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1.
Podríamos describir a un francotirador como un soldado de infantería que se destaca por sus habilidades de camuflaje y su puntería de elite. El objetivo del francotirador es eliminar a sus objetivos al disparar desde grandes distancias posicionado en un lugar oculto. El nombre proviene del francés «franc-tireur» que podríamos traducir como tirador franco. En su origen, la palabra remite a la idea de que el francotirador actúa de manera libre, pero en realidad refiere a su aislamiento. Podríamos decir que la distancia y el aislamiento le dan al francotirador su libertad de acción, su libertad para matar. En inglés, se utiliza la palabra «sniper» que proviene de la frase «to snipe», en referencia a las antiguas cacerías que los soldados británicos, apostados en la India y Sri Lanka, hacían de la agachadiza colirrara (snipe), una ave famosa por la dificultad de ser cazada, producto de su camuflaje, su estado de alerta y su vuelo errático y poco predecible. Entre los soldados de la corona, cazar una agachadiza era prueba de ser un buen rastreador, pero sobre todo, de ser un buen tirador. En pocas palabras, el francotirador es un cazador al cual la guerra, y el deber, le imponen otro tipo de objetivos.
2.
El primer cálculo que hace un francotirador a la hora de efectuar un disparo, luego, claro, de calibrar su mira telescópica, es calcular lo que se llama la caída por gravedad. Desde el momento en que la bala sale del arma la gravedad comienza a hacer efecto sobre ella y, mientras más largo sea el disparo, mayor será ese efecto. Por eso, los francotiradores suelen apuntar por arriba del objetivo. Más allá de la fórmula matemática que permite calcular la caída que tendrá la munición por fuerza de la gravedad a determinada distancia, es importante que el francotirador tenga en cuenta el peso, la composición y las características aerodinámicas de la bala, la potencia del cartucho y la longitud de su fusil. En definitiva, conocer a fondo las propiedades balísticas de su arma, de su herramienta, como cualquier artesano.
3.
La calidad y la precisión de un francotirador se cuenta en números de muertes confirmadas. Se trata de una métrica compleja de calcular, las distancias entre los tiradores y sus objetivos, el desorden típico del campo de batalla y la discreción de las fatalidades complejizan cualquier ensayo de conteo. Además, todos los francotiradores coinciden en que lo importante es la misión, su ensamble dentro de la guerra. En las entrevistas disponibles, que no abundan, ninguno habla de su cuenta personal, solamente de misiones cumplidas y de compañeros caídos, incluso, a veces, de los disparos fallidos.
4.
A la hora de disparar, el francotirador también tiene que tener en cuenta la deriva por el viento; su fuerza y la dirección también afectan el recorrido de la bala, aumentando de manera proporcional según la distancia. Para calcular el viento los francotiradores suelen llevar un anemómetro con ellos, uno de los tantos logros que Leon Battista Alberti le entregó al mundo. Aunque la matemática pueda ayudar, en este punto será la experiencia y la intuición del tirador aquellas que lo guíen a hacer los ajustes necesarios. La memoria que guarde de otros disparos, similares o distintos, certeros o fallidos, le dirá qué hacer.
5.
Para la extensa historia militar estadounidense, Chris Kyle representa la configuración definitiva del soldado americano en su versión más letal, el Navy SEAL. Con más de 150 muertes confirmadas, Kyle es uno de los francotiradores más efectivos de la historia en general y del ejército de los Estados Unidos en particular. En una entrevista para la revista Time, Kyle explica que luego de cada disparo, a la vuelta de cada misión, tenía que completar un reporte con la hora, el lugar, el calibre de la munición, la distancia del objetivo, qué hacía y cómo vestía, entre otros detalles. La periodista subraya que, en algún lugar, hay 150 reportes con la firma de Chris Kyle. Pero insiste con una pregunta: ¿cómo es matar un hombre por primera vez? El francotirador responde que uno nunca sabe si es capaz de hacerlo hasta que llega el momento, hasta que se aprieta el gatillo y el objetivo es abatido. “La fuerza”, agrega, “viene de saber que estás salvando a tus propios compañeros. Luego, es seguir haciendo el trabajo”. La entrevista continúa con una reflexión de Kyle sobre la división que existe en la cabeza del soldado. Kyle habla de dos mentes o dos hombres; la “cabeza de guerra”, más agresiva, y la “cabeza de casa”, en suelo americano junto a su esposa e hijos.
