.
Ayer, 12 de octubre, con las repercusiones del Encuentro Nacional de Mujeres de Rosario todavía siendo comentadas, el diario La Nación, rápido de reflejos, publicó una nota titulada “Mar del Plata: violaron y mataron a una chica de 16 años en la playa.” La nota, que salió sin firma pero con la referencia de Télam, narra un hecho al que no le falta ninguno de los elementos del horror contemporáneo. Copio el primer párrafo:
“Una adolescente de 16 años fue drogada y abusada sexualmente hasta que murió y por el hecho fueron detenidos un joven de 23 y un hombre de 41, quienes trasladaron el cuerpo de la víctima, recién lavado y vestido, hasta una sala de salud de Playa Serena, en la zona norte de la ciudad de Mar del Plata. La fiscal a cargo de la causa, María Isabel Sánchez, confirmó hoy a la prensa que la adolescente, identificada como Lucía Pérez, murió a raíz de un «reflejo vagal» tras ser penetrada por al menos uno de los acusados, quien además de violarla con su cuerpo, la empaló.”
Según La Nación, la fiscal de turno dijo en una conferencia de prensa: “Se le proveyó de cocaína en abundancia, también de cigarrillos de marihuana y, mermada la voluntad de la niña, se la sometió a un vejamen terrible, ya que fue violada vía vaginal y anal, no sólo con el pene del hombre que lo hizo sino también utilizando un objeto romo, como pudo haber sido un palo, lo cual motivó que por reflejo vagal se produjera la muerte de la niña.” La perversión de lavar un cuerpo muerto o moribundo, las drogas, el desenfreno del empalamiento, esa saña bestial, que la víctima sea una menor, la oscura ironía de tener que leer “Playa Serena”, componen una noticia aberrante que parece darle toda la razón a los reclamos del feminismo actual, cuyo enunciado arquetípico, o al menos uno de los más repetidos, es “nos están matando.” Lo primero que tengo que señalar es que -dado el grado de paranoia e imputaciones gratuitas y alucinadas al que llegó el tema- estoy convencido de que los autores de este crimen deben ser detenidos, enjuiciados y encarcelados. Merecen la pena más dura que tengamos como sociedad para ellos. Lo segundo que me gustaría señalar es que la muerte violenta de mujeres a manos de hombres no es un hecho reciente. Prefiero no explayarme sobre el tema pero estoy seguro que cualquier edición del diario Crónica, desde que comenzó a aparecer hasta la fecha, presenta crímenes similares.
La muerte de mujeres a manos de hombres no es un hecho reciente. Cualquier edición del diario Crónica presenta crímenes similares a este.
Mi tercer punto tiene que ver con la capacidad del periodismo para reforzar los estereotipos que se desprenden de la coyuntura y cómo el feminismo que vimos -en mi caso a la distancia- en Rosario, esto es el estado del feminismo actual en la Argentina, refuerza esta idea de que estamos viviendo una especie de genocidio femenino. No creo que esto esté sucediendo. ¿Por qué? Los medios de comunicación entran en el juego de darle a sus lectores lo que sus lectores les piden y construyen de esa manera una agenda de intereses que se retroalimenta, sin dejar de tocar la industria del entretenimiento o los flujos de información. Esto puede resultar banal, o perverso. A veces ambas cosas. El mecanismo se ha tematizado mucho en incontables teorías de la comunicación y es uno de los temas habituales de reflexión de esta revista.
¿La visibilidad de ese hecho ayuda a que otros crímenes puedan ser prevenidos y evitados?
