Ansiedad


Lo que los terraplanistas creen

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En 1877, Peirce dijo que “creer guía nuestros deseos y moldea nuestras acciones”. Así buscaba indagar en las formas de establecimiento de la opinión, y en este sentido, distinguió cuatro procedimientos: la tenacidad, la autoridad, la metafísica y la ciencia. El fundador de la semiótica le concede “ventajas relativas” a cada uno de estos procedimientos, pero advierte que el método científico es el único que “pone como presupuesto la noción de lo real, es decir, de algo permanente y externo”. La ciencia, por lo tanto, implica concebir “una realidad objetiva y, además, racional”, y busca acercarnos de esta manera a la verdad. No obstante, el resto de los métodos todavía conviven entre nosotros. ¿Y acaso que sean menos racionales significa que no buscan necesariamente la verdad? Para acercarnos un poco más a este problema, pensemos ahora en los terraplanistas. 

El documental Behind The Curve, disponible en Netflix, tiene un título sugestivo en español: Tan plano como un encefalograma. Behind The Curve cuenta con dos ventajas. La más importante es que no es extenso, ya que en solo una hora y media explica el auge de los terraplanistas en Estados Unidos, y la segunda es que nos permite relacionar los métodos de fijación de la creencia que propuso Peirce con algo “tan plano como un encefalograma”.

El primer método de fijación de la opinión, entonces, es la tenacidad, que implica que una persona “aparta sistemáticamente su pensamiento de todo aquello que pueda conducirlo a un cambio de opinión”, como explica Peirce. Ahora bien, ¿esto es racional? Bueno, en realidad todos usamos este método cotidianamente, aunque nos da algo de pena admitirlo. Por ejemplo, repetimos una rutina porque creemos que eso nos dará mejores resultados, así que si tengo un examen, entonces estudiar de determinada manera me hace creer que voy a aprobar. De hecho, es aprobar lo que nos hace insistir con ese método ¿Así de fácil? Sí, y seguramente todos lo aplicamos en distintos órdenes de nuestras vidas. Entonces volvamos a los terraplanistas.

En Behind The Curve se evidencia muy bien la aplicación del método de la tenacidad en casi todas las historias. Pero merece un lugar destacado el caso del autodenominado “ingeniero” Bob Knodel, un expiloto con experiencia en ingeniería y miembro de Globebusters, un canal de terraplanistas de YouTube que intenta probar mediante experimentos que la Tierra no es redonda. La tenacidad del ingeniero es algo a destacar: gastó 20.000 dólares en un giróscopo láser con la idea de refutar la hipótesis de la rotación de la Tierra (spoiler alert: no sólo el experimento no da el resultado que él esperaba, sino que da justo 15º por hora, que es lo que establecen los científicos). Sin embargo, este hecho fáctico es definido por el ingeniero como “un problema”, que en su caso apenas generó la necesidad de buscar “más información para probar lo que piensa, ya que no es irracional”. 

Muy bien, ¿qué diría Peirce sobre este ingeniero terraplanista? En principio plantearía que la creencia constituye una guía para la conducta, es decir, una especie de GPS que nos permite decidir cómo proceder ante la vida. De este modo, la creencia es un estado relajado que nos da satisfacción y que, por lo tanto, evitamos alterar o cambiarla de forma abrupta. El ingeniero actúa a los ojos de Peirce de una forma legítima: intenta escapar de ese estadio de insatisfacción que produce la incerteza para alcanzar el placer que genera su propia creencia. La verdad o no de la creencia no es el asunto relevante, y por eso Peirce aclara que es una impertinencia tratar de convencer a alguien de que su método es irracional. Lo único que vamos a lograr es que admita que tenemos un método distinto. Sin embargo, la persona nunca aceptará que el suyo está equivocado. 

Antes que empiecen con las críticas, sepan que el propio Peirce fue muy cuestionado por sostener esto. No obstante, lo que buscaba era un ejercicio de razonamiento: tratemos de no tildar de loco al que piensa distinto. Primero hay escucharlo y tomar sus argumentos en serio, aunque crea que la Tierra es plana. En tal caso, la solución llegará con el tiempo, solo hay que esperar que la propia persona advierta que existen otros métodos con mejores resultados. Peirce estaba convencido de que esto iba a producirse ya que preexiste un impulso social en la especie humana que lo favorece: el conocimiento colectivo basado en el método científico.

Ahora pasemos a la fijación de la creencia por autoridad. Como el nombre bien lo expresa, esto implica atenerse a la opinión “so pena de ser castigado”. Voy a aprovechar la idea para poner en cuestión otro punto complejo: cuando desde la ciencia se busca el “exterminio” del incrédulo, ¿acaso no se está ejerciendo una especie de autoridad castigadora al decirle a una persona que piense lo mismo que yo creo? En el documental se muestra a Neil deGrasse Tyson, una especie de discípulo de Carl Sagan (aunque muchos tenemos nuestras reservas) gritando a cámara que “la Tierra no es jodidamente plana”, y tirando un micrófono para demostrar la teoría de la gravedad. Didáctico y belicoso, sin duda, pero aun así incapaz de hacer parpadear al más débil de los terraplanistas ¿Una remera de la NASA te da autoridad suficiente para minimizar o ridiculizar la creencia del público? En el documental se responde que no, e incluso se advierte que este es un problema desde el lado de la ciencia, ya que llamar “tontos” a los terraplanistas es “el peor escenario”. Por un lado, podría generar una grieta entre científicos y el público, además de empujar a la marginación a muchas personas (que tal vez sí sean algo limitadas). En el mejor caso, tal vez sea hora de que quienes se suben a un escenario a dar una charla TED, con sus lentes de marcos gruesos, sus chupines de colores y sus voces aniñadas, contemplen que el método de autoridad, que si bien fue el más utilizado en la historia de la humanidad, no logra siempre el mejor resultado. Pero volvamos al problema de los terraplanistas.

