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Unos días en el Graspop Metal Meeting

“Somos gente del heavy metal y vivimos esto, amamos esto, nos nace de las entrañas… ¡Aguante el metal!

Seba, un cordobés en el Graspop Metal Meeting. 

Pareciera que lo único que se puede hacer con una herencia en esta economía es viajar. Mientras armaba mi viaje a Europa recibí una llamada de Daniela, amiga de mi adolescencia en Salta, que hace tiempo vive en Bélgica. Ya había decidido ir a verla, era un hecho, pero ella me quería informar que había comprado tickets para el Graspop, un festival de metal del que yo conocía solo por haber visto videos en youtube. No le preste real atención hasta unos meses más tarde cuando se dio a conocer el line-up y por fin entendí que tocarían bandas que por mi falta de estabilidad económica ya me había resignado a no verlas. Siete meses de ansiedad después puse mis pies en Dessel, Bélgica, armé una carpa en el camping, compré una cerveza en un vaso con la leyenda “GMM”, entré al Marquee y vi Aborted, mi primer banda del Graspop Metal Meeting 2019. 

El predio sin contar el camping, es enorme. Tiene dos escenarios principales, uno al lado del otro y mientras en uno tocaban, en el otro preparaban todo para la próxima banda. Hay también un Marquee donde también tocan bandas, justo al mismo tiempo que en los escenarios más grandes. Alrededor de los escenarios principales se encuentran los puestos de comida, donde el olor a fritura y meo se siente por todos lados. Era común escuchar cada cinco minutos a grupos de gente gritar “Slayer”, mientras hacían cuernos con sus manos y bebían cerveza, por sobre todo esto último. En el predio había cinco puestos de cerveza, nunca vacíos. La cerveza de 300cc salía 1 token, porque en el predio no se maneja dinero real. Los token tenían un valor de €3 cada uno. Por día se consumían como mínimo 3 litros de cerveza por persona. Por lo que solo en cerveza se gastaba €30. Aún así, el gasto más importante que afrontar es la entrada y la permanencia en el camping de €210, en ese año. Sumándole la comida, que por plato rondaba entre 2 a 4 tokens, el gasto final es de aprox €1000. Gasto que yo desconocí gracias a ser invitada de Daniela, quien no me dejó gastar en nada.

Cinco litros de birra

Mi primer encuentro con belgas fue camino a Dessel, en un auto junto a dos amigos de Daniela, quienes no me dirigieron la palabra hasta bebidas tres cervezas. En las dos horas de viaje desde Gante hasta el festival lo único que entendí de ellos era que les gustaba el black metal y que ninguna de las bandas que tocaban en los 4 días de festival les importaba, solo iban a emborracharse y tachar un año más de asistencia al Graspop. Casi llegando, me di cuenta también, que cada vez que nosotras subíamos el volumen de nuestro español, ellos subían el volumen de alguna banda under super under de black que creían que solo ellos conocían, porque los blackeros son bien de nicho.

A Lorenzo lo conocí minutos antes de que comience Slayer. En este año, se retiran de los escenarios. Lorenzo y Daniela se conocen de Graspops anteriores. Él es nacido y criado en Bélgica, de casi 40 años, el pelo por la cintura, rubio, un poco canoso, barba larga y desprolija, trenzada, remera negra y kilt verde oscuro: básicamente el uniforme del metalero europeo.

Lorenzo hablaba y tomaba cerveza entre cada palabra. Hablar con él tenía dos obstáculos, ambos estábamos usando un segundo idioma, ambos estábamos borrachos. Daniela a mi izquierda me hablaba en español, contándome que hay muchos como Lorenzo que gastan su sueldo en ir a festivales por toda Europa.

-¿De qué laburás?- le pregunté.

-En Volvo Trucks, con el levanta cargas. De noche– respondió orgulloso.

-¿Vas en bici, no?- le preguntó Daniela.

