Uncategorized


El extraño camino al propio norte

Captura de pantalla 2013-06-29 a la(s) 13.59.20

Entrevista a Sergio Massarotto: 

«Me saqué las ganas de hacer esta especie de pastiche».

Por Juan Terranova

Aunque vive en Cañuelas, Provincia de Buenos Aires, viaja todo el tiempo a Buenos Aires y el disco que está presentando se grabó también en parte en La Plata. El extraño camino al propio norte de Sergio Massarotto terminado hacia fines del año pasado, recién ahora se puede escuchar y bajar de la web. Mezcla solidaria de músicas locales con arreglos y colores contemporáneos y también un poco de rock, Massarotto para decirlo todo en el título que agrupa las ocho canciones. El camino, la búsqueda y la brújula siempre suenan raro y hay que estar preparado, con resignación entusiasta,  para enfrentar esos sonidos. 

¿Qué música escuchás por placer?

Rock. Siempre está el trasfondo del rock. Lo que pasa es que tengo etapas en las que me obsesiono con cierto artista y eso me puede llevar a otros lugares. En algún momento me pasó con Spinetta, el primer disco de Invisible, Charly García, Divididos, Pez, Jaco Pastorius, después con Pedro Aznar, el Dúo Salteño, Mercedes Sosa, Sting, Nick Drake, Fernando Cabrera, Paul Mc Cartney, Pearl Jam o The Black Keys por nombrar algunos. Hubo un momento en que escuchaba Alberto Merlo, que es un cantor de milonga sureña y estuve obsesionado con esa forma hasta el extremo de buscar en la historia del contrapunto orígenes similares a los del blues. Pero siempre navego “desde y vuelvo a” el rock. Hoy por hoy no pasa un día en que no ponga un disco de Queens Of The Stone Age y toda la troupe que acompaña al colorado Homme, a quien ya tuve la oportunidad de escuchar en vivo dos veces y me parece increíble.

Se escuchan diferentes músicas en el disco. Milonga, canción, candombe, temas con más distorsión, riffs, tradiciones que a veces suenan opuestas ¿cómo conviven esos géneros a la hora de componer y arreglar? 

Para estas canciones, con los arreglos, me ayudaron un par de amigos. Todas las músicas que aparecen en el disco me parece que tienen que ver con la forma de relacionarme con los artistas que me cautivaron en determinado momento. Quiero componer como ellos. Y entonces me doy cuenta que puedo hacer y tengo, una milonga, una canción, un funk rock, etc. que responden a esas diferentes etapas. Creo que el disco plasma un poco todo el recorrido musical, mínimo, ínfimo, pero muy heterogéneo y desordenado que he tenido a través de diferentes bandas. En un momento en que estaba alejado -en cierta forma y salvo por la escucha- de la música, dije “¿a ver qué tengo que se pueda mostrar?” Y todo eso que había hecho paralelo al rock, estaba ahí al alcance, para hacerme cargo y para usarlo. A la hora de componer y arreglar están esas músicas dando vueltas, disponibles y puedo meter mano o no tratando de respetar lo más posible el abanico de arreglos que la canción prescribe. En ese sentido el disco es infantil y lúdico, habla de una falta de distancia “adulta” si se quiere, para con lo que escuché y que se nota, creo, desde el título como “búsqueda extraña”. Pero bueno, me saqué las ganas de hacer esta especie de pastiche.

¿Cómo se te ocurrió grabar Aint no Sunshine  de Bill Withers?

Esa canción la escuché una vez de casualidad a través de un blog y me encantó. La incorporé a una lista que hacía acompañado solo por la guitarra para laburar en algunos bares y me quedó cómoda para cantar, gustó; así que la grabé. Después me dijeron que era la de “Un lugar Llamado Nothing Hill”. Lo mismo me había pasado con Like a Stone de Audioslave, recogí la versión que hace Chris Cornell en su disco acústico, la toqué un par de veces, pero al final esa no quedó en el disco. Tiene otra exigencia vocal.