¿Está mal que se publique esta noticia, entonces? No digo eso. ¿La visibilidad de ese hecho ayuda a que otros crímenes puedan ser prevenidos y evitados? Hago un breve repaso por diarios y portales digitales mirando otro tipo de noticias. Esto es lo que encuentro en mi búsqueda interesada. El 10 de octubre del 2016, Crónica tituló: “Discutió con su marido y lo mató a cuchilladas.” El copete dice: “Una mujer de 24 años asesinó a su esposo con un arma blanca luego de protagonizar una acalorada discusión en la localidad bonaerense de Villa Tesei. La agresora fue detenida e investigan si la pareja tenía antecedentes violentos.” El 9 de octubre del 2016, es decir, un día antes, ellitoral.com tituló: “Asesinó a su pareja tras presunta pelea familiar.” El principio de la nota dice: “Un hombre de 35 años fue asesinado de una puñalada en el pecho durante una presunta pelea familiar y se investiga si lo mató su pareja cuando quiso defender a sus hijos, en un barrio de la zona oeste de la ciudad de Rosario, informaron fuentes policiales.” El 7 de octubre del 2016, Radiofmq.com tituló: «Un hombre fue asesinado tras una discusión con su pareja.» El principio de la nota dice: «Una mujer de 37 años mató a su marido a puñaladas luego de una discusión en Wilde. El hecho sucedió en una casa ubicada en la calle Bahía Blanca 1810. La autora del crimen quedó presa acusada de homicidio agravado por el vínculo.»El 1 de octubre del 2016, Eltribuno.com tituló: “Madre asesina: dijo que su hija murió después de tomar la mamadera y la había matado a golpes.” El copete de la nota dice: “Gisela Coronel, de 24 años, fue a una sala de primeros auxilios en el partido bonaerense de Moreno con su hija fallecida en brazos e intentó engañar a los médicos. La autopsia reveló que la criatura falleció de un paro producto de golpes en la panza y el pecho.” El diario Clarín del 3 de octubre del 2016 tituló: “Peleaba la custodia de su hija, lo mataron y ahora la Justicia condenó a la mamá de la nena.” El copete dice: “La acusan de cómplice del crimen. El ex novio de la mujer fue sentenciado como autor material del homicidio, ocurrido en 2014. La víctima, un español, había viajado a Chubut para llevarse a la chiquita.”
Podría seguir. Me alcanza con indicar que la mayoría de estos medios, aunque no todos, son zonales y que estas noticias no trascienden o no terminan de entrar en la agenda de los grandes medios nacionales. También se trata de notas recientes. ¿Cuál es mi argumento? No niego que se maten mujeres. Digo que se instaló un discurso, muy reactivo a la objeción, en el que solo las mujeres parecen ser asesinadas y recibir y sufrir la violencia. Y esto no es así. ¿La mujer es parte vulnerable de la sociedad? Si esto se comprueba, creo que la respuesta debe darse no dentro de las teorías de género, que tiende a deformar, a estigmatizar y a no generar políticas genuinas, más allá de que encima muchas veces resultan anacrónicas, sino en el plano de la discusión de clase. Las grandes transformaciones para la mujer argentina se dieron con ese marco.
Mientras, según datos de Defensa Civil, las víctimas por accidentes automovilísticos igualan o superan a las “crímenes de género”, creo que deberíamos entender y aceptar que vivimos en una sociedad violenta.
Mientras, según datos de Defensa Civil, las víctimas por accidentes automovilísticos igualan o superan a los “crímenes de género”, creo que deberíamos entender y aceptar que vivimos en una sociedad violenta, más allá de las edades y los sexos. Y, luego, concluir que uno de los motivos de esa violencia es la desigualdad a los accesos simbólicos y materiales y la tan comentada concentración de la riqueza. Lo cual, para sumar un poco más de desconcierto, no quita que en sociedades ricas con pleno empleo la violencia sea erradicada. Los criminalistas de la Unión Soviética tenían muchísimos problemas a la hora de analizar el Caso Chikatilo, ya que consideraban a los serial killers un producto directo del consumismo y la alienación capitalista. Frente a la violencia del hombre, frente al caso de la chica asesinada de Playa Serena, la discusión sobre si las palabras escritas con equis en las vocales finales son más o menos sexistas me parecen frívolas y francamente ridículas. Y esto lo hago extensivo a las consignas como “#niunamenos” que, pese a convocar marchas multitudinarias y ser adoptadas en las redes sociales, no han demostrado poder evitar ni uno solo de estos hechos de violencia. La lucha por la concientización de la mujer golpeada es, no podría ser de otra manera, válida y celebrable. Pero hoy no resulta central dentro del huracán de consignas y la radicalización mediática del feminismo. No tengo grandes ideas para ofrecer a cambio, pero sí mucho hastío de los reflejos incondicionales no meditados, del sectarismo y de la falta de diálogo, no tanto con el afuera, sino evidentemente dentro del mismo feminismo que se muestra vocacional, ingobernable e inorgánico. La política partidaria es el espacio en el que creo que podemos atenuar estos y otros daños. Es un ofrecimiento débil pero creo que, hoy, cuando la no-política parece haber triunfado en ámbitos donde se toman definiciones que nos afectan a todos, resulta más importante que nunca//////PACO