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¿El mejor diario del país se escribe en inglés?

¿El mejor diario de la Argentina se escribe en inglés? No me animaría a afirmar esta idea, pero a lo largo de 2015 nos llamó la atención cómo el Buenos Aires Herald se posicionó en la agenda mediática. Desde el caso Nisman hasta la cobertura del año electoral, el BAH tuvo un lugar de reconocimiento periodístico destacado. ¿Qué circunstancias hacen que un diario realizado para la comunidad angloparlante en Argentina de repente pueda ser noticia para otros medios? ¿Por qué un diario dirigido a diplomáticos internacionales un día pudo convertirse en el centro de la escena periodística de una de las ciudades más importantes de Latinoamérica? ¿Cómo concibe al periodismo del siglo XXI el Buenos Aires Herald? Para responder estas preguntas revistapaco.com charló con su Editor in Chief, Sebastian Lacunza.

-¿Cuál es la línea editorial del BAH?

-Por lo pronto, una línea editorial distante, algo que no dice mucho pero, en el fondo, significa bastante. Cabe hacer un poco de historia, dada la particularidad de un diario generalista en inglés que se publica en uno de los países más importantes de habla castellana; todo un exotismo. El Herald tiene casi 140 años. Nació como una página dedicada al movimiento del puerto y el comercio de Buenos Aires. Más tarde fue un diario comunitario, anti-nazi, bastante antiperonista. Lo siguió siendo en los setenta pero no estuvo exento de las tensiones y matices que se dieron en las redacciones periodísticas de entonces. Apoyó el golpe militar hasta mediados de 1977, pero pese a mantener apego formal a la dictadura, supo ir abriendo una ventana. Finalmente la redacción encabezada por Robert Cox tomó conciencia cabal del terrorismo de Estado y respondió a fondo. El Herald se dedicó a salvar vidas. Un diario conservador, que había apoyado las bases de la política económica, pasó a marcar un hito en la lucha por los derechos humanos (…) Hoy es un diario que defiende derechos civiles y humanos, pregona el respeto por las instituciones democráticas y la diversidad cultural, y no es dogmático en temas económicos.

-¿Cuál es su público?

-Su público original era básicamente la inmigración angloparlante. Por eso es un diario muy icónico en barrios como San Isidro, Quilmes o Hurlingham. Pero esa inmigración británica, escocesa o irlandesa ya lleva tres o cuatro generaciones en la Argentina, y a su vez hay nuevos tipos de inmigrantes, australianos curiosos, novios que cambian Londres por Buenos Aires, estudiantes neoyorquinas, amantes del vino y del tango. Entonces, primer público, inmigrantes y turistas. Segundo público: el mundo diplomático. El Herald es con frecuencia el primer diario en embajadas de habla no hispana y en oficinas de organismos internacionales. Tercero: ambiente académico argentino y extranjero, que podríamos sumar a la elite política y al movimiento de derechos humanos, por la semilla plantada en los setenta. Cuarto, ejecutivos de empresas e inversores y por último pero no menos importante, el mundo de la educación. Escuelas, docentes y estudiantes de inglés.

-¿Qué devolución tienen de ese público? ¿Ese público entiende la realidad periodística maniqueísta argentina?

-Son públicos que albergan intereses distintos y hasta contrapuestos, tanto ideológicos, culturales y económicos como su grado de conocimiento de la realidad argentina. No es lo mismo un argentino o un inmigrante de larga data que un turista de paso. En lo ideológico, una familia de clase media alta de cultura antiperonista aspira a leer una agenda distinta a la de un docente de Ciencias Sociales. Tratamos de cubrir esos intereses con variedad de columnistas y hacemos algo no habitual que es publicar fuertes críticas al Herald por parte de lectores a los que les disgusta un posicionamiento.

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-¿Cómo se sale del objetivismo sobreactuado del “periodismo independiente” sin caer en un subjetivismo fundamentalista del “periodismo militante»?

