«Te perdieras por donde te perdieras, todo estaba sometido a un implacable proceso de transformación urbanística, que fue dejando paso a una ciudad completamente nueva (…) El trepidante cambio de fisonomía que sufrió la capital china aquellos años era descomunal, casi de otro mundo. Las obras formaban parte del paisaje», Sergi Vicente, China Fast Forward.

En tiempos de crisis, una de las alternativas que hemos encontrado a lo largo de la historia ha sido la migración. Europa fue durante muchísimo tiempo el destino elegido por quienes deciden emprender el proceso migratorio que suele identificarse como “sur – norte”. España -por historia e idioma- suele ser la primera opción en los inicios de la crisis. Sin embargo, la coyuntura actual europea pone en duda esa salida de escape, que habitualmente es funcional para profesionales latinoamericanos que buscan nuevos horizontes.

Todo proceso migratorio tiene -en mayor o menor medida- los mismos costos: la distancia con familiares y amigos, el proceso burocrático de mudarse de país, el tiempo de integración en la sociedad receptora y, muchas veces, la barrera cultural e idiomática. ¿Cuáles serían los motivos de recorrer el mismo camino hacia Europa que realizan millones de migrantes latinoamericanos?

Occidente hoy ofrece -en distintas medidas- los mismos problemas: inflación, suba de tasas de interés, caída de mercados, altos costos de energía, desabastecimiento de algunos productos y, como consecuencia de todo esto, falta de trabajo. ¿Y Asia? Desde hace unas décadas a esta parte, el continente asiático se plantea como un mundo emergente con posibilidades. Claramente no cómo las de inicio de los 2000, pero sigue siendo un destino al que se debería tener en cuenta.

¿Con qué problemas nos encontramos?

Las dificultades comienzan mucho antes de subirse al avión. El primero, no creo que el 50% de los argentinos tenga la posibilidad de tener un tatarabuelo que pueda facilitar los papeles, por lo que para llegar a Asia será necesario trabajar en una estrategia que ayude a conseguir las mejores condiciones posibles.

Llegar a Asia requiere la elaboración de un plan detallado de migración en el que como pilares se debería contar con una formación inicial sobre el lugar a donde nos dirigimos, incluyendo nociones elementales sobre el idioma; y así diferenciarnos en una primera etapa.

El tiempo en este caso es clave. China sigue manteniendo restricciones por la pandemia que en occidente creemos extinguida, pero eso puede ser una posibilidad, para analizar y evaluar por qué puede ser más atractiva de lo que nos imaginamos.  

  • Investigación y Desarrollo (I +D). China viene invirtiendo en I+D en la última década buscando sumar impronta y diseño a sus productos, y revertir la imagen «made en China» como sinónimo de mala calidad. Para eso necesitan profesionales que puedan cubrir la cantidad de puestos que necesitan. 
  • Vanguardia e innovación. Desde Alibaba hasta Shein o TikTok, las empresas China lejos de limitarse a copiar productos e ideas de grandes empresas de occidente, están revolucionando el mercado con conceptos y productos innovadores. Ofreciendo una posibilidad de trabajo y formación profesional «vendible» en un posible regreso a este lado del mundo.
  • Sectores no explotados. Pese al crecimiento exponencial, China sigue ofreciendo oportunidades. Un sector en el que se puede aportar es el marketing y comunicación en plataformas de uso masivo en occidente, que en China no están operativas.
  • Acceso a todos los mercados. Vivir en China y meterse de lleno en su mercado te da acceso a información de privilegio; te permite ver que cosas se comercializan de manera masiva en un mercado y en cuáles no, lo que te entrega información de privilegio para poder pensar en desarrollar líneas de negocios o vender asesoramientos a empresarios sobre productos innovadores en determinados mercados con éxito probado en otros.

Para que se den una idea, los monopatines que tanto vemos en las calles de Buenos Aires, después de empezar a producirse en China comenzaron a comercializarse en Estados Unidos, mientras que Europa todavìa ni existían. Esa información te permite innovar con cierta seguridad de éxito.

  • Contactos. Ser un occidental en China ya no es llamativo como era hace dos décadas, pero sí sigue siendo novedoso en los países de origen. Ser argentino en China tiene más impacto en Argentina que en China y te abre posibilidad de negocios de doble vía gracias al impacto en el sector empresarial de tu propio país.
  • Estudiar. Obtener una beca universitaria en el interior de China, un trabajo como becario en una zona industrial o un empleo en el sector educativo o servicios en Asia no es imposible, pero requiere insistencia; la mayoría de ellos incluye alojamiento y manutención.

Es cierto que Asia no es para todo el mundo, pero sí es para mucha más gente de la que pensamos. Vivir en Asia no solo nos otorga una experiencia vital única, nos permite ingresar a la fábrica del mundo y al mayor mercado del planeta; un lugar con nichos inacabables tanto desde la oferta como desde la demanda. Ampliar nuestra perspectiva, trabajar en entornos internacionales, enfrentarnos a situaciones inesperadas; en definitiva, salirnos de nuestra zona de confort enfrentándonos a nosotros mismos. Incluso si nuestro objetivo es volver, esa experiencia va a ser valorada por encima de cualquier MBA.

Y tal como sucede en todas las facetas de nuestra vida, comenzar a vivir fuera de nuestra zona de confort nos lleva a descubrir que en realidad la estuvimos ampliando. Ese día ya no querés volver, pero en todo caso ésa es una decisión que ya no tomás desde la necesidad./////Paco

*Adrián Díaz Marro es un empresario español radicado en China desde 2006.