Música


Elevación: Tom Verlaine (1949-2023)

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Cierta vez a fines de los 70 le preguntaron a Lou Reed su opinión sobre la escena del rock and roll de Nueva York. Yo soy la escena del rock and roll de Nueva York, respondió. Discos como The Velvet Underground & Nico (1967) y White Light/White Heat (1968), más los solistas Transformer (1972) y Berlin (1973), probaban que nada había de exagerado en aquella respuesta. Tom Verlaine, cuya muerte reciente pone en valor esa escena (y mucho más que esa escena), podría haber dicho lo mismo.

Verlaine, compositor, cantante, pianista y guitarrista de Television, el grupo que formó con el bajista Richard Hell en 1972, fue un frontman semejante a Reed, una rara combinación de inmovilidad escénica y pálida circunspección, simultáneamente fotogénica y amenazante. Marquee Moon (1977), el primer disco de Television, grabado y mezclado en seis semanas en un estudio de la calle 48 Oeste, es el mejor disco debut de un grupo que haya pisado este planeta y uno de los mejores de cualquier género y tiempo.

En su autobiografía I Dreamed I Was a Very Clean Tramp, Hell da testimonio de su relación con Verlaine desde la escuela secundaria, de Theresa Stern, una poeta y prostituta (que eran él y Verlaine) que había publicado en 1971 un libro de poemas raros y de la disputa que lo alejó de Television. Verlaine era el cerebro de Television, Hell, el alma. A Hell le ocupaba montar el show en el mínimo escenario del CBGB. A Verlaine la reelaboración de un sonido con suites de guitarras que para Hell, también cantante y compositor, eran una «paja». Cuando aún no habían grabado nada, el repertorio de Television ya pertenecía abrumadoramente a Verlaine. Había llegado el momento de admitir que Hell no era el cantante ni el bajista que Television necesitaba. Quedó afuera del grupo, y resolvió ser lo que siempre había sido: un punk hecho y derecho. Con Richard Hell and The Voidoids, su nuevo grupo, en 1974 deslumbró a Malcom McLaren, un inglés cazatalentos que trabajaba en Nueva York como manager de The New York Dolls. La ropa rota y mal cosida adrede, el corte de pelo punk antes del punk y la desenvoltura de Hell eran un maná que debían vampirizar otros cuerpos, otras angustias. A su regreso a Londres en mayo de 1975, McLaren se haría cargo de un trío juvenil, The Strand, al que había ayudado antes de su viaje a Nueva York. Lo primero que hizo fue conseguirle un cantante. Lo segundo, cambiarle el nombre. Y, por último, trabajar en el diseño de la imagen de los cuatro díscolos muchachitos basándose en Hell. El nombre los ligaba a SEX, la tienda de ropa de McLaren. Hell y todo lo que McLaren había visto, escuchado y olido en la escena del rock and roll de Nueva York están en los Sex Pistols, pero estos superarían ampliamente el rol de marionetas de SEX.

Verlaine, sin el obstáculo de Hell, se puso en camino de cumplir sus intereses artísticos, relacionados con una tradición hecha de fuentes diversas, cuyo primer signo se coteja en el apellido que eligió para suplir al Miller de nacimiento (el de Hell era Meyers, y se lo cambió después de su amigo). Poco tardó, Verlaine, en tejer junto a Richard Lloyd, la otra enorme guitarra de Television, esas madejas de riffs puramente rockeros, vibratos clásicos y escalas cercanas a las exploraciones de John Coltrane y Albert Ayler, dos héroes que acompañaron a Verlaine desde su adolescencia, anteriores a la obsesión por el sonido de las guitarras que le habían despertado 19th Nervous Breakdown de los Stones y All Day and All of the Night de los Kinks. La ida de Hell había terminado siendo menos anecdótico de lo que parecía. Al imponerse sobre él, Verlaine decidía su rumbo y el de Television. Little Johnny Jewel part 1 & 2 (1975), la primera grabación oficial editada del grupo es la última estación antes del túnel directo a la depuración y detonación de un estilo: Marquee Moon. La historia de los pormenores que precedieron a la grabación de Marquee Moon dice que Verlaine rechazó un contrato con Island Records, que había puesto a Brian Eno como productor, con el que Television grabó en diciembre de 1974 Prove It, Friction, Venus y Marquee Moon, el tema homónimo y cabeza de playa del futuro álbum. Los demos no le gustaron a Verlaine porque las guitarras sonaban «frías y frágiles». En febrero de 1977, tras varias negociaciones fracasadas con otros sellos, Elektra Records aceptó la grabación de Marquee Moon con Verlaine como productor y Andy Johns como productor asistente. Johns había sido el ingeniero de sonido de Goats Head Soup (1973) de los Stones, y por cómo sonaban las guitarras en ese disco a Verlaine y Lloyd les parecía el hombre apropiado. Y lo fue.

