Malvinas


Entrevista a Juan José Tardivo, veterano de Malvinas

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“Creo que los ingleses no eran mejores que nosotros, solo estaban mejor equipados”.

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Contame cómo empezó todo

Yo soy de Embalse (Córdoba). El día del sorteo de la clase lo viví tranquilo. A mí no me disgustaba hacer el servicio militar. Cuando supe el número que me había tocado, el 709, lo tomé bien. Fui a la revisación, salí apto y después esperé a que me llamaran para la incorporación.

Soy clase 62 e incorporado con la clase 63. Yo pedí prórroga para terminar el secundario. Debería haber hecho el servicio militar el año anterior, en 1981, y lo hice en el `82. Así que me tocó ingresar el 2 de febrero de 1982. Fui destinado al Regimiento de Infantería Mecanizado 25, en la Guarnición de Ejército de Colonia Sarmiento, Provincia de Chubut, y el Jefe era el Teniente Coronel Mohamed Alí Seineldín. Primero fui hasta Río Cuarto, Córdoba, y después nos llevaron a Comodoro Rivadavia y de ahí al Regimiento en Sarmiento. Fue en ese momento que comienza mi historia de soldado. Me acuerdo que mi madre me dijo “Llevate abrigo, porque quién sabe a dónde irán y puede estar frío.” Le respondí que en quince días estaríamos de vuelta. Pensé que iba y venía, y volví a los seis meses, y de casualidad. 

Tu incorporación fue poco tiempo antes de Malvinas. ¿Cómo fue que se enteraron que tenían que ir a las islas?

En el regimiento ya habíamos pasado el mes de instrucción y nos habían derivado para las distintas actividades. Y un día como todos los demás, fue el domingo 26 de marzo, después del almuerzo, nos ordenan el alistamiento, que es tener en orden el equipamiento para la movilización de guerra. En principio pensamos que íbamos a la frontera con Chile, porque durante el período de instrucción la arenga permanente era el conflicto con ellos. Yo conducía el camión que llevaba las municiones de la compañía y salimos del Sarmiento a Puerto Deseado. Habremos hecho unos 20 km hasta que el camión se rompió. Así que volvimos al regimiento, con otro soldado cambiamos la carga a otro camión y salimos de nuevo. Nosotros no sabíamos a donde estábamos yendo, pero queríamos ir igual, no queríamos que nos dejaran, teníamos miedo de eso. Cuando volvimos a salir, conduje hasta el otro día y a las seis de la mañana llegamos a Puerto Deseado. Desde allí embarcamos en el buque Isla de los Estados, recién ahí nos enteramos que íbamos a las Islas Malvinas. Una fracción del regimiento fue a Bahía Blanca y embarcó en el Cabo San Antonio. Ellos desembarcaron junto a la Infantería de Marina y fueron los que combatieron con los ingleses en la recuperación de las islas. Otra fracción del regimiento tomó el aeropuerto. Cuando ya habían asegurado el pueblo, desembarcó el tercer grupo, ahí estaba yo. Las tres fracciones del regimiento desembarcaron el 2 de abril, así que formamos parte de la recuperación, junto con la infantería de marina.

En el camino a Malvinas, ¿De qué hablaban entre ustedes?

Al principio nosotros nos hacíamos la idea de que había – bobbies – policías ingleses allá. Además, hubo una tormenta feroz mientras duró el viaje y los soldados de infantería estábamos destruidos; los que podíamos, dormíamos. Hasta que ese 2 de abril, deberían ser las cuatro de la mañana, el comandante del operativo nos reunió a todos y dijo que íbamos a desalojar a los ingleses de las Islas Malvinas. Teníamos la obligación de evitar la muerte de los ingleses. Remarcó que respetáramos a las mujeres, a la propiedad privada y el que no lo cumpliera iba a ser… castigado. No recuerdo las palabras exactas, pero quería decir que iba a ser fusilado. Y ahí nomás hicimos el desembarco, armados y listos para combatir.

Y a partir de ahí, ¿Cómo fue el operativo?

