1
I
Grytviken es una estación ballenera abandonada ubicada en la costa noreste de la isla San Pedro, Argentina, y forma parte de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Sus coordenadas son 54°16′53″S 36°30′29″O y se encuentra a 2768 km de Buenos Aires, es decir, que para cualquier porteño está más cerca el límite norte de Jujuy que el pequeño asentamiento abandonado.
II
Ubicada en la caleta Capitán Vago, su nombre fue dado por el geólogo sueco Johan Gunnar Andersson, parte de la expedición sueca que viajaba en el Antartic, en 1902 y significa, en sueco o noruego, la “ensenada de la olla” o “bahía/puerto (viken)” de los “calderos o de las ollas” (gryt, gryte: caldero, marmita, olla), en referencia a las ollas abandonadas por expediciones anteriores en las que se hervía el aceite de focas y lobos marinos. Fue fundada el 16 de noviembre 1904 por Carl Anton Larsen cuando se instaló con la Compañía Argentina de Pesca S.A., en lo que fue la primera ocupación permanente en la isla deshabitada.
III
Carl Anton Larsen nació el 7 de agosto de 1860 en Østre Halsen, Noruega, y murió 64 años después, un 8 de diciembre de 1924, en el Mar de Ross, Antártida. Hijo del capitán Ole Christian Larsen y de su esposa Ellen Andrea Larsen (nacida Thorsen), a la edad de nueve años ya acompañaba a su padre en una pequeña embarcación cazando focas y comerciando en las aguas del Atlántico Norte. Fueron sus primeros pasos en el mar. Para la edad de veintiún años ya tenía el título de capitán.
IV
Entre 1894 y 1904 capitaneó los barcos de dos expediciones a la Antártida, destacándose su rol frente al Antartic en la famosa Expedición Antártica Sueca dirigida por el geólogo sueco Otto Nordenskjöld. Partieron del puerto de Gotemburgo el 16 de octubre de 1901 y arribaron a Buenos Aires el 5 de diciembre para luego continuar su rumbo al sur. Cuando atravesaron la caleta Capitán Vago, Larsen, que ya tenía experiencia en el rubro en los mares del norte, encontró que en Grytviken estaban dadas todas las cualidades necesarias para una operación ballenera: una gran abundancia de ballenas en sus cercanías, un puerto seguro, un sitio justo sobre el nivel del mar, apropiado para construcciones terrestres, y, lo más importante, una abundante provisión de agua dulce.
V
De la Expedición Antártica Sueca participó el explorador, militar y geólogo argentino José María Sobral, que registró su viaje en el libro Dos años entre los hielos. En sus propias palabras, el Antartic se trataba de un barco de “casco de madera de roble con ligazones de extraordinarias dimensiones” y fue utilizado en numerosas oportunidades como buque de exploraciones en Jan Mayen, Svalbard y Groenlandia. Respecto al alistamiento para expedición a la Antártida, Sobral destaca: “le habían reformado mucho la distribución interior, dándole comodidades que no tenían los comunes foqueros y que son necesarias para una expedición con fines científicos”. El barco Naufragó el 12 de febrero de 1903 al quedar atrapado entre los hielos del golfo de Erebus y Terror, en el mar de Weddell y al sur de la Isla Paulet.
VI
La Armada Argentina le había asignado a Sobral formar parte de todas las observaciones magnéticas, meteorológicas y oceanográficas que llevara a cabo la Expedición y que formara parte de toda comisión de detalle que se destaque con cualquier fin. El gobierno argentino, con el presidente Roca a la cabeza, le ofreció a Nordesnkjöld gratis carbón, agua y las herramientas necesarias para invernar por un año si su oficial se podía unir al grupo de invernada. En su libro Sobral describe sus emociones ante la oportunidad: “Mi ideal acariciado desde la niñez, se realizaba en ese momento, pues siempre fueron mis deseos hacer un viaje como el que iba a emprender. Había leído el relato de muchos exploradores polares y desde luego, no ignoraba los peligros y las penalidades que necesariamente tienen que sufrir los que van á esas regiones, pero, tenía completa seguridad en mi resistencia física y no dudaba de la moral”. Tenía solo 21 años.
