Las bocinas se tocan con la misma estupidez neurótica que en Buenos Aires.
Los taxis son en su enorme mayoría camionetas cuatro por cuatro.
Contra la sospecha previa, también tienen internet en New York City. Por lo tanto, no hace falta leer las crónicas de Hernán Iglesias Illa sobre lo que sucede. Toda la información, en todos los soportes y matices posibles, is available on the web. El diario La Nación, por otro lado, no está a la venta en ningún lado.
Los anglosajones jóvenes y con mejor porte trabajan en la construcción. Los anglosajones jóvenes y feos salen con las asiáticas. Las anglosajones jóvenes y bellas –todas rubias, todas celestes, todas frías y severas- trabajan como oficinistas alrededor de Lexington Avenue. El resto del trabajo lo cargan los negros. Y de lo que ni siquiera un negro se atrevería a ocuparse, se encargan los latinos. A los novatos se les paga cada quince días. A los más experimentados por semana. Sobre el asunto, güey, sólo preguntan policías y mariconazos.
Los asiáticos mantienen la línea férrea de la repugnancia en cualquier meridiano.
Algunas frustraciones:
En NYC los drones son una noticia popular.
En NYC la serie Spartacus es popular.
Los mendigos que piden change en su mayoría son negros. Uno gordo y blanco pedía money para gastarse en marijuana and beer en una esquina de Times Square. Por su lado, la librería Barnes & Nobles en Union Square no tiene muchos más libros que cualquier Yenny de la calle Florida. Claro que el Arguably, de Hitchens, es una excepción. Lo mismo que el diario de trabajo de Jim Henson.
En el subway transitan las clases populares, escuchando la radio a todo volumen con audífonos en sus celulares, como en los mejores ejemplares de la línea Sarmiento. El servicio de venta y carga de pasajes a través de una tarjeta está completamente automatizado. Las máquinas son más rápidas, hablan menos entre sí y parecen capaces de atender al usuario y charlar por teléfono con sus concubinas en simultáneo. El diario que se reparte gratis suele tener títulos por el estilo: Retirement, never! Y una foto de Bruce Willis.
En los subtes la publicidad visual en los vagones vende, sobre todo, fantasías de ascenso social a través de escuelas de educación privada. Managements para el futuro, speak english para el futuro, became needed para el futuro. Por los durmientes caminan las ratas más suculentas del mundo.
Porciones jumbo size y cajeros automatizados. Cerca del Madison Square Garden unos televisores con Hugo Chávez sonriendo con esfuerzo desde una cama, listo para volver a Venezuela.
Chinatown es una zona de boliches intensos. A las 3 am siguen los gritos y los bocinazos. Una chica rubia con tapado negro caminó bajo la lluvia para preguntarme if you smoke cigarettes. La impunidad material de la belleza es universal aunque a veces falle.
Los blancos se divierten tomando hasta romperse. Los negros ya andan rotos y entonces se divierten gritando. Les gritan a sus hijos, a sus mujeres, al servicio de transporte y a los mexicanos. En Park Avenue uno gritó I just saw Lucy Lu!
Los anglosajones tienen curiosidad por el tamaño de los penes de los latinos.
Los latinos tienen curiosidad por los encantos de las negras.
Las negras pueden acceder a cualquier sexual partner en tanto y en cuanto no se abandonen a la fast food.
Brooklyn es un páramo de crecimiento ordenado y progresista a tres estaciones de la línea 5 desde Manhattan. Martin Amis se mudó a Brooklyn el año pasado pero no lo imagino conversando con Paul Auster. En las cervecerías los chicos blancos se dejan la barba y arman cigarrillos con tabaco comprado e intentan impresionar a sus novias del Brooklyn College. En los restaurantes latinos Simón Bolívar mira dibujado en los menúes. Mojitos y empanadas. En las mesas, latinos y negros. Durante the Sandy storm, Manhattan quedó a oscuras pero Brooklyn no. La noche que pasé con fiebre, Brooklyn también pareció un lindo lugar donde morir.
Los hipsters de verdad están en Greenwich Village. Músicos sin talento, weekend artists, libreros de papel pedantes. Todos los hipsters dan pena en general -esa idea conservadora de que la excentricidad es una situación del atuendo-, pero en los alrededores del verdadero Chelsea Hotel la excentricidad es obligatoriedad turística. Lamentablemente no estaba Fran Lebowitz en su mesa del The Waverly Inn. Ni Louis C. K. en Ben´s Pizzeria. De todos modos, de la atmósfera aspiracional y casi decimonónica que en esas cuadras se le da al arte -no como artificio, como hubiera querido el buen Víktor, sino como apariencia estética y fantasía de elevación moral- se intuye un poco mejor el aura de fracaso dramático de Louie.
Un elseworld interesante sería imaginar un Estados Unidos donde existiera el bidet. La idea de que todos andan con el culo ligeramente sucio y de que hay un mínimo de mierda que no se desprende jamás de donde debería desprenderse -y no me refiero, con sano humor, a los cronistas exiliados- puede resultar, en mayor o en menor medida, significativa. Entre las figuras más populares del Madame Tussauds en Times Square, el presidente Obama y su esposa Michelle están en el primero o segundo puesto de un top five que incluye a Brad y Angelina, Bob Marley y Bruce Willis.
No hace falta viajar a NYC para saber esto. La información puede leerse en internet.
Por otro lado, hay tres o cuatro inversionistas interesados en #RevistaPaco. Es en los alrededores del centro de Manhattan donde se acumulan los inversionistas vitalicios. Caminan rápido. Alrededor del Empire State Building -con una nueva atracción virtual narrada por Kevin Bacon- comienzan a dejarse ver. No viajan en subte y están ausentes por debajo de la 15 Street. Una de las guías dijo claramente que eran los dueños de todo.
Mañana habrá reuniones clave y mi abogada me dijo que puedo volver a Paco mientras no toque a ningún niño.
Escribo desde un cubículo donde se oyen sirenas, algunas toses y el repiqueteo alegre de cuatro o cinco teclados más. Son algunos deslices homosexuales de los anglosajones en las duchas lo que empaña la camaradería viril. Por lo demás, nadie habla con nadie y en los pasillos basta apenas un hi. ////PACO