¿Cómo lo haría Lubitsch? En su escritorio de trabajo, Billy Wilder tenía esa frase escrita en un pedazo de papel y pegada en la pared. ¿Cómo lo haría Lubitsch? Se ve la influencia en el arte de la elipsis que rodea The apartment, una película que anticipa todos los elementos que luego hicieron de Friends una serie exitosa. La vida laboral en New York, los equívocos del amor, los desencuentros de las buenas intenciones. En Sunset Boulevard, el ambiente, los escenarios y las escenografías son fundamentales para la historia que se cuenta. La nostalgia de una estrella en decadencia, el encuentro ambiguo y potente con Cecil B. De Mille, el carisma de Nancy Olson. La escena inicial del entierro del mono parece sacada de una película de Fellini, aunque Wilder la presenta de manera mucho más sombría. ¿Cómo lo haría Fellini? Cuando empezamos a escribir, tenemos una historia, un personaje, una trama. entonces, la pregunta nos ayuda. Tenemos una idea vaga de la escena que queremos escribir. Y entonces nos preguntamos ¿cómo lo haría Fogwill? ¿Cómo lo haría Piglia? ¿Cómo lo haría Hebe Uhart?
¿Qué pasa acá? Cuando leemos una novela nos dejamos llevar. Estamos en un aeropuerto esperando la salida de un avión, o en la playa, o en nuestra casa y la narración nos envuelve, nos arrastra. Elegimos un libro de Stevenson, de Stephen King, o de Poldy Bird. Son maestros que nos llevan de la mano a buen ritmo por sus historias. Incluso eso pasa con el Martín Fierro de Hernández. La narración, la sorpresa y el ritmo de los versos nos empujan hacia adelante. No contamos las páginas ni las sílabas. Hay escritores que manejan otros tiempos. Nos permiten un poco más de reflexión. Cuando un escritor es aburrido, la lectura crítica surge sola. ¿Por qué tardo tanto en avanzar? ¿Qué pasa acá?
Adaptar la lectura. Si queremos escribir, tenemos que leer. Pero ¿cuándo leer? ¿Cuánto leer? ¿Qué leer? Las respuestas a estas preguntas son importantes. Sin embargo, hay una pregunta más, una pregunta que nos va a ayudar al punto de ser definitoria. Leer, sí, pero ¿cómo? El escritor debe leer antes y durante su proceso creativo. Y debe transformar su lectura. El escritor siempre se constituye como un lector interesado, un lector que toma nota, un lector que busca. A veces encuentra, a veces busca. Pero siempre lee atento al mecanismo, a las herramientas que se ponen en práctica, a la mirada del que escribe. ¿Cómo lo haría Lubitsch? ¿Cómo lo está haciendo este autor en esto que leo y me gusta? Pero también, ¿por qué falla?
Mientras escribo. Mientras escribimos no podemos leer. Leemos antes. Y leemos en esos momentos en que no estamos escribiendo. Por ejemplo, un viaje en subte, o en tren, en un bar, en un parque, lejos de la computadora y el escritorio. Durante esa lectura, subrayamos. Hacemos notas al margen, o tomamos nota mental de un procedimiento. Este proceso de conceptualización, de observación, estas elucubraciones, lejos de la artesanía de la escritura es determinante.
La voz que narra. Al leer de forma interesada, comprobamos cómo un escritor que nos gusta resuelve la influencia de un escritor que también conocemos. ¿Qué tomó Echeverría de Byron? ¿Cómo opera Henry James sobre la novela realista? ¿Qué hace Juan José Saer con el objetivismo francés? ¿Qué hizo Philip K. Dick con la ciencia ficción que lo precedió? ¿Cuál es la forma de una novela de aprendizaje? Un lugar común muy repetido sugiere que escribir es “contar historias”. Sin subestimar la importancia del tema, la trama y los personajes que llevan adelante un relato, la construcción de una voz es imprescindible para avanzar en la escritura sin caer en el vacío o el agotamiento. La historia no existe sin una voz que la cuenta. A veces, no hace falta leer libros completos. Alcanza con unas páginas. Un cuento, un capítulo, una escena. ¿Cómo es el narrador que construye el texto? La lectura interesada persigue la forma. No tanto el qué, sino el cómo.
Ser o no ser. A veces, nuestra propia inseguridad como narradores contamina a los personajes. Se vuelven demasiado reflexivos, sufren por banalidades o se emocionan con cualquier mancha de humedad. Esto ralentiza la narración, la vuelve pesada y agobia a lectores y escritores. ¿Por qué tengo la sensación de que en mis relatos no pasa nada? ¿Hasta qué punto es importante la interioridad de los personajes? ¿Cómo encuentro el tono que necesito? ¿Lo que escribo es una parodia de una mala narración, o solo una mala narración más? Una lectura interesada, cuidadosa de los escritores que nos gustan puede responder también estas preguntas. ¿Cómo lo hicieron? ¿Cómo puedo hacerlo?////PACO
Sebastián Robles y Juan Terranova van a dar los sábados de agosto y septiembre a las 11 hs. un seminario de lecturas para el narrador contemporáneo en la Escuela de Escritura Paco. Informes e inscripción info@revistapaco.com.