Aldo Medeiros nació en Río de Janeiro en 1961. Cuando le preguntan a qué se dedica, responde con una larga lista: músico, compositor, poeta, autor teatral, profesor y traductor. Sin embargo, fue a partir de la primera que nacieron todas sus otras actividades. Toca la guitarra desde los diez años y tiene una frase que lo acompaña siempre: “la música es un sol interior que debe compartirse con todos”. Con esta premisa se animó a componer dos piezas para teatro con Pessoal Aí y el grupo de teatro circense Andança. En una segunda etapa en las tablas escribió algunas obras y recibió premios en el Festival de Artes Integradas. Con una beca viajó a Alemania, donde escribió sobre los artistas callejeros de Munich y aprovechó para mostrar su música en parques y plazas. Al volver grabó un cd musicalizando poemas de Hermann Hesse y Heinrich Heine. También tradujo los programas de radio para niños de Walter Benjamin. Tiene dos discos independientes Deixa eu te dar um toque (2002) y Sucessos inéditos, el último (2012) se puede escuchar acá: https://soundcloud.com/aldomedeiros. Desde su ciudad natal, este polifacético artista nos cuenta cómo se viven los primeros días del Mundial y su relación con la música.

¿Cómo se viven estos primeros días del mundial en Río y cuáles son las repercusiones del resto de las ciudades?

Una parte de la ciudad de Río de Janeiro se convirtió en una gran fiesta y para mí es una alegría ver a tantas personas felices por la ciudad, después de un período de convulsión. Son muchos colores, idiomas, caras y miradas diferentes que vienen a enriquecer el paisaje y aliviar un poco el clima político de un año electoral en el que vemos protestas pacíficas y objetivas en las calles, pidiendo mejores servicios públicos -con las cuales me identifico- y protestas más violentas y con objetivos no muy claros pero, a mí modo de ver, bastante reaccionarias. A la policía no se le da el trabajo de distinguir quién es quién y reprime a todos con una brutalidad espantosa. Los grandes medios corporativos tienen una actitud esquizofrénica al decir que el Mundial es una maravilla (los partidos, las hinchadas, la fiesta) pero que el país está sumergido en el caos (infraestructura, estancamiento económico, etcétera). El pueblo continua amando el fútbol de verdad pero, al mismo tiempo, trabajando mucho y disfrutando de un momento mágico. No sabría decir cómo siguen las cosas en otras ciudades pero creo que hay mucha curiosidad por cada uno de estos increíbles partidos. Yo sigo trabajando normalmente durante la semana pero el último domingo, por ejemplo, fue estupendo caminar por la playa e ir al mar mientras veíamos Uruguay-Costa Rica o Italia-Inglaterra.

¿Cuánto de lo que se esperaba que sucediera está pasando en realidad?

El encuentro de tantas culturas en un país tropical para disputar un torneo del deporte más apasionante para buena parte de la población del planeta crea una enorme expectativa. La presencia inédita de tantos visitantes, ya sean hinchas, profesionales de la comunicación o simples turistas potencia nuestras cualidades y defectos. Veo en las calles un sentimiento de alegría e incluso nos honra poder ser anfitriones porque nos gusta recibir y festejar y el clima parece a veces una mezcla de Año Nuevo con carnaval. Creo que al final algunos preguntarán “¿por qué no hacemos el próximo Mundial aquí de nuevo?” En cuanto al aspecto social y político, creo que nadie tenía ilusiones de que el Mundial generaría un cambio significativo en la vida de la población. Ese cambio ya se venía dando en buena parte con algunos de los programas sociales puestos en práctica en los últimos años. Veo a la FIFA como un Vaticano del fútbol, una especie de Futecano, un Estado parásito itinerante que se instala aquí y allá, gozando de privilegios dogmáticos junto con las grandes corporaciones cómplices para la ocasión. La fragilidad de nuestras instituciones públicas, la presión y resistencia de los diversos movimientos sociales, el intento de manipulación de los viejos medios pertenecientes a las familias de siempre, todo eso hace que el escenario sea más complejo pero también más fértil para el avance de los cambios sociales.

