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Les pedí que no duerman durante 48 horas y aguantaron 17 días.
Heinz Guderian, generaloberst de la Wehrmacht.
1.
La metanfetamina (desoxiefedrina) es un potente psicoestimulante, estructuralmente relacionado con el alcaloide efedrina y con la hormona adrenalina. El compuesto es un líquido aceitoso a temperatura ambiente, insoluble en agua, pero que en su versión de clorhidrato se presenta en cristales blancos, muy solubles en agua o etanol. Su versión cristalizada fue sintetizada en Japón en 1919 por Akira Ogata, tomando como modelo la molécula de anfetamina. El procedimiento consistió en una reducción de efedrina en fósforo rojo y yodo. La síntesis de Ogata, por su simpleza en recursos y procedimiento, reemplazó a los métodos más complejos que se usaban hasta ese entonces y se convirtió en el método principal para la producción y el uso de la metanfetamina hasta nuestros días, sobre todo para el mercado ilegal.
2.
El Blitzkrieg es una táctica militar que consiste, como su nombre en alemán indica(guerra relámpago), en una ofensiva rápida y demoledora que tiene como objetivo dejar al enemigo incapacitado de efectuar una defensa coherente y evitar la guerra de trincheras. El ataque implica la coordinación de todas las fuerzas mecánicas de la guerra: el bombardeo por aviones, el desplazamiento rápido de acorazados y la irrupción masiva de hombres. Los primeros ejemplos de la Blitzkrieg fueron sometidos por la Wehrmacht a los polacos y a los franceses a comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una penetración rápida y eficaz, como describió un cronista del 39, «las rápidas columnas de tanques y camiones blindados se sumergían dentro del territorio mientras las bombas llovían desde el cielo anunciando su llegada».
3.
Gracias a Akira Ogata los explotados y sometidos trabajadores de las fábricas y los soldados del gobierno japonés ya no tenían excusas para estar extenuados. Con esa elegante y cruel síntesis que caracteriza a los japoneses, llamaron a la metanfetamina «Philopon», algo que podríamos traducir como «amor al trabajo».
4.
En 1937 en Berlín, un químico de la farmaceuta Temmler sintetizó clorhidrato de metanfetamina. Después de registrar una patente titulada Proceso para la preparación de aminas en la Oficina de Patentes del Reich, en 1939 la compañía lanzó al mercado una pastilla de metanfetamina llamada Pervitina. La droga fue puesta en venta al público sin receta como analéptico del sistema nervioso, estimulante psiquiátrico e inductor del estado de vigilia para combatir la narcolepsia. Su presentación más común era en paquetes de treinta tabletas orales o en ampollas de 1 ccm para inyecciones intravenosas o intramusculares.
5.
En una carta fechada el 9 de noviembre de 1939, Heinrich Boll, el primer alemán en ganar el Premio Nobel de Literatura tras la Segunda Guerra Mundial, escribió desde el frente de guerra en Polonia para sus «Queridos padres y hermanos» en Colonia: «Es difícil acá afuera, y espero que entiendan si solo puedo escribirles cada dos o cuatro días. Hoy les escribo principalmente para pedirles un poco de Pervitina. Amor. Hein». El 20 de mayo de 1940 vuelve a insistir con su pedido: «Tal vez ustedes podrían conseguirme un poco de Pervitina así puedo tener una provisión de repuesto. ¿No?». Lo mismo se repite, esta vez de manera más angustiante, en su carta desde Blomberg del 14 de julio de 1940: «Si es posible, por favor envíenme más Pervitina».
6.
En su libro El gran delirio: Hitler, drogas y el III Reich Norman Ohler explora el uso (y abuso) de la Pervitina en la Wehrmacht durante la Segunda Guerra Mundial, subrayando como tesis del texto su factor decisivo en el éxito de la Blitzkrieg en la Batalla de Francia. El libro, perfectamente documentado, muestra la larga historia desde que Temmler comienza a comercializar metanfetamina, pasando por la recomendación de Otto F. Ranke, director del Instituto de Fisiología General y Defensa del Reich, para la utilización de Pervitina por parte de las tropas para evitar el cansancio, hasta los intentos de prohibición de Leo Conti tras los devastadores efectos de la adicción en los soldados. Ohler no deja escapar el detalle, para nada menor, de que Ranke era completamente adicto a la metanfetamina. También señala que el ejército alemán distribuyó más de 35 millones de dosis de Pervitina entre sus hombres.
7.
La molécula de metanfetamina tiene la habilidad de cruzar muy fácilmente la barrera hematoencefálica. Esta habilidad permite que los niveles de sustancia en el cerebro alcancen unas 10 veces los niveles en sangre, logrando ejercer su acción casi exclusivamente sobre el sistema nervioso central. Entre sus efectos se puede contar el incremento de la actividad, la reducción del apetito y la producción de una sensación general de bienestar. También, la metanfetamina excita receptores neuronales vinculados a las señales de recompensa y gratificación: produce euforia, alivia la fatiga y mejora el rendimiento en tareas simples y atávicas, como trabajar, hacer sufrir o matar.
8.
