“La Cultura armamentística tiene que ver con un concepto global, multitudinario, que busca preservar una tradición, una historia social y política alrededor de las armas. Creo que en ningún país fuera de los Estados Unidos eso existe”. De esta manera presentamos al creador del sitio Universo Armas, Héctor Velázquez. Periodista desde hace 20 años, también trabaja en Editorial Perfil, donde además de ser delegado de la Comisión Interna supo desempeñarse como productor, redactor y colaborador de las revistas Weekend, Parabrisas, Semanario, Descubrir, Noticias y Hombre, entre otras. Al frente de una publicación no muy común en la Argentina (que visitan alrededor de 15.000 personas por mes y que dialoga con otras 10.000 personas en Facebook), Velázquez aceptó charlar con #Paco sobre un medio ambiente que tiene más que claro: el universo de las armas.
#Paco- ¿Cómo surgió tu pasión por las armas?
Héctor Velázquez- Desde muy chico, y como consecuencia de tempranas lecturas históricas alrededor de episodios de la vida de guerreros de todos los tiempos y lugares del mundo. Fue mi padre, Héctor José Velázquez, un herrero, un obrero metalúrgico con apenas la primaria terminada pero con la consigna de que los mejores amigos que puede tener un hombre son los libros, el que se encargó de manera paciente y amorosa de inyectar ese estimulo. Ojo, mi viejo, que era un tirador eximio, nacido en el seno de una familia rural acomodada de la provincia de Entre Ríos (pero que prefirió dedicarse durante su juventud a la bohemia y no a los negocios), me facilitaba el acceso a toda la información posible y variada en formato de libros y revistas, pero yo siempre me quedaba con la historia de tal o cual batalla (en especial de la Segunda Guerra Mundial) o algún aspecto en la vida de hombres vinculados a conflictos bélicos (en particular Alejandro Magno, Napoleón y el Gral. José Francisco de San Martín).
#P- ¿Eso para vos qué significó?
HV- Con esto, te quiero decir que mi papá no planificaba que yo fuera militar, policía o mercenario, nada que ver. Quería cultura para mí, en el más amplio sentido de la palabra y basado, fundamentalmente, en lograr atesorar con el tiempo una biblioteca con contenidos bien diversos.
#P- Al margen de lo que me contás de tu padre, ¿existió algún otro momento en tu vida que creas que marcó tu interés por las armas?
HV- Durante el conflicto de Malvinas de 1982 a mi familia le toco que uno de sus integrantes, mi primo Ignacio Figueroa, tuviera que partir a bordo del ARA Gral. Belgrano. En ese entonces yo tenía 12 años y estaba orgulloso de que un pariente mío estuviera luchando contra los ingleses. Lamentablemente no volvió, Ignacio se hundió con el buque. Esto te lo traigo a cuento como para que veas que de alguna manera mi vida siempre estuvo signada por esto de las armas, la guerra, con lo bueno del conocimiento y con lo malo de una terrible pérdida cercana.
#P- ¿Otras influencias?
HV- Una influencia grande fue el cine, que también veía con mi padre por la televisión porque siempre tenía algo para explicarme. Películas donde siempre había armas, podían ser policiales, de cowboys o donde se mostraban batallas antiguas, medievales o contemporáneas. Me vienen a la cabeza ahora, algunas de las que más me impactaron: “Los aristócratas del crimen”, “El señor feudal”, “El Álamo” con mi ídolo de la infancia John Wayne, “La batalla de Anzio”, “Un puente demasiado lejos”, “El día más largo”, “La batalla de Inglaterra”, “Tora, Tora, Tora”, “Los puentes de Tokori”, “Los Vikingos”, en fin, inolvidables fines de semana donde nos “plantábamos” frente al televisor con mi viejo y no nos sacaba nadie. Años más tarde vino la conscripción, el servicio militar obligatorio, que cumplí por un lapso de 14 meses en el ejército. Casi me quedo pero el periodismo pudo más.
#P- ¿Qué te dejó el servicio militar?