-El concepto de «periodismo independiente» quedó bastante mancillado en los últimos años y no es un fenómeno particular de la Argentina como algunos suponen. Esa definición hoy es más utilizada como estrategia de márketing y ya nadie la cree demasiado. Ahora, la contracara, llamémosle militante o que supuestamente aclara «desde dónde habla», a veces elige el camino insano de omitir una parte de la agenda y aplica estándares distintos ante hechos similares. Como si admitir una postura permitiera mentir. Con esto no niego, está claro, la falsedad que implica el objetivismo o el medio que posa como independiente. Un tercer grupo es el que por evitar ser catalogado como sesgado elige un equilibrismo intrascendente. Lo cierto es que la doble vara se tornó una práctica endémica en el periodismo argentino. Ya se trate del objeto de la noticia, como un supuesto corrupto, como de los procedimientos empleados. A veces un mero indicio alcanza como título de tapa y otras no merece siquiera una mención. Tratar de eludir esa doble vara, apegarse a los hechos, presentar diferentes campanas, no sobreestimar fuentes creadas ad hoc son herramientas elementales y relativamente fáciles de implementar. Por supuesto, toda edición implica una selección, un recorte, y una redacción, por pequeña que sea, está sometida a presiones de dueños, anunciantes y gobiernos. La mejor forma de protegerse es construir legitimidad. Algo que creo clave en el periodismo de hoy: hay que animarse a desafiar a las audiencias, desmontar sus prejuicios. Puede ocasionar costos, pero torna mucho más divertida la tarea periodística.

-¿Por qué hoy el BAH, como ocurrió hace 40 años, se posiciona periodísticamente como uno de los diarios más confiables del país, con la paradoja de que está escrito en inglés?

-No sería sincero si no dijera que el idioma es un gran amparo, que no sólo permite tomar distancia en esa operación de traducir la realidad sino que atenúa los enojos. No hay en otro país iberoamericano un diario de estas características, con una redacción tan particular, pequeña pero con un tercio de extranjeros. Si el Herald es un diario que hoy sigue vigente y puede distinguirse del resto de tanto en tanto se debe en parte al prestigio excepcional construido hace algo menos de cuatro décadas. No quiere decir que coincida necesariamente con Robert Cox, Andrew Graham-Yooll o James Neilson en su mirada del periodismo, de la historia y de la actualidad argentinas (a su vez tienen miradas diferentes entre ellos), sino que valoro la valentía que tuvieron para salvar vidas. Que un diario antiperonista, que había alabado a (Jorge Rafael) Videla y a (José Alfredo) Martínez de Hoz, se haya plantado ante los represores y encabezado las denuncias de las atrocidades es uno de lo hitos de la historia del periodismo argentino. Y lo hicieron, justamente, desmontando los prejuicios de su audiencia.

¿Y el periodismo digital?

-Hoy el periodismo digital mantiene una lógica papel con una agenda setting impuesta muchas veces por la histeria de las redes sociales, ¿còmo pensás vos el periodismo digital del siglo XXI?

-A veces cuesta distinguir entre el anecdotario de algunas páginas noticiosas y las tendencias de Twitter, Instagram, etcétera. Entonces, el primer paso sería desprenderse de esa histeria. De inmediato, cuidar la redacción, la valoración de fuentes y la pertinencia de los títulos. Por la demanda de inmediatez, los ciclos de edición y corrección en medios digitales suelen ser efímeros, por lo que los redactores y editores tienen un desafío enorme. Además de producir un texto de calidad y perdurable, en un lenguaje que rompe fronteras y altera su sentido todo el tiempo, corren contra el reloj y la mayor exactitud para medir el feedback. Paso a paso. Hacer el nytimes.com demanda una fortuna de dinero y paciencia para equivocarse, y una tonelada de prestigio. Hay caminos intermedios. En el caso del Herald, la redacción impresa y la digital no están integradas. Yo sólo dirijo la primera, pero me consta que la web es hecha con un enorme esfuerzo.

Sebastián Lacunza, Editor in Chief del Buenos Aires Herald.

Sebastián Lacunza, Editor in Chief del Buenos Aires Herald.

-¿Observás un modelo de negocios posible en el corto plazo para la sustentabilidad del periodismo digital? ¿Por qué nadie invierte seriamente en periodismo digital?

-Hay ejemplos muy interesantes de medios tradicionales que desarrollaron su versión digital y de otros que nacieron digitales y son sólidos e innovadores. Se pueden leer textos interesantes, la información cobra otra dimensión por la potenciación de bases de datos y los recursos multiplataformas. También hay fracasos notables, mucho palabrerío sobre el nuevo periodismo y el periodismo ciudadano, y la parte oprobiosa y las falsas promesas que encierra la denominada interacción. La tendencia de la sustentabilidad desde medios analógicos hacia los digitales está cambiando, pero demasiado lentamente como para hallar certezas. No imagino nada sustentable si se bajan las banderas de la calidad ni creo que la obtención de beneficios responda a lógicas muy distintas a las que conocemos en el sistema capitalista de medios. Hay medios alternativos que encontraron una veta de financiamiento novedosa, como eldiario.es de España o el diario taz.de de Alemania, pero no son el mainstream, está claro.