A mí me importaba más saber cuánto gana un empleado de Volvo en Bélgica que si el medio de transporte que usa es eco friendly. 

-Seh– respondió Lorenzo alegre.  

Días después me enteraría que los trabajos nocturnos y de fuerza son muy bien remunerados en Bélgica, que Lorenzo vive con su mejor amigo y ahorra así el gasto de alquiler. Mis cálculos cuadraban un poco más. 

-Graspop se ha convertido en el mejor momento para ver a mis amigos. Laburo de noche, duermo de día. Normalmente solo veo a mi mejor amiga que trabaja conmigo y a mi compañero de casa– me contaba levantando los hombros. -Así que cuando vengo acá, me encuentro con los que quiero, mis otros amigos. Tomamos cervezas, escuchamos unas bandas, la pasamos bien. 

-¿A cuántos fuiste? 

-El primero fue en el 96 y de ahí no dejé de venir. La gente siempre cambia. Pero yo siempre estoy acá conociendo gente nueva, escuchando las bandas que me gustan, disfrutando. Siempre hay alguien nuevo y siempre hay cerveza – se rió y fondeó a el vaso de birra que tenía en la mano y lo guardó en una pila de vasos que tiene 

En ese momento Daniela me cuenta que Lorenzo es conocido porque siempre tiene historias sobre los festivales a los que fue; le pregunté qué pasó en ese primer Graspop. 

-Del 96 no me acuerdo mucho, pasé ebrio gran parte del festival, pero sí me acuerdo mucho del 97. Ese fue un año muy bueno para Cradle of Filth, porque habían sacado un álbum excelente y todavía era la época del black metal noruego, bien extremo, y consideraban que Cradle era una banda de pussies- asentí, Cradle, al lado del black metal noruego, es sumamente pussy – entonces nos encontramos con un loco blackero, que nos empezó a insultar mientras Cradle tocaba, diciendo que eso no era true black metal, ¿entendés? Se puso insoportable, quejándose, borracho, y nosotros solo queríamos escuchar la banda que sonaba de puta madre, ¿viste? Así que a la noche, cuando el loco se fue a dormir, con mis amigos le pusimos un candado a su carpa, entre todos la levantamos con él adentro, y la tiramos fuera del predio donde está toda la basura. No sé qué le pasó después, no lo volvimos a ver, así que pudimos disfrutar de Dimmu Borgir, seguro que también se hubiera quejado.

Terminó el show de Slayer y el primer día del festival. Fuimos por unas cervezas para festejar. Nos invitaron a un after party y Lorenzo fue el primero en decir que sí. Nosotras, entre estar despiertas desde muy temprano, todo el día en el festival y la inmanente insolación, decidimos que no. Terminamos nuestra birra y nos fuimos a dormir. 

Ocho litros de birra

Nuestros días arrancaban temprano, desde las 7AM los vecinos que nos habían tocado amanecían con Crazy Train de Ozzy para despertarnos a todos. La rutina de la mañana era siempre la misma e incluía un safari sumamente pintoresco: te levantabas y esquivabas carpas, latas de birra, basura y borrachos. Los baños químicos no tenían nada que envidiarle a los baños de una casa, eran sumamente pulcros, todos hacían fila para entrar a bañarse o descargar. Escuché algunas quejas porque ese año estaba más sucio que el anterior, yo pensaba que hasta podías sentarte en esos inodoros sin tener miedo de contagiarte algo. 