HV- Mientras estuve en el cuartel viví a full todo lo que tenía que ver con las armas, incorporé conocimientos técnicos, presencié etapas del curso de comandos, participé de varios ejercicios y hasta de una escaramuza nocturna con fuego real, estudie en profundidad los diferentes perfiles y comportamientos de los personajes que fui conociendo (algunos realmente impresentables), y me aburrí como una ostra con el orden cerrado y la fajina. Guardo excelentes recuerdos de esa etapa de mi vida, y con muchos de mis superiores me seguí viendo tiempo después de que me otorgaran la baja. Pero no lo voy a negar, si no te gustaba la vida militar y no hacías el esfuerzo por adaptarte, la conscripción podía transformarse en una verdadero castigo.
#P- ¿Cómo surgió hacer un sitio web dedicado al tema?
HV- Siempre quise tener mi propio espacio web vinculado a alguna de mis tres grandes pasiones: armas, libros y música. Se dio primero con las armas, aunque bien podría haberse materializado en los otros sentidos. Lo que pasa es que las armas, como temática para abordar periodísticamente, siempre tuvieron para mí el extra del desafío de incursionar en un universo muy particular, exigente, con aspectos realmente críticos y muchas veces nada fáciles de plantear o decodificar, con muchísimos pruritos para soportar, estudiar y, si es posible, ayudar a superar. Claro, que todo esto cobra relevancia si te digo que la mayor parte de las propuestas siempre tuvieron por objetivo publicar en medios masivos, no en ámbitos especializados. Por ejemplo, que vos vayas a una revista de armas a sugerir una sección dedicada a vehículos militares, no es nada especial, pero si vos lo haces en revista Parabrisas (medio decano de la República Argentina enfocado al mundo del auto), como yo lo hice ante un inolvidable editor, un periodista de raza lamentablemente ya fallecido, como fue Héctor Chevallier, la cosa tiene mucha adrenalina y tiene corte de “misión imposible”. La propuesta en su momento no sólo fue aceptada sino que, con el correr de las ediciones, la confianza se redobló visto y considerando la excelente repercusión entre los lectores. Y fue en el contexto de aquella sección que en el 2002 visité la Antártida para mostrar a los vehículos que operan en la “Base Marambio”.
#P- ¿Y cuándo nace Universo Armas?
HV- En el 2009 nació en forma de blog (en la plataforma de blogs de perfil.com), y tuvo gran repercusión (por caso, hasta donde me consta, fue el único blog vinculado a diarios que daba en aquel entonces dinero por publicidad). Hasta que, en un momento determinado, el blog pedía transformarse en la actual página web y para eso tuvimos que dar por terminado ése excelente período.
#P- ¿Podrías contarnos cuáles son tus experiencias concretas con las armas?
HV- Mis experiencias con las armas son teóricas y prácticas. Soy legítimo usuario de armas legalmente reconocido por el Registro Nacional de las Armas de la República Argentina (RENAR) y tengo idoneidad certificada para rendir ante el ente autorizado mi aptitud de instructor de tiro. Además, soy Corresponsal Militar egresado del Estado Mayor del Ejército. Trato de nutrirme constantemente a través de la lectura, tengo una biblioteca privada que ronda los 6.000 volúmenes dedicada a la cultura universal (3.000 de ellos vinculados a la historia de la guerra, cuerpos militares, seguridad, armas, biografías y testimonios, ensayos específicos sobre seguridad y defensa), y me preocupo por mantener vivo el más apasionante de los ejercicios de la profesión periodística: recurrir a los testimonios de hombres y mujeres, que se desarrollan en el ámbito deportivo y profesional de la seguridad y de la defensa.
#P- ¿Usarías un arma de fuego fuera del contexto de entrenamiento? Soy directo: ¿le dispararías a alguien?
