Viene de la ➡ Parte Tres
“Fue muy lindo ser campeón y todo eso, pero perdí lo que más quiero, lo que más quería, que es a mi familia. Por ahí digo o pienso que si seguía vendiendo plumeros aún tendría a mi familia. Eso es lo más triste que me quedó. Por culpa de eso yo llegué a perder a mi familia. Estuve veinte años casado, desde los 18 años que me despierto teniendo un hijo al lado. Me levantaba y veía a mi bebé, la nena, que tiene 22 años hoy (NdeR: en el 2012, año de las entrevistas). Estuve hasta los 17 años con ella, con los otros también. Y entonces por ahí despertarte y no tener a nadie al lado… Me enojo conmigo mismo, me enojo con mucha gente. Todos me quisieron ayudar y hubiese tenido más plata de la que tengo, hubiese estado mucho mejor, pero no me dejaba ayudar. Y lo único que es cierto es eso: que no los tengo más al lado mío. Tengo a la nena de 10 años y el nene de 11 y no los veo, no los puedo mandar a la escuela, no puedo estar con ellos. Y eso es lo que me duele. Ojo, capaz que no estaba más con mi mujer si no era campeón, pero eso no lo vas a saber nunca”.
La reflexión anterior corresponde a Carlos Manuel Baldomir y es una de las últimas que concedió durante ese año 2012 en el que brindó una larga serie de entrevistas para repasar su carrera boxística y su vida. Claro, tras alcanzar el logro máximo en su disciplina y en la mismísima casa del favorito, ante los lujosos espectadores del Madison Square Garden, este púgil santafesino saltó a la fama. Pero tras el pasajero éxito deportivo, llegaron los desastres personales. Ya los ha relatado el mismo protagonista sin escatimar detalles: alcohol, juego, mujeres, drogas y violencia. A esa lista de vicios y errores faltaba, sin embargo, el caso más grave y crucial de su vida. El que terminaría condenándolo a una vida de encierro y conmocionando a todo ese ambiente boxístico que solía tomarlo como ejemplo de coraje y perseverancia.
Por supuesto que Baldomir no contó en las charlas de aquel año todas las cosas de las que se arrepentía en ese momento, en el que veía todo en retrospectiva y bajo la cómoda cobija de una iglesia evangélica que le prometía el perdón a todos sus actos pecaminosos. De todos modos, otras verdades comenzaron a salir a la luz cuatro años más tarde (años que el santafesino le dedicó a su nueva familia y a su prometedor gimnasio). Hubo un desagradable vuelco en la vida de “El Tata” y comenzó en junio del 2016, cuando de manera inesperada una de sus hijas le contó a Graciela, su mamá, sobre varios episodios en los que su papá había abusado de ella. Con la escalofriante revelación de la menor, todos los fantasmas nombrados por el exboxeador, todas esas escenas de excesos y equivocaciones que se desataron tras su victoria frente a Zab Judah, se transformaron automáticamente en relatos triviales –pero que por supuesto ayudan a darle un marco a este personaje-. Entonces el estupor se apoderó de la familia Baldomir y comenzó la que sería una larga batalla judicial para poner al primer campeón mundial welter de la Argentina tras las rejas.
LA DENUNCIA
Lo relatado por la niña (14 años en ese entonces) fue ratificado luego de manera oficial ante la Justicia de Santa Fe, con una presentación realizada el 29 de octubre de ese 2016. Semanas más tarde (18 de noviembre), las acciones se precipitaron y Carlos Baldomir quedó detenido en Junín, acusado de abusar sexualmente de su hija menor de edad. Como no podía ser de otra manera, los medios de comunicación se hicieron eco inmediatamente de la noticia y desde allí el nombre de Carlos Manuel Baldomir perdió todo prestigio y privilegio ganado en los cuadriláteros. Pasó automáticamente del heroísmo a la villanía y de la gloria al encierro.