En 1977, a ocho años de Woodstock y a diez del summer of love californiano, las súplicas e invocaciones por un mundo mejor eran una mercancía indigesta que habían empezado a generar estados catatónicos en sus compradores. A esto se sumaba que la hegemonía del prog y su variante sinfónica, que se habían asentado en los primeros años de la década, agonizaban rápidamente. Y los todavía jóvenes héroes de la vieja guardia de los 60 mostraban agotamiento y decepción. Uno de ellos, Pete Townshend, había cantado desgarradamente en However I Much Booze, de Who By Numbers (1975): «Me veo en la TV, soy un farsante, un payaso de papel / A todos mis amigos les queda claro que habitualmente miento / Solo los deprimo / Afirmo que soy proclive a la exageración / Pero la verdad está en mi frustración / Los niños de la noche, todos me pasan de largo.» Era una confesión, además de su alcoholismo, del pozo al que habían caído él y los Who, una situación análoga a la de otros supergrupos, y acaso un llamado a que alguien viniera a relevarlo. No habría de transcurrir mucho para que el verano londinense de 1977, gracias a los Pistols, que ya habían avisado en noviembre de 1976 con su primer simple, Anarchy in the UK (Soy un anticristo / Y un anarquista / No sé lo que quiero / Pero sé cómo conseguirlo), fuese lo más parecido a un verano del odio, y el verano neoyorquino, gracias a los cortes de luz, los saqueos y el hijo de Sam, lo más parecido al inicio del apocalipsis. Y como si fuese poco para un solo año, en el inventario de 1977 se anotaban los primeros larga duración de Television y los Pistols. Never Mind The Bollocks, Here´s the Sex Pistols, apareciendo en octubre, sería el gran manifiesto del punk. Y Marquee Moon, apenas preliminar, de mayo, la categórica invención del post-punk.

Con el arrollador See No Evil, que abre Marquee Moon, Verlaine anuncia los dos veranos y quizás la llegada del «anticristo» Rotten: «Entiendo todo / Impulsos destructivos / Parece tan perfecto». No casualmente es el tema más «punk» del disco (Lo que quiero / lo quiero ahora / Y es mucho más / que ‘de todos modos’). Sobre la base rítmica de Fred Smith, ex Blondie, en bajo, reemplazante de Hell, y Billy Ficca, en batería, los dos eficientísimos para el rock o el hard bop, las filigranas de las guitarras atraviesan todo Marquee Moon sonorizando la inminencia y la intriga sin decaimientos. «El único otro lugar en el que este tipo de interacción entre dos guitarras era fácil de distinguir es en los primeros Rolling Stones, entre Keith Richards y Brian Jones, –dice Lloyd en su sitio web– donde los dos tocaban una especie de combinación de ambas, ni rítmica ni solista, de modo que era difícil distinguir quién hacía qué.» El tema homónimo, grabado en una sola toma que Ficca creyó que era un ensayo, es uno de los puntos más altos del disco (Recuerdo cómo la oscuridad se duplicó / Recuerdo, un rayo se golpeó a sí mismo / Yo estaba escuchando / Escuchando la lluvia / Estaba oyendo / Oyendo otra cosa / La vida en la colmena arrugó mi noche / Un beso de la muerte, el abrazo de la vida). Venus registra la sensibilidad de Verlaine para captar el estado de excitación que provee la densidad de la noche urbana. (Era una apretada noche de juguete, calles tan brillantes / El mundo era tan delgado entre mis huesos y mi piel / Sabes que todo es como un nuevo tipo de droga / Mis sentidos son agudos y mis manos son como guantes / Broadway se veía tan medieval). Guiding Ligth, Elevation, Torn Curtain, Prove It y Friction son las otras dosis del mismo juego perturbador y prodigioso de una milicia que acaba de tomar por asalto una fortaleza que se creía inexpugnable. La lírica de Verlaine, más en Marquee Moon que en Adventure (1978), su segundo disco, es una trama de visiones de alguien que despertó tras un largo sueño en un laberinto de rascacielos, puentes, iglesias y cementerios, y absorbe desde el primer minuto la ansiedad de la gran ciudad. 

