Por Juan Terranova
[El pasado miércoles 22 de mayo, Juan Carlos Toressi inauguró su muestra Solidaridad en el bardo en la galería Naranja Verde. Para la ocasión Rodolfo Marqués imprimió cien plaquetas numeradas con este texto. El artista ilustró cada una con un motivo diferente.]
1. Pongo la foto de un obra de Toressi en mi muro de Facebook y enseguida hay comentarios. Los comentaristas discuten. Torresi se ríe pero no aparece. Es como un chico que, desde un segundo piso, le tira un balde de agua a un tipo que pasa y después se esconde. El viandante sabe que existe un responsable pero no lo ve.
2. Capaz que Toressi le tiraría otra cosa. Un zapato, por ejemplo. Una planta de lechuga, un tomate.
3. Toressi me escribe un mail que empieza así “jajajajajajajajajajajajajaj”. Enseguida agrega “estás peor que yo, hermano”.
4. Toressi me manda fotos de fruta negra.
5. Un obra de Toressi: El cartel de contramano rojo pintado sobre un fondo blanco. Abajo dice: “Cómo llega uno a pasear un perro llevando una bolsita para la caca?”.
6. Toressi me confiesa que está enamorado de una odalisca.
7. Otro mensaje de Toressi: “Me divirtió mucho el bardo que tuviste ante la propuesta de romperle el culo a una fulana”. El mensaje termina así “jajajajajajajaja”.
8. Toressi me viene a visitar y me habla de su vida y de su obra. Me dice que se encuentra mucha gente que le dice que no tiene “que explicar su obra”. La respuesta es un cartel, prolijo y estilizado, construido con la técnica del fileteado porteño con la frase “Váyanse a la puta que los parió”.
9. Un muñeco adelante de un inodoro. Abajo dice “Esas pajas de dorapa en la casa de los viejos”.
10. Le quiero comprar una obra. Me la regala. Me cuenta que cuando termina de exponerlos, agarra sus cuadros y los rompe. Los que funcionan, los que no funcionan, los que gustan, los que no. “Rompo todo, así que te lo regalo” dice y agrega un “Yo qué sé” al final de la frase, a modo de cierre.
11. La obra que me regala Toressi es una retrato de Videla, fileteado y luego vandalizado. Está pintado sobre una madera apaisada pero en forma vertical. Eso lo hace más raro. Arriba dice “Justicia”, abajo, “Mi hermana se transó un represor”. Toressi me cuenta que es una obra autobiográfica. La muestra donde expuso ese cuadro se titulaba “Conchuda” y estaba dedicada a su ex mujer. “Y a todas las conchudas de mi vida”.
12. Toressi me escribe y me dice que la muestra nueva se va a llamar “Solidaridad en el bardo”. A los diez días llueve y se inunda La Plata. El agua tapa las casas, desposeídos y viejos se ahogan, en la Ciudad de Buenos Aires un operario del subte muere electrocutado. De forma espontánea, comienza la maquinaria de donaciones impulsada desde la televisión, que pone en rotación permanente las imágenes del desastre. Después de esas imágenes terribles, se ven montaña de alimentos no perecederos, botellas de agua mineral en fila, cajas con pañales, colchones, voluntarios trabajando. La palabra “solidaridad” empieza a sonar como una música funcional que se repite. “Cuando queremos los argentinos somos solidarios” dice la televisión. “Toressi trabaja el mundo, lo moldea, porque opera en el lenguaje y en la comunicación” pienso.
13. Toressi despliega una antropología irónica de la vida doméstica donde el otro no es un indio, un japonés, un caníbal, un alien, un monstruo, un mutilado, un niño, un villero. En el universo de Toressi, todos son y somos lo otro. O mejor dicho eso “otro” se empieza a fundir con nuestra lengua y nuestro cuerpo. Nos avanza. Toressi describe ese avance, reproduce esas voces, desestabiliza y extraña los objetos –entre ellos nuestra lengua doméstica– para que podamos verlos por primera vez.
14. El aparato gnoseológico que utiliza Toressi para conocer y construir es mundano. Usa herramientas simples, sí, pero punzantes, eficientes. El resultado es aberrante, complejo y hermoso.
15. “A veces me preocupa más encontrar las llaves que al pobre de Julio López” me escribe Toressi. “Tenemos que pedir justicia por nosotros, justicia para nuestra neurosis” le digo.
16. “Primero encontremos las llaves, después buscamos a Lopez.”
17. Elaboro un concepto: la minoría irónica. La sociedad dominante nos discrimina. Lava sus culpas de corrección política. Le besa el culo a negros, judíos, putos, putas, travestis. Y a nosotros nos discrimina por irónicos. “No se rían” nos dicen. Por eso con Toressi pedimos justicia. Justicia para la minoría irónica.
18. Otro concepto: la banalidad del mal. ¡Cómo insisten con la banalidad del mal! Dale que te dale a la manivela con la banalidad del mal. ¿Y la banalidad del bien? ¿Y el mal de la banalidad?
19. Le escribo a Toressi: “López nunca va a aparecer así que estamos como hámsters pedaleando en una ruedita. Y si pedaleamos en la ruedita, al menos nos podemos reír un rato, putear un poco. Aparte, el hámster también lo está buscando a Lopez”. Nos reímos. Ja-ja-ja. “Y… ¿Viste? El chiste de velorio” escribe Toressi.
20. La picaresca para combatir la idea de muerte, la desprotección, la tragedia. Marshall Berman: “La seriedad moderna más profunda debe expresarse a través de la ironía”.
21. Le pregunto a Toressi cuál es el lugar que ocupa el amor en su obra. Se queda muy sorprendido con la pregunta. Hablamos de otras cosas, de sus inicios en la plástica como letrista, del hámster interior, de otros artistas, de la galería Naranja Verde, de cómo poner una bomba. Terminamos la conversación coincidiendo en que el amor es muy importante, fundamental. Buenos Aires, abril, 2013.///PACO