Entrevista


Crítica de rock y Festipulenta

 

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Por Gabriel «Sugar» Bonetto y La Tía Bowie

Juan Manuel Strassburger nació el 30 de septiembre de 1977. Es periodista de rock y de cultura joven, y colaboró, entre otros, con el Suplemento No de Página/12, La Mano, Rolling Stone y ElAcople.com. Actualmente trabaja en el suplemento Espectáculos de Tiempo Argentino. Desde 2009 realiza, junto a Nico Lantos, Festipulenta, un festival que se propone recuperar la fuerza espiritual del rock.

¿Qué música escuchás por placer?

Con los años fui madurando, entre otras cosas, un gusto por el rock estadounidense, el country, el indie americano de los 90 que trajo mucha espontaneidad, mucha cuestión artesanal y expresiva que para mí es muy importante. Después me interesa el rock nacional, me gusta saber donde está parado. Siempre se critica al rock argentino y se pregunta si está en crisis. Es una constante decir que el rock murió, que está en “crisis”, pero hace treinta años que se dice lo mismo: si uno busca en los correo de lectores de la Pelo, las Rock & Pop de hace treinta años, encuentra que aquellos que crecieron con el rock de los setenta y asistieron a la masividad de todas esas bandas new wave de los ochenta, se enojaron mucho. Después, claro, aparecieron los nostalgiosos de los ochenta y luego los rupturistas de los noventas que un poco reivindicaron y recuperaron esa época. Pero la reacción inicial de cierta crítica de rock, de aquellos que lo custodiaban, fue otra. Y para mí, esa primera reacción nose sostiene, no es rock, porque después pasan losaños y esos discos que antes eran denostados pasan a ser ponderados. Sucedió con Virus, que era considerada una banda grasa, artificial y frívola (todo lo que hoy se dice de Tan Biónica se decía de Virus) y después, en los noventa, pasaron a ser reivindicados por toda una escena post Cerati y post Melero que la vieron como la última reserva del pop en retirada a causa del rock barrial. Cuando si vos mirás algunas críticas de la época, la crítica sobre Virus era muy despiadada. Claro, al tiempo se quisieron matar porque hoy es una banda muy apreciada. Pero bueno, ahí, los que fallaron, fueron los críticos. Mientras se tome a la crítica como una cata de vinos, como una especie de control de calidad en el consumo, el resultado te llevará a conclusiones fallidas y aristocratizantes. Y la crítica que me interesa a mí es lo opuesto a eso.

Hablaste de los críticos. ¿A quiénes seguís y admirás?

Me influenciaron muchos los de acá, Pablo Shanton por ejemplo, todo lo que fue la generación del Suple Sí: José Bellas, Fernando García. También he aprendido mucho de Martín Pérez, la aproximación lúdica de Javier Aguirre, la mirada “alucinada” de Santiago Rial Ungaro, las crónicas populares de Cristian Vitale, el vitalismo de Carolina Taffoni, entre otros. De afuera me gusta mucho Ignacio Juliá, que tiene una revista en Barcelona llamada Ruta 66 que es un pequeño hito de la cultura rock en España, una publicación que no está muy atento a la novedad pero no la niega, busca lo callejero, el rock de guitarras. Ahí encontrás abordaje a la cultura rock con algunas similitudes a la que después acá tuvo La Mano. Volviendo al Suple Sí, ellos leían mucho la revista Spin que tiene muchas similitudes con el Sí en cuanto miradas y formato de notas. Eso les permitía explicar muy bien los fenómenos populares como lo fue La Renga sin necesariamente adherir a ellos. El suplemento Sí era de vanguardia pero sin negar lo popular. Y eso a mí, de pendejo, me parecía una manera copada de apuntar a la crítica de rock.

¿Marcaba tendencia respecto a las bandas a seguir?

Yo creo que no. Si revisamos bien, en el Sí hicieron tapa con Entre Ríos, con Leo García, apuntalaron a San Martín Vampire y no lograron que explotaran. Paradójicamente con los únicos por lo que no hicieron campaña fue con Miranda!, que sí lograron ser un fenómeno masivo.

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¿Porque creés que no explotan comercialmente las bandas del Festipulenta o del circuito under? ¿ Es una cuestión de recursos o una cuestión de elección; se quieren quedar ahí o prefieren ser muy escuchadas?

Todas quieren ser muy escuchadas. Lo que pasa que muchas saben que por lo que hacen no necesariamente van a llegar, o les va a tomar un tiempo más largo, entonces se quedan tranquilas. Por otro lado, al mismo tiempo, hay otras bandas que sí tienen mucho potencial para ser masivas. Por ejemplo, Viva Elástico. Sin embargo, potencialidad no es sinónimo de éxito. Su primer disco tenía muchos hits, perocontaban con nula difusión y no poseían la aprobación crítica que sí tienen ahora. No es la primera vez que pasa: el primer disco de Don Cornelio, en el 87, también tenía un potencial increíble. Pero en ese momento no vendió mucho. Hoy decís: “¿pero cómo puede ser si eran todos hits?”Okey, es cierto, pero en ese momento nadie estaba enterado de eso. Y los que sí estaban enterados, no pensabanasí.

¿Y cuáles serían las razones?