La ola de calor europea buscaba golpearnos en Dessel, una clara conspiración para que tomemos mucha más birra. Desde temprano empezamos a escribirle a Lorenzo, principalmente porque él tenía protector solar y nosotras no, pero no daba señales de vida. En cambio, encontramos a Bram, otro amigo de Daniela que para poder solventar los gastos del festival consiguió trabajo en el predio. Me enteré ahí que es un comportamiento común en los últimos años debido al aumento de los precios dentro del festival, la cerveza y la comida había aumentado muchísimo. Bram prometió quedarse con nosotras hasta las seis de la tarde, hora en la que entraba a trabajar, o eso era lo que pretendía. Ese día tomamos demasiado y él se fue después de su horario laboral y no volvimos a saber de él hasta el último día que se reportó enfermo. Tiempo después nos enteramos por otras fuentes, que había llegado dos horas tarde a su puesto de trabajo y lo desvincularon en el acto. Tuvo que volver a su casa ya que no tenía dinero para quedarse en el festival. 

Cuando Lorenzo llegó ya habían pasado las cuatro de la tarde y lo primero que hizo fue darnos el bronceador, evidentemente nosotras ya estábamos ardidas. No hablaba, solo sonreía y hacía ruidos. Se reía de los chistes de Bram y tomaba cerveza. Seguía con la misma ropa que el día anterior. Después de medio vaso rompió el silencio.

-Me desperté en una reposera. 

-¿No llegaste a la carpa?- le preguntó Daniela.

-No, y yo no tengo reposera. Era de unos alemanes. Me despertaron a las 9AM, tomamos unas birras, desayunamos juntos y me fui para mi carpa. No pude ni cerrarla, me dormí con la mitad del cuerpo afuera. La fiesta de anoche fue loquísima.

-BEHEMOTH – interrumpí la conversación porque la aplicación del festival me informaba que en ese instante estaba comenzando una de las bandas que había seleccionado como favoritas. 

Un momento antes de que comience Slipknot conocí a un brasileño que hacía muchos años que vivía en Bruselas. 

-Mis vacaciones me las pido para estas fechas. Empiezan el día uno del festival y después me tomo una semana más para recuperarme. Hace cinco años que lo hago. Ahorro todo el año. Vuelvo de Graspop y al toque comienzo a ahorrar.

-¿Con el laburo todo bien? ¿Nunca te dijeron nada?

-No, tengo como 10 compañeros que vienen acá. Y mi jefe de área también. Todos hacemos lo mismo. Acá ni nos cruzamos. Pero cuando nos encontramos después en la oficina, hablamos como si hubiésemos estado juntos los 4 días. En algún momento podré ir al Wacken, pero sé que nada superará a Graspop– me dijo señalando el escenario que tiene una bandera gigante con la S de Slipknot. 

El Graspop se realiza en uno de los últimos fin de semana de junio, cuando comienza el verano y las vacaciones. Gran parte de quienes asisten al festival son personas mayores, por mayores me refiero a mayores de 50 años, con toda la familia. Personas que tienen el Graspop como forma de vida, para los que llega junio y ya tienen todo organizado. Los belgas son muy organizados. La generation gap se observa cuando nosotros los millenials nos manejamos con una aplicación donde podes organizar tu recital por horarios: meses antes tildas las bandas que querés ver y la aplicación te organiza por día, escenario y hora. Minutos antes de que comience el show te envía una notificación “¡Apurate! En 5 minutos comienza Amon Amarth en el Main Stage 2. Hay mucho sol, no te olvides tu protector solar y gorra”, mientras los que ya tienen varios Graspop en la espalda pasean con sus horarios impresos llenos de resaltador y plastificados. 

-Él es Ronnie, es colega mío en la gráfica- me dijo Daniela para presentarme a un hombre mayor de 60 años, canoso, con bermuda cargo bien ancha, remera de Iron Maiden, gorro pescador, chaleco de jean y borcegos. – y ella es su mujer, Carola.

-Nosotros venimos desde siempre. Ahora los chicos son grandes, así que vienen solos. Lars este año no pudo – le comunico a Daniela con gesto de lástima. 

-Ellos tienen 5 hijos, cuatro varones y una mujer- me comentó Daniela- ¿Sabes cómo se llaman los varones? Los bautizaron como a los miembros de Metallica. James, Jason, Kirk y Lars.