6.
La siguiente variable ambiental a la que debe estar atento el francotirador es lo que se llama deriva por rotación. Los cañones de los rifles modernos tienen grabadas en su interior estrías en espiral. Esto provoca que la munición gire en su trayecto al objetivo con mayor consistencia y precisión, como una pelota de fútbol americano. El francotirador tiene en cuenta cuando realiza sus cálculos que la dirección del giro provoca, a su vez, que la munición se desplace hacia un lado o hacia el otro del blanco.
7.
La periodista, en sus prejuicios antibélicos, cierra la entrevista a Chris Kyle con las preguntas que tenía guardadas:
¿Te arrepentís de alguna muerte?
No, responde Kyke.
Si no tuvieras que matar otra vez. ¿Estarías de acuerdo con eso?
Claro. No tengo que matar para vivir.
Pero eras bueno haciéndolo.
Era decente.
¿Qué pasaría si matar es lo mejor que sabés hacer en el mundo?
Kyle no duda.
Estoy seguro de que eso no es cierto. Soy un mejor hombre, padre y esposo que lo que era matando gente.
8.
El francotirador antes de disparar piensa en la altitud de densidad. En ambientes húmedos, la concentración de vapor de agua en el aire es mayor, por lo cual se vuelve más denso y resistente al trayecto de la munición. La bala, así, pierde velocidad más rápido y se acelera su caída por gravedad. Sucede lo contrario a mayor altitud sobre el nivel del mar, donde el aire es más delgado. La humedad y la altitud lo ayudarán a calibrar la altura del tiro.
9.
Los récords entre francotiradores se miden por la distancia del tiro que se confirma en una muerte. En internet es fácil encontrar el ranking, aunque nunca son exhaustivos, por lo difícil de recolectar la información y la confidencialidad de los ejércitos de revelarla. Al momento de escribir este texto, la muerte efectuada por un francotirador a mayor distancia la consiguió un miembro no revelado del Servicio de Seguridad Ucraniano en noviembre de 2023 al abatir a un soldado ruso a 3.800 metros dentro del marco de la invasión de Ucrania. El rifle que utilizó se llama en ucraniano Volodar Obriyu, algo que podríamos traducir como “El señor del horizonte”.
10.
No existen dos disparos iguales. No se puede impactar dos veces en el mismo lugar. En un dispositivo semiautomático, sus componentes móviles siempre irán cambiando las condiciones del tiro. Tampoco hay dos cartuchos iguales. Pero lo que cambia de verdad entre cada disparo es el francotirador. Se habla de error humano para agrupar su ritmo cardíaco, su respiración y la posición exacta de su dedo sobre el gatillo. Los francotiradores llaman agrupación a la idea, un poco estoica, de que no importan las condiciones ambientales, depende del soldado compensar aquellas variables que están dentro de su control.
11.
Liudmila Mijaílovna Pavlichenko fue una francotiradora soviética que peleó para el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial durante los sitios de Odessa y Sebastopol. Con 309 muertes confirmadas, aunque es la cifra ratificada por terceros, es la francotiradora más letal de la historia. Luego de ser herida por un mortero y evacuada en submarino días antes de la caída de Sebastopol, Stalin decidió retirar a Liudmila del combate y asignarla como instructora en una escuela de francotiradores. Tras su retiro, giró junto a otros jóvenes soviéticos por Canadá, Estados Unidos e Inglaterra. Durante esa gira, se convirtió en la primera persona soviética en ser recibida en la Casa Blanca. Antes de unirse al Ejército Rojo en 1941, Liudmila había aprendido a disparar en un club de tiro paramilitar y estaba por defender tu tesis de licenciatura en Historia sobre Bogdán Jmelnitski, hecho que completaría después de la guerra.
12.
