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Desde que en 1976 un fallo de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos declaró constitucional la pena de muerte, los estados que adoptaron esa resolución y reinstauraron la pena en ese país fueron explorando los diversos métodos para aplicarla. Después de algunos años de prueba se llegó a un consenso tácito en que el mejor medio para ejecutar reos, el menos cruento y violento, era la inyección letal. Básicamente este método consiste en introducir veneno y sedantes en las venas del ejecutado de modo que la muerte sea lo más pacífica y lo menos espectacular posible. En general se efectúa por la aplicación consecutiva de tres sustancias mediante un aparato previamente programado. Primero, el aparato le introduce al reo tiopental de sodio (más conocido como pentotal sódico), cuyo efecto es la disminución de la tensión cardiovascular, de la frecuencia respiratoria y del flujo sanguíneo del sistema nervioso central. Es decir, es anestésico. Wikipedia explica que el pentotal sódico “produce tanto una erección como una inconsciencia que aparece en unos 20 segundos y se mantiene de 5 a 10 minutos”. Después sigue una inyección de bromuro de pancuronio, que es un antimuscarínico que actúa como relajante muscular. Su fin durante una ejecución es preparar el cuerpo para recibir el veneno. Por último se le aplica al reo la sustancia que es propiamente la que habrá de matarlo, cloruro de potasio. Este es un compuesto de cloro y potasio que actúa sobre el músculo cardíaco hasta paralizarlo por completo.

EJECUCION

De las tres sustancias, el pentotal sódico era fabricado hasta hace pocos años por Hospira Inc. Este laboratorio empezó siendo la división de productos hospitalarios de Abbott, dos de cuyos químicos descubrieron el pentotal en los años ´30. En el 2004, Hospira se escindió de Abbott y se terminó convirtiendo en el mayor productor mundial de productos farmacéuticos genéricos inyectables. Unos años después, atraído por el clima de inversiones y la seguridad jurídica que ofrecía la Unión Europea, el laboratorio decidió abaratar costos mudando su planta de carolina del Norte hacia Liscate, Italia. Pero la jugada resultó no ser tan buena ya que los europeos, en una conmovedora muestra de interés por la vida humana, activaron un boicot a la pena de muerte en el continente americano y prohibieron la exportación de pentotal hacia los Estados Unidos a menos que sus fabricantes pudiesen garantizar que su uso era destinado a fines exclusivamente médicos. Entonces, frente a este impedimento y ante el desprestigio generado por ser el productor monopólico de pentotal, el 21 de enero de 2011 la empresa anunció que iba a dejar de producirlo.

La escasez del barbitúrico desencadenó la crisis de mercado en los EEUU. La primera dificultad fue que el stock de pentotal disponible en el país empezó a vencerse. Después terminó por agotarse. Entonces se buscó reemplazar la sustancia con cócteles ad hoc, pero los experimentos no salieron del todo bien. El 29 de abril del 2014, en Oklahoma, se probó una mezcla a base de midazolam que al parecer no había sido probada de forma correcta antes. El ejecutado fue Clayton Lockett, un negro de 38 años que tardó 43 minutos en morirse. Aparentemente las drogas no le hicieron efecto y, según los testigos, empezó a moverse y a tratar de hablar. Después de muchos minutos de incertidumbre, entre espasmos y convulsiones, las cortinas de la cámara letal descendieron y los testigos ya no pudieron seguir el proceso. Más tarde, las autoridades declararon que Lockett había muerto luego de 43 minutos de un ataque cardíaco. Para esa noche de abril había programada otra ejecución, la de Charles Warner, que debió suspenderse. Lo mismo pasó con otras ejecuciones planeadas para más adelante, que todavía hoy siguen aplazadas.

A partir de este incidente, la inyección letal quedó cuestionada y los estados en los que rige la pena de muerte -32 de los 50- empezaron a pensar cómo aplicarla por otros medios. Cada estado buceó en su propia historia y en sus tradiciones para responder al boicot humanista de los países europeos. Así, en Delaware se baraja la idea de retornar a la horca, abandonada en 1976, y en Tennessee el gobernador republicano Bill Haslam firmó el año pasado la norma votada por la legislatura estatal que reimplanta el uso de la silla eléctrica.

PRUEBA DE LA PENA DE MUERTE POR INYECCIÓN LETAL EN LA GRANJA PENAL PAVON

En el estado mormón de Utah, en cambio, las tradiciones parecen ser favorables al fusilamiento. Ya en el 2010, Ronnie Lee Gardner había sido ejecutado por un pelotón de fusilamiento en Salt Lake City por pedido propio. Después de 25 años en el corredor de la muerte, cuando finalmente le llegó la hora pidió morir a tiros. En aquella oportunidad Amnesty International no se privó de condenar la ejecución. “Lo eligió porque creía que era más humano”, declaró luego su abogado. Ronnie Lee Gardner murió atado a una silla y encapuchado, con un blanco adosado a su pecho. El pelotón de fusilamiento estuvo integrado por cinco hombres que utilizaron rifles calibre .30, armas pensadas más para dispararle a blindados y a elementos materiales que a personas. Cuatro de los verdugos dispararon munición real y uno munición de fogueo, un subterfugio para que no se sepa la identidad del verdadero ejecutor y la conciencia de los tiradores pueda permanecer tranquila. Los cinco dispararon desde atrás de una mampara blindada y los testigos también presenciaron el fusilamiento desde atrás de un cristal antibalas y opaco que los protegía física y emocionalmente.

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A partir de este antecedente, la Cámara de Representantes de Utah acaba de aprobar un proyecto de Paul Ray para reinstaurar el fusilamiento. Ray defendió la medida argumentando que esta es más humana que una inyección defectuosa y agregó: “Nos gustaría continuar con la inyección letal como método, pero si no funciona, ahora tenemos un plan alternativo”. El gobernador Herbert todavía no reglamentó la medida, pero por las dudas ya circulan ofrecimientos entre las fuerzas de seguridad del estado para integrar los pelotones de fusilamiento. 

De este modo, y hasta tanto la industria farmacéutica no consiga un sustituto idóneo para el pentotal, las formas más modernas de aplicar la pena de muerte parecen jaqueadas en favor de métodos más antiguos y artesanales.///PACO