El periodismo partidario existe prácticamente desde el comienzo del fútbol profesional, pero la llegada de la televisión por cable, los canales deportivos y la necesidad de llenar 24 horas una pantalla hizo que proliferaran una cantidad de periodistas que -hasta hace 25 años- sólo hubieran tenido su espacio como parte del house organ de un club o una FM barrial. ¿En qué momento el periodismo partidario desplazó al periodismo deportivo? ¿Existe una fecha exacta para señalar la retirada del periodismo deportivo ecuánime e imparcial? Lo que ocurrió alrededor de la final River-Boca por la Copa Libertadores pareció ser la apoteosis del #FinDelPeriodismoDeportivo. Algo de eso vivimos durante el Mundial de Rusia, sin embargo, el nivel de operaciones de prensa que se vivió esta semana en los canales de deportes de la Argentina superó lo imaginable. Las redes sociales se convirtieron en un faro equivocado de un periodismo deportivo sin rumbo, que convirtió a la cultura de «el aguante» en su principal línea editorial.
Ante ese escenario pasé de discutir sin sentido en redes sociales a parar pelota e intentar pensar: ¿A quién puedo llamar para charlar sobre esto? Me vino a la mente Esteban Bekerman, periodista y docente del Círculo de Periodistas Deportivos, creador de Entretiempos, primer espacio cultural de Buenos Aires dedicado a la historia del fútbol. En principio la idea era que me guiara en los inicios del periodismo partidario, cuándo comenzó, de qué manera. Sin embargo, de un chat pasamos a una serie de llamadas telefónicas y terminamos de armar este diálogo.
¿Cuándo arranca el periodismo partidiario?
En la década del 40 tenés las revistas «El Ciclón» (San Lorenzo); «Racing»; «Independiente» («Los Diablos Rojos de Avellaneda» era la bajada); «Boca…!» (así, con puntos suspensivos y signo de admiración) y «River» (la mejor y más duradera junto con «Racing»). En «Racing» comenzó su carrera un tal Bernardo Neustadt.
Imagino que también estaban sus espacios radiales
Sí, audiciones partidarias hubo también desde los 40. Una muy famosa fue «Amigos de Huracán», de Cacho Di Nome.
¿Y cómo convivían con el periodismo deportivo no partidiario?
Convivían pero con otro estilo. Por ejemplo las publicaciones partidarias tenían más críticas a los árbitros, también criticaban la violencia de los jugadores rivales.
¿Tenían algo de periodismo que no fuera referido a los clubes que representaban?
(La revista) «River» tuvo un gran mérito en 1958. Fue la única publicación argentina que se atrevió a denunciar a la policía como responsable de la muerte de un hincha en cancha de Vélez por la represión policial. El Gráfico (en ese entonces dirigida por Dante Panzeri) vergonzosamente compró la versión policial que hablaba de un ataque de epilepsia como motivo de la muerte del hincha, y le dedicó apenas un recuadrito.
El periodismo partidario en el periodismo deportivo
¿Qué implica la llegada del periodismo partidario en el periodismo deportivo?
Reproducir la lógica del periodismo partidario en un medio pretendidamente imparcial es de por sí incitar a la violencia, rompe el contrato establecido entre ese medio y sus lectores, y prefigura el periodismo militante o «de guerra», según el cual todo está justificado si sirve para defender a los «propios» y dañar a los rivales, que ya no son simples rivales sino enemigos a los que hay que destruir.
¿Cuándo se da este desembarco del periodismo partidario al «mainstream»?
Con la irrupción de Olé y de los canales de noticias 24 horas el periodismo pretendidamente neutral e imparcial cayó en periodismo partidario. Tiene apostados en los clubes a periodistas con perfiles de periodistas partidarios con el pequeño detalles de que no se identifican como tales. Se da un fenómeno donde el medio es (supuestamente) neutral, pero lo que la gente consume es periodismo partidario.
¿Qué genera esto?
Un defecto de origen, por un lado ser muy crítico de los árbitros y el rival, todo lo que no sea parte del club; siempre la culpa es del otro, buscar afuera culpables está permitido pero adentro es tabú, mucho más si se trata de la propia dirigencia (…) La novedad es que los canales y diarios como Olé trasladaron la misma lógica del periodismo partidario a publicaciones que no se venden como partidarias.
De inmediato conversamos sobre una captura de una página del diario Olé (ver abajo), donde el periodista Ariel Senosiain escribe la editorial «El Súper ya se manchó», y plantea que «al hincha le interesa escuchar lo mismo que opina. El imaginario popular quiere que le digan que el rival gana por acomodo. Si de River y Boca hablamos, llama la atención que se crea que sólo el otro tiene mucho poder.». Insólitamente, justo arriba, el diario de los hinchas tiene una nota que comienza con «El enemigo…»
¿Cómo lo cambiás?
Llenando el vacío con cultura de verdad, con periodistas y contenidos que muestren lo que es realmente el fútbol, que el fútbol no es la hinchada. Básicamente hay que terminar los intereses ajenos, los operadores, que quieran caerle bien a la dirigencia de un club, que busquen un favor. Porque no siempre es plata, a veces simplemente es no caerles mal.
¿Por qué pasa eso?
Porque si les caen mal les pueden prohibir el acceso, les pueden decir «con vos no hablo».
Cuando estamos por finalizar la charla, de fondo veo que Alejandro Domínguez (Presidente de la Conmebol) empieza a dar la idea de que la segunda final va a jugarse fuera de la Argentina, pero que todavía tiene que definir el Tribunal de Disciplina. Por la mente no puedo evitar preguntarle a Bekerman quién quiere que gane la Copa (todo el mundo que conoce de su existencia sabe que no es de River ni de Boca). Me contesta. Al publicar esta nota, ya no importa demasiado la respuesta/////PACO