Vladimir Jantus Castelli es poeta y candidato en las próximas elecciones legislativas por el FIT. Publicó, entre otros, los libros Poesía para beber (1997), El grito (1999), En el borde (2005) y Venérea (2015). Un poema de Venérea, ganó el primer premio del Concurso Internacional de Poesía organizado por la revista Guka, que edita la Biblioteca Nacional. Un rato antes de que participara con un colectivo de poetas de La Plata en la movilización por los despidos en Pepsico, nos sentamos en un café en Diagonal Norte donde me habló sobre la izquierda, la lucha de clases, el peronismo y la poesía.
¿Siempre militaste en la izquierda?
Mirá, yo vengo del morenismo, que es la corriente histórica, la más antigua del trotskismo en la Argentina. Empecé a militar en el MAS, de ahí pasé al MST y cuando se divorció el MST hace diez años, estuve un tiempo inactivo y volví con la inundación de La Plata.
¿Siempre en La Plata?
Sí, yo soy platense, siempre en La Plata.
¿Qué expectativas tenés con estas elecciones en las que sos candidato?
Ninguna. Este gobierno es tan reaccionario que hace campaña reprimiendo a los trabajadores. Esa es su campaña. Reprimir a los trabajadores que se quedan sin trabajo y sacarle las pensiones a los discapacitados. Ahora están discutiendo si van a avanzar sobre el plan jefes y jefas, y la AUH y se viene una flexibilización laboral. Su campaña, entonces, es esa, el ajuste sobre los trabajadores. Así que imaginate. El FIT está consolidado y va a hacer una muy buena elección. Mejor tal vez que la del 2013. Pero no creo que estas elecciones vayan a cambiar nada.
¿Por qué pensás que gana Cambiemos en el 2015?
Macri ganó por culpa del kirchnerismo. Cristina hizo todo para que el FPV perdiera. A la izquierda le echaron en cara que llamamos a votar en blanco. Pero nuestros eran 316.000 votos. Y el kirchnerismo perdió por 700.000. Lo nuestro no alcanzaba en el ballotage. Scioli no ganó porque el FPV hizo todo lo que había que hacer para que no ganara.
¿Cómo te ves como legislador si salís electo?
Hago un quilombo bárbaro. (Risas)
¿Y cómo sería eso?
Yo soy un laburante. Y en la legislatura de la provincia vos tenés diputados que son todos empresarios. Por ejemplo, va a haber un diputado por Cambiemos que es el dueño de la distribución de Shell en la provincia de Buenos Aires. Otro que es el dueño de la representación de Burger King en la provincia. Estamos hablando de gente que no solo legisla contra el pueblo, sino que no tiene la más mínima idea de lo que es atenderse en un hospital público, no tienen idea de cómo viven los laburantes.
¿Nunca te tentó militar en el peronismo?
No.
¿Por qué?
Yo me crié con el menemismo. Toda la adolescencia la viví corrido por la policía, yendo a los recitales, siempre en el borde, siempre marginado. En los 90, el peronismo fue completamente anti-popular. Entregó la lucha ferroviaria, la de Entel y tantas otras luchas populares.
¿Y cuando llega el kirchnerismo?
Tengo un hermano que migró a Santa Cruz y lo conocía a Néstor desde siempre. Así que ya sabía lo que era. El kirchnerismo lo que hizo fue apropiarse de las banderas de la izquierda y la lucha popular.
¿Por qué la izquierda en la Argentina no logra ser masiva si ese es su horizonte político? ¿Nunca te preguntaste eso?
Cuando me refiero a la izquierda, me refiero a la izquierda trotskista, ¿no? Y los troskos estuvimos en Plaza de Mayo durante los bombardeos del 55 y le exigimos a Perón que le diera armas al pueblo para defendernos de la Libertadora, algo que Perón no hizo. Está bien, éramos cincuenta, pero estuvimos ahí. ¿Cómo se defiende un gobierno popular, si no? Pero mirá, el peronismo es una corriente burguesa que plantea la conciliación de clases. Un empresario y un laburante son lo mismo para el peronismo. Y para nosotros eso no es así. El empresario es nuestro enemigo de clase y al trabajador lo defendemos a muerte. Con los empresarios nada, con los trabajadores todo. Y ahí viene el problema porque es muy difícil militar en una corriente política sin el aval del Estado ni económico privado. Yo te invito a recorrer los locales de mi corriente y vas a ver que son todos trabajadores.
