Abortistas piantavotos atrasan y perjudican la causa que dicen defender.
Mantener el aborto prohibido es hundir la cabeza en la arena. Debe existir legislación para que los especialistas médicos adecuados puedan practicarlo a conciencia, sin burocracia o judicialización.El problema recae en las razones que esgrimen muchos sectores pro aborto. Razones que no hacen más que aumentar la intransigencia de los sectores «pro vida». Habiendo tantos argumentos sólidos para debatir una legalización ordenada, hay quienes siguen atrasando décadas con razonamientos que suenan a capricho y frivolidad ideológica de contestatario mediático.
Hay quienes dicen que el aborto siempre existió, que es una costumbre ancestral. ¿Los antiguos practicaban el aborto? También la esclavitud, la tortura, el exorcismo a los enfermos psiquiátricos y la pena de muerte por empalamiento o decapitación. Es decir, mirar al pasado es la peor manera de destrabar el debate. Hay que mirar hacia adelante.La paradoja de la «causa abortista» es que el progreso científico, social, cultural, económico y, digamos, farmacéutico cada vez la margina más y le resta argumentos. Los métodos anticonceptivos actuales son eficaces, seguros y muy poco intrusivos. Ya hay medicaciones para interrumpir la gestación a pocos días de la concepción, sin cirugía.Hoy no es un estigma o un escándalo ser madre soltera. Muchas mujeres lo eligen voluntariamente. La mujer que sufre una violación ya no es una vil paria excluida como en otras épocas, obligada a abortar en secreto o vivir en la vergüenza.Antes, el padre cobarde o ausente podía escurrirse sin consecuencias. Hoy se hace un análisis de paternidad muy simple y marche preso, literalmente. Se tiene que hacer cargo. La madre ya no queda sola.

Hoy tienen posibilidad de sobrevivir fuera del útero fetos de 5 meses de gestación y menos, lapso que seguirá reduciéndose, ¿son fetos o personas?

Esto forzosamente cambia el paradigma.

Supongamos que el feto no es una vida humana, que es una condición médica no deseada respecto de la cual la mujer y el especialista tienen que tomar una decisión. Ok: hace 40 años, la odontología casi que se reducía a detectar la muela cariada y proceder con martillo, cincel y pinza a extraerla. Fin del tratamiento. Hoy la práctica cambió, toda pieza dental es rescatable, rara vez la decisión del odontólogo moderno es extraer la pieza afectada. Lo mismo pasa con las amígdalas. Y con los fetos.

Habiendo cientos de miles de personas, straights y gays, desesperados por adoptar, por brindar afecto y un hogar a un hijo, abortar es casi un insulto en lo moral y, en casos de madres de condición muy humilde, una ridiculez desde el punto de vista de políticas sociales. Argentina es un país despoblado. EE UU y Europa sufren un problema de infertilidad enorme, le gente se resiste a tener hijos, tienen que recurrir a la inmigración para cubrir fuentes de trabajo y cobrar impuestos. A este paso, en el futuro no habrá gente en edad activa que mantenga a los jubilados. Es decir, hasta desde un punto de vista fríamente macroeconómico, el aborto es una contradicción.

La argumentación que usan algunos de que Roe v Wade influyó en la reducción del crimen en EE UU es éticamente delicada y científicamente cuestionable. La correlación parece ser manifiesta pero no está probado que exista una causalidad clara. Aun cuando existiera una causalidad comprobada, parecería que la solución es castrar a los pobres como gatos para que no se reproduzcan.

Otra contradicción que desacredita a los «pro aborto»: no queda claro qué defienden o por qué. Por lo general están acérrimamente en contra de la pena de muerte. Pero a favor de la eutanasia. ¿En qué quedamos? ¿La vida es sagrada o no? Toda vida merece una oportunidad ¿no? En fin.