VII
El 13 de febrero de 1902 el Antartic dejó en Cerro Nevado, Isla Seymour (donde se encuentra actualmente la base Marambio), a Nordenskjöld, Sobral y cuatro miembros más de la tripulación para que pasen un año en la Antártida. Lo que iba a ser solo un invierno, se transformó en dos ya que el Antartic nunca llegó a buscarlos. El barco debía recogerlos antes del próximo invierno tras su viaje por Malvinas e Isla San Pedro, pero cerca de la Isla Paulet fue atrapada por los hielos y la tripulación tuvo que abandonar el barco ante el inminente naufragio. Skottsberg, uno de los miembros de la expedición, anotó: “Estamos parados en una larga fila al borde del hielo y no podemos quitar nuestra vista del barco…Las bombas están aún trabajando, pero el sonido se escucha cada vez más bajo… está respirando sus últimos momentos. Se hunde cada vez más y más… Ahora el nombre desaparece de la vista. Ahora el agua está en su borda y con un ruido, el mar y pedazos de hielo llenan su cubierta. Ese sonido no lo podré olvidar nunca, no importa cuánto viva. Ahora los colores azul y amarillo son llevados a las profundidades».
VIII
Cuando Nathost, el antiguo propietario del Antartic, se enteró de la pérdida del buque dijo: “A mí me da la impresión que es un fin más glorioso que el de la mayoría de los barcos que se pudren lentamente en algún puerto o son utilizados para algo muy alejado de su función de barcos de investigación en aguas heladas”.
IX
Mientras Nordenskjöld y Sobral se preparaban para otro invierno, Larsen y los náufragos del Antartic trataban de sobrevivir entre el hielo y la nieve de la Isla Paulet. Su supervivencia se basó esencialmente en la caza de pingüinos (se cree que hacia el final 1100 pingüinos habían sido cazados) y una choza de piedra que lograron construir con gran esfuerzo. Sabían que tenían que reunirse con Nordenskjöld y Sobral antes de cualquier rescate. Pero primero había que superar el invierno. El 7 de junio murió Ole Wennersgaard. Lo enterraron en una pila de nieve, hasta que pudieran darle un entierro apropiado en la primavera.
X
En las frías y largas noches antárticas el blanco sirve de tela para la fantasía de los hombres, como dice Juan Terranova “en la Antártida la voluntad de realismo produce fantástico”. Esto lo podemos leer en el testimonio de Skottsberg sobre cómo pasaban los días en la choza de piedra: “Muchos cientos de sueños han sido soñados en nuestra isla, pero no se si ayudan a iluminar nuestra existencia. Se agrupan en dos objetos: comida y rescate. Podíamos soñar con una comida completa, desde la sopa hasta el postre, y despertar a un cruel desengaño. Cuántas veces uno pudo ver el buque de rescate en nuestras visiones, algunas veces un buque grande, otras solo un pequeño sloop. Y soñábamos a las personas a bordo, hablando de nuestros viajes, tomándonos en sus brazos, palmeando nuestras espaldas…”.
XI
Terranova lee ese efecto fantástico en un fragmento de las experiencias de Sobral en la Antártida guardadas en su ya mencionado diario. Vale la pena traer el fragmento acá: “(…) allí como todo es blanco y lo único que forma contraste somos nosotros mismos, no hay sombras ni relieves. A causa de esto es que uno tenga la más errónea idea al querer apreciar el tamaño de un objeto a corta distancia; un cajón, por ejemplo, situado a 10 o 20 metros a veces aparece como siendo del tamaño de una casa y otras, como el de una caja de fósforos. La dirección, en esos casos, la indicábamos con el compás, nuestros músculos sufrían entonces muchísimo a causa de los surcos de nieve, pues en muchas ocasiones donde creíamos ver una altura y levantábamos el pie para subirla había un pozo en el que introducíamos toda la pierna y viceversa, veíamos un pozo, y era una altura en la que tropezábamos”.
XII
Algo similar recoge Andersson, uno de los tres hombres que Larsen envió a buscar al grupo de Nordenskjöld y Sobral, cuando vió el hielo del Canal Príncipe Gustavo: “Estamos de pie silenciosos y perplejos y miramos la nueva y maravillosa escena. Milla sobre milla de llano nevado, como nunca hemos visto antes, encuentra nuestros ojos. Uno en realidad puede imaginarse que una ciudad gigantesca nevada está ante nosotros, con casas, y palacios en miles, y en cientos de cambiantes formas irregulares (torres y agujas, y todas las maravillas del mundo). A primera vista parece incomprensible, pero debe ser, después de todo, una bahía cubierta de una masa congelada de innumerables icebergs”.
