Por Juan Terranova
1.
A fines de agosto del 2013 empezó a circular por la web una foto y un texto. En la foto se veía a una empleada de McDonald´s, con el típico uniforme, arrodillada en una vereda. El texto explicaba que la empleada removía chicles con una cucharita de plástico y que padecía síndrome de down.
2.
La indignación fue masiva. La foto y la denuncia, hecha por un tal Martín Piazza en Facebook, se volvió viral y llegó a portales de noticias locales y diarios de otros países.
3.
Mogólicos en Facebook, una especie de falsa conciencia, de reconocimiento fallido. ¿Nos miramos la cara en la pantalla? El conteo de cromosomas dice que no. Si no sos mogólico, simplemente no sos mogólico. La metáfora ampararía otro tipo de defectos. Vértigo de la analogía, nadie admite ser simplemente tonto sin la excusa de un defecto genético. Así mientras “mogólico” es hipérbole, “tonto” puede ser descripción realista.
4.
Al mismo tiempo, los mogólicos fascinan. Son el monstruo común contemporáneo.
5.
Copio el texto de la denuncia: “En el día de la fecha 30/08/2013 a las 13:00 volviendo a la oficina por la calle Uruguay entre Viamonte y Córdoba veo una persona arrodillada con el uniforme de MCDonals frente al local, sacando chicles con una cucharita blanca de plástico usada para los helados, me dispuse a sacar la foto cuando alguien me apunta que además la chica en cuestión posee el síndrome de Down, tomada la foto me metí al local y veo que uno de los encargados y otras personas le estaban informando de lo ocurrido y se dispuso a sacar a la empleada pero a la vez salió el que se hizo identificar como responsable del local y de una forma prepotente me pidió explicaciones a mí por la indignación que yo tenía, y después de plantearle que estaba sometiendo a la servidumbre a una persona con el agravante de ser una persona discapacitada que no tiene muchos medios para defender su integridad, me respondió de forma sobrante que es una práctica habitual, y que el mismo lo ha hecho. Los horarios de limpieza de vereda no son al medio día con alto tránsito por esa calle, y las explicaciones del responsable equivalen a que las prácticas abusivas son cotidianas. Me retire con una sensación muy grande de descargar algo más que un insulto. He realizado la denuncia en la página de la empresa mc Donalds en http://www.mcdonalds.com.ar/ La verdad es que no debemos dejas que estas cosas se repitan, cada uno puede hacer su grano de arena para que estas prácticas inhumanas sigan. Compartan, difundan y denuncien.”
6.
Palabras y frases claves: “Volviendo de la oficina”, “alguien me apunta”, “de una forma prepotente”, “servidumbre”, “integridad”, “de forma sobrante”, “prácticas abusivas”, “prácticas inhumanas”. En el centro de la cuestión: “después de plantearle que estaba sometiendo a la servidumbre a una persona con el agravante de ser una persona discapacitada.”
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El final hay que leerlo dos veces: “Compartan, difundan y denuncien.” Bien apreciado es de una épica netamente policial. El imperativo tiene esa música.
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Otro tema es la sintaxis y la puntuación. La situación de continuo, de no poder parar, esa urgencia de proyectarse hacia adelante con las palabras.
9.
La indignación construye su propio estilo, una forma que se desprende de ese “estado de justicia”, ese momento efímero de colapso, ese juguete mental que se construye, se usa y luego se deja.
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Ciorán: “Toda indignación -desde la gruñonería al luciferismo- señala una pausa en la evolución mental.”
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La intermitente pausa mental de Facebook. Gatitos, tetas, indignación, gatitos, bebés, tetas.
12.
En algún momento del siglo XXI hubo un movimiento semi-social que se llamó “Los indignados”. Busco información en Google. Como fuerza política y transformadora, la indignación nunca valió ni vale nada. Vale menos que los chicles levantados del piso por una empleada de McDonald´s con síndrome de down.
13.
El problema no puede resumirse a la falta de una herramienta mejor, más sólida y punzante. En vez de una “cucharita blanca de plástico”, por ejemplo, un instrumento de acero. Hay algo más.
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La denuncia pide que no se humille a la mogólica. Si lo hiciera una persona sin síndrome de down, con –digamos– una vulgar neurosis, ¿habría denuncia? Parecería que sí, pero el impacto no sería el mismo. Lo importante es que la mujer afectada por el síndrome en cuestión no debe hacer un trabajo humillante. ¿Pero es humillante ese trabajo? O sea, la denuncia está pidiendo que no sea incorporada al régimen de trabajo como un igual. Que sea incorporada pero como diferente, con el privilegio, por ejemplo, de no ir a limpiar la vereda. ¿Por qué? ¿Porque al ser mogólica ya está siendo humillada? ¿Lo que se quiere evitar es la doble humillación? El razonamiento sería así: el mogólico ya perdió la dignidad, ya fue humillado por la naturaleza que le negó la cantidad exacta de cromosomas. No lo volvamos a humillar. Hay que preservarlo.