Pero entonces la capacidad que tienen para modificar la realidad es muy limitada.
Mirá, cuando se hacen los congresos de la Tercera Internacional en Bruselas, Lenin, Rosa de Luxemburgo, Trotsky y Karl Liebknecht suben a un taxi y Lenin dice, riéndose, “todos los internacionalistas del mundo entran en un taxi.” Nosotros desde mi corriente dimos una pelea muy importante por la unidad de la izquierda, para romper con la atomización
¿Pensás que se podría transformar en un partido?
No creo. Hay afinidad pero las prácticas políticas difieren. Hay tácticas y estrategias que son disímiles. Es difícil pensar un partido, pero el termómetro es la lucha de clases. Estábamos dando hace unos meses la discusión sobre las internas, y nos matamos con eso, y cuando eso terminó la lucha de clases acomodó todo. Ahora estamos todos con Pepsico, que es la punta del iceberg de la Argentina que se viene.
¿Cuándo empezás a escribir?
Mirá, me llamo Vladimir por Maiakovski.
¿Y Jantus?
Por unos ucranianos que se fueron a España y se cambiaron el apellido y después llegaron a la Argentina.
¿Y Castelli? ¿Tenés algo que ver con Juan José Castelli?
No, esa es mi parte materna que es una mezcla de guaraníes, portugueses, italianos y suizos. O sea, soy un argentino. Pero retomando la pregunta que me hacés yo empiezo a escribir y a militar al mismo tiempo, en la adolescencia. Publiqué mi primer libro a los veintidós años. Una época difícil. No existía nada. No había contacto con nada. Los premios se publicitaban en los diarios. En el 99 sale mi segundo libro y después estuve hasta el 2005 sin mostrar nada y finalmente saqué algo por la Universidad de La Plata y ahí tuve un momento en que no mostré nada más por diez años.
¿Escribías y no publicabas?
Sí, me pasaron cosas medio traumáticas en el medio. Escribí en Cerdos & Peces, cerró Cerdos & Peces, me peleé con Symns, todo mal. Ya tenía Venérea que había logrado forma de libro y se fundió la editorial que lo iba a sacar. Después lo llevé a otro lado, y se murió el editor. Y ahí pensé “acá hay algo raro.” Y paré, pero después mandé el poema que le da nombre al poemario a un concurso de la Biblioteca Nacional, a un concurso que organizaba Alicia Digón con revista Guka, y ganó. Y ahí lo sacó el colectivo Malisia de La Plata. Y me gustó sacarlo porque lo presenté en La Plata, acá, en Córdoba, en Jujuy.
¿Tus compañeros de militancia te leen?
Más o menos. A veces se interesan. Compran el libro. Pero yo soy doblemente marginal. Un marginado por ser trotskista y dentro del troskismo, por ser poeta. A mí me formó un compañero que ya falleció, Juan Carlos Lopez Osorno, un tipo que venía de una familia muy burguesa de La Plata, pero termina preso por ser delegado sindical del Ingenio Ledesma. Lo mete preso Isabel Perón y así zafa durante la dictadura, como preso legal. Y él era escritor y poeta y siempre me decía: “mirá siempre en el troskismo, en el marxismo, a los poetas los miran raro.” ¿Cómo entran los artistas en la lucha obrera? Así que siempre estuve relegado en todos lados. (Risas) Relegado por trosko, y relegado por artista.
¿Y ahora qué estás escribiendo?
Ahora tengo un libro terminado, lo titulé La infancia de Iván, que es una novela escrita en verso.
¿Te considerás un poeta político?
Mi próximo libro si va a llamar Subversivo y ahí creo que sí, que eso es poesía política./////PACO