El tiburón es un animal noble. Y de noble exigente. Una vez le disparé en la nuca a uno y cuando lo subimos al barco se despertó de repente y empezó a coletear y a tirar baldes con carnada para todas partes. Fue impresionante, le disparamos tantas veces que destruimos la madera de nuestra costosa embarcación. Finalmente Dellabedova le reventó la nuca con una pala que teníamos en el depósito y ahí quedó el animal, quieto. Quietito. Lo primero que pensé fue en qué bueno que no había llevado a Chiche porque ella siempre dice que hay que tener mucho cuidado con los tiburones. Cuando González volvió al timón ya estábamos perdidos. Según prefectura estuvimos más de 10 horas. La verdad, que con el whisky, ni nos dimos cuenta. / PACO