Él se rió y la mujer ensanchó el pecho orgullosa. Estaba vestida igual que su marido, short de jean, remera de Metallica, borcegos y chaleco de jean. Los chalecos son sumamente importantes, son llamados “Battle Jacket”, y mientras más parches de bandas tenga tu chaleco mejor, todo true metalero que asiste a festivales debe tener la suya para gritar cuáles son sus bandas. 

-La noticia le llegó a James Hetfield, alguien le contó que nuestros hijos se llamaban como ellos y nos quiso conocer- me contaron orgullosos, James Hetfield de Metallica había bendecido a sus hijos. 

Trece litros de birra

El Graspop recibe personas de todo el mundo, principalmente de Europa pero en los últimos años se hicieron presentes países de América Latina. Sobre todo Brasil ha empezado a pisar fuerte en el festival. Brasil es el país latinoamericano con mayor exportación de metal a nivel mundial. Todo el tiempo escuchaba a Daniela y Lorenzo hablar sobre cómo habían muchos holandeses ese año y alemanes. Sabés que son alemanes porque son fiesteros y gritones, quién lo hubiese pensado. 

-¡¡¡LA H NO MURIÓ!!! – sentí la necesidad de gritar a todo pulmón cuando ví que se acercaba solitario un chico con una remera de Hermética. -LA H NO MURIO – Me repitió casi cantando cuando se acercó a nosotras que estábamos sentadas en el Marquee, huyendo del sol y el calor. Nos saludamos con un abrazo bien argentino que no entiende de desconocidos. Seba era un cordobés de 31 años y se quedó con nosotras el resto del día tomando cerveza, charlando. 

-Vengo del Rock the Coast en España que estuvo buenísimo pero como esto nada- me contaba Seba mientras se sentaba con nosotras en ronda.

-Uh, yo re quería ir, tocó Leo Jimenez, me encanta– se escapó mi amor por el metal español y él asiente eufórico. 

-¿Es tu primera vez en el Graspop? – le preguntó Daniela, supongo que también contenta por haber encontrado otro argentino después de 7 años de Graspops. 

-Siii pero mi primer festival europeo fue el Hell Fest de Francia-. 

-Uh es tremendo, pero el Graspop es más grande- Daniela, como los belgas, está orgullosa de su festival 

-Siiii, son una locura, el año que fui al Hell Fest también fui al Download en París, es tremendo. ¿O no? No se vive algo así allá-.

Buscaba mi complicidad y yo le asentí con la cabeza y una sonrisa, encontrar un argentino me parecía surrealista. 

-¿Cómo hiciste? Yo nunca me lo imaginé a esto, es pura suerte. 

-Yo quería ir al Rock In Rio, ya había ido a un festival en Chile, pero comprar las entradas para el Rock in Rio era un bardo tremendo. Por curioso me metí en la página del Hell Fest y comprar la entrada fue una boludés, así que lo hice. Siempre lo primero que tenes que hacer es comprar la entrada, lo demás lo organizas después. Para mí, vivir el Hell Fest en el 2017 fue vivir la experiencia de que el heavy metal se expresa de otra manera en este lado del mundo, es como vivir en un DVD en vivo. Es un cambio cultural muy fuerte a lo que nosotros estamos acostumbrados- 

-Si pero el público argentino no lo cambio por nada, acá están medio muertos. 

-Si es el único embole, pero la organización, poder disfrutar en serio de las bandas, la experiencia, es muy emocionante. 

Asiento, fueron los primeros cinco días en mi vida en los que tiré mi celular dentro de la carpa y no tuve necesidad alguna de agarrarlo para saber algo del mundo que no era el metal. 

-¿Y como haces para poder viajar y pagarte los festivales? 