XIII
En el cementerio de Grytviken hay 64 tumbas. Una de ellas pertenece a Ernest Shackleton, el famoso explorador polar irlandés. Shackleton participó de varias expediciones a la Antártida y en 1909 alcanzó el punto más austral logrado por el hombre, superado finalmente por el Noruego Roald Amundsen que en 1911 alcanzó el Polo Sur. De nuevo en expedición, Shackleton murió en Grytviken en 1922 y fue enterrado allí por pedido de su esposa. Fisher y Fisher recogen la última conversación que mantuvo con el médico del viaje, Alexander Macklin:
“Tenés que tratar de llevar una vida más tranquila”.
“Siempre me decís que renuncie a cosas, ¿a qué debo renunciar?”
“Principalmente al alcohol, Jefe. Al alcohol”.
Momentos después Shackleton sufrió un ataque al corazón y murió. Si Shackleton consideró que el costo para vivir bien era demasiado alto y prefirió partir es algo que nunca sabremos.
XIV
En la última entrada de su diario, la del 4 de enero de 1922, Shackelton dice con belleza: “Por fin, después de 16 días de confusión y ansiedad en un día soleado y tranquilo, llegamos a anclar en Grytviken. Qué familiar parecía la costa mientras pasábamos. El olor de los viejos cadáveres de ballena lo impregna todo. Es un lugar extraño y curioso. Una velada maravillosa” y concluye con dos versos:
“En la oscuridad del crepúsculo he visto
una estrella solitaria brillando como una joya sobre la bahía”.
Como Sobral, Skottsberg y Andersson, Shackleton encontró en el blanco de la nieve y en el crudo realismo del frío el material para la fantasía y la poesía. También encontró la muerte.
XV
Ante la desaparición del Antartic y de la expedición el gobierno de Suecia emitió una alarma internacional el 30 de abril de 1903 y la Armada Argentina ofreció su ayuda sin dudar, luego de haber comprometido su apoyo a la expedición y considerando la participación de Sobral, uno de sus hombres, en el equipo. Para ello se eligió y acondicionó a la corbeta A.R.A. Uruguay para que zarpara desde Dársena Norte con destino a la Antártida. El teniente de Navío Julián Irizar fue el designado para capitanear la misión. La Corbeta Uruguay había sido construida en los astilleros Laird Brothers, de Birkenhead, Inglaterra, y botada en febrero de 1874. Había integrado la llamada “Escuadra de Sarmiento” de “acero y vapor”. Zarpó el 8 de octubre de 1903. La preocupación por la suerte del Antartic era alta, después de todo las expediciones británicas (Discovery) y alemana (Gauss) apenas habían logrado escapar de las inusuales condiciones del hielo de ese verano.
XVI
El 8 de noviembre, la Corbeta Uruguay llegó a la Antártida y entre los hielos, en Isla Seymour, avistó una carpa. Irizar decidió desembarcar y se encontró con dos de los hombres de Nordenskjöld y juntos se dirigieron por tierra a Cerro Nevado para reunirse con el resto del equipo. Irizar le informó a Nordesnkjöld que todavía no había tenido noticias del Antartic. Larsen y sus hombres tampoco habían llegado al punto de encuentro. Pero cuando estaban por salir para abordar otra vez la Corbeta Uruguay y seguir con la búsqueda del barco se encontraron con la llegada de Larsen que había atravesada un viaje de 15 días a través del hielo del Golfo de Erebus y Terror. Finalmente, todos estaban reunidos.
XVII
Sobral recuerda el momento en el que ve el barco y la bandera argentina flameando en las heladas aguas del sur: “El día 8 de noviembre, día memorable para nosotros lo mismo que para todos los argentinos, porque en ese día se consumó uno de esos hechos que dejan huellas imborrables en el corazón de los que en él actúan y recuerdo imperecedero en la mente de los que oyen su relato”. Pero la emoción de Sobral era múltiple, porque la nave salvadora había sido su buque escuela en tiempos de cadete. Sobral agrega al referirse a Irizar y su tripulación unas palabras de sentida belleza y gratitud: “Ellos con su abrazo más fuerte que el de los hielos y con más fuego que el de un volcán me dieron el enviado por mis padres… Yo en esos momentos me sentí todo lo feliz que se puede sentir un hombre, todas mis aspiraciones se vieron colmadas porque el éxito de la Uruguay era el triunfo para mi patria”. El 2 de diciembre de 1903 una multitud recibió a la Corbeta Uruguay en la Dársena Norte, celebrando su épica hazaña.