Mucho no lo conozco, pero sé que una parte de la Infantería de Marina, los buzos tácticos y tropas especiales, desembarcaron por un lado y llegaron al pueblo. Parte de mi regimiento que partió en el Cabo San Antonio desembarcó en otro lado y así llegaron al pueblo y el resto del regimiento que desembarcó en el aeropuerto hizo lo mismo. Cuando digo pueblo, me refiero a los que combatieron contra los ingleses que defendían la casa del gobernador. Cuando ya habían asegurado el lugar llegamos nosotros que teníamos la logística de la unidad.

Hasta ese momento, ¿tenías miedo?

Al principio no. Los que llegaron primero fueron los que combatieron contra los ingleses. Como te comentaba antes, nosotros fuimos los terceros en llegar. Lo único que me angustiaba, que fue durante todo el conflicto en realidad, era morir y no poder ver a mi madre. Porque yo encima no le había podido avisar, ella se enteró después. Ante situaciones críticas por supuesto que uno siente temor. Desde el principio, fue todo como pretendieron nuestros superiores. Las tropas argentinas sufrieron dos bajas, así que dentro de todo fue poco cruento. Aunque en realidad el temor viene desde antes de comenzar. Cuando vos escuchas el sonido de los disparos que te llegan a vos, eso te genera una adrenalina muy fuerte, pero a la vez estás muy concentrado en eso que estás haciendo.

¿Cómo te imaginabas que podían ser los ingleses?

Los imaginaba con uniforme de combate color caqui (como en la SGM), delgados, de piel rosada y muy formales; bueno, así los vi después. Me llamó la atención que había mucha gente tan joven como nosotros. Cuando fue el primer ataque inglés, el 1ª de mayo, pasó un avión inglés ametrallando en la posición que estábamos nosotros y entonces uno de los nuestros le lanza un misil, impacta en el avión y cae. Y la verdad que no sentí ningún tipo de angustia ni de culpa por eso. Porque el inglés nos quería matar a nosotros. La guerra es terrible en ese sentido. En ese momento uno pone toda su inteligencia y habilidad en destruir al enemigo, pero no por odio, por supervivencia. O es tu enemigo o sos vos. 

¿Cómo se fueron sucediendo los días entre ustedes? ¿Cómo se organizaron?

Cuando se tomó la decisión de desembarcar en Malvinas, yo creo que nuestros militares no se imaginaron que los ingleses iban a venir. Ahora pienso que tenían previsto desembarcar y por acción diplomática y quizá con una soberanía compartida en que estuvieran los ingleses, las Naciones Unidas y Argentina, no se iba a llegar al conflicto. No había conciencia de que estábamos preparados para soportar un ataque de los ingleses. Creo que nuestros militares jamás pensaron que Inglaterra iba a hacer 14.000 kilómetros para defender las Malvinas. Al principio teníamos una vida relajada. Lo primero que hizo nuestra compañía, ni bien llegamos, fue requisar de armas a los civiles y si tenían elementos de comunicación, pero después llevábamos una vida normal de soldado de cuartel.

Allí estamos en el edificio en el que nos alojamos los primeros días.

Ni bien llegaron ¿Dónde se alojaron?

Nosotros paramos en un lugar que no sé si iba a ser una escuela o un hospital. Un edificio nuevo que estaba recién construido. Era moderno y estábamos muy cómodos. No pasábamos frío y comíamos bien…hasta el 1ª de mayo, que fue cuando llegaron los ingleses. Como anécdota: el 2 de abril un grupo de soldados ingleses no se rindió con el resto de la tropa y escaparon al interior de la Isla hasta que se rindieron, unos días después. No dormíamos en el edificio por temor a un ataque sorpresivo. Así que durante todo abril nosotros lo que estábamos dando era seguridad básicamente, teniendo todo en orden, el resto del tiempo era esperar a que el conflicto se resuelva. 

¿En qué momento se enteraron que los ingleses iban a llegar?

Fue hacia fines de abril. Ahí empezamos a preparar nuestras posiciones defensivas en los distintos lugares de la isla. Empezaron a llegar más regimientos. Así que fuimos preparando la defensa. Después el discurso cambió y el ritmo también. Se venía la guerra. Nosotros conocíamos por las radios de Chile y Uruguay el despliegue de los ingleses.

Sabiendo que los ingleses llegaban a las islas, ¿Cómo era el ánimo entre ustedes? Y además, ¿Cómo los trataban?