Las razones por las que las bandas explotan comercialmente no son unívocas, no son unidireccionales. Son unas series de factores que a veces confluyen y logran fenómenos como el de Miranda!, que por un lado respondían una necesidad social (una ambigüedad sexual como la que se representaba e interpelaba en el manga y el anime de esos años; menos Boy George y más Pokemon y Sailor Moon, digamos) y por el otro recuperaba elementos de una infancia feliz y “fantasiosa” como Pimpinela o el hair rock (“la guitarra de Lolo”) de los ochenta. Después, por supuesto, Ale Sergi es super talentoso para hacer canciones. Y tiene humor. El boca a boca también fue fundamental. Todo eso junto hizo que Miranda! saliera de un lugar a priori acomodado y cool como eran esas fiestas palermitanas de la época y alcanzara genuinamente el gusto de las masas. Su interpelación tenía una base real.

¿Cómo nació el Festipulenta?

Empezamos a pensarlo a mediados del 2008. Un año antes yo había renuncio al Cronista Comercial para meterme de lleno en el periodismo de rock y cultural, que ya venía ejerciendo de antes pero no con total dedicación. Fue en medio de esa situación que empecé a sentir que a esa situación de ejercicio pleno yo necesitaba sumarle algo más, que no tuviera que ver sólo con la escritura o la crítica. A principios del 2008 había hecho una nota de tapa del NO sobre El perrodiablo y Sr. Tomate, como futuras revelaciones del rock local, y eso me había despertado una necesidad, una idea de reproducir acá en Capital un ambiente y circuito de bandas que había y se disfrutaba en la zona sur del Conurbano y La Plata. Un indie más artesanal y barrial en contraposición al más lookeado y cool (o también, en otro plano, más “radioheadeano”) que se desplegaba en Capital.

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De shopping con Daniel Johnston

¿Hasta que punto el crítico puede ser parte de lo que critica?

Es cierto que perdés objetividad. Pero siempre, de alguna forma u otra, perdés objetividad.Y la verdad que en todos estos años he escrito varias reseñas y notas de varias bandas que participaron del Festipulenta (lo hacía desde antes y lo seguí haciendo después del festival) y siempre lo hice con honestidad, cariño y el espíritu crítico que consideré oportuno aplicar. Me ayudó, claro, que desde el principio, con Nico (Lantos), nos pusimos la premisa ética de que nosotros con el Festipulenta no íbamos a tener una ganancia personal. O sea: que el festival, luego de que se cubrieran todos los gastos referidos al pago a las bandas, el alquiler del lugar y el pago a todos lo que laburan en él, iba a generar una ganancia, claro que sí; pero que esa ganancia no iba a ir a nuestros bolsillos sino a un “pozo pulenta” dispuesto para pagar los pasajes de las bandas uruguayas que trajéramos, suplir algún pago imprevisto que hubiese que afrontar, o alguna cuestión por el estilo. Y pusimos esa premisa, justamente, para después no tener las manos atadas a la hora de escribir sobre esas bandas. Yo nunca gané un centavo con ninguna de las bandas del Festipulenta y eso me da la total tranquilidad de conciencia como para hablar críticamente de ellas cada vez que me pareció oportuno. Por otro lado, yo defiendo totalmente el rol del productor que gana la plata que le corresponde por su rol, pero no es mi caso: yo soy periodista de lunes a viernes y laburo de eso.

¿Dejarías la crítica por el rol de productor?

No. El rol de productor es desgastante, tenés que lidiar todo el tiempo para que todo pueda llegar a salir bien. Me gusta pero es muy duro. El día que me canse totalmente lo dejaré de hacer.

¿El Festipulenta fue la puerta de entrada para que la movida de La Plata entrara a Buenos Aires?

Ayudó a que muchas bandas de La Plata, pero también de zona Sur o incluso de Capital, como Olfa Meocorde, entraran mejor en el circuito de shows, eventos y prensa. Fue una consecuencia buscada. Por otro lado, es cierto que el Festi tiene un sesgo platense como también lo tiene de otros lugares. Básicamente lo que buscábamos era revivir en Capital el clima amiguero, festivo y artesanal que por ejemplo vivías cada vez que ibas a ver a los 107 Faunos en Pura Vida de La Plata.

¿Qué pensás del proyecto de Geiser, del que participan Coleman, Wallas y Leo García. En que se parece y en que se diferencia al Festipulenta?

El tema del padrinazgo no es nuevo. Cerati lo hizo cuando estaba en Soda y le dio una mano a Babasónicos, Los Brujos, Tía Newton. Era padrino y vampiro porque también se nutria de ellos. La intención de Geiser, que es PopArt, no es necesariamente mala ni buena, porque es más que obvio que sacan sus beneficios (porque por ejemplo si metés un hit se lo quedan ellos por los derechos de editorial) y habría que ver qué tipo de ventajas cuentan las bandas que participan del sello. Por otro lado la difusión es por Vorterix, pero es muy pequeña. Una de las diferencias con el Festipulenta es que todo lo que surge de ahí es mucho más natural: el crecimiento de convocatoria de las bandas es paulatino y los hits que van surgiendo son los que las propias bandas reconocen a partir de la respuesta que obtienen en los recitales. Es más artesanal y a escala humana.///PACO