Por Nicolás Mavrakis
Soy gordito por épocas pero en general rozo la obesidad. Lo disimulo con ropa oscura y con botas. Levanto el mentón en las fotos y con eso zafo. Soy hombre pero no tengo nada contra las otras opciones. Me gustan las mujeres pero me relaciono mejor con los hombres. A veces paso semanas entre hombres. Si tengo que elegir a quién ver, elijo a los hombres. Ellos no me juzgan por cómo soy. Creo que también disfrutan oyendo mis poemas pero más porque son mis amigos que porque soy un gran poeta. Durante la semana trabajo en una oficina. Tengo un sueldo asegurado y mis papás me ayudan con la diferencia pero de lejos, porque no quiero que se note mucho. El trabajo en la oficina es fácil y mecánico. Mi poesía nunca habla sobre eso aunque es lo que me angustia. Mi poesía es existencial. Mi poesía es sobre el desafío de crecer. Mi poesía está editada por un amigo y nunca me animé a llevarla a otro lado. Leo a otros poetas y me reconforta entender que están en la misma que yo. Muchos hacen los dibujos de las tapas con sus propias manos porque son artesanos completos. Muchos pagan para editar sus propios libros de poesía porque el mundo odia a la poesía. Mi poesía está escrita por mí. Mi poesía está leída por mí. Los jam de escritura y los recitales de poesía me parecen la invención social más grossa del mundo después de la heladera. Mis compañeros en la oficina saben que yo soy un poeta porque yo se los cuento cuando salimos a fumar a la calle. Me dicen que está muy bien y que siga adelante. Nunca me compraron un libro aunque les ofrecí varias veces. Nunca vinieron a escucharme leer aunque los invité varias veces. Cuando leo me libero. En la oficina nadie me presta atención pero los poetas me entienden. A veces tomo mucha cerveza y me dan ganas de besar a mis amigos. Un día me masturbé pensando en uno de mis amigos. Escribiría un poema sobre eso pero sería raro. Mejor los temas existenciales. Eso me salen bien. Ahí está lo heavy. Si me alcanzara lo que me pagan en la oficina, le preguntaría sobre esto a un terapeuta. Cuando quiero seducir a una mujer, le leo alguno de mis poemas. Primero le cocino carnes blancas, tomamos un buen vino sobre el que me estudio todo lo que dice la etiqueta y fumamos cigarrillos. Leo mis poemas y los actúo porque hay que interpretar la poesía. Muchas veces practico voces. La poesía es una forma de vida que se siente. La verdad es que las chicas se ríen un poco y me dicen que me tranquilice. Varias veces se van y al día siguiente encuentro el libro que les había regalado en el piso. La gente que no entiende nada sobre poesía es así. No importa, en mi biblioteca tengo un par de libros de las carreras que empecé y nunca terminé, muchos libros orientales que me gustan y un estante completo con mis libros de poesía. Me gusta ver mi nombre en letra impresa. Hay gente débil y sin talento pero a mí me protege la poesía. Un día me dijeron que Wallace Stevens era un poeta que también era oficinista pero yo no leo a poetas consagrados porque esos no tienen creatividad auténtica. Mi poesía es auténtica. Me sale en verso libre, tema libre, puntuación libre. La poesía es libertad. La semana pasada cerca de la fotocopiadora de la oficina una chica dijo que le gustaba la poesía así que la invité a tomar algo. Bueno, cuento esto y ya termino. A media luz y con dos cervezas tenía un aire a uno de mis mejores amigos. Le voy a dedicar mi próximo libro de poesías, pero solamente si me mete un dedo en el culo.////PACO