Ansiedad


Hombres que esperan en sillones de shoppings

1. Era la noticia de color perfecta para la época de Navidad. “China: se suicidó tras cinco horas de compras con su novia”, fue el título que -palabras más, palabras menos- salió en la mayoría de los sitios de noticias. Tao Hsiao, cansado del consumismo de su pareja, saltó al vacío desde el séptimo piso y murió. Excepto que era mentira: sí, un chino de 40 años se suicidó en un shopping de Jiangsu. Pero el reporte inicial no decía nada de una novia. El supuesto motivo se fue agregando como un chiste en otros sitios de noticias chinos menos “serios”. Después lo levantó el Daily Mail. Y después el resto del mundo. En la era del fin de la verdad, cuando le creemos a quien queremos creerle, ¿importa que la noticia sea “falsa”? No. De hecho, es verdadera, porque podemos sentirnos identificados.

2. Pasé la noche del lunes 23 haciendo cola en el local de Palermo de A.Y. Not Dead. Una cola en la que tardaron una hora en darse cuenta de que -capaz- había que dejar pasar primero a una embarazada. Después pasé la tarde del 24 dando vueltas por el Abasto sin aire acondicionado. La gente se amontonaba sobre las puertas cuando los altoparlantes anunciaban que todo iba a cerrar a las cinco. A las dos cuadras, en Jean Jeaures, había un piquete como protesta por los cortes de luz. El piquete sigue ahí, con los containers en llamas.

3. “Hoy pertenecí, por algunos minutos, a la hermandad de los hombres que esperan a sus novias en la puerta del baño a la salida del cine”, tuiteó @snark84 hace más de tres años. Existe una hermandad parecida entre los hombres que esperan a sus mujeres sentados en los sillones de los locales de ropa. La revista Vice les dedicó una nota: “photos of sad guys being forced to shop”. Señores cansados, mal vestidos, dormidos o mirando el celular, derrotados, cargados de bolsas, encorvados sobre el primer sillón disponible. Todos fuimos uno de esos hombres. También fui, alguna vez, una de las mujeres que los hacían esperar, pero esa es otra historia.

4. El shopping es el no-lugar (gracias, Naomi Klein) paradigmático del siglo XX. Representa una era donde el homo sapiens debía desplazarse hacia un lugar físico para intercambiar su dinero por productos y servicios. Hoy, por suerte, es cada vez menos necesario. Hasta los sitios de ventas de productos -fabricados por mano de obra semiesclavizada- chinos llegan a los lugares más recónditos del culo del mundo, como Argentina. Hasta Amazon -creo- todavía llega. El 1 de diciembre pasado, la empresa anunció que planea inaugurar un servicio de delivery a traves de drones en menos de media hora. Un poco menos de lo que tardamos algunos en elegir un par de zapatos.

5. Falta mucho para que los robots derroquen por completo al regimen de los shoppings. El hombre, como animal de costumbres, sigue necesitando de algunos rituales. Y las mujeres y los hombres seguirán queriendo que sus parejas los acompañen a comprar un par de zapatos. No es, como me dijo una amiga, una venganza por años de patriarcado. Las esperas forzadas, en cambio, son el método que tienen las mujeres para inocular inconscientemente en el hombre el concepto de demora de la descarga. Y alguien tiene que sostener las bolsas.///PACO.