XVIII
Larsen decidió quedarse en Buenos Aires un tiempo para reunir capital y armar la operación ballenera que había proyectado durante su paso por la Isla San Pedro. Así, con el aporte de Pedro Christophensen, Ernesto Tornquist, Teodoro de Bary y Heinrich Schlieper, quienes aportaron 200 mil pesos oro, nació la Compañía Argentina de Pesca (C.A.P.), reconocida por decreto gubernamental el 29 de febrero de 1904 e inscripta como tal el 8 de abril del mismo año. No había pasado ni medio año desde que Larsen había sido rescatado. El 16 de noviembre de 1904, Larsen y la C.A.P. fundaron Grytviken, al arribar bajo bandera argentina a la deshabitada isla en los veleros Louise y Rolf y el ballenero a vapor Fortuna, provenientes de Buenos Aires y matriculados en tal puerto.
XIX
Grytviken fue la única estación que funcionó sin interrupción desde 1904 hasta 1960, aun durante las dos Guerras Mundiales. En 1960 la compañía fue vendida a Albion Star, con sede en Malvinas, pero solo tuvo dos temporadas más de caza. Fue alquilado a una compañía japonesa en 1963/64 y 64/65, pero cerró definitivamente el 4 de Diciembre de 1964. Llegó a albergar a cientos de personas durante sus veranos y contar con canchas de fútbol e incluso un cine. Los balleneros que venían desde Noruega decían que el viaje a Grytviken era el viaje hacia el trabajo más largo del mundo. Con el desarrollo de barcos factoría que podían procesar la pesca en el mar las estaciones balleneras como Grytviken comenzaron a ser innecesarias. Luego le tocaría el turno a la industria entera. En este escenario, la presencia de la compañía argentina fue la más larga e ininterrumpida. Años después, en 1982, las disputas posteriores respecto a los permisos de desmantelamiento de las factorías fueron algunos de los hechos que precipitaron los Conflictos del Atlántico Sur. Sin embargo, algunos balleneros y foqueros semihundidos quedaron en el muelle de Grytviken, como testimonios de soberanía. En algunas fotos viejas que circulan en internet todavía se puede observar al Días y al Albatros oxidándose por los mares antárticos y con sus chimeneas pintadas con la bandera argentina. Finalmente, ante la mayor presencia de turistas, las autoridades inglesas decidieron taparlas.
XX
Octavio Paz escribió alguna vez, parafraseo de memoria, que Argentina era la tierra donde el absoluto horizontal se une con el absoluto vertical, en clara alusión a las Pampas y los Andes. Tal vez zonas de nuestro territorio tan lejanas como Grytviken o Cerro Nevado, con sus historias de heroísmo, nos muestren que Argentina también es el país donde las aguas del río más ancho del mundo se unen con las aguas más frías y los hielos más eternos del mundo. Y tal vez, si retomamos las historias y las palabras escritas por hombres como Sobral, Shackleton, Skottsberg o Andersson en esos lugares de nuestra geografía encontremos algún tipo de inspiración. Tal vez la nieve y el hielo son solo otro tipo de material, con otro tipo de voluntad.
XXI
A lo mejor las palabras que escribió Sobral al volver a Buenos Aires tras pasar dos años entre los hielos puedan ilustrar ese punto, unas palabras que muestran cómo incluso en los puntos más recónditos y helados del mundo y de nuestro país, uno se siente al abrigo de la patria: “Y sin embargo, yo quisiera volver a pasar por esas sensaciones otra vez. Yo quisiera volver por varios años a internarme en las regiones heladas. Yo quisiera volver á oír en aquel silencio de muerte el ruido del ventisquero, el silbido del viento y de la nieve por los flancos de la tienda; yo quisiera tener que refregarme las manos con la nieve para volverlas a la vida, y marchar al costado de un trineo tirado por veinte perros a plantar el pabellón de la patria más allá del paralelo 80”////PACO
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