Lo que nos lleva a los portavoces más visibles del «abortismo»: grupúsculos marginales de feministas radicalizadas y más bien impresentables que irradian resentimiento y hostilidad. Pareciera que odian a los hombres, se odian a sí mismas, odian la maternidad y consideran al feto como una especie de cáncer («el feto es un tumor» es una famosa frase de una feminista estadounidense). Lo único que hacen es perjudicar a una causa que, más allá de diferencias de opiniones y matices, es justa. Son piantavotos.

Al final resultan más piantavotos que los extremistas pro vida para su propia causa. A pesar, paradójicamente, de los fanáticos pro vida que matan médicos e incendian clínicas ¿Por qué? Porque los pro vida tienen mejores slogans y mejores campañas publicitarias. Lamentablemente, el debate está tan bastardeado que se reduce a eso.

Al poder se llega por izquierda y se lo usa por derecha. Gran cliché que no por eso es desacertado. Las causas triunfan o fracasan según quién y cómo las lidera. Esto influye tanto o más que los argumentos usados. Lula pudo hacer reformas libremercadistas en Brasil por sus incuestionables credenciales de defensa de los trabajadores. Qué quiero decir con esto: que el aborto, que debería ser legal y libre, sigue trabado porque los que abogan por el tema no sólo usan argumentos equivocados (o equivocadamente) sino que no tienen credibilidad.
Sólo se va a aprobar la legalización cuando quede absolutamente claro que las fuerzas sociales que lideren el movimiento van a poner la vida humana en primer lugar y van a evitar una carnicería, una masacre, un genocidio.
Repito: sólo se va a aprobar la legalización cuando quede absolutamente claro que las fuerzas sociales que lideren el movimiento van a poner la vida humana en primer lugar y van a evitar una carnicería, una masacre, un genocidio.
En la era mediática de marketing político y social, las fanáticas feministas resentidas con pelo sucio no van a lograr nada. Perjudican a la causa. Aunque a veces me pregunto si realmente las feministas radicalizadas quieren que se apruebe el aborto. En el fondo saben que cuando se apruebe ellas van a perder protagonismo. ¿De qué se van a quejar, de qué van a vivir? ¿La policía quiere realmente que se termine el narcotráfico? ¿El peronismo quiere realmente que se termine la pobreza clientelar?En el mejor de los casos, los «pro choice» son gente de clase media educada que ni siquiera tiene la necesidad de abortar porque tienen acceso a métodos anticonceptivos seguros. Lo malo es que las más de las veces, el discurso pro choice suena a pose bienpensante, a activismo frívolo. Es como esos hipsters que hacen marchas por los derechos de los animales cuando no vieron un animal en su vida. Otro cliché dice que la economía es demasiado importante para dejarla en manos de los economistas. Al aborto le pasa lo mismo con los abortistas.En fin, volviendo a los fanatismos.Sólo en EE UU hay fanáticos religiosos (que no son católicos sino protestantes) que han incendiado clínicas. Hubo locos que mataron médicos dedicados a los abortos. Hace poco más de un año mataron a uno que era conocido porque hacía abortos en el tercer trimestre de gestación. Para los pro vida más extremistas fue casi como matar a Hitler. Te recuerdo que en EE UU ha habido 50 millones de abortos desde Roe v Wade. Un tercio de todas las gestaciones en ese lapso, ¿todos eran absolutamente necesarios? 50 millones de vidas truncadas. Suena a genocidio.Hay que tener en cuenta también que en EE UU el aborto legal es casi casi una anomalía. Fue un dictamen de la Corte Suprema en los años 70, Roe V Wade. No es una ley aprobada por el congreso. En muchos estados es ilegal. Todo el andamiaje jurídico está prendido con alfileres.

En España y Francia, sin embargo, donde el aborto es legal y son países eminentemente católicos, no ha habido hechos de violencia de este tipo.

En Argentina, la gente de nivel socioeconómico medio y alto aborta sin problemas con médicos serios y en condiciones adecuadas. En secreto, por supuesto. Como todo en Arg, es un tema signado por la hipocresía. Los pobres son los que abortan en condiciones infrahumanas. En el país se estima que hay 300 mil abortos por año (cifra de hace 10 años).