HV- Hay dos tipos de entrenamiento con las armas: el deportivo y el táctico. El deportivo es para competir en lides por un lugar en un podio. El táctico, que también llegado el caso puede tomarse como una distracción o un deporte, pone el acento en la defensa, en la resolución de situaciones específicas de peligro. ¿Si le dispararía a alguien? No puedo simplificar esto en un sí o un no, porque una cosa es lo que se dice y otra lo que se puede llegar a hacer en un momento crítico. En primera instancia te diría que no, pero considero que eso se puede revertir tranquilamente ante una situación donde, por ejemplo, pueda correr riesgo mi vida o la de terceros. Para llegar a considerar disparar un arma contra otra persona, tenés que haber evaluado las consecuencias, porque las balas no son misiles guiados, son cuerpos que a veces tienen trayectorias muy caprichosas y que pueden trazar un antes y un después, realmente trágico, en tu vida. Dispararle a alguien o que te disparen, es lo más desagradable que te puede llegar a suceder. Todo es traumático cuando accionás un arma bajo stress, sufre todo tu organismo: la adrenalina te deja exhausto, los oídos se pueden ver afectados seriamente por las detonaciones, el olor de la pólvora impregna la respiración e incluso la dificulta, el corazón parece que te va a estallar porque la presión arterial se va a las nubes, todo sucede muy rápido pero en una contradictoria y perversa cámara lenta. Ni hablar si responden al fuego y logran impactarte o impactar a un tercero que no tiene nada que ver en el pleito. Cuando se disparan armas de fuego hay gente, desde el vamos, muy asustada, desesperada y sobreexcitada. Las consecuencias de las heridas y de las muertes, eso es lo más jodido. Las consecuencias psíquicas, físicas y legales.
#P- ¿Qué armas tenés?
HV- He aquí la ironía en carne viva, jajajaja. No tengo armas de fuego. Sí, en serio, no te miento. Motivo: aún no cuento con las medidas de seguridad necesarias en mi casa para tenerlas. Tengo familia y una importante vida social que incluye niños, jóvenes y adultos, a quienes tengo que cuidar de toda posibilidad de accidente. Si viviera solo, en mi propio bunker privado, tendría todo lo que legalmente pudiera. Pero no es así. También es cierto que, gracias a mi labor periodística y a las amistades que he cimentado en diferentes ámbitos armamentísticos, siempre tengo algún arma disponible para la práctica en polígono. Sí tengo otro tipo de armas, de las denominadas blancas, especialmente cuchillos.
#P -¿Qué armas te gustaría tener?
HV- ¡Tooodaaas, jajajaja!. En realidad me gustaría tener mi propio museo de armas, de fuego y blancas. Me atraen las armas de combate portátiles. Me pierdo por las escopetas tácticas. Amo los fusiles de asalto clásicos, como el FAL o el AK-47. O sea, casi todas armas prohibidas por la legislación argentina para tenencia de un particular, jajajaja. Pero bueno, nada cuesta soñar. Me llaman mucho la atención las armas y los artilugios de guerra correspondientes a la edad antigua y media. De lo que se puede comprar en una armería, en lo inmediato, y bajo los auspicios de la ley vigente, todo lo que sean pistolas Colt, Smith & Wesson, H&K y Sig Sauer. Un revólver Phyton .357 cañón de seis pulgadas o un modelo 29 de S&W, también cañón de seis pulgadas, para que te cuento…se me cae la baba…
#P- Sé que sos un gran conocedor tanto del uso como de las consecuencias que pueden generar las armas, ¿podrías describirnos qué efectos provocan impactos de distintos calibres en el cuerpo?
HV- Es un tema muy amplio porque depende del arma, de la distancia y de la posición desde la que se efectúa el disparo, el calibre y el tipo de munición que se emplee. Eso por no hablar de otras incidencias en el daño: blanco estático o en movimiento, o si se recibe un impacto directo o luego de haber atravesado el proyectil alguna otra superficie. También depende que zona del cuerpo alcance. Por ejemplo, no es lo mismo que recibas la munición del calibre, que te imagines, en un pie a que ingrese por la cabeza o el pecho. Eso, siempre hablando de municiones de plomo únicas porque si hablamos de escopetas que disparan cartuchos con perdigones o lo que se denomina breneke…bueno, ahí el daño puede ser muy pero muy serio, no importa donde impacte. En todos los casos, te puedo decir que no es agradable ver a un herido o muerto de bala. Generalmente, el orificio de entrada de una bala no sangra demasiado, el tema está en el orificio de salida. Eso, si sale. No recuerdo si lo he dicho antes, pero una cosa es la realidad y otra un set de filmación en Hollywood, aunque últimamente hay películas con un extraordinario realismo.