Los primeros días el ánimo era muy bueno, nos sentíamos soldados del General San Martín. Había un orgullo y una energía muy grande, habíamos recuperado las Malvinas ante los ingleses. Hasta que llegaron…De los oficiales y suboficiales de la unidad nuestra yo no puedo decir nada. Había una orden directa del Teniente Coronel Seineldín que era que a los soldados se los tratara bien. Y eso estaba dirigido a todo el cuerpo de oficiales y suboficiales. Alguna que otra excepción hubo. Eso sí, después de la rendición los ingleses nos trataron mejor (con la excepción de la gente que combatió en Darwin), ellos fueron obligados a recoger minas y hubo bajas, como consecuencia. 

¿Cómo fue ese día?

El primer ataque fue a las 4,40 AM. Por supuesto que, excepto los que estaban haciendo guardia, el resto estábamos todos durmiendo. Dieron la alerta roja y se sintió el ruido de los aviones que volaban muy bajo. En el lugar que nosotros estábamos pasaban muy cerca y comenzaron a sentirse las bombas, el ruido de las ametralladoras. Pero hasta ese momento nosotros realmente no teníamos conciencia de lo que estaba ocurriendo. También me parece que los ingleses se confiaron en ese momento y cuando atacaron el aeropuerto inmediatamente perdieron dos aviones. Esto quiere decir que tuvieron bajas. Así que el segundo ataque lo hicieron de otra forma, desde otra altura, con otras condiciones de seguridad para ellos. Y ahí comenzó la guerra en serio para nosotros. 

El grupo en que estaba yo éramos trece en total y nos enviaron a la zona del aeropuerto porque era un posible punto de desembarco. Los ingleses intentaron a fuerza de bombardeos durante todo el conflicto inutilizar el aeropuerto porque era la vía de acceso de nuestra logística, era todo a través de ese lugar. Así que generalmente eran los barcos de noche y los aviones de día y algún que otro helicóptero.

¿Qué cambió a partir de ese momento?

Teníamos que estar muy atentos a todo. La logística no se cambió, se mantuvo la planificación desde el principio. Lo que sí empezó a cambiar fue el ánimo entre los grupos. Nosotros éramos trece. Vivíamos en una saliente de roca. Habíamos encontrado unas planchas de aluminio donde se arman las pistas de aterrizaje y así habíamos podido armar nuestra trinchera. Nosotros lo armamos entre las piedras, pero hubo gente que tuvo que cavar. Al principio estaba todo bien, después se fue complicando. Hay que destacar que estábamos mojados y que por el piso de la trinchera corría un hilo de agua. Entonces hicimos una cama de piedra, poníamos el poncho impermeable encima y así evitábamos que el agua nos tocara, pero la humedad se sentía. Hubo gente que tuvo que cavar trincheras en la turba.

¿Qué son las trincheras de turba?

La turba es el paso previo del carbón mineral y cubre gran parte del relieve de las Islas. Se forma por la acumulación de vegetación y sedimento, crece el pasto alto y ese pasto cuando cumple su ciclo de vida se descompone, se forma una capa de humus que es cubierta por sedimentos. El viento transporta sedimentos, eso se va cubriendo y se va compactando convirtiéndose en carbón con la estructura de una esponja. Y eso tiene la capacidad de retener agua, y si vos cavas un metro, podés encontrar 20 o 30 centímetros de agua en un pozo. Y si vivías ahí tenías que evitar el contacto con el agua. El frío era terrible. Me acuerdo que cuando me tocaba hacer guardia no tocaba el fusil porque de tan frío me quemaba las manos. Hubo muchos soldados con problemas de pie de trinchera.

Así que a partir de ese momento estaban en los dos lugares…

Sí, el primer lugar era nuestra posición y después cuando nos tocaba ir a la trinchera nosotros estábamos cerca. Así que teníamos la posición donde vivíamos y la posición de combate. Estaba a 40 o 50 metros de cada una. 

Nuestra trinchera en un día tranquilo.

¿Se podían bañar?