La víctima relató en su declaración varios episodios en los que Baldomir abusó de ella. El primero, según su propia declaración, sucedió en la casa que la familia tenía en la calle Alberdi del barrio Sargento Cabral, en el año 2009, cuando el boxeador transitaba su primer retiro del deporte profesional. La niña tenía en ese entonces entre 6 y 7 años y según contó, su papá le pidió que “no se lo contara a nadie, menos a su madre”. Obligada a guardar silencio en ese entonces, la hija de Baldomir –todavía afamado en ese momento y con dinero para sus noches de excesos- tomó dimensión de lo acontecido en los años posteriores y juntó el coraje que le permitió contarle a su mamá sobre lo sucedido. Luego hizo lo propio con la psicóloga del Centro de Orientación a la Víctima de Violencia Familiar y Sexual de la Unidad Regional Uno. Mencionó allí, con detalles realmente escalofriantes, los siguientes episodios en los que Carlos Baldomir abusó de ella: mientras viajaban solos en auto o cuando ella lo visitaba en Junín (el excampeón se mudó allí en 2010). Además de lo que la niña contó, una testigo cercana describió un episodio en el que Baldomir realizó una conducta “que no era propia de un padre”, testimonio que fue tomado en cuenta por la Justicia santafesina. Según las palabras de esa testigo, no dijo nada en ese entonces por temor a ser desmentida.
En la continuidad de la causa, diez días después del encarcelamiento del boxeador la jueza Sandra Valenti dio los fundamentos por los cuales dictaban la prisión preventiva para el excampeón. Uno de ellos, el más importante, es que consideraba verosímil el relato de la víctima. Pero no solo eso, sino que además consideró que existía peligro de fuga por parte de Baldomir “por tratarse de una persona conocida mundialmente que a lo largo de su carrera deportiva ha creado una infinidad de contactos internacionales”. Según la jueza, esos contactos “podrían brindarle ayuda si así lo quisiera” para escaparse del país y no enfrentar así los cargos que su propia hija presentaba en su contra.
Valenti, a la hora de argumentar la credibilidad del testimonio de la niña, citó con claridad las investigaciones de Roland Summit, un respetado psiquiatra infantil norteamericano, quien desarrolló la teoría del Síndrome de la Falsa Memoria. En ella se señala que los niños abusados pasan por cinco diferentes etapas: secretismo; indefensión; atrapamiento y acomodación; revelaciones atrasadas y escasamente convincentes; y, por último, retractación posterior al abuso revelado. En ese marco, es que la jueza en lo penal remarcó que “la menor en su recorrido ha ido atravesando las distintas etapas a las que ha hecho referencia Summit, primero secreto -no le cuentes a nadie y menos a tu mami-; luego se sintió atrapada en los hechos y se acomodó a través del olvido, para luego y a partir del momento de descubrir su sexualidad en el noviazgo comenzar a redimensionar lo sucedido, momento en el cual surgieron los cambios de conducta (rebeldía, aislamiento, enojos, desgano), para finalmente animarse a contar, pese al tiempo transcurrido, pretendiendo que su verdad sea creída y se dé respuesta a su reclamo”.
La defensa de Baldomir se encargó de inmediato de apelar la decisión de Valenti y rechazó los cargos. El excampeón mundial, por su parte, se declaró inocente en la audiencia de imputación y negó las acusaciones en su contra, decidiendo así llegar hasta las últimas consecuencias legales para obtener la libertad que según él merecía. Pero además de los abogadores defensores, “El Tata” tenía a otra persona velando por su inocencia. Quizás la única. Laura, su nueva pareja, hizo una fuerte defensa de Baldomir en una entrevista con el diario El Litoral: “Quiero dejar en claro que confío plenamente en la inocencia de Carlos. Él es una víctima de su exmujer, que incitó a su hija para hacer semejante declaración. No tengo dudas de que así es. Hay una guerra, en parte por despecho y en parte por un problema económico. Eso hay detrás de todo eso. (La ex esposa del boxeador) es una persona perversa”.
Como era de esperarse por la firmeza en los fundamentos que originalmente presentó Valenti, Baldomir siguió con prisión preventiva los años previos al juicio. Así, el nuevo hogar del hombre que se paró frente a Floyd Mayweather para pelear durante 36 minutos pasó a ser el Penal de Las Flores en su Santa Fe natal. Pero para ese deportista que conoció todo lujo y toda gloria tras una vida austera y humilde, llegaba ahora una de las peores etapas. De relatar y rememorar sus éxitos, los excesos y todos los gustos que se dio, Baldomir pasó a contar (también en El Litoral) cómo es la miseria y la rutina que le tocó en la cárcel: “Creo mucho en Dios, leo la Biblia, he peleado cuatro o cinco veces, me quisieron probar porque fui boxeador y campeón del mundo. Me mandaron a lugares donde hay ratas y no se puede pasar un día. Es feo entrar a un penal por abuso, te discriminan. Están los chorros y los drogadictos, y te discriminan. Yo estoy con todos los que están acusados por abuso, pero nos cruzamos con los de los otros pabellones y te gritan cosas cuando vas a la enfermería o a la farmacia. Eso es muy feo”.
