dates.

Por Melania Stucchi

Hace tiempo que no veía una serie nueva que me volara la cabeza. No me refiero a aquellas que están estrenando la quinta temporada. Hablo de las que salieron este año. En un momento llegué a pensar que mi entusiasmo había desaparecido por culpa de los años. Luego, creí que las series ya eran un fenómeno del pasado. Entonces, descubrí Dates, una serie que trata sobre citas entre gente que queda por Internet.

Lo primero que pensé fue: perfecto, cumple con tres características claves.

  1. Es inglesa. (Es decir, puede ser cruda y tener humor inteligente)

  2. Habla sobre relaciones humanas. (Es decir, la psicología de los personajes va a estar bien trabajada)

  3. Dicen que es comedia dramática. (Es decir, no se trata solo de una sitcom prefabricada más de todos esos engendros que están saliendo últimamente —oh, Seinfeld, te extraño, te extraño, te extraño sino de una historia que puede ser interesante pero con buenas dosis de ironía y cinismo)

Todos los prejuicios funcionaron. Y empecé a mirarla y no pude parar.

Dates Cast

En el primer capítulo vemos a un gordito de corbata y chaqueta de cuero, David, que está algo nervioso porque parece que lo han dejado plantado. Habla por celular con una mujer que tiene la experiencia que a él la falta. La mujer le dice que se quede tranquilo que su cita puede que esté por llegar. Que puede que esté cagando, que a ella le pasa a veces y que eso hace que se retrase. ¿Cómo se llama? Celeste. No es una buena señal. ¿Quién carajo se llama Celeste? La amiga de David, ya sabe, ya nos anticipa que ese nombre es falso.

La serie representa las ¿nuevas? formas de relacionarse por Internet sin necesidad de mostrar una computadora. Nombres falsos, mentiras que se pueden decir desde el anonimato, impunidad para hablar sobre otro.

Dates

De repente David ve a una mujer sentada en la barra, ¿es ella? Le había dicho que iría vestida de rojo y esta chica está de negro. Se acerca, le pregunta y ella niega ser la persona que él busca. Entonces, David se sienta y manda un mensaje que suena en el celular de la chica. Ella se acerca. De acuerdo, sí es ella. Pero no quiere hacerlo. Nunca combines corbata con jean. David le dice, ok, todo bien, andate. Y ella, obvio, se sienta en la mesa.

Ella está re quemada y él es demasiado inocente. Ella es experta en relaciones por Internet. Él, virgen virtual. De hecho, ella es la primera con la que se citó. Ella miente, él dice la verdad, demás está aclararlo. Lo único que lo salva a David es su seguridad. Lo único que la salva a Mia es que está buena.

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Dates tiene una estructura parecida a In treatment: dos episodios por semana con personajes en historias paralelas que se repiten cada un número determinado de capítulos. Al igual que me pasó con aquella —fui muy fanática de Laura, la primera historia, la historia de los lunes— en este caso me enamoré de David y Mia.

Eso sí, no quiero que se casen y sean felices. Ellos están ahí para expirar todas las neurosis de las relaciones en tiempos tecnológicos: la fugacidad de los encuentros; la desconfianza absoluta mechada contradictoriamente con una entrega desmedida; la histeria que atraviesa el deseo; el desinterés apático que solo logra transformarse en curiosidad ególatra; la pura imagen del todomechupaunhuevo.

Lo que demuestra que —lejos de los discursos apocalípticos y las predicciones didácticas de algunas historias de ciencia ficción— no se trata de un problema de la máquina. El ser humano está bastante peor hecho.///PACO