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La explotación laboral que viste a la moda

 

La explotación laboral en talleres textiles ilegales es una problemática que muchos conocen, otros ignoran pero que nunca nadie resuelve. Es una realidad con víctimas y victimarios. Que tal vez está muy cerca de nosotros, quizá a dos cuadras de nuestra casa. Y de la que todos de alguna manera somos cómplices, en conjunto con un estado ciego y empresarios aprovechadores.

En este momento es muy posible que estemos vistiendo alguna prenda que fue realizada a partir de la explotación laboral. Según estimaciones, se presume que el 80% de la ropa que se produce en Argentina se realiza en su totalidad o en parte de forma ilegal

Dentro de algunos días se va a estrenar Crónicas de explotación: una película documental que co dirigí con Andrés La Penna para Construir TV.  Una propuesta que buscó reflejar la temática desde diversas historias de trabajadores textiles que fueron explotados y hoy ya no lo son. Alejada de las notas periodísticas de denuncia, ésta iniciativa intenta armar una descripción de situación en primera persona, señalar las graves consecuencias de la problemática y a su vez observar caminos alternativos y exitosos.

Ronal, Alex y sus historias

La investigación comenzó en un predio de Barracas, en el Centro Demostrativo de Indumentaria (CDI) que depende del INTI y que cuenta con el apoyo de la Asociación La Alameda. Ese lugar fue la fuente de historias: las de diferentes trabajadores textiles que antes fueron explotados, y que hoy son integrantes de cooperativas independientes del rubro.

Así aparecieron relatos como el de Ronal: un joven músico boliviano que llegó a Buenos Aires para seguir los pasos de su mujer y su pequeño hijo, y que como tantos otros inmigrantes, no tuvo otra opción que comenzar a trabajar en un taller textil ilegal, con interminables jornadas y mala paga.

Salir del circuito de la explotación no le fue fácil: llegó a dormir debajo de un puente y para recuperar techo y comida, una y otra vez tuvo que prestarse a ser explotado en talleres de costura. Pero eso es historia del pasado, hoy forma parte de una cooperativa textil, y volvió a su mayor vocación que es la música.

Alex es otro joven inmigrante boliviano, que llegó al país en busca de oportunidades laborales y que fue tentado por falsas promesas de trabajo que hacían en Bolivia. En Buenos Aires se pasó un año adentro de un villa, sin salir por los miedos que le transmitían, y dedicado a trabajar en la costura en largas jornadas en talleres irregulares. Hoy ha logrado entrar al mercado laboral formal de la industria textil y ha conformado su propia familia.

Tragedia y desamparo

Otro de los testimonios que surgió en el recorrido fue el de Juan; un referente de un colectivo de trabajadores bolivianos que creció en un taller y que hoy lucha por los derechos de los inmigrantes en el sector.

La entrevista con él se desarrolló en la puerta de lo que queda del edificio donde ocurrió la tragedia de marzo de 2006: el incendio de un taller de costura ilegal ubicado sobre la calle Luis Viale en el barrio de Caballito, y en el que murieron una embarazada y cinco niños. Un hecho injusto y doloroso que marcó un punto de inflexión en la conciencia social sobre las graves consecuencias que puede conllevar aceptar este tipo de prácticas irregulares.

Allí vivían alrededor de 64 personas, de las cuales 38 eran niños que solían permanecer encerrados para no entorpecer la producción.  «Trabajábamos de 6 de la mañana a 2, porque como cobrábamos 70 centavos por prenda, todos queríamos trabajar mucho», afirmó uno de los costureros luego del terrible acontecimiento.

Fue también Juan en la misma entrevista quien señaló los motivos por los que muchas veces los inmigrantes aceptan este tipo de condiciones. No tienen ni conocidos ni facilidades en Argentina; y de esta forma solucionan trabajo, casa y comida.

Las salidas a ésta problemática no son simples. Tal como lo explicó el legislador Gabriel Fuks, se deben lograr leyes que certifiquen que las prendas no tienen trabajo esclavo, y que los empresarios y proveedores de ropa al estado lo garanticen. Pero al mismo tiempo es necesario encontrar un abordaje social que les permita a todos esos trabajadores encontrar una alternativa laboral legal que los ampare. No alcanza con prohibir y cerrar los talleres clandestinos: la problemática se debe resolver desde una mirada más amplia.

Sin derechos, con derechos

La explotación laboral es una de las facetas oscuras de nuestra ciudad; y también del sistema capitalista y de consumo. La excusa que hace que no genere verdadera acción y reacción de parte de las clases dirigentes o del consumidor promedio son los precios y la llamada competitividad. Bajar el costo laboral es la fórmula de los empresarios (de la ropa barata y también de la ropa de primeras marcas) para lograr precios más bajos (y/o enormes ganancias) a nivel local e internacional. ¿Es eso aceptable? No, de ninguna manera. Décadas de luchas han permitido construir un sistema de derechos y leyes laborales amplio y por sector; y es absolutamente inaceptable e ilegal que se desconozcan.

La diputada y socióloga Alcira Argumedo, también entrevistada en la película, opinó que así como los empresarios buscan bajar o reducir al máximo el costo laboral de los operarios, los trabajadores desde las cooperativas pueden eliminar el costo empresarial, al trabajar sin la figura de dueño o patrón. Ella considera que la actual crisis puede ser una oportunidad de cambio. El testimonio de Daniel, de la cooperativa Lacar (empresa recuperada), es un buen ejemplo del potencial de los operarios en la gestión de empresas. Sin embargo, tal como él mismo lo explica, no es fácil y el camino tiene infinidad de escollos. Uno de ellos es la competencia desleal de la producción lograda con trabajo esclavo.

Todos podemos exigir

Desde las formas empresariales tradicionales o desde las cooperativas, en todos los casos queda claro que la persona y sus derechos nunca pueden llegar a ser el factor de cambio o reducción. Al finalizar el recorrido iniciado en la investigación para esta película, concluyo que para lograr el fin de la explotación laboral, será fundamental la voz de los consumidores. Hacia el estado y hacia los empresarios: para que garanticen en toda producción los derechos de los que trabajan en el proceso industrial. Así como hoy las personas exigen a todos los actores del sistema la protección del medio ambiente, será necesario que los mismos consumidores que piden el cuidado del planeta, también reclamen la protección de las personas y sus derechos en todo tipo de  plan productivo. Y así, cada vez que compremos una prenda, podamos conocer su origen, su legalidad y si se fabricó según normativas laborales y de higiene. ¿Te preguntaste por la ropa que hoy te pusiste? Es hora de preguntar./////PACO