Cine


Treinta años de violencia

¿Cómo empezó todo? Para entender el cine de Quentin Tarantino (Tennessee, 1963) hay que entender el cine que él siempre adoró. La historia es por muchos conocida, cinéfilo desde sus años jóvenes, trabajó durante cinco años en un videoclub de Manhattan Beach, una de las ciudades de playa más exclusivas de Los Ángeles, en la costa del Pacífico. Le interesaba una cosa, mirar la máxima cantidad de películas. Por eso en su tiempo libre, después del trabajo, se encerraba en el cine de su barrio. De esta forma se hacía notar por encima de sus compañeros de su misma edad, y por sobre todo podía recomendarles films a los clientes y debatir con ellos cuál sería la mejor para ver ese fin de semana.

Así cuenta sus primeros años en su libro publicado en 2022 Cinema Speculation, en nuestro país traducido como Meditaciones de cine: “Cuando era pequeño el Tiffany Thearter estaba ubicado en el Sunset Boulevard y contaba con un bien cultural indeleble por el que se distinguía del resto. En esa época se imponía una profunda nostalgia por todo aquello del Viejo Hollywood. Donde quiera que mirases había fotos, pinturas y murales de Charlie Chaplin, el Frankenstein de Boris Karloff y el Humphrey Bogart. El boulevard se convertía en el Strip, y el Viejo Hollywood, tal como lo definía el cine, se desvanecía, dando paso a los bares de copas hippies y a la cultura de jóvenes. Todo aquello fue en el comienzo de los vibrantes años setenta.”

Fue su madre Connie Zastoupil -que lo tuvo a los 16 años de edad- que antes de los 10 años lo llevaba al cine a ver las películas que a ella le interesaba ver. “A mí me tocaba quedarme quieto en la butaca me gustara o no, y tenía una norma que era: No hagas preguntas tontas, sino la próxima vez te quedarás en casa.”

Ya a sus dieciséis años, y con miles de películas vistas consiguió trabajo como acomodador en el Pussycat Theatre, en Torrance, California. No tardó mucho en darse cuenta que su más grande sueño era ser director de cine. Pero fueron los años ´70 su máxima inspiración a la hora de ponerse tras de cámara. Series como Kung Fu, mujeres asesinas con poca ropa, cintas de terror de bajo presupuesto y por supuesto, el Western. Su cine será una mezcla de todos estos estilos. Después de algunos intentos fallidos llegó su primera película, Reservoir Dogs (1992). Aquí dejó en claro que tenía talento para construir buenos diálogos, por la cantidad de elementos conjugados y además, porque sus personajes, a pesar de ser hombres despreciables en la teoría, en la práctica caían bien. Este sería el sello decisivo de todas sus películas. Es importante mencionar que Tarantino abandonó la escuela muy pronto para abocarse enteramente a hacer películas, además de ser un lector voraz.

Cuenta la leyenda que el director de Kill Bill se encerró en una habitación de un hotel de Ámsterdam durante tres meses sin teléfono ni fax, fumando marihuana, bebiendo una docena de cafés por día y así escribió el guion, a su vieja usanza, a mano, porque así lo definió una vez: “No se puede escribir poesía en una computadora”. Fueron 159 páginas de cuadernos escolares de lo que sería su segunda película. Tiempo después, a esa escritura se sumó su compañero y amigo del videoclub donde él trabajaba, Roger Roberts Avery.

Pulp Fiction (1994), en realidad no creó nada nuevo, pero su mix de formas consagradas sacudió la escena del mundo del cine y lo transformó en algo distinto. Hasta ese momento existían películas sobre el mundo real, sobre historia, política y grandes ideas pero Pulp Fiction es diferente, no nos habla acerca de la realidad pero es cine verdadero.

La película recicla historias ya conocidas y adopta referencias de la cultura pop. Tarantino remezcla los viejos recursos estilísticos creando de este modo un mundo cinematográfico completamente autorreferencial, un enfoque artístico que podríamos denominar postmoderno. El postmodernismo es una idea rebelde desarrollado por filósofos franceses como Jean Francois Lyotard y Jean Baudrillard y críticos estadounidenses como Fredric Jameson. A nivel artístico la postmodernidad cuestiona el proyecto del arte moderno y su carácter evolutivo anclado en la idea de una única gran historia como modo de explicar el mundo. Los artistas postmodernos hacen arte de cualquier cosa; puede ser un mingitorio o un tiburón muerto. Es decir, no trazan ningún límite entre un arte elevado y la cultura pop y consideran que su propio trabajo está inseparablemente ligado al arte de su pasado. La tapa del álbum Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band de The Beatles podría ser un ejemplo. La banda se rodea de un grupo que le sirvió de inspiración artística, histórica y política. Para la banda oriunda de Liverpool el arte consistió en saber reinterpretar lo que vino antes, incluso reversionando las versiones previas de sí mismos como modo de crear arte que a su vez sería triturado luego en el gigantesco molino pop del futuro.