¿Cómo hacés para componer? ¿Elegís un género? Decís «hoy voy a hacer una milonga». ¿O es algo que surge por su propia fuerza? 

Un poco de las dos. Aunque muchas veces tiene que ver con el contexto y con lo que me esté interpelando y estoy escuchando en ese momento. “Milonga del Cardenal”, por ejemplo, surgió en una situación básica: un asado con amigos y en verano. Y después si, puede pasar que esté tocando la guitarra sonámbulo y surja algo interesante con fuerza, alguna cadencia o algún riff que dispare el proceso.

¿Qué tiene que tener una melodía para que te guste?

Hoy creo que una melodía tiene que tener cierto ritmo y musicalidad reconocible. En otro momento buscaba y valoraba un poco más la dificultad, pero te vas dando cuenta que eso es efímero y a veces hasta es un escape. Se puede armar una melodía re compleja, tocando figuras raras y notas de escalas exóticas, pero se convierte en un gesto para mirar al público como diciéndole “je, ¿viste la melodía que puedo hacer no?” “Cuarenta dibujos en un metro cuadrado”, dice Divididos. Hay que tener cuidado con eso. El ejercicio de despojar una melodía de todo lo que está de más, a veces es más complicado y exigente pero da resultados. Incluso en el rock es mucho más complejo componer una canción interesante con una melodía accesible que con una línea super intrincada.

Vivís en Cañuelas, pero viajás a Buenos Aires todo el tiempo. ¿Sentís que este es un disco hecho desde ese espacio intermedio entre la ciudad y el campo?

Lo veo como un reflejo de un par de años para atrás, un ajuste de ciertas cuentas. Y si, está el espacio intermedio, el ir y venir, el vivir en Buenos Aires un par de años, algunas relaciones medio tormentosas que se manifestaron en ese tiempo, los saltos que tuve de tocar rock power y progresivo durante nueve años a coquetear con otros géneros; que también se pueden ver como otros espacios entre.

¿Puede ser que seas un letrista melancólico?  «No voy a hacer el guión de un tango» cantás, pero en todos los temas hay un ánimo criollo, popular, que suena a suspiro de paisano.

Si bien en esa letra que apuntás trato de dibujar escenas típicamente melancólicas que después rechazo con el puente, el estribillo y el arreglito de slide, el ánimo criollo está en el disco. Para ser sinceros es algo que hoy por momentos me fastidia o no me convence mucho. Un amigo, bibliotecario y escritor, me decía “y bueno, vivimos en la Pampa, que querés, eso está en el aire, andate a Brasil si no”. A veces ante algunos temas llego a preguntarme qué me pasó que escribí esto y entonces creo que merezco ser decapitado como los Stark por algunas de las frases que utilicé. Porque las letras hablan casi todas de lo mismo: meterle para adelante, no mirar atrás, etc. pero en el producto y desde donde están dichas cargan melancolía. Por ahí la propia del que está sacando la pata del barro, no sé, o por ahí tiene razón mi amigo. Aunque parezca una locura, dudé mucho en publicar el disco por esas cuestiones ya terminado y todo. Es cierto que algunas canciones tienen cinco o seis años y uno cambia con el paso del tiempo y en mi caso me he puesto más irónico –creo- y corrosivo. Eso lo veo en las canciones que compongo hoy con mi banda de rock Científico Loco y en algunas otras cosas que escribo. Cuando lo grababa, imbuido en problemas más técnicos –afinaciones, toques, etc.-, no tenía muchos problemas con las letras, no las pensaba por ese lado; pero cuando escuché el producto terminado me vino la cuestión a la cabeza. Por eso ahora planeo tocarlo en vivo desde otro lugar: batería y guitarra eléctrica con un poco de saturación, para desarmar las canciones y que tengan más ironía aunque sea por el lado técnico/musical.///PACO