15.
El trabajo manual percibido como una actividad humillante, una “servidumbre”, también es muy del progresismo.
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Al mismo tiempo, McDonald´s genera odios y rechazos viscerales. ¿Por qué? La respuesta podría ser un largo rosario, mezcla de llanto anticapitalista y crítica gastronómica. Pero también podríamos decir, que en esta transitada vereda, cuya superficie debe estar limpia, las almas sensibles perciben un camino bifurcado con larga tradición bibliográfica, las contradicciones y crueldades del capitalismo.
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¿Se acusa una hipocresía? ¿Se señala una doble ética? Lo limpio, lo bueno, lo bello oculta comida grasosa, explotación, miserias de todo tipo.
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Doble culpa, entonces. Por un lado, se sienten superiores a la mujer mogólica. Es probable que lo sean. Por el otro, se siente superiores al trabajo manual, que nunca hicieron.
19.
No puedo soltar la mirada del progresismo. Ahí hay algo más, ahí siempre hay algo más. Para esa mirada el trabajo manual no dignifica. Menos aun a un mogólico. ¿Por qué? ¿Logran identificarse con el retardado e imaginan su humillación? ¿Fantasean ese tipo de riesgo para ellos?
20.
McDonald´s, como dijimos, pone lo suyo. Un contorno multinacional y seriado, agresivo, invasivo, obeso, que se concreta es una especie de enemigo maligno, síntesis del oprobio.
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Pero hay algo más. Cuando el progresista de Facebook que odia a McDonald´s entra en McDonald´s siente en su piel un malestar. Hay una pérdida, una amenaza que se cumple. Como la idea elevada que el progre tiene de sí mismo está en su imagen, la masificación que propone McDonald´s lo desnuda. Hay una máscara que cae, es derribada. La individualidad es atacada por el entorno, por la decoración, por la comida, por el vestuario de los empleados. McDonald´s nos recuerda, primero, que vivimos en un mundo cosificado donde no somos únicos y donde nuestra vida interior no vale una mierda, y sobre todo que nuestra unicidad, que adoramos y cultivamos con esmero, puede ser una fachada rústica y débil. ¿Cómo podría acomodar el progre su deseo entrenado para el narcisismo a ese contexto? Sabe que no va a poder, que su capacidad y su confianza ontológica será derrotada. Así que opta por no entrar y agredir. El progre de Facebook agrede una cadena de restaurantes con un cadena de mensajes digitales. Esa es la escena neurótica. No agrede poniendo una bomba en un banco, desde luego. Se dio cuenta de que eso no funciona.
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¿Cómo luchar, entonces, contra las emanaciones rutinarias del Gran Capital? Acorralado, el facebookero combativo murmura, acusa, denuncia y arenga. ¿Pero fuera de la computadora? Cabandié, hombre orgánico del progresismo kirchnerista, opta por la ley, propone y logra reducir las porciones de papas fritas. Otro de esa línea, les promete a sus hijos llevarlos a Disney de vacaciones y los termina usando para hacer un documental en La Habana sobre el comunismo cubano.
23.
¿Por qué la corrección política y el repertorio de temas del progresismo circulan con tanta fruición por las redes sociales? Quizás podamos pensar a Facebook como un experimento moral. En todo caso, también es visible su costado anti-progre, fascistoide, totalitario.
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“Compartan, difundan y denuncien.”
25.
En mayo de este año, empleados de un McDonald´s de San Justo le dijeron «Gorda lechona» por el sistema de audio del local una joven excedida de peso. La mujer presentó una denuncia. Trascendieron algunas de sus declaraciones: “Estoy con ataque de pánico, se me paralizó parte del rostro y tengo presión alta.” Como algunas instancias del capitalismo, McDonald´s puede ser un lugar refractario a espíritus sensibles.
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En junio, parece que una mujer de apellido Wang quería comprar un helado en un McDonald´s de la ciudad de Kaohsiung, al sur de Taiwán. Pero un gerente llamó a la policía e informó, con voz de denuncia, que una persona sin hogar estaba molestando a los clientes. El personal del restaurante le pidió a la Policía que echara a la señora Wang, pero la mujer “no mostraba ningún comportamiento inadecuado.” El hecho trascendió. De ahí saltamos a la sede de McDonald’s en Taipéi la Fundación Taiwanesa del Síndrome de Down exigiendo que la compañía se disculpara por tratar de manera discriminatoria a personas con discapacidad mental. La escena estaba compuesta por unos cincuenta manifestantes en la calle mostrando pancartas que decían «Queremos la verdad, queremos una disculpa.» McDonald’s se disculpó.
