I.

La selfie del mono que tuvo su momento de gloria viral hace unas semanas fue noticia no porque haya sido tomada ahora (es una foto autosacada por un macaca nigra indonesio en el 2011) sino porque la oficina de copyright de EE. UU. le negó a David Slater la posibilidad de reclamar el copyright. Slater es el dueño de la cámara que el primate robó para disparar fotos, entre ellas la selfie (el uso de la foto por wikipedia para ilustrar la especie fue lo que originó el reclamo). ¿La oficina de copyright le negó los derechos a Slater porque entendió que el autor es el mono y entonces el simio puede reclamar con sus abogados el pago de los royalties? No, no.

Para que un trabajo sea protegido bajo las leyes de copyright, dicen, tiene que “ser fruto de una labor intelectual basada en el poder creativo de la mente humana”. Por consiguiente, si la obra no fue creada por el hombre, no tiene copyright. El primer ejemplo que dan es una foto tomada por un mono (el segundo, un mural pintado por un elefante). En el primer párrafo hay una puerta semántica que conviene abrir. El macaca nigra no robó la cámara. El animal tomó un objeto extraño y empezó a manipularlo fruto de su curiosidad,  seguramente para saber si era comestible o venenoso, un arma o un pedazo de plástico inútil. Pudo tomarla porque tiene una mano con cinco dedos que  le sirve para maniobrar un objeto tan triste desde lo complejo como una máquina de fotos actual. Denle una Leica y fíjense si puede controlar el diafragma, hacer foco, poner bien la velocidad y sacarse la selfie.

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No robó,  porque robar supondría que el primate se inscribe bajo las leyes del hombre. Si vieron El Planeta de los Simios, ahí tienen un montón de primates jugando a ser Homo Sapiens (paradójicamente –o no tanto– el representante del homosapiensismo en la primera versión es Charlton Asociación del Rifle Heston). La moral que recorre la saga de El Planeta de los Simios es muy humana, muy legal. Mi película preferida es Conquest of the Planet of the Apes (1972), que básicamente une blaxploitation y distopía. El  argumento es mas o menos así: en 1983 una enfermedad mata a todos los perros y gatos del mundo; ante el vacío de mascotas, los hombres empiezan a tener monos que como son más inteligentes que los perros y gatos, empiezan a realizar tareas simples en las casas. De ahí a la esclavitud, un paso. El hombre somete al simio en un marco de  sociedad disciplinaria, para deleite de Foucault, que seguro llevó a algún sobrino al cine en esa época.

Pausa. Dos caminos a seguir: a) Indignación (el mono, un artista con todas las letras, no tiene derecho al copyright). b) Análisis (el mono no tiene una distancia artística con lo que hace, no sabe el concepto de selfie, no sabe quién es Martin Parr ni Robert Capa). Dejamos el segundo camino para que lo transite una tesina de la UBA y seguimos por el primero. Si el mono hizo la foto, la foto es del mono. Además, es su imagen, y así como cualquier actor cobra por el uso de la imagen, nuestro artista-modelo debería hacerlo también. Pero para eso, debería inscribirse dentro de las leyes humanas, dejar de ser una cosa para ser una persona.

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II.
Non Human Rights (NHR) es una ONG que arma su razón de ser buscando un marco legal en la concepción de los animales, en principio, los chimpancés, como personas. En declaraciones recogidas por La Nación, su presidente Steve Wise (festival del significante: wise, sapiens) explica que han presentado recursos de habeas corpus en diferentes países con el objetivo de jerarquizar los chimpancés (Pan troglodytes) a personas no humanas. Sus argumentos son una proeza epistemológica que une un habeas corpus de un esclavo negro en 1772 y el derecho adquirido de los pueblos aborígenes (sic), una formidable autopista evolutivo-lombrosiana. El chimpancé es el nuevo negro del mundo.

NHR tiene en su logo un Partenon con la silueta de un pájaro parado arriba y un elefante, un mono y un delfín al nivel del suelo. La nota que ocupa el mejor espacio del site en este momento se titula “¿Por qué ‘derechos de los animales’ es una contradicción en sus términos?” Responden que miles de asociaciones defienden los derechos de los animales, pero que el único animal con derechos legales es el hombre. Para tener un derecho legal, primero se debe tener la capacidad legal para tener ese derecho, y si uno tiene esa capacidad, se transforma en una persona legal. Hasta ahora ningún animal no humano ha obtenido esa capacidad. Siguen: hay algunos estatutos que protegen a los animales no humanos, por ejemplo, no se puede tener un elefante en un circo, pero eso no significa que el elefante tenga un derecho legal. “Es como el estatuto que protege un auto de ser robado, el auto en sí mismo no tiene ningún derecho”. En fin. Después citan a Lincoln hablando sobre la libertad y vuelve el loop. ¿Pero este hombre está diciendo que los esclavos africanos se pueden equiparar a un chimpancé? Sí. No sólo lo dice: es su mejor argumento.

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El otro es la cuestión del genoma. “Los chimpancés tienen el 99% del ADN del hombre” y todas las capacidades sociales y cognitivas que sabemos de ellos gracias a …. estudios científicos (no todos los científicos que se acercan a un chimpancé lo hacen con una jeringa en la mano, algunos juegan, u observan comportamientos).  En estudios serios se compararon el ADN del bonobo (Pan paniscus, el otro simio inteligente), el chimpancé y el hombre. Los resultados dan 99.6% de concordancia entre los monos y 98.7 % con el hombre. Es un dato poderoso, pero no sólo de genes viven las personas legales (el hombre actual  y el Neanderthal comparten el 99.7 %). El mismo estudio pone de relieve que aún con una carga de genes casi idénticas, el comportamiento de los bonobos y chimpancés difieren en cosas importantes (por ejemplo, el chimpancé es agresivo para obtener territorio y sexo, el bonobo es sumiso frente a la hembra).

Compararse con Lincoln no es la única tentación de quien logre el éxito de la primera declaración de un mono a un estatus de persona no humana legalmente. También – como decía Foucault a la salida del cine- puede darse lo de Pinel cortando las cadenas de los locos: generar una deuda de reconocimiento entre liberado y el liberador que se va a pagar de manera continua y voluntaria a través de una obediencia agradecida//////PACO