En lo puramente legal, la investigación fue iniciada por los fiscales Omar De Pedro y María Lucila Nuzzo, que fueron los encargados de ordenar la detención y solicitar luego la prisión preventiva para Baldomir. Sin embargo, la causa fue derivada más tarde a la Unidad Fiscal Especial Gefas a cargo de Alejandra Del Río Ayala y Federico Grimberg, quienes fueron los encargados de presentar la acusación y pedido de pena de 20 años de cárcel para el exboxeador.
EL JUICIO
“Quiero ir a juicio para demostrar mi inocencia. Ésta es la pelea más dura de mi vida, pero la voy a ganar”, había dicho Baldomir en una de las pocas entrevistas que dio desde la cárcel, mientras esperaba la llegada del juicio y observaba tras las rejas cómo la Justicia de su provincia le otorgaba el máximo de prisión preventiva permitido por el Código Procesal Penal. Como se mencionó anteriormente, la acusación estaba firme y hasta se subrayó el peligro de fuga del acusado. No es repetitivo volver a remarcarlo: el excampeón mundial estaba a punto de ser juzgado como autor de los delitos de abuso sexual con acceso carnal calificado y abuso sexual gravemente ultrajante calificado, con los agravantes de ser el progenitor de la víctima; por la convivencia preexistente con la niña; y por tratarse de una menor de 18 años. Y eso no era todo: la fiscal también le atribuyó la autoría del delito de promoción a la corrupción de menores.
En las primeras jornadas del juicio oral, que comenzó en julio del 2019, Baldomir dio la nota una vez más. En su primera entrada al recinto, se detuvo frente a los camarógrafos que esperaban su llegada (única oportunidad de obtener la fotografía del campeón con las esposas puestas, ya que los debates eran sin público), les hizo un “fuck you” y luego se plantó en pose de boxeador, con la guardia en alto. Los mandó al carajo y expresó sus ganas de molerlos a piñas, en otras palabras. Durante el proceso, el excampeón mundial CMB del peso welter se declaró inocente una vez más, mientras que la fiscalía se encargó de mostrar todas las pruebas en su contra, algunas de ellas muy recientes. ¿Cómo? En los días previos al juicio, secuestraron un teléfono celular que estaba en poder de Baldomir en el Penal de Las Flores, desde el cual se había comunicado con algunos testigos de la causa para amedrentarlos. “Decí que no estás segura de lo que viste”, se le escuchó decir al santafesino.
En su defensa durante el juicio, además de mencionar que el trato con su hija antes de la denuncia era bueno, Baldomir y sus abogados repitieron lo mismo que dijeron desde el primer día: “Fue una maniobra de la madre (de la víctima), que le inculcó a sus hijos el odio hacia el padre y que se quedó con bienes y con una cuenta que él tenía para usufructuarla a su favor”. Una estrategia tan simple como antigua, pero que aun así creyeron conveniente. Transitando esos caminos, la defensa del exboxeador estuvo visiblemente floja, mientras que la acusación estaba firme desde el primer momento con la cámara Gesell realizada a la víctima (herramienta para introducir en el juicio la declaración de una víctima menor de edad).
LA CONDENA
Así las cosas, llegó el día de la sentencia. El 31 de julio del 2019, el tribunal integrado por los jueces Susana Luna, Rodolfo Mingarini y Pablo Busaniche condenó a Carlos Manuel Baldomir a 18 años de cárcel. Por unanimidad lo encontraron culpable de ser el “autor penalmente responsable de los delitos de abuso sexual con acceso carnal, calificado por haber sido cometido contra una menor de 18 años de edad, aprovechándose de la situación de convivencia preexistente y ser ascendiente de la misma; abuso sexual gravemente ultrajante (reiterados) -también calificado, en concurso real-; y en concurso ideal con el delito de promoción a la corrupción de menores de edad agravado”. Tras un camino de casi tres años, “el hombre cenicienta”, “El Tata”, el humilde vendedor de plumeros, enfrentó a la Justicia y fue encontrado culpable. Con la sentencia dictada (confirmada luego por el tribunal de segunda instancia, con una rebaja de un año y medio en su condena), ya nadie jamás volvería a pensar en Baldomir como el heroico boxeador que pisó fuerte en el Madison Square Garden, sino como el tipo que abusó de su hija menor de edad. De perdedor a ganador. De héroe a villano. De la gloria al encierro. De boxeador a violador. Este púgil santafesino ha ido saltado de una metamorfosis a otra. Aunque de la última ya no tendrá retorno.