No, ese lugar en donde vivimos cuando llegamos a Malvinas tenía baños, pero no tenía ducha ni agua dulce. Nunca dispusimos de agua para higienizarnos. Nosotros estuvimos desde el 2 de abril hasta cuatro días después de la rendición, sin bañarnos. Nos bañamos recién en el Regimiento 8 de Comodoro Rivadavia o en Trelew, ya en el continente. Y cambio de ropa tuvimos creo que dos veces nada más. Y los suboficiales y oficiales en ese sentido estaban igual que nosotros, con la tropa, incluso Seineldín. Importa mucho el ejemplo del superior, eso conduce al resto.

¿Cómo se los veía a los ingleses en pleno ataque?

La estrategia de los ingleses fue con mucha fuerza, muy decididos. Pero los compañeros míos que combatieron en Darwin, el primer combate lo libraron con el Regimiento 2 de paracaidistas donde un soldado del regimiento mató al oficial inglés de mayor graduación, el jefe de los paracaidistas. Todos comentan que ese regimiento de paracaidistas subestimó a la gente que defendía Darwin por la forma en que iniciaron el ataque. Después lo superaron por número y equipamiento.

¿Cómo eran los tiempos entre el combate y el lugar en el que vivían?

Los tiempos en que hacíamos guardia lo hacíamos en posición de combate, salvo que hubiera necesidad de rechazar un ataque de helicópteros. La misión nuestra era esa. Si escuchábamos un helicóptero corríamos a nuestra posición. Los bombardeos, tanto aéreos como navales, si los podíamos pasar dentro del lugar donde vivíamos, mejor porque teníamos una protección muy bien hecha. Salvo que se nos cayera una bomba justo encima de nosotros, estábamos muy bien protegidos. 

¿Cómo se las ingeniaron para el abastecimiento de las municiones?

En mi grupo el responsable de las municiones era yo. En los otros grupos, cada unidad tenía su depósito de municiones y cuando se acabó eso, se terminó la guerra. Para mi uno de los problemas fue ese, aunque no conozco toda la información, pero la artillería el 14 de junio dejó de disparar porque se quedó sin municiones. 

Esos tiempos vacíos hasta un nuevo bombardeo, desde el lado humano, ¿Cómo se vivía?

Al principio entre nosotros el vínculo era bueno, pero con el tiempo y el stress empezó a desgastarse. En el grupo había algún soldado que lloraba cuando nos hacían rezar el rosario, ese tipo de cosas y estaba muy angustiado. Ese tipo de situaciones deprimía al resto del equipo. Y ahí empezó a haber algunas rispideces. En una situación de guerra, hacinados y con condiciones de vida muy malas.

Hablas de condiciones malas, pero antes eran buenas. ¿En qué momento se empezó a desmoronar?

Eran buenas cuando estábamos en el edificio en Puerto Argentino y los primeros días en la posición cerca de la posición del aeropuerto, después empezó a cambiar con los bombardeos constantes y esa sensación de que se estaba perdiendo día a día nos empezó a afectar. Esa espera hasta que pase algo, que vos pensabas que iba a cambiar para bien. No era lo mismo que cuando estábamos en el pueblo. Comíamos una vez al día, además, siempre nos las rebuscábamos cazando algún animal. Una vez agarramos a un avutarda, le habíamos sacado la grasa, después conseguimos un poco de harina. Mezclamos la grasa con la harina y agua salada y hacíamos pan. 

¿Podían enviar y recibir cartas?

Sí, la última carta que mandé a mi casa fue, si no recuerdo mal, el 12 de junio. Fue el último Hércules que pudo eludir el cerco aéreo y aterrizar. Dos soldados juntaron todas las cartas del grupo y se las llevaron al piloto. Después llegó al continente y las envió, esa carta llegó a mi casa. 

Seineldín el día que despidió a la tropa en el regimiento antes de partir a Malvinas.

¿En tu casa se enteraron que estabas en Malvinas por las cartas?

No, le avisaron desde el regimiento a cada uno de los padres que habíamos sido asignados en la “recuperación histórica de las Islas Malvinas”, con esas palabras fue que lo comunicaron. Antes del 1ª de mayo, en el pueblo, teníamos la posibilidad de enviar una carta semanal, que, en mi caso, lamentablemente se perdieron. En realidad apareció un veterano de Rosario que estaba armando un libro en base a las cartas y esa documentación se perdió.

¿Tuviste cerca de no contarla?