Mientras el proyectil recorre el aire en dirección a su objetivo, el planeta Tierra sigue girando. Mientras mayor tiempo la bala esté viajando a través del aire, mayor será el efecto de la rotación sobre su trayectoría. Existen dos efectos a propósito de este fenómeno que el francotirador debe tener en cuenta cuando realiza disparos a distancias extremas. El efecto de Eötvös afecta la trayectoria vertical de la bala. Durante su rotación la Tierra genera una fuerza centrífuga perpendicular a su eje. En pocas palabras, cualquier objeto volador que circule en dirección este será empujado contrario a la fuerza de gravedad y cualquier objeto volador con dirección oeste será empujado al suelo. Lo mismo aplica para una bala. Los efectos máximos de Eötvös se encuentran disparando en el Ecuador y anulados en disparos desde los polos en dirección norte o sur. Por el contrario, el efecto de Corialis afecta la trayectoria horizontal del disparo. Debido a que la Tierra gira de oeste a este, disparando desde el norte al sur, o del sur al norte, desde el momento que la bala salió del cañón, la propia rotación de la Tierra desplazó el objetivo horizontalmente. A diferencia de Eötvös, tendrá sus efectos máximos en los polos y mínimos en el Ecuador. Ambos efectos actúan en conjunto y el francotirador es responsable de realizar los cálculos necesarios para compensar sus consecuencias en el disparo.
13.
Durante la guerra de Malvinas, el ejército inglés desplegó a sus francotiradores equipados con el que se consideraba el mejor fusil de esa época, el Lee Enfield L42A1, pero según palabras de los francotiradores ingleses su desempeño no fue feliz en los combates en las islas. Frente a los rigores del clima casi antártico, sus telescopios se empañaban, los tambores de ajuste presentaban problemas y el funcionamiento del cerrojo comenzaba luego de un tiempo a realizarse sólo forzadamente. Según se cuenta, como en los mitos de cualquier guerra, un francotirador inglés tiró su fusil L42A1 bloqueado a un riachuelo y se hizo con un FAL argentino con mira nocturna, el cual utilizó durante el resto de la campaña. Los argentinos, por su lado, emplearon los fusiles FAL, con el agregado de diferentes tipos de miras telescópicas, que se comportaron de forma inmejorable frente a los rigores del clima. También utilizaron fusiles como el Remington 700, o el Weatherby 300 y el estadounidense National Match M-14 equipado con un visor nocturno. En las palabras de un soldado inglés: «Todas las noches éramos atacados por un francotirador argentino, esto retrasó nuestro avance, hasta que trajimos un grupo de misiles Milan … uno de los observadores consiguió ver el fogonazo del cañón del fusil del francotirador argentino, de inmediato comunicó la posición y le lanzamos un misil Milan, lo alcanzamos de lleno y recién ahí caímos en la cuenta de que él maldito nos estaba disparando a más de 1000 metros! … cuando la patrulla llegó hasta el punto de impacto del misil, lo encontraron muerto, era un joven conscripto argentino equipado con un fusil FAL con mira nocturna». El desempeño de los francotiradores argentinos fue esencial para frenar el avance inglés en la batalla de Monte Longdon.
14.
Es común en el combate moderno que el francotirador esté acompañado por un observador que se ocupa de realizar la mayoría de los cálculos y mediciones para calibrar el disparo. El observador suele utilizar una mira telescópica de mayor alcance que la que se encuentra en el arma de su compañero. En este sentido, la tarea del francotirador es menos solitaria, pero las condiciones de aislamiento y distancia aplican para ambos. Pero es solo el francotirador el que aprieta el gatillo.
15.
¿Contra qué lucha un francotirador? ¿Contra su objetivo? ¿Contra el viento, la gravedad, la rotación de la tierra, sí mismo? Seguro todas sean correctas. Matar a distancia contra tantos obstáculos requiere una cuota de fe. No son pocos los disparos de la historia que han sido calificados de milagrosos, como el del irlandés Thomas Plunkett que mató al general Colbert en la Batalla de Cacabelos. En sintonía, es recordado el personaje del francotirador Daniel Jackson en Rescatando al soldado Ryan que, antes de cada disparo, recitaba para sí mismo el salmo 144: «Bendito sea Jehová, mi roca, / Quien adiestra mis manos para la batalla, / Y mis dedos para la guerra; / 2 Misericordia mía y mi castillo, / Fortaleza mía y mi libertador, / Escudo mío, en quien he confiado; / El que sujeta a mi pueblo debajo de mí». Simo Häyhä fue un francotirador finlandés considerado, al día de hoy, el más letal de la historia con más de 500 muertes estimadas durante la Guerra de Invierno contra el Ejército Rojo. La propaganda finlandesa se ocupó de divulgar que era conocido como la “Muerte Blanca”. Nunca sabremos si Häyhä era un hombre de fe o si rezaba antes de cada disparo, pero según se cuenta, era un hombre de confianza. Cuando le preguntaron cómo se había vuelto tan bueno, Häyhä sólo respondió: “práctica”////PACO
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