Una vez conocido el fallo, llegaron las voces que más eco hicieron. La de Graciela, madre de la víctima y exesposa de Baldomir, quien se mostró conforme con el accionar de la Justicia: «Me siento satisfecha, me pareció correcta la sentencia. Sé que para mis hijos al principio no fue fácil porque su papá era un ídolo, pero siempre me aferro a Dios, a la justicia divina y a la Justicia que hoy mostró lo que tenía que mostrar», declaró ante las cámaras en ese entonces, horas después de conocerse el fallo.
Pero fundamentalmente hubo repercusiones con las palabras de la propia víctima, que a través de las redes sociales decidió expresar lo que le generó ver a su padre condenado por abuso sexual:
«¿Qué siento? Alivio, más fuerzas, más ganas de seguir mi vida. No, esto no es algo que se festeja, porque no es lindo, esto no me da felicidad, pero sí tranquilidad de que gracias a mi valentía pude hablar, ¿quién iba a creer que yo me podría enfrentar a una persona como él? Al campeón mundial de boxeo. Pero como dijo mi abogado, «campeón» empieza con la letra C de culpable. Escribo para que todas aquellas personas que se callaron, y se siguen callando no lo hagan más. No se callen. No es un camino fácil, pero tampoco es imposible. Este mensaje va también para todas las madres y padres, estén atentos a cada cambio de sus hijos así sea mínimo, muchas veces gritamos en voz baja. A mí me queda toda una vida por delante, tengo 17 años. Pero hoy empieza mi vida, hoy soy libre, hoy me siento segura. No voy a decir que me siento completa porque así como logré que se haga justicia, en este camino perdí personas muy importantes para mí, no las culpo, cada uno sabe lo que hace y por qué. Yo sé que Dios les va a mostrar a cada persona que me quiso tumbar lo que es pasar por esto, yo creo en la justicia divina y sé que está demostrado. Y agradezco que así sea».
Con esa reflexión, cargada de tristeza y valentía, la joven cerró un episodio judicial en el que el otrora respetado Baldomir terminó encarcelado tras una condena ejemplar. Ese último día de julio del 2019 el púgil supo que estaría preso durante muchos años de su vida: ¿a qué dedicará, en ese contexto, tanto tiempo libre? ¿En qué lugar de su cabeza quedarán los logros deportivos? ¿Seguirá culpando a su exmujer o asumirá culpas? Difícil saberlo. Tal vez allí podrá pensar y repensar en todos sus errores y ese bosque tapará el árbol que creció en su vida gracias al boxeo. Porque desde que la Justicia lo declaró culpable por abuso sexual agravado sus resonantes triunfos frente a Zab Judah o Arturo Gatti ya no significan absolutamente nada.
Relató su vida en detalle durante el 2012, se enfrentó al encierro en 2016, fue condenado en 2019 y ahora, en plena pandemia de coronavirus en 2020, cuando las cárceles son noticia por la inseguridad sanitaria que allí es frecuente, Baldomir tiene una pelea más. Porque deberá sobrevivir en el Penal de Las Flores o donde sea que le toque cumplir con su encierro, una tarea nada fácil en ese contexto y con un virus tan contagioso. Ya en el inicio del aislamiento por el Covid-19, el pasado 24 de marzo, al excampeón lo dieron por muerto tras un motín en su pabellón. En efecto, hubo cuatro muertos ese día, pero ninguno de ellos era Baldomir, que volvió de esa manera a los segmentos de noticias judiciales.
Y así, en este escenario de emergencia mundial por la pandemia, cuando la incertidumbre reina en casi todos los aspectos de la vida y para casi todas las personas, Baldomir es uno de los pocos que no duda, que sabe exactamente qué le deparará el destino (en caso de vencer al virus, claro): estará encerrado en la misma celda -que él mismo describió como inmunda- por otros largos años. Allí no existen los pergaminos que le otorgó el boxeo ni el dinero ni la fama ni la noche ni nada de lo que le ocurrió tras su año 2006 exitoso. Allí solo existen las distinciones por la gravedad de los delitos y él está entre los abusadores. Deberá convivir con eso////PACO
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