Pulp Fiction es cine postmoderno en estado puro. En vez de una sola historia plantea relatos desde diferentes perspectivas, incluso desde distintos géneros cinematográficos, como los musicales y las películas de terror. Tarantino copia directamente el cine del pasado, reversionándolo. Se pueden apreciar escenas casi idénticas tomadas de El beso mortal (Robert Aldrich, 1955), Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) o los dibujos animados Los Picapiedras (Joseph Barbera, William Hanna, 1961). Esto es lo que el postmodernismo define como híperrealidad. La imitación de la realidad artística por medio del arte. La copia de la copia más real que la obra misma. Pero quizás lo más postmoderno de Pulp Fiction es su narrativa no lineal. Es una cacofonía postmoderna de múltiples líneas temporales y diferentes perspectivas. Los personajes principales de una historia son meros personajes secundarios en otras. La película socava la idea de que existe un único relato que lo explica todo.

Pero, sin duda, la escena más recordada de la película es el baile de Mía Wallace (Uma Thurman) y Vincent Vega (John Travolta). El baile es postmodernismo en su máxima expresión. Tarantino se sirve del cine clásico y la cultura pop para crear un nuevo momento icónico en la historia del cine. En palabras del director, él dice que se inspiró en los dibujos animados de Disney y en Jean-Luc Godard, sin distinguir entre alta o baja cultura pop. Parte de los movimientos se inspiran en los viejos episodios de la serie Batman (Charles Rondeau, 1966) y otros en la película Ocho y medio (Federico Fellini, 1963). El baile es un compendio definitivo de toda la cultura que ha impactado en Tarantino. La escena ocurre en el interior del restaurante temático de los años ´50 Jack Rabbint Slim´s en el que los empleados son réplicas de íconos de la cultura pop. Allí circulan desde Marilyn Monroe y Buddy Holly hasta James Dean. La propia lección de John Travolta para el rol de Vincent es postmoderna porque ver bailar a Travolta nos trae recuerdos del actor en sus roles cinematográficos más famosos. Es como si Tarantino nos quisiera decir que todos nadamos en este mar de cultura pop y que la mejor manera de entender este mundo es reinterpretando esta cultura que nos ha marcado.

Pero Pulp Fiction fue y sigue siendo polémica, tanto por lo que dice Tarantino como las compañías que tiene. Algunos críticos ven películas sin ideas originales, otro de los problemas es cómo se representa la violencia. No es que sólo haya mucha sino que se utiliza para hacer reír. El argumento del director es que la violencia en la pantalla no tiene nada que ver con la violencia real. Según Tarantino una violencia cinematográfica no se distingue mucho de una secuencia de baile. No es más que otra técnica diseñada para confundir, escandalizar o entretener.

En los diálogos de Tarantino la violencia es otro personaje dentro de una habitación y esto hace que sea algo siempre latente. En relación a esto, rescato de su libro lo que una vez le dijo su madre. Cuenta Tarantino: “Las dos únicas películas que según ella, no quería que viera eran El Exorcista y Carne para Frankenstein. –Verás Quentin, son muy violentas. No es que las rechace forzosamente. Pero no entenderías el argumento. Y sin entender el contexto en el que se desarrolla la violencia, estarías viendo la violencia por la violencia misma. Y eso es lo que no quiero para ti.” Esta argumentación de su madre bien podría funcionar cuando los pequeños insisten con ver Pulp Fiction. Pero hay un legado más difícil de ignorar, el productor de la película Harvey Weinstein, el mismo que insistió en hacer la película ni bien le llegó a sus manos el guion, fue acusado de abuso sexual de muchas de las actrices con las que trabajó en sus filmes. Tarantino dice ahora que conocía las acusaciones y que debería haber hablado.

