1.
Terminó el FILBA. Pasó, como siempre, rápido e intenso. ¿Qué nos dejó? En mi escritorio está el programa de mano. El papel, de alto gramaje, es mejor que el de cualquier plaqueta de las que se hacían antes de Internet para poesía y afines. Tiene dieciséis páginas y su destino inevitable es la basura. ¿Por qué? ¿No sobrevivirá en mi biblioteca como recuerdo de estos días en connivencia con el campo intelectual argentino? No, no sobrevivirá. No hay nada en ese programa que merezca ser guardado, salvo como testimonio de ligeros oprobios. Pretenciosos, inútiles y mal escritos, los breves textos que describen las mesas ya son parte de la burocracia del pasado. Vehículo de información, testigo de una gestión avasallante, una vez consumado el hecho publicitado, el programa deja de servir, lo cual resulta bastante sintomático. Tantos escritores, y cuando el FILBA termina no queda ahí nada digno de ser leído. Para la próxima podrían poner al menos un poema. Ni siquiera tiene que ser un poema bueno. Puede ser incluso un poema malo.
2.
¿Y el logo del FILBA 2013? ¿Qué significa? Colores cálidos. Amarillos, anaranjados, rojos. Triángulos. Muchos triángulos formando bloques cuadrados, idea de relieve, de infinito. La perspectiva es ambigua. ¿Cóncavo o convexo? ¿Es un logo o apenas una guarda? ¿Qué ornamenta? Nada sobresale. Nada incomoda la trama. En su tejido uniforme ninguna de esas porciones es diferente a las otras. ¿Metáfora de un público homogéneo, de un contenido serializado? ¿Literatura y simetría? ¿Entropía, ecuanimidad, normalización? Gran diferencia con la escritura –con el otro logo, el Logos– donde la textura puede ser monótona pero es una suma de constantes y pequeñas diferencias. Quizás este emblema del FILBA funcione como la carta robada de Poe leída por Lacan. Esa carta que nadie lee pero que genera sentido a medida que pasa de mano en mano.
3.
Una palabra para la organización. Conozco muy bien a Patricio Zunini y a Cecilia Boullosa y conozco a Amalia Sanz y son diligentes y comprometidos con lo que hacen. Ninguna de mis críticas –que son varias– tiene que ver con su trabajo. Más bien al contrario, sin ellos el caos del FILBA no solo sería conceptual y pasaría a los horarios de las mesas y al trato de los invitados generando un descalabro general. Y eso nunca ocurrió. El equipo del FILBA es inmejorable. A él, mi reconocimiento.
4.
Ajustadas estas tuercas, déjenme decirles que amo profundamente el FILBA. ¡Sorpresa! Amo el FILBA con ese gesto incompleto y culpable con el que amamos a una novia fea durante nuestra ridícula y torpe adolescencia.
5.
Nadie disfruta el FILBA como lo disfruto yo, hurgando en sus lugares blandos, poniendo a prueba sus costuras, señalando sus gafes. Ya hablé de mi masoquismo, ahora déjenme declarar mi amor.
6.
Por supuesto que hay cosas para mejorar. ¿Cómo podría ser de otra manera? Y también es verdad que como evento, el FILBA es una adoración constante del equívoco. ¿Pero no es eso finalmente la institución literaria? ¿No está compuesta la interacción social de lectores, fundaciones, gestores culturales, dependencias públicas, periodistas y los irredentos escritores de un malentendido perenne que replica de alguna forma el malentendido intrínseco de la lengua? Pedirle las peras de la razón al olmo del FILBA es necio. Y si lo hiciéramos, no solo seríamos tontos reflejados, sino que conseguiríamos los frutos más amargos.
7.
Con este tipo de eventos, entonces, más allá del FILBA sucede la nada. Lo digo en serio. Así están las cosas, con este gobierno municipal y este gobierno nacional y estos funcionarios y estos partidos políticos. Con ellos, es FILBA o muerte.
8.
No sé si da para una remera o una pintada, pero insisto, es FILBA o muerte.
9.
(Claro que la muerte tiene mala prensa. La peor prensa posible, diré.)
10.
Y agrego: Tenemos el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires que nos merecemos como lectores.
11.
Desde luego, el FILBA es a los complejos y sofisticados procesos literarios universales, lo mismo que la revista Muy Interesante es a la ciencia. Uno no puede y no se dejaría operar por un médico que estudió exclusivamente con la Muy Interesante como bibliografía obligatoria.
12.
De paso, la revista Muy Interesante era sensual y hermosa. Por favor, no confundamos los tantos.
13.
Si en una sala de espera está el programa de mano del FILBA y la Muy Interesante no lo dudo: agarro la Muy Interesante.
14.
Quizás ese es el Gran Asunto: el FILBA debería aceptar su destino latinoamericano de divulgación. De esta manera las cosas no se mezclarían tanto. En la tapa de su programa saldrían dinosaurios, el auto del año 2000, el hombre invisible, las pirámides de Egipto y sus poderes ocultos, y sobre todo, el cerebro, esa computadora maravillosa. ¿Qué sucede en tu cerebro cuando se te ocurre una idea?
15.
Un grupo de científicos de la Universidad de California le pidió a cerca de ochenta pacientes afectados por enfermedades neurodegenerativas que cantaran la canción My girl de los Temptations. Mientras se los filmaba y se medían sus signos vitales. Después, en un clásico acto de extremo sadismo al que son afectas las ciencias experimentales, les pasaron la película a cada uno por separado sin la música de fondo. Así consiguieron identificar la parte del cerebro que se pone en acción cuando sentimos vergüenza. Se trata de la corteza cingulada pregenual anterior. El descubrimiento se hizo público en una reunión anual de la Academia Americana de Neurología que se celebra en Hawaii. Cuando leí la noticia Hawaii me preció un lugar excelente para revelar este descubrimiento y hacer esa reunión anual. Me imaginé muchos científicos borrachos en zunga disfrutando de una pileta durante el día y hablando de nuestro cerebro durante la noche. “¡No reprimas tu corteza cingulada pregenual anterior, Joe! ¡El agua está deliciosa! ¿Otro daikiri?” Los escritores porteños deberíamos aprender de estas fantasías.///PACO