Entrevista


Ariadna Asturzzi: «Los 30 son el paso a la adultez»

 

“Elegí hablar de cosas cercanas, la edad que tengo, mi ciudad natal (Rosario) y sus alrededores (Melincué), y cosas que a me divierten y de las que me río. Sentía que eso lo iba a hacer más posible a la hora de encarar la escritura y la dirección, por lo menos la primera. Elegí sobre todo, y creo que en esto está el aporte que viene a hacer Melincué, hablar de que vivimos en crisis. Que la idea de que hay un momento en el que a toda mujer le pasa algo es un poco prefabricada, las crisis son cíclicas, siempre estamos cambiando, enfrentándonos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Lo mejor que creo que podemos hacer es aceptar nuestras propias crisis, vengan cuando vengan y vivirlas, la crisis es lo que da lugar al cambio, al volantazo para ir para otro lado, para pasar a otra cosa”, cuenta Ariadna Asturzzi sobre Melincué, su primera obra como directora teatral en escena los domingos a las 19.30 en Nun Teatro Bar.

¿Por qué los 30 se transformaron en el imaginario femenino en una «edad de crisis»?

Sé que se transformaron en una “edad de crisis” pero el por qué se me escapa. Encaro el tema justamente porque a pesar de todo no creo en eso y no me interesan las crisis planteadas como generacionales. Pienso que ahora los veinte son una edad más adolescente, entonces los 30 son el verdadero paso a la adultez y toca hacernos cargo solitos de la que viene. Siento que esta idea se instaló por una cierta aceleración que vivimos, parece ser que a los treinta una mujer debería ser exitosa, realizada profesionalmente y pensar ser madre o acelerar ese proceso. Se plantean desde afuera millones de preguntas y presiones: ¿cuándo pareja estable? ¿Cuándo hijos? ¿Cómo te va en el trabajo? ¿Te gusta? ¿Te vas a casar? ¿Cuándo? ¿Se van a vivir juntos? Provoca crisis y llanto y es difícil comer llorando, quiero decir, es difícil querer responder a las presiones impuestas pero seguir pensando en el deseo personal, en lo que te mueve internamente. Lo genial sería darse cuenta que ya evolucionamos que podemos olvidar estas crisis, que podemos decidir cómo y cuando, que la edad ya no es excusa de nada o por lo menos pienso que no debería serlo. Y hablando de la época acá uno con la maternidad, hoy se considera abiertamente la posibilidad de que una mujer elija no tener hijos, entonces el reloj biológico deja de ser el punto de inflexión. Tal vez siendo ya el paso a la adultez los treinta sea un momento en que muchas mujeres se plantean si tienen el deseo de ser madre o no.

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¿Cuándo hijos? ¿Cómo te va en el trabajo? ¿Te gusta? ¿Te vas a casar? ¿Cuándo? ¿Se van a vivir juntos?

¿Cómo se construye una voz como la de la treintañera conflictuada, en un momento donde las series de televisión, las redes sociales y buena parte del marketing alrededor de objetos como las mascotas inventa y sostiene una imagen muy específica de «la mujer de 30 años»?

Cuando sabés qué querés contar es más sencillo construir la voz de tu personaje. Si yo lo hubiera visto como construir la voz de una treintañera conflictuada frente a la construcción social hubiera dejado el papel en blanco y hubiera salido corriendo. Yo hice una construcción desde lo específico, desde lo pequeño, de esta mujer que por un acontecimiento puntual se da cuenta que no le gusta lo que hizo hasta ahora, que no quiere que su vida sea así para siempre y se hace cargo que para eso tiene que tomar decisiones. Para que el relato avance y esto no sea un llorar por cualquier cosa la confronté a una adolescente que la apura y se ríe y nos deja reírnos de la situación. Y da la casualidad que esta mujer, llegó a los treinta, pero estoy muy lejos de querer plantear algo sobre la supuesta crisis de los treinta.

¿Qué dirías que significa que esa fantasía acerca de lo que significa ser mujer y tener 30 años se organice alrededor de los afectos sociales y el cuerpo?