-Lo primero es la entrada, como dije. Después haces un plan de ahorro. Tenes que sacar pasajes, seguros, todo eso. Mira yo soy licenciado en química y trabajo en la facultad de química en Córdoba y mi sueldo es el de cualquiera, viste, sirve para lo básico y para algún que otro gusto. Yo renuncié a los gustos de fin de semana. Para mí no suma nada salir todos los fines de semanas, pagar entradas a boliches carísimas, escabio, taxis; ir a ver bandas a Buenos Aires por precios absurdos que ya vi o viajar por el país a lugares que ya conozco. Ahí está el ahorro. Me sacrifico todo el año, llega la época de festivales y mira todo lo que disfruto – Levanta los brazos y el festival entero entra en ellos. 

El Marquee se empezó a llenar de gente, el barullo empezó a ser más potente, barullo en neerlandés que ya no me gastaba en entender. Los borrachos, al igual que nosotras, aprovechaban la sombra para dormir. En cualquier momento empieza otra banda y la gente se acomoda. 

-Si es verdad es tremendo, se vive distinto, pero el metal en Argentina también se vive intenso eh – le retruqué y alguna chispa patriota brota adentro mío. 

-En Córdoba hay poca movida, no es como en Buenos Aires. En Córdoba a las bandas de heavy metal las van a ver solo los amigos. Ahora supuestamente vuelve Corsario Negro, una banda heavy, a ver si con eso levanta un toque la movida del heavy. Lo bueno es que van bandas internacionales a veces, ¿viste?– asentí, es la envidia de las otras provincias -Pero el metalero cordobés está muy cerrado, no lo sacas de Hermética y Malón, y ni te escuchan bandas nuevas olvidate. Al metalero europeo le importa la música no se cierra, escucha otros géneros. Es distinto-. 

Me acordé entonces de mi adolescencia, cuando descubrí Guns N’ Roses, Black Sabbath y Motorhead. De cómo pensé que no había nadie más y después encontré toda una comunidad metalera que se juntaba en la plaza principal a charlar, pasarse discos e ir a recitales. 

-En Salta hay una movida fuerte. Tenemos dos o tres bandas grosas, todas distintas, ninguna suena a Hermética-, me reí porque Hermética es un tema delicado, hay quien te festeja que te guste “la H” y quien te etiqueta de cabeza de termo si sos muy fan -en Salta hay mucho death y black metal, que se yo. Es una gran comunidad- le conté a Seba, mientras Daniela asentía conmigo. 

Cuando nos conocimos con Daniela yo tenía 15 años y ella 18. Nos conocimos en un recital o en la plaza o en la rockería, porque esos eran los tres lugares donde yo conocía gente fuera del internet. Nuestras madres no nos dejaban ir a recitales, así que siempre inventabamos estar en la casa de la otra para escaparnos a algún antro que se prestaba para los recitales metaleros, lugares con poca iluminación, mal sonido, mala birra y seguramente sin habilitación. Al igual que el Graspop, los recitales eran el lugar donde conectarse con aquellos que vivían lo mismo que uno, era el momento de celebración de la música pesada. En Salta no había bares ni boliches de metal como en Buenos Aires, el metalero no tenía dónde salir, los bares de rock solo pasaban bandas rollingas, que por decreto natural es el enemigo del metalero. Por eso mismo se organizaban recitales con bastante frecuencia y nosotras tratábamos de ir a todos.

Mientras hablábamos con Seba llegó Lorenzo, como siempre con su cerveza. Hoy tenía una bermuda, cadenas y, sin falta, llevaba sus borcegos viejos. Se sentó en la ronda con nosotros y se presentó a Seba. Le comenté que estábamos hablando de cómo ahorrar para llegar al Graspop porque el costo es muy elevado para los argentinos. 

-Una vez que vine estaba sin guita, tenía un laburo de mierda, solo pude pagarme la entrada de los días. Estaba en quiebra, no tenía carpa, no tenía guita para la comida nada, pero tenía que venir igual. Dormí en el estacionamiento entre dos autos, en el pasto. La pasé como la mierda. Mis amigos me invitaban birra y comíamos algo que tenían en sus carpas. Fue la única y la última vez que lo hice. Al tiempo entré a Volvo-.

