Política


Siete puntos sobre libre importación de libros


Con algo de delay sigue el debate sobre el tema de la libre importación de libros. Algunos puntos para pensar al respecto:

1/ No se trata de estar «a favor» o «en contra» sino de cuestionar la idea de «diversidad» que propone el gobierno, que no es demasiado diferente de la que proponía el gobierno anterior. La «diversidad» para el kirchnerismo era convertir a las políticas culturales en políticas sociales; dar una mano a los proyectos más allá de su valor o su viabilidad porque eran fuente de trabajo. Por el otro lado, se sostenía a una industria papelera y gráfica vetusta, carísima, desactualizada y deprimente, a la que se protegía. El kirchnerismo te armaba una feria en un descampado, te daba una vianda y hacía que el editor pagara el papel al triple que en Europa.

El kirchnerismo te armaba una feria en un descampado, te daba una vianda y hacía que el editor pagara el papel al triple que en Europa.

2/ El macrismo, en cambio, abre la importación de libros para que la «diversidad» sea ahora variedad en las cadenas de librerías. Esa «diversidad» no es otra cosa que la disponibilidad de material en general malo, material basura que va a llegar a precios no tan bajos, pero sí en cantidad. Favorece a las cadenas de librerías y a las grandes editoriales, a las importadoras y distribuidoras, mucho más que a los pequeños libreros. La «diversidad» del macrismo es la diversidad ciega que propone el mercado. Es un hashtag y volvernos a tomar como idiotas.

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El macrismo prometió emprededurismo y acaba de enterrar a los emprendedores en el territorio de la literatura y el pensamiento nacional: los pequeños editores de vanguardia.

3/ El cinismo de decir «libros libres» y contestar con evasivas cuando se pregunta sobre medidas complementarias para facilitar la labor de aquellos que sí suman valor a la cadena de producción, que son los editores, traductores, diseñadores y escritores argentinos de calidad, demuestra que la medida y la idea de «diversidad» del macrismo es banal, sigue mezclando criterios comerciales con criterios culturales muy básicos y neoliberales, y para colmo ni siquiera se preocupa por los eslabones más débiles de la cadena, que además son los que suman valor específicamente cultural: los pequeños editores argentinos.

4/ El macrismo prometió emprededurismo y acaba de enterrar a los emprendedores en el territorio de la literatura y el pensamiento nacional: los pequeños editores de vanguardia.

5/ «Valor cultural» es algo que el macrismo nunca va a definir porque no le interesa; y que el kirchnerismo también se cuidó de no hacer en términos específicos. El kirchnerismo dijo: «Valor cultural es sobrevivir». El macrismo dice: «Valor cultural es cultura empresaria». Y después abre las importaciones a lo bruto.

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«Valor cultural» es algo que el macrismo nunca va a definir porque no le interesa; y que el kirchnerismo se cuidó de no hacer en términos específicos.

6/ La idea de políticas culturales que un país subordinado como Argentina puede tener no tendría que copiarse de Barcelona ni de ninguna otra nación competitiva en términos de producción industrial, tampoco de países cuya principal política es la propagación de una lengua, como el caso de LKTI coreano o de Francia. Porque hacer esto no sólo es hipócrita y destructivo, sino porque es una manera de esquivar la pregunta por las formas en que la cultura y la política entran en tensión con la vida cotidiana de la gente. Libros malos, variados y baratos y destrucción de las células de producción, traducción, debate y pensamiento argentinos. Ese es el modelo que propugna esta medida.

7/ Decir que «los lectores decidirán» es reproducir el criterio neoliberal y acéfalo que propone la medida del gobierno/////////PACO