Diría que es claramente una forma de forzar a la mujer para seguir cumpliendo con requerimientos sociales que nada tienen que ver con los deseos personales reales. La idea de que la mujer a los treinta tiene ser independiente pero tener pareja, estar realizada profesionalmente para ya tener hijos, tener buen físico y ocuparse de él porque ojo a los treinta se cae todo, es ridícula y casi violenta. Claramente pienso que eso se organiza negativamente con la vida contemporánea y otras pautas que la rigen, es imposible. Y en cuanto te ponen adelante una zanahoria imposible de ser alcanzada te están condenando a ser una persona frustrada que se siente incapaz de lograr eso que sería lo lógico para cualquiera, que es lo esperable. Es tan ridículo que pienso que podemos reírnos de esto y eso hago en Melincué.

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La mujer de 20 está saliendo de la adolescencia, algunas inclusos están buscando qué les gustaría hacer, todavía están en puja con los padres.

¿En torno a qué se compone el contraste entre la mujer de 30 y la mujer de 20?

La mujer de 20 está saliendo de la adolescencia, algunas inclusos están buscando qué les gustaría hacer, todavía están en puja con los padres, todavía fantasean con vivir solas sin plantearlo como una necesidad real. La mujer de 30 o alrededores (porque pienso que hay un rango que arranca a los 27) está intentando poder vivir de eso que ya eligió que le gusta, ya vive sola o está preocupada porque no puede hacerlo y está intentando resolverlo. La mujer de treinta ya se hizo cargo de quién es y lucha con ella, sabe lo que quiere y lo que no, o por lo menos está más cerca de saberlo. Puse en escena a una mujer llegando a los treinta y a una saliendo de la adolescencia, mi forma de mostrarlo en el escenario fue desde la rebeldía de la adolescente, el desenfado, la falta de tacto, la forma directa y cruda de hablar, y las palabras que se ponen de moda. El personaje más grande se planta desde un lugar más personal, no responde tanto a modas, es más clásica, más cuidadosa, aunque también es más pacata y está más limitada por lo que se debe. Al final parece que las dos está muy influenciadas pero de distinta manera por el afuera. Lo que más me interesa lograr es que el público pueda identificarse, verse interpelado por las situaciones, reírse y desmitificar. Hacerse cargo de que hay cosas que vivimos que son más para reírse que para llorar y mostrar cómo se generan estereotipos constantemente y cómo respondemos a ellos hasta sin darnos cuenta. Lo que sí logramos es difícil hoy saberlo, en principio se ríen, salen y dicen sí es verdad pasa eso (o sea se identifican), se preguntan sobre los estereotipos, las casillas, el deber ser de la mujer y la idea de que a los treinta pasa algo.

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La dirección es un trabajo difícil, que se entrena, que requiere de un temple y un empuje muy especiales.

¿Qué fantasías tenías sobre el rol de la dirección como actriz y cuántas de esas fantasías pudieron realizarse y cuántas revelaron asuntos, problemas y abordajes que como actriz te resultaban irrelevantes o invisibles?

Sí se cumple la idea de que siendo actriz, entiendo el rol que tiene el actor, entiendo por lo que pasa y logro empatía. Después hay muchas patas más siendo director que hay que atender, la dirección no está sólo en lo que se ve en el escenario, es un proceso largo en el que se lleva adelante a un equipo de gente que trabaja en tu proyecto, que te sigue, que aporta su creatividad para sumar y lograr lo que querés. Como director tenés que lidiar con personalidades, con contratiempos, con la propia ansiedad, con la economía, con las posibilidades de tiempos. Como actriz siempre fui muy atenta a todo lo que pasaba a mi alrededor en todos los ámbitos que trabajé, pero claro no es lo mismo verlo y que te llegue ya resuelto que hacer el seguimiento de cada área, y lograr que todas confluyan en tu concepto. La dirección es un trabajo difícil, que se entrena, que requiere de un temple y un empuje muy especiales//////PACO