(A Pablo Brega, que lo vio)

Es como llevar a todas partes una tarde de 1994 en la que tomaste sol y miraste el culo de tus vecinas de carpa en un parador de Villa Gessel. Sentir tu cuerpo hundido en una pileta adecuadamente clorada, con la piel laminada de pegajoso filtro solar, mientras te subís al colectivo para ir a trabajar o caminás por el centro. El soundtrack infalible del postapocalíptico verano argentino.  En el mp3, en los parlantes de tu auto o en la laptop caliente donde hacés casi todas las cosas, el baggy crece y se cuela en los hits que repiten las FM Aspen del mundo y a vos te hacen mover el piecito y tintinear el corazón.

Nació en Inglaterra a fines, finalísimos, de los 80s. Como decía Luca Prodan, “a los ingleses les gusta bailar”. Y mientras el post punk deprimía a los jóvenes norteamericanos, los ingleses jóvenes y blancos bailaban despreocupadamente, dueños de una particular moda de ropas holgadas, sombreritos de gilligan y gorras para atrás. Algunas de sus canciones tuvieron, muy poco después, fama mundial. Ahí están: Primal Scream, Jesus Jones, Happy Mondays, Stone Roses. Bandas que sonaron, por muy poco tiempo, en las radios y canales de videos.

Image

Como todo género, es amplio, y la aguja oscila entre el punk y un psicodélico pop más easy listening. Los DJs tuvieron por primera vez una música para manipular a gusto, mucho del sonido baggy fue formado por estos nuevos y raros peinados, que no tardarían en pasar de ser uno más en la banda –como en EMF- a cortarse solos y hacer sus propias ondas.  Como movimiento musical no duró mucho: el grunge y el britpop, dos tormentas que destrozaron la casa en la playa del baggy, convirtieron al género en un romance de verano.

Pero ese sustrato no se quedó bajo tierra. Se transformó y se coló en bandas y estilos, permaneciendo en la música pop hasta hoy. Desde INXS hasta Moby. Inclusive Eric Clapton tuvo su momento baggy. Donde haya teclados que emulan el sonido de un piano tirando acordes mayores en posición cerrada haciendo tresillos sobre los chasquidos de un beat liviano, versátil, perpetuo, sin bajas, con altas producto de un in crescendo, habrá baggy. Es trance y baile y tragos de colores y bebidas de trazos frutales y propagandas de gaseosa, remeras holgadas de una tienda de skaters, y el indispensable medio o un cuartito antes de ir a bailar a esa fiesta a la que vas porque no te queda otra. El baggy es la música que suena cuando pasa la navidad y llega la meseta vacacional, las propagandas de Quilmes se loopean en los canales de aire y tus amigos te textean a diario para ver qué hacemos a la noche.

Image

Dicen que vuelve. No sabemos si fue por el estreno de 24 hours party people pocos años atrás, porque Stone Roses sale de gira otra vez o porque Kate Moss hace un tema de Primal Scream, pero el baggy parece haber regresado de la tumba de la gloria del pop. En Argentina, Córdoba ya tiene su propia fiesta baggy. La recesión europea, la crisis nortemaericana, el socialismo bailable de latinoamérica piden un verano eterno lejos de la depresión, la solemnidad, una barra donde siempre se sirvan los mejores tragos, una fiesta donde vayan las chicas más lindas y donde todos pueden bailar simplemente moviéndose al ritmo de la música.///PACO.

baggygirl