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Taiwán y San Justo. ¿El ambiente debe estar controlado con eficiencia? ¿Eso es lo que se pide?
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«Queremos la verdad, queremos una disculpa.»
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Me gustan los mogólicos como grupo social. Me siento identificado. Me gustan mucho más que otras minorías. De hecho, hay algo que une a la minoría mogólica con la muy perseguida minoría irónica, a la que pertenezco.
30.
¿Contradicciones? ¿Paradojas de un destino común entre el oficio de escribir y los deficientes mentales? Más bien digamos que compartimos inflexiones.
31.
Imagino la redacción de un diario pequeño íntegramente formada con mogólicos, y también un McDonalds atendido únicamente por mogólicos. En ese McDonald´s nadie limpiaría los baños porque sería considerado un trabajo humillante. En el caso de la redacción la diferencia se notaría en las fotos y en el diseño apenas un poco más extraviado que de costumbre.
32.
En los fondos de pantalla de las computadoras habría reproducciones digitales del “Retrato de Lady Cockburn con sus tres hijos” de Sir Joshua Reynolds. Y Observations on an Ethnic Classification of Idiots del médico británico John Langdon H. Down se leería como una crónica de Juan Villoro.
33.
Pese a todas estas coincidencias la película Anita me decepcionó. Protagonizada por una actriz con sindrome de down, en Anita la violencia es exterior y solapada, nunca interior y cotidiana. Y el ambiente es melancólico. Uno de los grandes aciertos de la película se ubica lejos del mundo mogólico: Norma Aleandro muere enseguida. Por desgracia la trama impide que se muestre el cadáver.
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Copio una sinopsis: “Anita es una chica que padece Síndrome de Down y vive con su madre en el barrio del Once. El 18 de julio de 1994 el atentado a la Mutual AMIA cambió su vida para siempre. Anita no entiende qué ha pasado, sólo recuerda que su madre salió a hacer un trámite y de pronto la tierra tembló. El ruido la asusta y decide salir de su casa, se pierde en la gran ciudad donde comienza una larga odisea. Ella no sabe qué ha sucedido, no sabe que la están buscando… No podrá comprender lo incomprensible.”
35.
El mensaje de la película parece ser que la explosión de la Amia es mucho más terrible que cualquier falla genética. (Imagino una película actuada por mogólicos, filmada por mogólicos, editada por mogólicos, y me genera mucho más interés y confianza que Anita.)
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Tampoco siento empatía por la mogólica que dibujó los números de las camisetas del Barcelona y River Plate. Cualquier civil podría haberlo hecho igual o mejor. ¿Qué jugador de fútbol, qué deportista que se precie de cruzado moderno, usaría una casaca tocada por la mano de un retrasado? ¿Qué hincha compraría esa remera de la corrección política que podría dar pie a los más previsible insultos? En la aceptación del diferente el mundo posiblemente mejora y también se mimetiza con aquellos a quienes cobija.
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El gran ejemplo de esta concientización contranatura –¿existe otro tipo de concientización?– ocurrió hace unos meses en Valladolid.
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Cito de La Nación del miércoles 31 de julio de 2013: “Emocionada, Ángela Bachiller se convirtió esta semana en la primera concejala con síndrome de Down de España. El pasado lunes, juró su cargo en el Ayuntamiento de Valladolid, que la recibió con fuerte expectativa por su «valentía» y sus 30 años de lucha por la normalización e integración. La imagen de la joven auxiliar de administrativo sentada en los escaños del PP del Ayuntamiento de Valladolid, con su recién estrenada medalla de concejala al cuello, ha sido la de la normalidad, la de la igualdad, la de una edil más, «preparada, educada, discreta», como la definió su madre, Isabel Guerra.”
39.
Una mogólica concejala del Partido Popular. ¿Qué piensa de esto Aznar? ¿Y qué pensaría Franco? Lo que hay que reconocer es que le ganaron de mano al PSOE. Acaso el PSOE ya lo haya logrado sin tanta autocelebración.
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“Preparada, educada, discreta.»
41.
Pensamos a los mogólicos a nuestra imagen y semejanza. No, mejor: pensamos a los mogólicos como queremos que sea percibida nuestra imagen, por arriba de nuestras semejanzas.
42.
Busco en la web más información y noto que la mogólica de Valladolid nunca habla. No es registrada, no es mostrada, no es mediática. Habla la madre. Ella no. Aceptan, entonces, los españoles de Valladolid ser dirigidos por una mogólica pero no la ponen frente a las cámaras.
