Malena Schnitzer (@malenissima) es actriz. Parte de su juego de representaciones pasa sobre escenarios de obras como Impalpable, inspirada en los temas y las preocupaciones del escritor Manuel Puig, y en Singular, en la que una mujer se encuentra repentinamente en un mundo que se desvanece. Otra parte está en Twitter, donde @malenissima combina lo humorístico y lo trágico en un registro donde la puerilidad habitual de las redes sociales queda inevitablemente trastocada para -basta leer alrededor y en contexto- empezar a provocar un efecto distinto.
¿Hay alguna relación entre la fascinación de Manuel Puig con la «fama» como redención de lo cotidiano y la «fama» como redención del anonimato en las redes sociales?
El estrellato en las cámaras, las estrellitas en Twitter, como si hubiera siempre un star system dando vueltas. Quizás haya una continuidad, pero creo que las ficciones salvan más allá de la fama y la tecnología, solo por permitir una posibilidad diferente a la verdad. De todas maneras, me da la sensación de que ese límite entre realidad y ficción, si es que existe, es más débil que en tiempos de Puig, las cosas están más superpuestas. No compongo un personaje a la hora de usar las redes. Me parece que quedé más bien atravesada por una estética blogger de diario íntimo que no garpa en absoluto pero que no puedo evitar. A la vez entiendo que, a pesar de todo (de que no haya fama), se arma un relato. Temitas y personas de la vida real (?) que en la virtualidad (?) se pueden leer como intentos de personajes y tramas. La fábrica de hombreras de una familia de los 80. Un padre gay. Pero porque son recortes, qué sé yo. En otro sentido, la gente va al teatro y busca cierto tipo de «verdad» en la actuación, de creencia, que tal vez se la podés dar al espectador sólo a partir de un gesto. Mirás más o menos así y entonces ya es «creíble». Del mismo modo, yo puedo leer en algunos favs y retuits un gesto amoroso (y el amor también redime).
¿Cómo dirías que se «representa» un mundo y una realidad extrañados en Singular?
En el caso de Singular, el extrañamiento no quedó del lado de la actuación, por suerte. Es cierto que la propuesta tiene algo onírico, enrarecido: una mujer que llega a su casa y se encuentra con una versión de sí misma. Dos iguales que toman distintas decisiones, tal vez porque son de tiempos diferentes -ni idea, estamos probando las razones-. Pero acá hay otros dispositivos que entran a escena más allá de los actorales, básicamente para librarnos del «Quién sos, qué pasa, no entiendo nada». Por ejemplo, hay una puerta que se mueve, gira, medio tren fantasma del Ital Park. Entonces la actuación puede hacer lo suyo, desarrollarse con más libertad sin la presión de tener que representar ni explicar nada. Esta vez también fue necesario componer algo a dúo, y eso fue divertido, encontrar qué generaba actoralmente otra actriz para, directamente, copiarla.
¿Cuáles son las coordenadas importantes del teatro off en Buenos Aires?
Una hipótesis posible es que algunos directores empezaron a entrar en los circuitos oficial y comercial, a la vez que siguen presentando obras en el off. Del mismo modo, hay actores famosos actuando en salas del Abasto, y muchos actores de teatro trabajando en el prime time televisivo. Eso está bueno porque legitima los circuitos y genera una suerte de confusión en el público que le viene bien al panorama teatral, lo moviliza. También pasa que una señora lee una crítica de una obra del off en un diario, va con su tapado y su marido al PH devenido teatro, ve la pieza desde una grada, y después comenta en las redes: «muy lindo el teatro o lugar (sic)». Me da la sensación de que el «público del off» -básicamente nosotros, los mismos que lo producimos- es el que se anima menos a darse una vuelta por el mainstream, hay algo más conservador y prejuicioso ahí. Al mismo tiempo, parece que hubiera muchos «offs». Hay una línea que se va mainstreamizando. Directores que hacen obras que saben que van a funcionar si agarran tal o cual temática, salas del off que encontraron el yeite sin importar la programación.Todo eso construye una estética también. Y también están el off que quiere ser una película indie. El off que quiere ser moderno. El off que es lo que fue saliendo. El off que se repiensa a sí mismo. El off que estrena cada dos por tres, o el que ensaya dos años antes de estrenar. El off del off. Puede ser que en las producciones independientes haya algo de lo colectivo que guíe la estética, algo del trabajo en equipo, menos personalista, pero no sé si se puede hablar de una estética binaria.
¿Cuál fue el camino que hiciste hasta la actuación?
No sé cómo llegué a la actuación. Siempre fui melodramática, me parece que no me quedó otra. Empecé en el Rojas, de adolescente, pero arranqué posta en El hormiguero, un estudio que tenían Claudio Quinteros, Ignacio Rodrigez de Anca, Lorena Barutta y Fabiana Mozota. Ese espacio fue como mi casa durante varios años y entendí que era en la actuación, en el teatro, bah, donde había algo que me movilizaba, no como un «hobbie» sino que se trataba de un trabajo, complejo, que podía tomarme por completo y que me era necesario. Después entrené con Cristina Banegas, Alezzo, Cecilia Blanco, Alejandro Catalán, Vivi Tellas. Con cada uno toqué fibras distintas. La formación genera conciencia y registro de lo que das en escena, de cómo usar eso más inteligentemente, etc., te da recursos. Aunque seas de madera, a fuerza de voluntad. Pero más allá de lo técnico, por sobre todo, creo que abre caminos estéticos, posibilidades creativas, digamos. Cada maestro propone un universo sensible particular y eso es inspirador. Me interesa formarme con gente que me abra posibilidades en ese sentido, es lo que más me atrae. No sé si hay otro modo de generar un campo para producir tu propio material -y no pienso en otra forma de actuar que produciendo material propio- que probando siempre más allá de lo puramente intuitivo.
¿Dónde está hoy el mejor nivel de actuación: cine, televisión o teatro?
No creo que la buena actuación esté instalada en un solo lugar. Cada soporte tiene sus características y requiere formas particulares. Tampoco creo que la buena actuación sea una responsabilidad exclusiva del actor, depende también de quién esté del otro lado dirigiendo el trabajo, midiendo qué es mejor para la cámara, o bien para el ojo y el oído del público que mira una obra. Y al menos en teatro, depende también del resto de los actores con los que trabaja, de la puesta en general. Me interesa el trabajo de los actores en ese contexto. Lo que hacía Sebastián Mogordoy en Trabajo para lobos, o Valeria Lois en Paraná Porá. Facundo Aquinos, Julián Cabrera, Facundo Livio Mejías en Sudado. Laura López Moyano en Ala de criados, o en Mujer armada, hombre dormido. Los actores que pasaron por Amar, de Alejandro Catalán. Las actuaciones de Parte de este mundo, las de El tiempo todo entero, lo que propone actoralmente el grupo Krapp. Me interesa lo que construyó Leticia Mazur en La lengua, lo que hace Laura Névole en Trópico del Plata. Y más. Hay muchos actores tremendos haciendo cosas que dan ganas de seguir viendo/////PACO