Un día habíamos ido a buscar el plato de comida diario y pasó un avión inglés ametrallando el grupo y entonces me tiré al suelo y sentí el impacto de las balas a muy poca distancia. Y después el 13 de junio a la noche, de eso me acuerdo bien, nos mandaron a reforzar el Regimiento 7 de La Plata, en Moody Brook. La estaban pasando muy mal, cuando nos acercamos el bombardeo era muy intenso. El lugar era un valle, la bahía que entra a Puerto Argentino. En el lugar no se veía nada, como cuando hay niebla, solo que esta vez era pólvora. Y en ese momento sentí el silbido de un proyectil, me tiré al suelo y cayó muy cerca de mí, debe haber sido no más de 20 metros porque toda la tierra me tapó por completo. Tuve suerte de que no me tocó ninguna esquirla.

¿Viste algún muerto cerca de tuyo?

Ese edificio donde habíamos llegado inicialmente. Nosotros nos agrupamos ahí antes de movernos en el frente. Ahí había muertos a un costado y tuve miedo. Fue la primera vez que vi un ser humano sin vida en guerra.

¿Qué fue lo que te costó más de sobrellevar a medida que pasaron los días? 

El frío, era algo constante. La ropa húmeda, mal alimentados, porque una comida diaria ya no era suficiente, mal dormidos. Y las bombas, que, aunque no lo creas, ya estábamos acostumbrados. Además, los ingleses tenían la modalidad de batir zona, y si las escuchábamos lejos, no nos molestaba tanto. Ellos decidían bombardear un sector y atacaban toda la noche ahí. Los pies mojados, yo cada vez que podía me descalzaba y me hacía masajes, sentía que era algo que tenía que hacer. Pero insisto, el frío fue lo peor.

El lugar donde se desarrollaba la guerra. ¿Cómo era?

Bellísimo. Colinas suaves, onduladas, cubiertas de verde, con arroyos. Un pueblo muy pintoresco. El Puerto Argentino tenía casitas típicas inglesas, muy similares a las que hay en Río Gallegos, con techo a dos aguas y un esmerado jardín con huerta. No era lujoso pero a mí me resultó agradable. Un lugar con muy poco sol, pero cuando salía, tuvimos días formidables y despejados. 

¿Te has cruzado con algún Kelper? ¿Cómo los trataban? 

Si, nos trataban con resquemor. No nos demostraban simpatía, para nada. Pero diferenciaban el trato entre personal militar y soldados. Conocí a una maestra cordobesa, ella era de Agua de Oro. Tiempo más tarde se volvió. Después el marido participó algunos años con nosotros en la Agrupación de Veteranos de guerra de Córdoba. Pero sí, tuve trato con la gente de ahí. Yo en ese momento hablaba un inglés rústico. Había empezado a estudiar en un curso donde teníamos manuales y discos. Cuando cumplí 18 años mi mamá me lo regaló. Hacía compras en los negocios del pueblo para algunos suboficiales y soldados. Todo esto lo hicimos antes del primer ataque inglés.

¿Cómo se enteraron del hundimiento del Crucero General Belgrano?

Por radio. Nosotros teníamos una portátil. Escuchábamos Colo-colo de Chile, la AM Nacional de Santa Cruz y otra de Uruguay y comparábamos la veracidad de las noticias. Así nos enteramos. Siempre en plena guerra hay un manejo de la información, así que notábamos una diferencia entre las de Uruguay y la Nacional nuestra. Con el hundimiento del Belgrano a la tropa no se le dijo nada, era una situación de guerra y se siguió como antes. En realidad nosotros nos preocupábamos más cuando el grupo nuestro que estaba en Darwin iba siendo superado por los ingleses. Nosotros teníamos mucha expectativa con esa información, sabíamos que si los ingleses avanzaban, nos iba a ser cada vez más difícil ganar.

Una foto de la rendición.

¿Cómo fue el 14 de junio? Día de la rendición.

Ese día fuimos al regimiento y en algún momento nos dieron la orden de replegar, es decir, salir de la posición en la que estábamos e ir hacia el pueblo. Y cuando entramos vi un oficial de la fuerza aérea que estaba rompiendo los sistemas de comunicación. Ahí me di cuenta que la guerra había terminado. 