-Tanto eldiario.es como el taz.de tienen un aporte financiero de sus lectores comprometidos con el producto, ¿vamos camino hacia sitios de noticias de nicho? ¿Ves posible una competencia en la información con el mainstream en el corto plazo?

-Una de las novedades saludables de las nuevas tecnologías y soportes de la información es que afectaron el ego de los medios del mainstream. Quitaron exclusividad e inmunidad a las grandes marcas de la comunicación, que suelen tener una tendencia hacia la protección mutua que transgrede fronteras ideológicas. De hecho, este dato forma parte del trío de amenazas que señala Martín Becerra hacia los grandes medios latinoamericanos durante los últimos diez años. Vemos que la competencia surgida de redes sociales y de medios digitales alcanza relativa efectividad en tiempos de amplia concentración y acuerdo político coyuntural de elites como el actual. En consecuencia, páginas como eldiario.es logran el objetivo de alterar algo la agenda, aunque sus chances son, por supuesto, mucho menores que las de Prisa, Berlusconi o Planeta en España. En el caso de taz.de es interesante en cuanto a sustentabilidad de un diario de izquierda, como podría ser Página/12, Il Manifesto o Público, con sus diferencias. Ambos casos, taz.de y eldiario.es, son ejemplos de medios que apelan al interés de sus lectores de romper un cerco o una hegemonía informativa. Una causa ideológica pero también una necesidad ciudadana. Hay que saber hacerlo, poner un oído en las audiencias para escuchar sus causas, y abandonar la soberbia.

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Mundo Nisman

El BAH vivió muy de cerca el caso Nisman por distintas cuestiones, la principal: un periodista de la web del BAH (Damián Pachter) fue el que tuvo la primicia de que Nisman había sido encontrado muerto en su departamento de Puerto Madero (recomiendo leer los posteos de Sebastián Lacunza durante enero de 2015).

-A pesar de que ya escribiste mucho al respecto en el BAH y en tu blog personal, no quiero dejar de preguntarte: ¿Qué pasó con el caso Nisman? ¿Volviste a hablar con Damián Pachter durante este año?

-El caso Nisman fue paradigmático del estado del periodismo actual a la vez que desafiante. Separar hechos de especulaciones y sortear las versiones contaminadas fue un trabajo artestanal. Pese a coberturas groseras del estilo del disparo a quince centímetros de la cabeza para dar a entender que se había tratado de un asesinato, hubo también trabajos muy serios, con contrastes incluso dentro de un mismo medio. En el caso del BAH, dimos cuenta de lo que comprobamos, como la endeblez de la denuncia de Nisman tal como fue presentada, sin por ello dejar de ver la responsabilidad del gobierno en la formación y utilización de servicios de Inteligencia tóxicos, que alimentaron al fiscal tanto cuando era aliado del gobierno como cuando pasó a acusar a Cristina Kirchner de un delito gravísimo. No seguir abnegadamente a un sector, el que denuncia a un gobierno mafioso o el que ve un intento mafioso para destituir a un gobierno épico, trae costos; por supuesto, pero también satisfacciones.

-¿Y Pachter?

-En el caso de Pachter, lo vi en Israel. Estaba a la salida de una conferencia a la que fui invitado como panelista y nos saludamos.

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-¿Creés que Pachter era servicio de inteligencia israelí?

-No lo creo en absoluto. Lo conocí muy poco porque él no trabajaba conmigo sino en la web, pero para nada me dio la impresión de que fuera un miembro del Mossad. Sobre su partida, me remito a lo que escribí en su momento y a lo que sé. Nisman murió un domingo. Pachter siguió trabajando hasta el jueves por la noche. Una persona le pidió que lo fuera a ver y le dijo que debía irse del país porque lo perseguían. Se trata de un agente de Inteligencia al que Pachter le creyó, por lo que de inmediato partió a Israel. Exigimos protección como correspondía.

-¿Para vos qué significa ser un servicio de inteligencia hoy? ¿Está más cerca de ser un James Bond o más cerca del ser un freelancer que factura mensualmente un pequeño complemento de su sueldo a cambio de un clipping de la realidad local?

-Claro que tienen informantes más o menos informales, y si bien ejecutan planes sofisticados, también apelan a chapucerías, se basan en especulaciones vulgares, elaboradas y analizadas por personajes de poca monta. La denuncia de Nisman es bastante explicativa al respecto.////PACO