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Por Nicolás Tereschuk / @escriba (*)

I. Kirchnerismo: primeros años y últimos años

Para mí, no hay diferencias centrales, aunque hay algunos elementos nuevos importantes. Uno es una interpretación propia que tiene el kirchnerismo de sí mismo, de su rol histórico, a lo que se suma una mirada estética y política, una identidad, si se quiere. Una cierta «identidad kirchnerista» que no estaba presente en los primeros años. Como toda «identidad», incluye a unos que se «sienten identificados» y noincluye a otros. El segundo elemento que es característico del gobierno de Cristina y que se profundiza en los últimos dos años es la mayor presencia del Estado en la economía: la nacionalización de la mayor empresa privada del país, los controles cambiarios y al comercio exterior, el «acuerdo» con empresas extranjeras para que no giren utilidades al exterior y la presencia de funcionarios del Estado en los directorios de algunas de las mayores empresas del país forman parte de eso. Esto último es algo que no se suele mencionar cuando se evalúan las «tensiones políticas» que hay en el país, en la sociedad.

II. Una disputa política: el gobierno, los medios, la democracia

Para el largo plazo es una apuesta muy positiva. «Blanquea» la posición de los medios de comunicación privados como actores con influencia y hasta capacidad de acción política. Poner esto sobre la mesa para un público algo más amplio que los claustros universitarios es un mérito que enriquece la ciudadanía. A esto se suma el hecho de que la apuesta por poner en ese lugar a los medios no va de la mano en la Argentina con una «restricción a la libertad de expresión». Si a partir de eso los contenidos de algunos medios de comunicación se «esquematizan» o se vuelven más «previsibles y aburridos» es otro problema. Pero creo que se da también en un marco de cambios en las formas de consumo de medios. Hollywood también se vuelve más previsible y aburrido y lo más dinámico de esa industria se vuelca a las series, por ejemplo. Acá también habrá mutaciones, supongo.

III. El kirchnerismo y el cristinismo

Son lo mismo. Hay una «idealización» del kirchnerismo como algo diferente al cristinismo. Son momentos de lo mismo. Noto un enojo de ciertos sectores con los actuales kirchneristas (cristinistas), como antes lo había con los antiguos kirchneristas (nestoristas). Hay algo que noto seguido: hay gente (intelectuales, algunos militantes) que se enoja con cierto «kirchnerismo-bobo». Permiten que «los bobos» los hagan enojar con el kirchnerismo. Y bobos hay en todos lados. Kirchnerismo no, eso sí.

IV. Internet y la discusión política

Por el momento, lo que ocurre en Internet en cuanto al debate político sigue siendo poco relevante. ¿Cuántos de los ciber-activistas de los «8N» serán candidatos en las próximas elecciones? Tiendo a pensar que hay más política en Facebook, en amigos que se pelean o discuten por sus posiciones políticas allí, en la lista de mails de las madres del colegio (o en sus grupos de WhatsApp) que en la hoguera de las vanidades de Twitter, que puede ser divertida, pero que por ahora es muy poco relevante y novedosa.

V. Scioli y la economía

Scioli es un dirigente que ha crecido mucho. En mi opinión, tuvo dos momentos altos y claves. El primero, fue cuando durante el conflicto de la 125 desde un palco exclamó «¡con la comida no se jode!». Y el otro momento fue en este cierre de listas cuando recibió presiones de todos lados pero optó por una opción -quizás la única que pudo, no lo sé- pero que fue en contra del «sentido común» de los analistas, los medios y el el microclima de la política. Como dijo luego Scioli, él es una muestra de la «diversidad» que todavía conserva el actual oficialismo. Y que se podía ver en el palco de presentación de listas, con todos los gobernadores. Es una imagen que puede no ser «bonita», pero es bastante sólida y sigue siendo «diversa».

VI. 2015

Yo creo que el legado del kirchnerismo se juega en que no haya una crisis económica como la que hay cada diez años en la Argentina. Sobre esa base, Cristina puede plantear un esquema de transición. Todas las expresiones públicas de Cristina sobre el tema apuntan a que no habrá nueva reelección. Dado ese escenario, si Cristina le entrega la banda a otro argentino o argentina, como diría ella, cualquiera sea, del partido que sea, el kirchnerismo tiene legado político.

VII. El discurso intelectual

Creo que entre los «intelectuales» más jóvenes tenés alguna chance de generar debates un poco más aireados. Cuando logras que dos intelectuales salgan de los celos, se bajen un poco de los egos, eviten la descalificación de «capacidad intelectual» («es un tonto») o moral («ese es malo»), algo un poco más piola vas a lograr. Es difícil, eh. Pero se puede.

(*) Soy politólogo y periodista. Hice una maestría. Escribo columnas en varios medios sobre temas políticos y económicos. Soy uno de los editores del blog Artepolitica.com. 36 años, casado, tres hijos. Me gustaría poder decir algún día, como Cristina: «Tengo el cuero así de grueso».