¿Y qué te pasó por la cabeza en ese momento?

Lo primero, fue que la caída de Puerto Argentino marcaba el inicio del fin del gobierno militar y a eso lo sentí positivo. Por lo demás, lo viví con mucha angustia. Creo que era una cuestión de tiempo. Ellos fueron avanzando hasta llegar a Puerto Argentino, nosotros lo sabíamos, en cualquier momento podía pasar. Pero sí, una cosa es imaginártelo y otra cosa es vivirlo. Me acuerdo de que llegamos a Puerto Argentino y ahí recién tuve conciencia de que la guerra había terminado. Los ingleses andaban entre nosotros, y todavía teníamos el armamento encima. Es decir, que la rendición ya se había pactado. Para mí lo más triste fue haber visto a soldados del Regimiento de La Plata muy impactados, golpeados moralmente, heridos, sucios. Imaginate que fueron más de dos meses sin higienizarnos. Para calentarnos quemábamos turba donde vivíamos, que es como calentar carbón.

Después de la rendición. ¿Cómo siguieron los días? 

Los ingleses andaban entre nosotros, algunos nos compartían cigarrillos y hasta los vi comiendo carne nuestra (cajas de carne de exportación que tenía la Fuerza Aérea). En mi caso, no guardo ningún rencor hacia ellos. Fueron caballeros con nosotros, respetuosos (dentro de lo posible) después de la rendición. Nos dieron atención médica. En el barco camino al continente me curaron parte de la piel porque se me había infectado después de tantos días sin bañarme. Nosotros el 20 de junio a las 6 AM desembarcamos en Puerto Madryn. De ahí fuimos a la base naval de Trelew. Estuvimos un día y después nos llevaron al Regimiento 8 de Comodoro Rivadavia, que fue donde nos bañamos. Nos dieron ropa nueva y comida. Y al otro día nos llevaron al Sarmiento, que está a 150 km de Comodoro. 

¿Hubo alguna charla de los suboficiales y oficiales después de la rendición?

Sí, y los que no habían ido a Malvinas nos maltrataron. Eso fue en Comodoro Rivadavia y en el Sarmiento, en el regimiento nuestro. La verdad que nunca entendí el por qué. Hoy, muchos oficiales que no fueron a la guerra de Malvinas, maltratan a los veteranos. Pareciera que hay un resentimiento con nosotros. El día que nos dieron la licencia, en julio, la primera vez que volvíamos a nuestra casa después de la incorporación, nos advirtieron que no habláramos con nadie de lo ocurrido en Malvinas. La segunda autoridad del regimiento, estando formados en la Plaza de Armas, el Mayor Cáceres, y nos dijo que “no le dijéramos nada a nadie, especialmente a la prensa, porque son tendenciosos”. Cuando volví a mi casa estuve alrededor de un año sin poder dormir en mi cama, dormía en un sofá, vestido. Ya pasaron más de 40 años y todavía tengo problemas para dormir. 

Muchos dicen, incluso los ingleses, que la guerra se pudo haber ganado. ¿Qué pensas?

Sí, es verdad, pero yo pienso que no era posible. Incluso eso lo dijo Jeremy Moore, el comandante de las fuerzas inglesas. Pensá que los ingleses tenían el control del espacio aéreo y marítimo, así que con solo rodearnos, tarde o temprano, no íbamos a tener cómo abastecernos. Ellos se establecieron en Darwin, además de otros puntos y ahí comenzaron a avanzar hacia Puerto Argentino. Yo creo que la guerra la perdimos ahí mismo. Yo no sé si hubo una estrategia mal planeada. Nosotros hicimos una defensa estática cuando en realidad, si hubiésemos tenido medios, podríamos haber atacado a los ingleses mientras avanzaban desde Darwin a Puerto Argentino. Salvo la fuerza Aérea Argentina, que en San Carlos les dio una paliza tremenda a los ingleses. En ese momento creo que se hubiese podido decidir la guerra. Si todos los barcos ingleses que fueron impactados por nuestras bombas hubiesen explotado y se hubiesen hundido, quizás la historia sería distinta. 