Estaba por empezar a tocar Cradle of Filth, justo en sintonía con mis anécdotas de la adolescencia en Salta.

Veinte litros de birra

-Tengo que saludar a un amigo – me decía seguido Daniela, así que yo me quedaba un rato con Lorenzo viendo alguna banda y ella se iba, a los 20 minutos volvía. 

–Yo vengo a hacer sociales acá, hay mucha gente que en Gante no la veo-. 

Me recordó a lo primero que dijo Lorenzo cuando lo conocí.

-¿Por qué no los ves aunque sea los fines de semana? 

-No, es que yo trabajo mucho, hago horas extras así tengo todos estos días para Graspop y después se viene Alcatraz, que me gusta más–.

Alcatraz es un festival un poco más chico también en Bélgica. A Daniela le gusta más por una cuestión de multitudes. 

Así conocí a Stein, el amigo más cercano de Daniela en Bélgica. Con él compartimos el recital de Amon Amarth y después de quedarnos sin voz sumando la adrenalina que el show nos había dejado, nos tiramos a charlar los tres. Daniela me había contado que Stein era aficionado a la pesca, al viking metal y que “vivía del estado”. Lo último me sonó raro. En mi cabeza de dólar a $60 no entraba la posibilidad de vivir del estado y darse los gustos que Stein se daba. Una vez al año se toma un mes entero para ir a pescar a lugares como Austria o Alemania, todos los años asiste a Graspop y además tiene una casa, tres gatos y siempre tenía cerveza. 

-Él sufrió tres pre-infartos hace unos años, por lo que el estado belga decretó que es incapaz de trabajar, así que le aporta el total de un sueldo básico para que pueda vivir– me contó Daniela en español, supongo que para que Stein no entienda. No le gusta hablar del tema.

-¡Soy un tipo con suerte, Dani! Gané una firma de autógrafos recién– nos interrumpió Stein llegando con sus cervezas. –Casi no puedo entrar, me traje una garrafa para cocinarme y no me dejaban pasar con ella. Yo ni en pedo gasto en comida en este lugar, solo en cerveza. Me traje arroz y fideos, una olla y voy a comer eso. 

-Nadie trae garrafas a Graspop, Stein… eso es raro. ¿Necesitas que te preste plata?– le preguntó Daniela.

-No, pude pasarla– respondió Stein más serio y me comenzó a hablar de pesca, yo le presté atención y le conté que mi hermano es pescador. 

Daniela más tarde esa noche me contó que Stein le había pedido prestado €500, pero ella no pudo dárselos porque venía conmigo y se sentía en necesidad de invitarme. También me contó que no quiso dárselos porque hace dos semanas se había ido una semana a pescar a Holanda, y que muchos se quejaban de que él vivía del estado y se la pasaba tomando y de pesca. Dato de color: en Bélgica, si sos extranjero y te lesionas estando en el país, el estado te brinda ayuda suficiente como para recuperarte y permanecer ahí hasta que te mejores. 

Veinticinco litros de birra y dos vasos de agua

El Graspop empezó un jueves y terminó el domingo de esa misma semana con un show de fuegos artificiales mientras Kiss repetía por octava vez “I wanna rock and roll all night”. Ese día la resaca había decidido aparecer y los 36° nos contaban que por fin la ola de calor había llegado a Bélgica, que es conocida por tener más días nublados que soleados. Lorenzo nuevamente apareció pasadas las 4 de la tarde, la resaca no existía en su vocabulario, pero sí la poca resistencia al calor. El resto de la tarde la pasamos en el Marquee. En el ambiente reinaba la dualidad, todos estaban extasiados porque era el último día, todos estaban tristes porque era el último díaLlegado el momento, habría que afrontar la vuelta  a la realidad.////PACO