Por María Velo
I
No me gusta que le digan El Trava. No sé si a ella le molesta, es por mí. Más allá del «Trava», estaba segura de que modificarlo con un «el» claramente era no respetar su situación genérica. Como esto tiene un lado incómodo, prefiero decirlo ya, ahora. A veces aclaro, cuando me preguntan por ella, porque ya sea con sorna o intriga lo hacen, Flopi es, bueno, porque ella es, es, es una travesti. No sabía si estaba bien, si ella se hubiera ofendido si me hubiese oído llamarla de ese modo. No es que no hayamos hablado del tema, las amigas hablan de todo. Pero también es cierto que somos amigas circunstanciales y que, a veces, los diez, veinte o cuarenta y cinco minutos que charlamos en la fría esquina de Flores, reflejadas nuestras disímiles figuras en la enorme vidriera florecida de inodoros y vanitorys, no son suficientes para profundizar tanto. Pasa un auto, le para. Me saluda rápido, bueno, gordi, nos vemos, que te vaya bien, me dice, con ese entusiasmo de compañeritas de la primaria. Antes de eso, que nació en un cuerpo equivocado, me dice. Nosotras, las que nacimos en un cuerpo equivocado, yo siempre digo, gordi, que somos guerreras, porque dónde viste a una de nosotras trabajando en un local de ropa, en una farmacia, en una panadería. Y es cierto, no se ven mucho. Dentro de las enormes conquistas de los LGBT, los T son los que menos aceptados han sido por la sociedad, incluso dentro de sus sectores más abiertos. Que viven en bolas, que son violentos, que son sucios, que son perversos, que no pueden criar hijos, eso dicen. Voy a hablarles de Flopi, no como una bandera ni como una prueba de nada, sino como lo que es, una persona, una mujer, una amiga.
II
Tiene como yo, 27, es santiagueña, charlatana. Un pelo divino, azabache, lacio, largo. Lo cuida. Se preocupa mucho por la salud. Me da consejos para no seguir perdiendo el cabello debido al estrés. El otro día se me ofendió un poco porque no había notado la intervención. La nariz, gordi, ¿no te diste cuenta? No, soy un desastre con esas cosas. Me dijo que se la había golpeado de chiquita y desde ahí le había quedado torcida. Ahora que la tiene como antes pudo darse el lujo de hacerse el flequillo de Rihanna. Tiene unos ojos verdes preciosos, pechos de hormonas, me explicó, producto de un tratamiento supervisado por una ginecóloga especializada. Igual está ahorrando para hacerse las lolas. Le dije que no era justo que me dejara sola en el país de las chatas. Es por el trabajo, me dijo, que no era tan importante, que yo debía tener mis admiradores también. Flopi se viste seriecita, incluso cuando trabaja. Jean, remera no muy escotada, botas. Y no necesita mucho más, es realmente muy hermosa y femenina, por su forma de hablar, por sus preocupaciones maternales, por su visión del mundo. Vive por Parque Patricios, alquila un deparamentito de dos ambientes. Es independiente desde muy chica, a los 17, cuando se vino a Capital con dos amigas. Una vive ahora en Europa, la otra gana muy bien, trabaja por catálogo, para eso tenés que estar más buena. Trabajar en esa esquina es práctico pero ves de todo. Tacheros, nunca más, son miserables, dijo. Claro, encima para volverte después en taxi les tenés que pagar cinco veces lo que les cobraste, agregué, se rió. Nos reímos mucho. Tipos que quieren hablar. Miles. Disuadió a un par de suicidarse, me dijo. Tipos con familia. Con plata. Con hijos. Con todo. Sólo querían o sólo podían hablar, necesitaban hablar.
III
Es familiera aunque viva lejos. Los visita siempre que puede. Tiene novio, no cafiolo, novio. Para Año Nuevo fueron a La Plata donde, me contó, es todo mucho más tranquilo y pueden pasear sin que nadie los moleste. Desde chica mi mamá veía que jugaba con las nenas, por eso me enseño costura y peluquería, soy muy buena en ambas cosas. En un par de años me quiero retirar y poner mi propia peluquería, no me voy a cagar de frío en esta esquina el resto de mi vida. A Flopi le parece terrible ver a las pibitas de 14 caminar en pelotas, borrachas, en el medio del invierno, que ella será puta pero que mirá cómo van, es un peligro, está lleno de perversos la calle. Le conté de Lana Wachowski. Que está hermosa y que está casada con una mujer. No podía entenderlo. Es decir, podía, simplemente nunca se le había ocurrido a ella mirar a una mujer. Pero que sí, que en Palermo vio varias parejas lesbo-trans, que hay de todo. Su familia la acepta, tuvo mucha suerte, dice. Otras chicas como ella cargan con un historial de repetidos abusos y violaciones, sexuales y de todo tipo. Una amiga suya tuvo que dormir en una plaza por meses. La habían echado de su casa. Sufrío frío y hambre en su pueblo natal. Vino a Capital muy chica y después a Europa. La rompió. La familia se enteró y empezó a llamarla pidiéndole plata.
IV
Hay un lado incómodo en todo esto, es el pandémico: «Yo tengo un amigo (coloque aquí nombre de minoría demonizada, posteriormente redimida y cargada de extrema paranoia respecto de cualquier tipo de discriminación, diferenciación o cualquier clase de mención, positiva, neutra o negativa respecto de dicha condición)». Investigando, un día, descubrí que la palabra apropiada para Flopi no es travesti sino transexual, que travesti es una palabra ofensiva. Supongo que «travesti» puede ser ofensivo para una mujer transexual porque el significado de la palabra corresponde a: hombre travestido, lo cual, nuevamente, entraría en crisis con su decisión genérica. No entiendo, en cambio, por qué travesti sería ofensivo si habláramos de un hombre que gusta de travestirse, lo cual también existe. Hay pocas cosas más empantanadas que la discriminación en términos semióticos. Personalmente, no creo que todos seamos iguales sino que todos somos diferentes. El discurso de que todos somos iguales y que es lo mismo cualquier inclinación religiosa, sexual, vocacional o de cualquier tipo sólo contribuye a ignorar la diferencia en vez de festejarla y a convertir una sociedad fragmentada en un cúmulo de esporas, alejando a los individuos de cualquier tipo de intercambio, aprendizaje o mixtura. Por eso me parece mágico que Flopi sea transexual, mágico, extraordinario y fascinante, así como creo fascinante que el padre de una amiga pilotee globos aerostáticos. Y me dan ganas de saber y de hablar de ella, y muchos gustan de escuchar sus historias, con o sin sorna, como pueden, con genuina curiosidad. Pareciera ser un principio de algo. Hay transexuales violentos, exhibicionistas, sucios, claro. También hay heterosexuales con las mismas características. La pregunta es si estos son síntomas de transexualidad o (más bien) de patologías incubadas intensivamente en el caldo de la violencia y la marginación a la que fueron y siguen siendo sometidos.////PACO