¿Cómo vio el debut de la selección brasileña? ¿Y al árbitro Nishimura? ¿Fue realmente penal?

Como no podía ser de otra forma, lleno de expectativas, dramático y con final feliz. Del árbitro Nishimura solamente podría decir lo que dijo un periódico de acá: “Domo arigatô!” Todos saben que no fue penal y creo que tampoco fue falta sobre Julio Cesar, entonces el resultado más justo hubiera sido 2 a 2. Con México tuvimos una buena y saludable dosis de realidad.

Se hicieron muchas canciones para esta Copa del Mundo. La oficial es la de Pitbull. ¿Cuál es su opinión sobre ella?

En cuanto a los elementos musicales, casi podría ser la canción oficial de la Copa de Sudáfrica, de Rusia, de Qatar o de Júpiter. Cambian solamente un poquito los arreglos, la instrumentación y la temática, adoptándola a los intereses de expansión de la FIFA y sus “asociados”. En 2010 cantaban Waka, waka, a time for Africa, ahora oímos que Somos todos uno. Veremos qué dirán en Rusia en el 2018, quizás Hinchas del mundo, unios! También es interesante remarcar que Pitbull tiene raíces cubanas, conoce a José Martí y llamó a su album debut M.I.A.M.I (Money is a Major Issue). Podemos elogiar a aquellos que están en el cd “oficial” diciendo que administran muy bien sus carreras. Igual, a los jóvenes de acá les gustó más el hit de Shakira.

¿Hay más movida musical en Brasil con el Mundial?

Con el Mundial hay más fiesta, por lo tanto y -naturalmente- más música, ya sea en las calles, en las casas, los bares, los estadios. Hay también más inspiración como consecuencia de los encuentros inesperados y las situaciones inéditas. Más gente reunida celebrando significa siempre más música. Y aquí me refiero no sólo a los “hits” fabricados por la radio y la tele, sino también y mucho más a los grupos que se presentan en las plazas, las rondas de samba durante los partidos, algún refrán que cantan los hinchas mientras pasan por la calle, las instrucciones cantadas en las manifestaciones. Sí, hay más música en el aire.

¿Hacer un hit es similar a hacer un gol? 

Esa es una muy bella comparación. Sí, claro, la creación artística se asemeja mucho al éxito en el deporte. Una canción es un gol existencial, místico también, porque cambiás -aunque sea un poquito- el mundo. Y cambiás vos mismo, por la felicidad única de esa nueva canción que además es un regalo que vas a compartir con tus amigos y tu público. El gol es quizás más intenso puesto que uno está frente a la hinchada (o lejos de ella). Pero una canción es un gol que podés rehacer todos los días, con diferentes arreglos y amigos músicos.

¿Qué atractivo tiene la selección brasileña? ¿A qué género musical pertenecería si fuera una banda? ¿Y Argentina?

Bueno, estamos en casa. Muchos jugadores que están en actividad en el exterior van a rever y reencontrar sitios, paisajes existenciales, sonidos, olores, sonrisas, sabores y tantas otras cosas como puedan – ¡ojalá! – producir cambio y superación. Otro aspecto es la experiencia de Felipão y también el crédito que tiene en a la población. Él tiene el carisma de un papá severo y al mismo tiempo afectuoso, y esto potencializa el imaginario de una sociedad que convivió bastante con el autoritarismo y el asistencialismo. Sobre la calidad técnica del grupo e indivualmente, creo que estamos en el mismo nivel que los otros grandes equipos, mezclando experiencia y juventud, genialidad y aplicación, calidades y fragilidades. Es difícil elegir un único genero musical tanto para la selección como para el fútbol brasileño. Pero ciertamente la banda tendría batería, guitarra, pandereta, acordeón, flauta, metales y hasta Djs. En la banda artgentina tendríamos igualmente una buena mezcla, incluyendo violines, guitarras y, claro, bandoneón. A mí me encanta al album Lalala, de Fito y Spinetta, que refleja bien esta riqueza. Me gusta también pensar que si llegara de repente un extraterrestre y preguntara: “¿Dónde puedo ver el mejor partido de fútbol del planeta?”, lógicamente uno tendría que responder: “Mirá, amigo, tenés que ver Brasil-Argentina”.

