Por Maria Bernardello / @MariaBB
Estoy en el Sofitel, de Arroyo, en la suite que le dan a mi prima porque trabaja ahí. El lujo me calma pero estoy sola y aburrida tirada en un chester frente a la ventana. Tengo un casamiento, voy a ir sola. Corté con Tomás. Ya no lo quiero. Me siento en la cama y acaricio las sábanas más blancas y más suaves que jamás toqué en mi vida. La cama es grande y blanda. Nunca antes había dormido en una cama así.
Me acuesto y apoyo mi cabeza en la almohada. Tal vez vea a Juan Manuel hoy, en el casamiento. Me aburren los casamientos. Hay quienes avanzan livianos y quienes se mueven enroscados y parecen estar siempre en el mismo lugar. Tomás está siempre enroscado, busca problemas donde no los hay. A vos te gusta mucho la buena vida, me dijo cuando discutimos.
Salgo al balcón. Miro hacia abajo y siento vértigo. Qué distintos somos todos. Me gustan los que deambulan de noche y las ventanas encendidas de los edificios. Este lugar es hermoso. Me gusta dar vueltas por el hotel y jugar a que vengo de muy lejos. Hace unos días casi me acuesto con Juan Manuel y me dejé masturbar por un amigo de él. Me encanta que Juan Manuel me mienta. Me dijo mil veces que está enamorado de mí, sos hermosa, te amo me dijo agarrándose la pija. Puso un lento y bailamos, apretamos mientras su amigo Fran leía filosofía oriental en el living. Juan Manuel me dijo lee vos, sentate acá con nosotros y con esa vocecita leenos. Al toque Juan Manuel se levantó y se me vino encima Fran. El otro me dijo qué dientes lindos tenés, qué sonrisa, qué suavecita es tu piel, y dejé que me manoseara cuando estábamos en el sillón. A Fran lo dejé porque tenía entusiasmo y además besa lindo. Tiene manos pesadas y avanza en milésimas de segundos. Podría haberme enfiestado, pero dos pijas nuevas y juntas en simultáneo no me animé. Juan Manuel estaba en su cuarto con la computadora, me acosté encima de él y nos besamos. Fran apareció como un fantasma y se tiró al lado nuestro. Nos reímos de la situación, de lo rápido que es Fran, que no pierde un segundo. Me levantó la remera y dejé que me besaran las tetas los dos, uno de cada lado. Fran bajó la mano y me tocó. Mientras hablaron, querían saber cuán puta soy, cuántas veces había sido infiel estando con Tomás. Sos muy perra María, vos? Les cabe la puta. Fran me masturbó tan bien que no lo pude evitar y acabé. Abrí los ojos y ya estaba en pelotas, listo para garchar. Me quedé en stand by, echada como un animal recién alimentado, sin ansiedad. Quise levantarme y me acomodé la remera. Ah qué turra, acabaste y te vas? Chupamela entonces, dijo Juan Manuel, lo hubiera hecho con gusto pero Fran insistía por atrás. Temí sexo anal, me dio timidez. Me vestí y me fui. Tenía la excusa de tener que irme sola después, toda cogida y con el pelo mojado hasta mi casa del otro lado de la ciudad.
Acá estoy como de vacaciones. Este hotel es perfecto. Espero a Delfina. Vamos a ir juntas al casamiento.
Me meto en la bañadera. Pienso en Delfina, Juan Manuel, en Tomás. Creo en el amor. Sumerjo la cabeza para que se me moje todo el pelo. Fantaseo con Delfina, pero en tiempo real me inhibo y la química del amor queda varada o nula. Arruino todo a último momento. Delfina está por llegar. Espero no sentirme tímida como cuando estuve a solas con ella la última vez, en el departamento de Seguí.
Íbamos a ir a bailar. Ella armó un porro, a mí nunca me salió armarlos bien. Delfina es lánguida, y alta. Hay una tensión notable entre nosotras. Estamos siempre al borde de acostarnos. Hubo un tiempo que me acostaba con todo el mundo. Ahora busco al hombre que me realmente me guste, que me haga reir, y haya química y me excite. Lo conocés a XXXX? Típicas preguntas de Delfina. Y a XXXX?
Ah no, no lo conozco, le respondía yo, o Ah, sí, sí, es genial en la cama, o es el mejor chupador de cheicons que conocí.
En esa época, casi siempre, el tema era el sexo, sexo con amor, sexo sin amor, los hombres. Ya no me interesa nada mecánico en la cama. Ese día, en Seguí, podríamos habernos bañado juntas pero se puso a contarme con quién había tenido sexo la noche anterior.
Salgo del baño con crema en la cara , hombros y piernas. Voy hasta la puerta de la suite en bata y abro. Es Delfina. Ella se acerca para besarme, me muestra un vestido en una percha de tintorería y una match 3 que tiene en la mano. Si te vas a poner el vestidito negro te tenés que depilar, me dijo. Hace calor para medias, dice. Sonrío y le digo que sí, que tiene razón. Tira el vestido sobre la cama y me toma por sorpresa. Me saca la crema que tengo entre las manos. Se arrodilla y despacito y me pasa un poco de crema en las piernas: la dejo. Sus manos están frías. Sube la maquinita por una pierna y baja, acompaña con la otra mano como para mantener equilibrio . Hizo lo mismo con la otra. Me quedo inmóvil, con las piernas semiabiertas. Dejo caer la bata y me depila cavado, con suavidad y presición. Siento su aliento en la piel, su boca cerca y un poco de miedo. Tiene el pelo revuelto y su vestido abierto. Delfi paremos acá, le digo, te vas a arrugar la ropa.
La dejo mirar. Bajo mis manos, se juntan con las de ella y me toca. Me arrodillo y nos besamos. Es un beso corto.///PACO