Alonso Arreola (México, 1974) es músico y escritor. En 2009 produjo junto a Michel Houellebecq 
Las partículas horizontales. Esta es una entrevista acerca de cómo se construyó ese vínculo entre artistas de idiomas y disciplinas distintas, sobre cómo esos lazos tensionan los sentidos de ambas producciones estéticas y sobre cómo fue la experiencia de trabajar junto a uno de los escritores más importantes de los últimos años.

 

La historia: a finales de 2008 hice contacto con Michel, después de leer La posibilidad de una isla. Para ese momento ya había transitado toda su obra, menos la poética, y me sentía conmovido; más aún: afectado, herido. Durante meses tuvimos una lenta y cordial conversación vía email. Le mandé mi discografía —físicamente— y un libro de mi abuelo (Juan José Arreola) traducido al francés (fue su Bestiario). Eso nos acercó más (su amigo Fernando Arrabal, por cierto, también le habló sobre mi abuelo) y, pese a su miedo de visitar un país tan violento como México (imposible soslayar sus experiencias durante el juicio alrededor de Plataforma), aceptó venir por vez primera para presentarse conmigo sobre un escenario. Se trató de un recital con catorce poemas (él eligió trece y yo uno, el que dio inicio al show: “Primero, el sufrimiento”) alrededor de los cuales utilicé mis bajos (con y sin trastes), sintetizadores, efectos, loops, acetatos y batería (mi hermano). Así, éramos tres sobre el tinglado más una pantalla con las traducciones al español. Fue un espectáculo de 55 minutos que preparé por meses con lectores amigos, pero para el cual sólo tuvimos un ensayo de 10 horas en mi casa, al día siguiente de que nos conocimos en persona. Lo llevamos a cabo en el festival Poesía en Voz Alta 2009 de la Casa del Lago Juan José Arreola (fundada por mi abuelo) y en la Feria del Libro de Oaxaca.

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Michel es mayor que yo por casi veinte años. Yo soy un hiperquinético verborréico con arranques napoleónicos cíclicos y él es un testigo silencioso, a veces encantador y mucho más inteligente y culto.

¿Afinidades? Es difícil articularlo. Michel es mayor que yo por casi veinte años. Yo soy un hiperquinético verborréico con arranques napoleónicos cíclicos y él es un testigo silencioso, a veces encantador y mucho más inteligente y culto que yo. Es un hombre cuya presencia está mitad construida por él y mitad por sus vacíos (que la gente rellena estúpidamente). Ambos somos inseguros desde polos opuestos. Sin embargo, me parece que hay coincidencias importantes: un desencanto romántico frente a la masa, una sed suicida de baja intensidad pero permanente, un pensamiento intelectual machista que necesita alcohol, sexo y la posibilidad del amor para mantenerse en un estado de “calma domada”. También, creo, coincidimos en el desprecio por el neoliberalismo cosificador (yo he hecho experimentos extremos gracias a los cuales he regalado más de 35 mil discos), en desconfiar de la percepción de realidad, en el horror que representa el turista de hoy… Asimismo, coincidimos en nuestro amor por los perros (ambos lloramos en Oaxaca recordando a los que nos dejaron: su Clement y mi Seymour). Finalmente, creo que coincidimos en que la poesía es el intento supremo (en algún momento de mi vida quise dedicarme a ella… pero como le dijo Octavio Paz a mi padre: “para ser poeta hay que vivir como poeta”, y a mí me ganó el rock and roll).

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Michel me dijo que no se sentía a gusto leyendo tras la pérdida de sus dientes. Su respuesta: “no me imagino ese espectáculo, pero si crees que funcionará iré con mucho gusto. Será bueno verte de nuevo”.

Sobre el objetivo de nuestro show (llamado Las partículas horizontales en alusión a su libro y un disco mío)… no lo sé… supongo que eran las simples y sencillas ganas de hacer grietas en la realidad y desestabilizarnos mutuamente generando una experiencia-sueño… me parece que somos de esos que buscamos ecos, resonancias misteriosas en otras personas; diálgos que se quedan bajo tierra sin necesidad de ser verbalizadas. Yo lo admiro mucho. No sé si él admire algo de mí. Pero intuyo que me ve como un lector honesto, como un extraño amplificador de sus ideas. Justo ahora estamos preparando un nuevo espectáculo. Se llama Concierto para Michel. Su estética es punk. La logística es compleja. Si logro articular los presupuestos lo presentaremos el próximo mes de octubre. Aún no se confirma. Él estará en el escenario, en una mesa, pero no leerá nada. Es una audiencia de uno antes de la audiencia de muchos. El grupo es un trío de punk con lectores francófonos (todos muy reconocidos en México). El concepto se me ocurrió cuando Michel me dijo que no se sentía a gusto leyendo tras la pérdida de sus dientes. Su respuesta: “no me imagino ese espectáculo, pero si crees que funcionará iré con mucho gusto. Será bueno verte de nuevo”. Ojalá se concrete. Finalmente hay que decir algo: yo estudié literatura y muchos de mis proyectos musicales se han relacionado con ella. Michel, por su lado, comenzó con la poesía y ve en el ritmo una fuente esencial de la escritura. Como lector en vivo es realmente notable. Escuchar su voz profunda mientras se le ve bailar levemente es un raro privilegio. Así las cosas, coincidimos en un mismo punto viniendo de las antípodas. Antecedentes como Presencia Humana, Preliminaires (Iggy Pop), lo que hicieron Carla Bruni o Jean Louis Aubert, dan prueba de la diversidad que permite el oído de Michel, que provoca la voz de Michel. Es un gusto sumarme a un grupo tan extravagante de lectores que, como tú con tu libro, han decidido dar el siguiente paso y expresarse. Pronto te mandaré una liga privada para que veas algo de lo que hicimos (el dvd se consigue en mi tienda online, administrada por la disquera donde estoy firmado: www.alonsoarreola.com/shop)///////PACO