#P -¿Hay una cultura armamentística en Argentina?
HV- Si entendemos por «Cultura armamentística» al estímulo del consumo masivo de armas, no. De todos modos, «Cultura armamentística» tiene que ver con un concepto global, multitudinario, que busca preservar una tradición, una historia social y política alrededor de las armas. Creo que en ningún país fuera de los Estados Unidos, eso existe.
#P -¿Qué es lo que hace que se construya esa cultura armamentística entre civiles?
HV- Necesidades y objetivos comunes, y un contexto legal y político.
#P -¿Qué opinás de la cultura armamentística que hay en USA entre los civiles?
HV- Me parece que es una situación que hace rato se les fue de las manos. Lo que un momento de la historia de una nación puede servir, en otro puede ser un «dolor de cabeza». Tradición y realidad, pueden volverse incompatibles. Hoy, en los Estados Unidos, lo que sucede no tiene nada que ver con ninguna «cultura armamentística», entendida como fenómeno que busca alentar al conocimiento y al uso responsable de las armas. Las armas en los Estados Unidos juegan a un nivel de poder económico y político, total y significativo. Son un lobby importante, que puede decidir una elección. Un cóctel dulce y exitoso por largo tiempo, del que disfrutaron mucho y muchos. Pero los tiempos han cambiado, hay que aceptar que tantas décadas y décadas de un sistema basado en un permanente aliento al individualismo, al consumo desmedido, y a las desigualdades, sumado a las nuevas paranoias (y no tanto) del siglo XXI, han vuelto a las personas seres absolutamente imprevisibles y violentos. La perspectiva del “viejo oeste” ha regresado, pero sin ningún romanticismo o consideración como podía haber en aquellas praderas y poblados de principios del siglo XIX. Sin embargo, estoy en contra de toda campaña que busque prohibir el acceso a las armas. Sí creo en los controles consensuados con los legítimos usuarios armas y en que tengamos la oportunidad de decir lo nuestro. Las campañas de desarme no están mal, pero primero tendrían que esmerarse en combatir a los grandes proveedores que están infiltrados en las mismas fuerzas de seguridad, las fuerzas armadas, el poder judicial y el ambiente político.
#P- ¿Qué cosas te molestan de los críticos de la tenencia de armas?
HV- Detesto esas frases hechas y descontextualizadas, tal como “las armas, matan”, porque eso es una manera de estigmatizar al legítimo usuario, idóneo, honesto, que quiere armas para coleccionarlas y practicar tiro en los lugares autorizados, como es mi caso. Las armas son máquinas y no matan por sí solas. En la Argentina hay otras máquinas que matan más gente que las armas: los autos, los micros, los colectivos, los camiones, y nadie dice de prohibirlos. Para que tengas una idea: por armas de fuego mueren, mensualmente, un promedio de 300 personas (entre suicidios, muertes en ocasión de robo, accidentes, riñas, enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, crimenes pasionales y de otra índole, es mínimo el porcentaje que tiene por protagonistas a legítimos usuarios); en el tránsito, en cambio, durante el mismo período, mueren un promedio de 600 personas por mes. De algo estoy seguro, y como para que todo esto no caiga en la más absoluta y odiosa hipocresía, si me pasara que un legítimo usuario matara a un ser querido mío en un arranque psicótico, saldría a pedir urgente más controles y no más restricciones porque si uno revisa la ley de armas, ya es restrictiva. Lo que hay que hacer, como tantas leyes, es hacerlas cumplir.///Paco
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