Aunque el caso de la Wehrmacht es el primer ejemplo de la utilización oficial y reglamentada de estimulantes para el combate, lo cierto es que la relación entre guerra y drogas no era algo particularmente novedoso para esa época. A lo largo de toda la historia los soldados han consumido estupefacientes para mantenerse despiertos, sobrellevar el tedio de la espera de los combates o sencillamente para no tener miedo de morir o matar; los ejemplos abundan, desde los hoplitas griegos que consumían opio disuelto en vino, los asesinos nizaríes de Alamut asociados al hachís, los comedores de hongos y el furor berserker germano y escandinavo, la élite guerrera zulú con dagra, variedad sudafricana euforizante del cannabis, incluso hasta los propios alemanes ya habían explorado con la cocaína durante la Primera Guerra Mundial en los pilotos de cazas aéreos. Lukasz Kamienski en su libro Las drogas en la guerra repasa toda la historia de las drogas en el combate y arriesga “la guerra es inseparable de las drogas”, pero subraya tal vez un hecho central: “ la guerra es una droga”.
9.
La recomendación de Ranke del uso de Pervitina, o brain food en sus palabras, coincidió con la visión de Wenzig del soldado como un “motor con alma”. Y si hay dos generales que aprovecharon al máximo el rendimiento sin fisuras ni cansancio ni conciencia de sus “motores con almas” fueron Guderian y Rommel, que pidieron a sus soldados que “no duerman durante tres días y tres noches si es necesario” para poder llevar a cabo la conquista de Francia y empujar a los aliados al abismo de Dunkerque. La Pervitina era el componente ideal para semejante propósito y en un frenesí de guerra, éxtasis y muerte los alemanes con sus tanques, sus aviones y sus tropas completamente drogadas derrotaron a los franceses en apenas días. Guderian anotó: “el ardor guerrero nunca se extinguirá para abatir caballerosamente al enemigo”. En menos de cien horas los alemanes habían ganado más territorio que en los cuatro años de la Primera Guerra Mundial. El grupo blindado Von Kleist tenía una sola orden: “avanzar”. La orgía de sangre había comenzado.
10.
Johannes Steinhoff, famoso piloto de la Luftwaffe y político alemán de la posguerra, relató su experiencia con la Pervitina en el aire y cómo era volar drogado: “El bolsillo lateral del pantalón tiene, al alcance de la mano, una tira de lino cubierta de celofán con cinco o seis tabletas blancas pegadas, grandes como una barra de chocolate. Sobre la tira hay Pervitina. Tabletas contra el cansancio, dice el Dr. Sperrling. Abro el bolsillo y despego de la base primero dos, después tres de estas plaquitas, me separo un poco la máscara de respiración de la cara y empiezo a masticar las tabletas a conciencia. Son terriblemente amargas y tienen una textura harinosa, pero no tengo nada con qué enjuagarme la boca”. La metanfetamina llega a la sangre y de allí al cerebro: “El motor va como una seda. Estoy desvelado, el ritmo cardíaco retumba en mis oídos. ¿Por qué se ha aclarado el cielo de repente? Me duelen los ojos de tanta luz. Apenas puedo soportar tanta claridad; estoy mejor si mantengo la mano alzada para protegerme la vista. Ahora, el motor emite un zumbido constante, sin vibraciones, que escucho lejano, muy lejano. Reina un silencio casi absoluto. Todo se vuelve insignificante y abstracto. Me siento extasiado, como si volara por encima de mi avión”.
11.
Las metáforas del “motor con alma” y de la idea de los soldados funcionando sin dormir, de corrido, sin cansancio ni fatiga, habilitó la lectura generalizada, y que el propio Ohler retoma, de que la Pervitina habilitaba la transformación de los soldados, demasiado humanos con su obsesión onírica, en máquinas. La metanfetamina ponía en línea a las tropas de infantería con los tanques y los aviones, una nueva generación de armas de destrucción masiva. Es decir, un ejército formado exclusivamente por máquinas. La lectura sin dudas está en línea con las preocupaciones de la época y, por qué no, de las actuales. Pero la descripción tan palpable de Steinhoff y los ruegos desesperados de Boll por una dosis más parecen ir a contrapelo de esa idea, suenan, otra vez, a la carne débil de los hombres. Tal vez sea más interesante pensar en el consumo de sustancias por parte de los nazis en su tradición ritual y ancestral, aquella que le aseguraba a los chamanes y a sus participantes días y días de bailes y orgías, y la misma que hoy anima raves a lo largo y ancho del mundo. No es difícil entender cuál es el goce que la técnica extrae del hombre, en el caso de los aviones y los tanques, consiguen los pilotos y choferes que los ponen en marcha hacia sus funciones, como tampoco cuesta precisar el goce del hombre en utilizar tanques y aviones para exterminar a sus enemigos. Tal vez, entonces, lo que la Pervitina permitió no fue la mecanización del soldado, siempre exigido al límite de su cuerpo, sino, tal vez, la incorporación de la técnica, con los tanques de Guderian y Rommel, con los aviones de la Luftwaffe y sus pilotos “más high que las nubes”, al ritmo orgiástico y desenfrenado que siempre tuvieron las matanzas de los hombres////PACO
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