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Al final, la encuentro. Aparece unos segundos para decir que está “emocionada”. Es la única que dice algo honesto, que habla de sentimientos, mientras los demás hablan de “normalización.” Dios la cuide.
44.
Imagino unas Naciones Unidas llenas de mogólicos ocultos. Luego una glasnost donde los dirigentes del mundo descubren el hecho y empiezan a ser insultados por los mogólicos dirigentes.
45.
Una guerra mogólica también sería digna de contarse.
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La cúpula de generales mogólicos deciden que “ya fue suficiente” y lanzan la Operación Cromosoma. Los misiles vuelan hacia sus objetivos. La destrucción es total. La humanidad perece.
47.
Después del final, sobre la tierra arrasada por las bombas nucleares, en un mundo normalizado por la entropía, bienpensantes andrajosos quizás puedan escribir sobre una pared con un carbón radioactivo: “Teníamos buenas intenciones.” Posiblemente un simio mutante con la disposición genética alterada agregue abajo “hijos de puta.”
48.
El 31 de octubre pasado el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, (INADI) asegura que calificar a alguien de “mogólico” no es un acto discriminatorio.
49.
En abril, el licenciado en filosofía José Luis Rasente denunció a Juan Pablo Feinmann ante el INADI por el uso de la palabra “mogólico” como adjetivo descalificativo.
50.
En un artículo periodístico Feinmann había escrito: “El primer peronismo tuvo una clara base ideológica. Reside en esta Constitución. Se la puede buscar también –más tenuemente– en los Apuntes de Historia militar de Perón y en sus clases de Conducción política. Los actuales nucleamientos jóvenes del peronismo deberán buscar ahí las fuentes del justicialismo. Tanto en el texto de la Constitución del ’49 como en el Anteproyecto de la Reforma de la Constitución (Partido Peronista, Buenos Aires, 1949). También en: Arturo Sampay, Constitución y Pueblo, Cuenca Ediciones, Buenos Aires, 1973. Texto que Sampay publica bajo el ala protectora del camporismo. Y –si me permiten– uno de los mejores análisis de la economía peronista está en el libro del militante comunista Juan Carlos Esteban, Imperialismo y Desarrollo Económico, Editorial Palestra, Buenos Aires, 1961. Aconsejo buscar estos textos, publicarlos y estudiarlos severamente y dejar de lado ese fárrago seudofilosófico de La comunidad organizada, texto ante el que se prosternaban en los setenta los Demetrios y Guardia de Hierro, o sea: el peronismo mogólico. Texto que pertenece más –mucho más– a Nimio de Anquín (buena persona, pero católico tomista y discípulo de monseñor Octavio Derisi) que a Carlos Astrada.”
50.
Aunque de una precisión, síntesis y utilidad incomparables, el concepto de “peronismo mogólico” no agradó a Rasente, padre de un menor mogólico que explicó: “Tengo un Hijo, Pablo, como único conviviente desde los seis años, Discapacitado Mental Severo/Grave, y habiendo leído a Foucault, sabemos que el significado de Mogólico, transformado en significante en tales circunstancias tiene que ver con discursos hegemónicos, discriminatorio y negador en este caso de la condición de sujeto portador de ‘diferencias’, las cuales no es Ético ni Legal, cuales quiera que ellas sean como una cuestión que menoscaben su condición Humana Plena.»
51.
Un filósofo habla de imperialismo y desarrollo económico, otro filósofo le responde con desgraciadas de su vida privada. Pablo se ríe.
52.
Siete meses después, el INADI relativizó la queja de Rasente. “Las expresiones analizadas no configuran un acto discriminatorio”, sostiene el dictamen 433-12, firmado por la asesora legal Virginia Giménez y el director de Asistencia a la Víctima, Julián Díaz Bardelli. Sin embargo, también se recomienda que “en adelante, adopte el recaudo de evitar el uso del término cuestionado y otros asimilables.”
53.
Esteban Fuertes, exjugador de Colón de Santa Fe, no tuvo tanta suerte. Se lo acusó y denunció por usar de manera denigrante el término “mogólicos” dirigiéndose a jugadores de Racing. El delantero terminó pidiendo disculpas públicas por su exabrupto.
54.
Los administradores de la fe mogólica entonces pueden estalinizar al deportista de un equipo mediotablero pero todavía no logran doblegar al filósofo oficialista. Tiene su lógica. Por otra parte, la categoría “peronismo mogólico” bien vale un ascenso de categoría.
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Así las cosas, ¿qué pasa cuando es la presidenta Cristina Fernández de Kirchner la que advierte, en otro cruce entre administración pública y deficiencias cromosómicas, que «el Estado no es mongo«?
56.
La conciencia a veces es opaca, casi siempre es cara y como un embudo engrasado funciona en una sola dirección.///PACO