No es la primera vez.
Ha sucedido otras veces.
Es la bronca por las injusticias que se constatan cotidianamente mezclada con el recuerdo de tiempos felices y con la vocación por la dignidad. Los pueblos son el sujeto de la historia y cuando toman esa decisión sucede algo trascendente y transformador. Es difícil encontrarle una explicación de cómo sucede, dónde empieza. Pero lo cierto es que empieza y sucede.
Si revisamos nuestra historia podemos verificar que no es la primera vez. Arranca desde el corazón de cada uno. Es algo espiritual que todos empezamos a sentir como si fuéramos parte de un alma colectiva. Es que los pueblos tienen alma. Y, de pronto, en todas partes, en todos los pueblos y ciudades de nuestra Patria ese micoproceso empezó. Los peronistas empezamos a hablar en voz alta.
En el trabajo, en la cola de cualquier comercio, en el transporte público…
Antes los que hablaban eran los que sólo saben criticar, los incapaces de construir nada bueno, incapaces de acciones solidarias, de cultivar y fortalecer relaciones para una cultura del encuentro. Pero como si estuviéramos esperando el momento justo, de pronto, todos a la vez, empezamos a reaccionar. Es cierto, hemos escuchado que el peronismo es como un elefante al que le cuesta levantarse y ponerse en marcha.
Puede ser también que el resultado de las paso nos hayan sacudido y en algunos despertó esa conciencia nacional de la que nos hablaba Evita y a otros los despertó el temor de perder lo poco que les queda.
Lo cierto es que además de empezar a hablar en voz alta sentimos la necesidad de reunirnos, de encontrarnos; algo casi instintivo; por un lado como autodefensa pero al mismo tiempo como esa voluntad de vencer producto del amor a nuestro pueblo que aprendimos del General.
Escuchamos hablar de derechos, pero nosotros pensamos en obligaciones. No hay derechos si no hay previamente obligaciones. Los trabajadores lo sabemos bien, los derechos se conquistan y se defienden. Primero está la lucha y eso es lo que otorga derechos. Por eso los únicos privilegiados son los niños que tienen derechos sin obligaciones. Pero nosotros no, por eso preguntamos primero ¿qué vas a hacer vos por
nuestra patria?
Y otra vez, la reunión y la voluntad de vencer. Surge sólo, casi sin pensarlo; es evidente, para que esa voluntad se transforme en poder hay que votar en bloque. El peronismo tiene experiencia en eso. Lo escuchamos y también lo decimos: hay que votar a Massa. El poder se construye y se ejerce. Es un paso, sabemos que no alcanza. El General nos decía: no se vence con violencia, se vence con inteligencia y organización; la lucha política es un enfrentamiento de voluntades y para eso, esa voluntad colectiva debe organizarse. Y nos hablaba del movimiento, del centro, de las alas; una negociadora y otra más ofensiva, de vanguardia y retaguardia.
La Providencia quiso que un argentino se transformara en la mayor autoridad espiritual para toda la humanidad y que hoy nos marca el rumbo en esta Hora de los Pueblos. La palabra y los actos del Papa Francisco nos recuerdan la misión de unidad y solidaridad para todos los pueblos. Misión en que los argentinos siempre marcamos el camino. Pero necesitamos también organizarnos aquí en nuestra tierra. Aprendimos -porque nos lo enseñaba Evita- que en la historia hubo grandes pueblos y grandes conductores, cuando coincidían en el tiempo, los pueblos caminaban derecho al cumplimiento de su
misión y su destino. Necesitamos una conducción nacional reconocida por todos. ¿Será posible una conducción colectiva? Tenemos que intentarlo. Si la conducción se encarna será bienvenida. Con la ayuda de Dios nuestro pueblo en sus distintas etapas parió conductores como San Martín, Rosas, Yrigoyen y Perón. Después del 2001 con Néstor y Cristina parecía que ese proceso recomenzaba, pero no alcanzó. Pensemos por el momento en una conducción colectiva. Si aparece la persona, encontrará preparado el terreno. Una conducción colectiva es para el bien de todos, entonces tiene que ser con todos y sus conquistas tienen que ser mérito de todos. Tenemos que trabajar para que crezca de abajo hacia arriba, de la periferia al centro.
Peronismo es participación. En cada pueblo, en cada ciudad es necesario que todos participen. Trabajadores y empresarios nacionales, profesionales y estudiantes,organizaciones sociales,deportivas y culturales. El proceso empezó, los argentinos nos ponemos de pie. Cada familia, cada lugar de trabajo, de acción social o política tiene que ser ámbito de desarrollo de comunidad, de experiencia solidaria, de construcción de vínculos cada vez más sólidos.
El proceso empezó, surge la autoridad en cada comunidad. El servicio genera autoridad y esa autoridad es la que da legitimidad al poder. Y el poder se ejerce. El voto en bloque es expresión de ese poder. Massa presidente y boleta completa. Siempre lo hicimos así, siempre que desde adentro, desde las tripas, sentimos que estamos convocados a retomar el camino de la revolución en paz inconclusa que el General Perón inició. Todos estamos convocados al buen combate. Los que somos creyentes lo hacemos además con la alegría de la esperanza que no defrauda. ¡Viva la Patria!/////PACO