El método metafísico, por su lado, establece “las creencias mediante un libre examen de las nociones, adoptando aquellas que producen en el intelecto un sentimiento de evidencia y de libre adhesión”. Uno de los terraplanistas más famosos es Mark Sargent, un “influencer” dentro del movimiento. Behind The Curve se centra en su historia y en su impulso de creer que la Tierra es plana, lo cual genera un efecto agradable a su razón o, como se dice en la actualidad, un “sesgo cognitivo” que nos fomenta a vincularnos con personas que piensan lo mismo que nosotros para lograr dicha satisfacción. Es así como Mark logró con su canal de YouTube congregar a miles de terraplanistas desde 2015. El “influencer” narra su fascinación por las teorías conspirativas, su aversión a las matemáticas y cómo se inclinó a creer que vivimos en un planetario o terrario gigantesco cubierto por una cúpula. Asimismo, recurre a la película The Truman Show para demostrar que todos vivimos en una mentira. Básicamente, este es todo el método metafísico que Mark necesita para vivir convencido de que la Tierra es plana: “confiar en sí mismo”

Por último, Peirce define a la ciencia como aquello que debe basarse en la creencia de que existe algo exterior a nosotros: la realidad. En este sentido, coexiste una creencia final que todos pueden compartir, que nos tranquiliza y genera satisfacción. A eso podemos llamarlo nuestro método científico. No obstante, desde esta concepción, todas las creencias quedan convertidas en hipótesis, ya que no hay verdades eternas. Volviendo a Mark Sargent, resulta llamativo el momento en el cual viaja a experimentar el eclipse total solar que se vio de costa a costa en Estados Unidos el 21 de agosto de 2017. Para eso, decide ir a la franja que llega a un 97 por ciento del eclipse, sobre todo para no amontonarse con muchos fans de la ciencia que estarán en la zona del 100 por ciento, aunque nada de esto impide que quede maravillado con el evento astronómico en sí, que va en contra de su creencia. Por supuesto, como algunos saben (a excepción de los terraplanistas), los eclipses totales de sol son el oscurecimiento de una zona del planeta Tierra en plena luz del día producido cuando la Luna oculta al Sol, ya que se encuentran alineados.

Este evento, que el terraplanista estrella no puede admitir bajo su sistema de creencias, lo sorprendió al punto de disfrutarlo, aunque sin hacer mención al detalle de que se trataba de una amenaza radical a sus convicciones. Claro que un eclipse total de Sol es uno de los eventos naturales más maravillosos que existen, al punto que ni los terraplanistas pueden dejar de asombrarse. ¿O sí pueden? Los seres humanos podemos oscilar entre distintos tipos de métodos de creencias, pero la ciencia es el método que nos deja boquiabiertos y que, aunque en muchos casos sea anti-intuitivo, explica lo real de la mejor manera. El conocimiento, entonces, es una construcción, y tiene la capacidad de transformar la realidad.

A esta conclusión llegaron desde la corriente pragmatista norteamericana, que tiene como principal referente a William James (el hermano mayor del escritor Henry James) que, según cuenta la leyenda, dio nombre a este movimiento por el aporte teórico que Peirce realizó durante su participación del Club Metafísico de Cambridge, allá por la segunda mitad del siglo XIX. Ahí se planteó el rechazo de una concepción “representacionista del conocimiento” para establecer que la relación entre creencias y el mundo no es una copia pasiva sino una viva adecuación práctica. Creer, por lo tanto, no es un acto abstracto. Es concreto, y es parte de nuestra vida. El Club Metafísico seguramente excluiría a los conspiranoicos congregados tras la idea de la Tierra plana y, como lectores de los grandes pensadores griegos, les pedirían que paren de hacer experimentos y gastar miles de dólares en láseres cuando ya Eratóstenes de Cirene (que vivió entre el 276 y 194 antes de Cristo), apenas con el sol del mediodía y conociendo la distancia entre Siena y Alejandría, calculó con bastante precisión la circunferencia de la Tierra hacia el año 240 antes de Cristo. Lógicamente, antes de decirles locos, me imagino también que Peirce sería el único integrante del grupo que toleraría escuchar sus creencias, por más disparatadas que nos resulten a todos los demás y exhortaría en que la comunidad de investigación debe permitirse además de fortalecer la apertura a la crítica para que la ciencia no caiga en un método de autoridad, tenacidad o una mera metafísica////PACO

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