Amanezco, generalmente, con un café con leche y leyendo los diarios por internet. El miércoles pasado no tuvo nada fuera de lo esperado. La defensa a los piropos obscenos de Mauricio Macri perfilaba para ser el chiste twittero del día a nivel local, y efectivamente así fue.De todas formas, llamó mi atención una noticia que venía de otros mares. Más precisamente de Nueva York.

El tema era así, el martes el Departamento de Policía de dicha ciudad había propuesto que se suban fotos con agentes policiales a su Twitter como parte de una campaña para mejorar su imagen.»¿Tenes alguna foto con un miembro de la policía de Nueva York?» Así invitaban a los neoyorquinos a fotografiarse y compartir sus imágenes bajo el hashtag #myNYPD. Increíble idea. En el siglo XXI cualquier institución que pretenda estar en la arena pública tiene que ser visible en las redes sociales. La policía no era la excepción… ¿o sí?

El hashtag, que pretendía aunar al flujo de fotografías amistosas con agentes policiales, fue rápidamente adoptado para visibilizar los abusos policiales en Nueva York. De forma casi automática pensé en que hubiese pasado si se hacía la misma propuesta en nuestro país, por ejemplo #miPFA #miBonaerense. Pero eso es otro tema.

Este simple hecho, que no deja de ser una anécdota más de los cientos de fallidas incursiones en Twitter o Facebook, me hizo pensar algunas cosas. Primero, se trataba de una campaña publicitaria. Esto no es un dato menor. Me refiero a que el Departamento de Policía de Nueva York intenta ser bien visto por la sociedad, por los medios, por otros organismos estatales. ¿Por qué motivo la policía necesitaría tener una imagen positiva?… ¿Positiva de qué? ¿Positiva hacía quién?

22-nypd-tweet.w1120.h1098Siempre pensé que la publicidad tenía dos aristas sumamente interesantes e interdependientes, una de carácter interno y otra de corte externo. Me explico. Cuando un actor social, sea una persona o una institución, necesita-desea-quiere publicidad hay un mensaje que es claramente para reforzar el fuero interno. Un discurso que es “para uno”, digamos. En este caso, totalmente a priori, se podría pensar que la idea original era reforzar intra-institucionalmente la imagen del agente policial cercano a la sociedad. Sospecho que será bien visto y aplaudido aquel policía que tenga una foto con un ciudadano. Es decir, el “policía querido” o, si seguimos la imagen parental clásica, el “policía bueno” en contraposición al temido “policía malo”.

Por otro lado, retomando la idea del carácter externo de la publicidad, descubro la pólvora si digo que en las últimas décadas se produjo un decaimiento de la imagen de unas cuantas instituciones estatales. Entre ellas, la policía (no nos olvidemos que la policía, como institución, forma parte del Estado). Como politóloga, cuando pienso esto no puedo dejar de tomar nota de la imagen de Leviatán de Thomas Hobbes. Este autor retoma el perfil de una bestia marina del Antiguo Testamento para representar al Estado. En la portada original del libro se observa un dibujo de este monstruo con dos elementos sumamente gráficos en sus manos. Una espada y un cetro. El primero representa el poder de espada, es decir, el poder de castigar. El segundo simboliza el poder detentado por el aspecto religioso, en el que yace la Iglesia Católica.

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¿Qué tiene que ver esta obra política de 1651 con el Twitter de este martes? Cuando se empieza a pensar el Estado, su origen y formación, se encuentra inexorablemente asociada a lo que, hoy en día, llamamos poder de policía. El poder de dictar normas y leyes y de castigar su incumplimiento era potestad absoluta del Estado. Su sola existencia justificaba su poder. Pero, hoy por hoy, estamos a las claras en una época fuertemente crítica hacía las instituciones tradicionales. El Estado moderno occidental toma nota de estos cambios e intenta dar respuestas a las nuevas demandas socio-políticas con mayor o menor éxito de acuerdo al caso. Es un Leviatán con las manos vacías o, al menos, sin las armas que utilizó durante siglos.

¿Por qué una institución del Estado desea dar una imagen positiva? ¿De qué otra imagen se está “defendiendo”? ¿De dónde viene ese “ataque”? Intentar aproximarnos a las fuerzas en pugna y ver sus características es un ejercicio sumamente activo e interesante. En este sentido rescato una entrevista que publicó la semana pasada el diario colombiano El Tiempo a Zygmunt Bauman, sociólogo conocido por desarrollar el concepto de modernidad liquida. Decía, en esta entrevista, que la política perdió poder. Si, Zygmunt, coincido. Bienvenidos al siglo XXI////PACO