La primera y más intensa etapa de Television se cerró luego de Adventure, que trajo cumbres como Glory, Days (evidente prefiguración de REM) y The Fire. Las ventas discretas en EE.UU. y una gira fallida como grupo soporte de Peter Gabriel aceleraron su separación a fines de 1978. Como si se hubieran puesto de acuerdo a través del océano, los Pistols seguían el mismo destino el mismo año. Television dejó elegías conmovedoras e irreversibles como Marquee Moon, Venus y The Fire, mientras que los Pistols dejaron himnos políticos, también irreversibles, como God Save The Queen, Pretty Vacant y Anarchy in the UK. Y es difícil negar que Marquee Moon y Never Mind The Bollocks, efímeros por duración y perdurables por proyección, parecen grabados ayer, y están por sobre los debuts homónimos de Ramones (1976), Blondie (1976) y The Clash (1977).

La grandeza de los Pistols reside en que habiendo nacido como un producto de diseño se encadenaron frenéticamente a su propia reacción para crear una tradición nueva. Su enorme posesión consistió en todo lo que para ellos merecía la denuncia, la bufonada bardera y el escupitajo, y tras un disco maravilloso y letal, se devoraron a sí mismos. La grandeza de Television fue no traicionar la experiencia de la que estaban convencidos hasta el tuétano, imponiendo condiciones para que esa experiencia fuese escuchada por el público sin recortes ni afeites, tan intensa como había sido deseada y concebida.

Iniciando su carrera solista, en el primer opus de Verlaine, Tom Verlaine (1979), se destaca Kingdom Come (El rostro de la perdición brillaba en mi habitación / Solo necesito un día en algún lugar lejano / Señor, solo necesito un día / Bueno, estaré rompiendo estas rocas hasta que venga el Reino), versionado por David Bowie, y Souvenir for a Dream (Treinta luces seguidas, / Cada una de ellas verde, / Cómo me recuerda a / Tu souvenir de un sueño). Vendrían más discos solistas, el new wave Dreamtime (1981), Cover (1984) y Flash Light (1987). En 1992 reunió otra vez a Ficca, Smith y Lloyd. Television, el último acto del grupo, muestra joyas como 1880 or So, In World y Call Mr. Lee. Ese mismo año grabó el solista instrumental, Warm and Cool, que contiene el antológico Spiritual. En toda esta etapa, Verlaine participó en discos y giras con Patti Smith, a quien lo ligaba una amistad personal y más de un vínculo musical. Habían compuesto juntos Break It Up, de Horses (1975), otro debut importante. En 2005, Verlaine apareció tocando soberbiamente en Montreux junto a Smith. Sentado en una silla, en el rincón más oscurecido del escenario. Se revelaba lo que siempre se había sospechado, que era un frontman que nunca había querido ser frontman, solo un trabajador de la música, como solía decir. De sus dos últimos discos, ambos de 2006, Eighty Eights de Around y A Parade In Littleton de Songs and Other Things son las codas oportunas para una obra magnífica.

El éxito, ese dios triste y vulgar que la industria cultural neoliberal volvió también obsceno, jamás malogró ni desvió la «carrera» de Verlaine. «Esta noche duermo ligero en estas costas / Vivo ligero en estas costas / Elevación, no vayas a mi cabeza», fueron versos premonitorios. Humilde y aristocrático, delineó una senda que los años convirtieron en una referencia ineludible para la lírica sofisticada, la instrumentación virtuosa y la autonomía creativa. Echo & the Bunnymen, The Church, Siouxsie and the Banshees, Rain Parade y REM son algunos de los que trasladaron las innovaciones de Verlaine a otras audiencias, y si existiese una máquina para analizar el ADN musical se acreditaría la presencia de Television en lo mejor del grunge y del indie. El «precio» que pagaron Verlaine y Television redundó en una ganancia para el arte. Es injusto decir que Marquee Moon estaba adelantado a su época sin decir a la vez que era la piel de la misma. El objetivo de los verdaderos artistas es ofrendar su creación sin calcular riesgos ni resultados. Y la ofrenda de Tom Verlaine fue la de un músico visionario e inolvidable.////PACO

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