En Israel, donde hay que hacer una separación muy clara entre religiosos radicalizados y seculares, el aborto es legal pero los religiosos no están nada de acuerdo. Estrictamente hablando, la religión judía sólo admite al aborto cuando hay riesgo de vida para la madre y tampoco es muy flexible que digamos en caso de violación o malformación del feto. El judaísmo más tradicionalista tiene poco que envidiarle al integrismo cristiano o católico: es también muy machista, paternalistas y medieval. Rapan a sus mujeres y las hacen usar pelucas. Las hacen parir como conejos. No usan anticonceptivos, tienen familias numerosas. Eso sí, fifan con pudor, a través de una sábana con un agujero.

De los musulmanes ni hablemos.

Volviendo a Occidente, por lo general los que defienden el aborto son de izquierda, es decir que abogan por una fuerte presencia del estado en la vida de los individuos. En ese caso, en vez de fomentar la interrupción del embarazo, el estado bien podría ofrecer redes de contención y apoyo para que la mujer diera a luz y entregara a su hijo no deseado en adopción de la manera lo más ágil posible, ¿no?

Esto es una pregunta retórica y por lo tanto debe ser formulada con cuidado: en el peor de los casos ¿tanto sacrificio es «custodiar» durante nueve meses una vida concebida involuntariamente, aunque a partir del nacimiento la mujer no quiera hacerse cargo? Una vida que, en la mayoría de los casos, es consecuencia de la conducta irresponsable de la madre y/o del padre. Pongo acento en el padre porque, desde ya, no hay que dejar sola a la mujer. It takes two to tango.

Sin llegar al extremismo religioso de que el sexo sólo es para procrear, cuando dos personas tienen relaciones saben cuáles son las consecuencias. El sexo es otra forma de diálogo entre dos personas, algo natural y sano. Pero tiene consecuencias. Resulta difícil de aceptar para muchos que la gente use el sexo con fines recreativos y después trunque una vida indefensa por cobardía, pereza o irresponsabilidad. Decadente.

En caso de violación, obviamente, la historia es diferente.

Hoy por hoy, casi que la única razón para practicar abortos más allá de los dos meses de gestación es cuando hay peligro de muerte para la madre. Más cuando se puede interrumpir la gestación con medicaciones bastante eficaces y seguras.

Repito, en mi humilde opinión el aborto tiene que ser libre y legal. Es una decisión muy personal de la madre, el padre y el médico.

Aclaro además, que estoy a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y también la adopción, también de personas solas de cualquier orientación sexual, siempre y cuando las autoridades puedan verificar que la madre y/o padre adoptivos sean gente de bien y con los recursos razonables para formar una familia: una vivienda, una ocupación, un ingreso.

Lamentablemente, tal como viene planteado el debate, los antiabortistas tienen apoyo porque creen que si se libera y legaliza va a dar lugar a una carnicería, un genocidio. Un holocausto. Algo de razón tienen. En muchos países se transformó en una industria que explota a los jóvenes. La izquierda lo usa para congraciarse con el voto juvenil. El PSOE en España, cuando el país empezó a caer en crisis hace unos años, salió con la demagogia de que las mujeres menores de edad no tenían por qué notificar a sus padres de un aborto. Ridículo. ¿Chicas que por lo general no trabajan, no pueden manejar un auto ni votar pueden optar por una intervención quirúrgica altamente invasiva y delicada sin consultar a sus padres?

Estas cuestiones absurdas que frivolizan y politizan el aborto generan obviamente la reacción de los conservadores intransigentes. Así estamos como estamos, con un debate estancado.

En síntesis: hace falta sacar la cabeza de la arena y legalizar el aborto. Esto sólo se va a lograr con algo de apoyo de sectores sociales conservadores que hoy por hoy se oponen y ni quieren hablar del tema. ¿Por qué? Porque suponen que la legalización abrirá la puerta a una carnicería alarmante, decadente e inmoral. Hasta que no surja una causa pro aborto legal creíble y seria, con argumentos razonables, con apoyo sólido de las comunidades médica, religiosa, política, judicial y filosófica, seguiremos a la deriva.///PACO