Te reitero, ellos tenían el control del espacio aéreo y marítimo así que la comunicación con el continente era dificultosa. El abastecimiento de equipamiento era muy difícil. En un principio la logística era importante. Vos veías el aeropuerto y permanentemente llegaban aviones con municiones y todo tipo de equipamiento. Eso fue hasta el 1º de mayo, en donde los ingleses generan un cerco aéreo. Entonces nuestros aviones no podían volar con libertad y ahí el abastecimiento comienza a complicarse. Entonces cada unidad queda con lo que tenía. Creo que los ingleses no eran mejores que nosotros, solo estaban mejor equipados. De ahí en más, ellos crearon ese cerco hasta la rendición.

¿Qué te enseñó Malvinas?

Creo que la capacidad que tiene el hombre de sobrevivir, de sobreponerse a las dificultades. He visto gente que sufría mucho, con heridas, frío, y así y todo pudo sobreponerse y volver, formar una familia, hacer una carrera universitaria. Así que creo que lo que me dejó es eso.

¿Y en qué te ayudo haber estado ahí?

Te diría que en nada, aunque fue significativo en mi vida, de hecho hay muchas cosas que aún no están procesadas, pero tampoco es lo más importante. Incluso mis compañeros se quejan porque no voy a los actos de acá en Córdoba. Algunos creen que a mí no me importa y la verdad no es así. En Malvinas descubrí o reafirmé que tenía la vocación de estudiar geología. Yo quería ser geólogo y conocer el mundo. Lo que veo de mis compañeros que yo no hice, es que Malvinas para mí no fue el eje de lo que hice después. Al menos de forma consciente, quizás subconscientemente tuvo influencias. Cuando era estudiante vivía en un edificio que lo estábamos estrenando y había un grupo de chicas en donde la Municipalidad de Calamuchita, donde ellas vivían, les pagaban todo; el alquiler, la estadía. Y un día armaron un escándalo porque el municipio no le había cambiado una lamparita quemada. Yo ahí tuve una reacción mala me acuerdo. Yo pienso que tenía una experiencia de sufrimiento distinta y por eso reaccioné mal. Ahí sentía que en algunas cuestiones de la sociedad yo no encajaba. Y después también pienso la gente que volvió de la guerra, pero le costó mucho insertarse socialmente y tuvo muchos problemas. Por ellos yo siento un profundo respeto. Ahí ayuda mucho la catarsis entre veteranos. Eso nos hace bien a todos. Contarnos las mismas anécdotas cada vez que nos juntamos. Yo creo que lo que mejor nos hizo fue hacer actividades entre nosotros, porque uno busca refugio entre los pares.

Nuestra trinchera 30 años después. Un veterano del grupo volvió a Malvinas y estuvo en el lugar.

¿Qué sentís que aportaste en Malvinas? 

(Después de un silencio) Hoy lamentablemente nada, porque si nosotros vemos los resultados que hubo después de la guerra, no fue beneficioso, fue peor. Yo desconozco toda la información, pero se sabe que unos años antes de la guerra estuvimos muy cerca de obtener la soberanía. Incluso cuando nosotros llegamos los Kelpers tenían la atención médica de complejidad argentina cubierta por el estado hacia el continente a través del aeropuerto. Y los ingleses habían contemplado ceder la soberanía en la tercera presidencia de Juan Domingo Perón. Es más, las consecuencias de la guerra la seguimos sufriendo hoy. 

Después me parece que la guerra se decidió porque el gobierno militar necesitaba oxígeno. Días antes de la recuperación de las Islas Malvinas, el 30 de marzo, desde la sociedad civil, y junto a los sindicatos, hubo una manifestación muy grande contra los militares y ahí fueron perdiendo poder. Lo que leí del Informe Rattenbach fue que cuando Galtieri se hace cargo del gobierno ya estaba de antes la posibilidad de recuperar Malvinas, estaba latente. Fue Galtieri el que toma la decisión y le encarga al Jefe de la Quinta Brigada la misión de planificar la acción para septiembre, pero después se adelantó. En ese momento Margaret Thatcher tenía la misma necesidad de Galtieri de darle oxígeno a su gobierno. Ella estaba planificando un ajuste grande en el que incluso pensaban desafectar algunos portaaviones. Querían achicar la marina de guerra de su país. Probablemente el servicio de inteligencia inglés haya sabido que Argentina pensaba recuperar las Malvinas, es casi seguro. Y cuando fue este señor chatarrero a las Islas Georgias lo indujeron a desencadenar el conflicto para evitar que Thatcher desactivara una parte de la flota. Entonces pienso que Inglaterra les dejó hacer a la Argentina para su propio beneficio, cosa que terminó pasando. 