Se ame o se odie la obra de Pulp Fiction es indiscutible. En Estados Unidos el cine independiente ya existía antes de Tarantino. Además, fue la primera película independiente que recaudó más que cualquier otra no apta para menores hasta entonces. Tradicionalmente, las películas independientes se estrenaban gradualmente en Estados Unidos. Al principio en algunos cines de New York y Los Ángeles y con el boca a boca y las buenas críticas se fueron añadiendo más. Pulp Fiction fue un éxito inmediato, se estrenó en miles de salas de todo el país de procedencia al igual que una súper producción y funcionó.

Independientemente de lo que se piense de la película, Pulp Fiction abrió un nuevo mercado de films extravagantes y con un desparpajo y forma de contar como nunca antes. Ayudó a los directores y productores que le precedieron a conseguir un público más amplio. El éxito en las salas de cine abrió la puerta para que cineastas tan dispares como Wes Anderson, Spike Jonze o Christopher Nolan pudieran llevar sus extravagantes visiones a la pantalla grande.

Pulp Fiction empezó como cine alternativo, pero su iconografía no tardó en desembarcar en el cine comercial. Tiene su legado en la cultura pop moderna y su estilo se encuentra en series de televisión o en dibujos animados. En clave de ironía a veces sirvió de inspiración a pequeños y grandes artistas. En la década del ´90 muchos cineastas aplicaron las recetas de Pulp Fiction. Algunos eran buenos, otros malos y otros muy feos, pero todos se valieron de los míticos diálogos, historias no lineales y violencia brutal y estilizada para llevar sus historias a la gran pantalla.

El estilo de Tarantino se ha vuelto tan influyente que el diccionario de inglés de Oxford incluyó la entrada Tarantinesco en 2018:

Tarantinesco: película que utiliza violencia gráfica y estilizada, argumentos no lineales, referencias al cine y literatura, temas satíricos y diálogos mordaces.

El legado de Pulp Fiction llegó a todos los rincones del planeta. La película mexicana Amores Perros (Alejandro Inarritu, 2000) utiliza técnicas similares a las de Tarantino, como la narración no lineal y las historias paralelas. En Juegos, trampas y dos armas humeantes (Guy Ritchie, 1998) el director le puso los diálogos ácidos y la estética de la violencia de Tarantino. Pero esto no es todo, hay más. Pulp Fiction tiene su propia versión alemana. Una comedia de acción titulada Llamando a las puertas del cielo (Thomas Jahn, 1997). De este modo Quentin Tarantino con su segunda película desgranó, parafraseó y rindió homenaje al cine y la televisión de su infancia para ver cómo su filmografía acabó convirtiéndose en una enciclopedia cinematográfica para los directores que vinieron después. Vivimos ahora en el universo postmoderno que hizo posible Pulp Fiction aunque algunos cineastas intentan trascender ese universo.

Otro aspecto a destacar es la utilización de la música, ya que no hay una banda sonora exclusivamente hecha para la película, sino que sus canciones fueron rescatadas por su director. Su canción icónica es una de Chuck Berry You Never Can Tell, inmortalizada en la ya mencionada escena de baile entre Mía y Vicent. Esto le da un aspecto más artístico, hace que el film se vincule con una época y además, hace intervenir a los personajes dentro de una interpretación física. Pulp Fiction son tres historias entrelazadas, ancladas por un personaje principal y está llena de elementos extraños. Tiene excesos, transmite incomodidad, desenfado y cierta excitación. Quizás no atrape desde lo estrictamente narrativo, pero tiene escenas memorables que quedarán por siempre en la retina de todos aquellos que se atrevieron a seguir hasta el final frente a la pantalla. Además tiene el impulso crítico y la voluntad descriptiva de quien está observando un fenómeno y lo está viendo por primera vez. Ese síntoma, poco tiempo más tarde, será resuelto por internet. Tal vez por esosu mayor virtud sea su forma desconcertante.

Tres décadas después, el cine postmoderno y autorreferencial está más presente que nunca. Los diálogos de los superhéroes de Marvel están llenos de estas referencias y hasta los filmes de animación para niños tienen guiños aunque la mayoría de los espectadores no hayan visto las películas. Es como si todos nosotros fuésemos Vicent Vega paseando por el restaurante Rabbit Slim´s rodeados de las historias que nos precedieron. En Pulp Fiction Quentin Tarantino cuenta su interpretación del mundo y eso, para bien o para mal, hace que se convierta en material de estudio una vez más.///PACO