Usted le puso música a diferentes poesías y también a obras de teatro, ¿a qué partido en la historia de los mundiales le pondría música? ¿Cómo sería? ¿Y si en vez de un partido le tocara musicalizar un gol?

Tengo recuerdos muy felices de la infancia, de los partidos del mundial ’70, el primero que vi. Quizás el épico 3 a 1 contra Uruguay en la semifinal, cuando empezamos perdiendo y al fin superamos la pesadilla del ’50, con jugadas geniales de Pelé; o la final estupenda contra Italia, llena de lindos goles. Sería un afoxé (candombe bahiano cantado en lengua africana) muy alegre, como los de Gilberto Gil, y hablaría de los sueños de un niño que amaba su guitara y el fútbol, que buscaba comprender el mundo y que de ninguna forma podría imaginar que se vivía el período más sombrío de una dictadura – entonces un afoxé alegre con una parte en un tono menor. ¡Gracias por la idea! En retribucion podría componer un tango-rock sobre la histórica victoria de Argentina contra Inglaterra en el ’86, con la “mano de Dios” y el gol del siglo. Pero probablemente algún compatriota tuyo ya escribió un tema sobre ese partido, ¿no?

Entre las muchas canciones que hizo sobre fútbol está Rap para baixinho, un tema para Romário. ¿Cómo, cuándo y por qué la compuso?

En el 2000 Romário todavía era uno de los más grandes del mundo. Estaban los Juegos Olímpicos en Sidney y por una cuestión de antipatía del técnico él no fue convocado. El resultado fue que quedamos afuera en cuartos. Hice un modesto homenaje a un gran goleador y un pedazo de la letra dice: “treinador almofadinha não levou pra Austrália / e o Brasil dançou em mais uma medalha!” (almofadinha es un sujeto snob y preocupado sólo por su apariencia; “bailó” aquí y “perdió”).

¿Qué jugador de la selección brasileña actual se merece una canción? ¿Cuáles serían sus buenas razones para componerla?

De la actual, con sinceridad… mejor esperar un poco y ver si viene a visitarme la inspiración. Pero si vos me permitís regresar en el tiempo, quisiera escribir un tema para Garrincha, o quizás poner música en el poema de Vinicius de Moraes O anjo das pernas tortas. Una razón sería reflexionar sobre por qué su arte no logró encontrar espacio en este mundo, aunque haya producido tanta alegría y magia para tanta gente.

¿A qué jugador argentino le compondría un tema? 

Todo lo que es humano es de gran inspiración para el arte. Y el fútbol argentino ciertamente está lleno de historias increíbles. Lo más previsible sería una canción sobre El Pibe de Oro pero… ¡qué desafío! Podría, por el contrario, pensar en situaciones únicas y escribir un tema, por ejemplo, sobre el maravilloso beso de Maradona y Caniggia; sobre la elegancia y maestría que tornaron a Osvaldo Ardiles en ‘Ossie’ para los ingleses; sobre Martín Palermo, que falló tres penales en un partido y fue el mayor goleador de la historia de Boca; o sobre algunos argentinos que juegan en Brasil, su mayor rival (como Darío Conca, ídolo de Fluminense, que no entiendo cómo no fue convocado por Sabella). Cualquiera de estas posibles canciones diría cuánto el fútbol trasciende las líneas del campo de juego y los 90 minutos porque, en el fondo, simplemente es humano.

Otra de sus canciones dice “No quiero ni saber de empate” y hay una que se titula 11 bem vindo ao clube. ¿Qué lo inspira a la hora de componer sobre fútbol?

La alegría del juego y de la niñez. La música y el fútbol llegaron juntos a mi vida, temprano descubrí el amor por la guitarra y percibí también que no iba mal con la pelota. Escribo canciones como un chico que quiere guardar para siempre su juguete favorito.////PACO