensamiento, nuestra autonomía de juicio, singular. Es eso el individuo, no es un perfil.

En este contexto, ¿Donald Trump es una reivindicación de la política o una fuerza entrópica?

Es complicado. Pero quiero responder. Las afirmaciones de Trump buscan reintroducir una dimensión humana en relación a cierto estado de la globalización y del liberalismo. Así se afirmó. Pudo ser percibido como una voluntad de repolitizar la economía. Salvo que la economía de Silicon Valley es el principal vector de crecimiento de la economía norteamericana. Esto no se puede negar solo con discursos. La segunda cosa es que la voluntad política de Trump no dibuja de ninguna manera una perspectiva económica virtuosa, nuevos modos de organización virtuosos, una ecología virtuosa, sino modelos económicos muy viejos. Oponerse al modelo tecnológico de Silicon Valley consistiría en hacer valer formas de ayuda, formas de organización del trabajo nuevas, una ecología del espíritu, del trabajo, que están en la vereda de enfrente a las propuestas de Donald Trump. Temo lo que tiene guardado ahí el tecnoliberalismo, que se reprime, y que Trump quiso negar, reaparezca por la ventana de la política económica de Estados Unidos de manera muy rápida.

¿Cómo opera el humanismo en su sistema de pensamiento?

El humanismo es uno de los principios que afirman “alto y claro”. Pienso que el humanismo es eso. Reafirmar la autonomía del pensamiento, nuestra autonomía de juicio singular. Es eso el individuo, no un perfil. Es la autonomía del juicio en función de su singularidad, de sus convicciones, de su relación singular con el mundo. Y que determinan su libre capacidad de decisión. Ese es el principio humanista desde el punto de vista asociado al individuo y a la escala de la sociedad. En la sociedad es la capacidad libre que tenemos en común de decidir dentro de las contradicciones, una contradicción sana, una oposición sana. En la deliberación jurídica y democrática relativa al curso colectivo de nuestra existencia. Lo que acabo de decir recién respecto de la sociedad. El problema es que las producciones humanas están determinadas cada vez más por la rapidez exponencial. Es tiempo de oponernos a lo exponencial. Que no solo significa un desarrollo cada vez más rápido de las cosas sino una negación de lo político. Es tiempo de oponer a lo exponencial nuestro derecho natural, individual y colectivo de hacer valer nuestras capacidades políticas. Lo humano es esto. La capacidad política de determinar con la mayor libertad posible el curso colectivo de nuestro destino///////PACO