¿Pensás que se hizo todo lo que se pudo?

Con lo que disponíamos no se podía hacer más. Yo creo que sí, se dio todo. Se podría haber resistido un par de días más, pero no mucho más que eso. Eso es lo que yo pienso.

¿Qué te pasó cuando volviste a tu país, a tu ciudad?

Cuando estaba volviendo, pensé inocentemente que la situación de una guerra había cambiado a la sociedad argentina, pero me equivoqué. Excepto en la Patagonia, por la cercanía, en el resto del país la guerra se vivió totalmente distinto. Me acuerdo que cuando bajé del barco, triste y angustiado, una señora de la Cruz Roja me recriminó porque no le había dicho Buen día. Mi cabeza estaba en otro mundo, en uno que seguramente no existía más. Acá cuando recién llegué se vivía el Mundial. Ver la indiferencia de la sociedad fue una frustración. Me costó mucho la frivolidad de la gente, aunque todo el mundo tiene derecho a ser como le parezca. Como sociedad creo que no aprendimos nada. Yo creo que nos falta madurar todavía, hacernos responsables de lo que nos pasó, y recién ahí tener aspiración de recuperar Malvinas. Necesitamos que nos respeten en el mundo.

Tiempo después hice un viaje como mochilero por el norte. Visité otros países y les contaba que había estado en Malvinas y la gente tenía una consideración muy especial conmigo. Volví una semana antes de las elecciones de Raúl Alfonsín, entré a la universidad y después empecé a tener vínculo con los veteranos y nos empezamos a juntar. Y ahí me encontré con “muchas Malvinas” que yo no había vivido. Cada testimonio era distinto. Esta gente había estado en distintos lugares de combate. Ahí descubrí muchas “pequeñas guerras”, por decirlo de alguna manera. Y lo que me pasó ahí fue entender mucho más por lo que habíamos pasado, ya no estaba solo. Había mucho por compartir. Estuve con ellos desde 1983 hasta el 2011, después me fui alejando. Hoy siento que los veteranos somos respetados, que hay un reconocimiento, no de los políticos, sí de la gente. 

¿Vos crees que Malvinas tiene que estar separado de lo que fue la dictadura militar?

Yo no los vincularía. Yo no critico la guerra contra la subversión, lo que sí cuestiono fue la represión ilegal. Para mí hay que distinguir la fuerza que lucha contra un grupo en el monte tucumano, que pretendían derrocar un gobierno constitucional, que nos guste o no, el gobierno de Juan Domingo Perón primero, e Isabelita después, los habías votado los ciudadanos. Pero había grupos guerrilleros de izquierda que querían imponer un sistema de vida por fuera de la democracia. Yo me acuerdo que antes de sufrir el golpe de 1976 había matanza todos los días, era un caos total. Estos grupos guerrilleros mataban civiles, sindicalistas, industriales, empresarios. Y los militares ni bien asumieron deberían haber puesto orden, lo que pasa que fallaron en el procedimiento, se les fue la mano. Y eso no tiene nada que ver con la cuestión de Malvinas. Son dos cosas totalmente distintas. Son causas y consecuencias muy distintas.

Última pregunta, ¿Crees que la guerra de Malvinas terminó?

No, todavía se lucha por Malvinas. Está la gente que fue a reconocer a los que no tenían nombre y ahora los tienen. La gente que los va a visitar. Los veteranos que estamos vivos seguimos luchando. Por supuesto que ya no lo hacemos con las armas, pero sí para mantener viva la gesta de Malvinas. Mantenerlo siempre presente en la sociedad. Hacerle entender a la gente que las Malvinas son nuestras, son tierras irredentas. El significado de las Islas Malvinas ya era fuerte desde antes de ir a la guerra. En el colegio nos enseñaron eso. Yo me acuerdo que había en distintas publicaciones de cómo era la vida en las islas. Así que hoy las Malvinas están presentes y ese debería ser la enseñanza para las nuevas generaciones////PACO