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¿Qué es lo que hace que el actual Presidente de Rusia sea excitante? La pregunta lleva a un reguero de palabras como fascinación, deseo, estrategia, mafia, espionaje, política, derechos humanos, discriminación, abuso, seducción y la lista puede seguir, pero siempre dispuesta a volar por el aire ante la explosión que genera una sola mención: poder.

El poder excita, Vladimir lo sabe y lo posee; aunque es imposible no perder de vista que creer una mentira es también crear una verdad. Putin, único hijo vivo de un ex oficial de la Marina Soviética y una trabajadora fabril perdió a sus hermanos de pequeños. Desde chico se interesó por las artes marciales y dedicó su vida al estudio, la carrera militar, el espionaje, la política y la construcción de un personalismo que divide aguas, continentes y pasiones.

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Como un James Bond rojo con la falsa identidad de Plátov formó parte de la red de la KGB. Primer fantasma excitante: la identidad velada. Gracias a Hollywood y a la literatura por mostrarnos hombres y mujeres cuyas vidas penden de un hilo de manera constante y por el dato de que «siempre son buenos amantes». El imaginario indica que después de evitar una nueva guerra nuclear, él o la espía sabrá encontrar su descanso en un sexo vigoroso para luego volver a su espiral de identidades solitarias.

El cuerpo entrenado de Putin suele ser una de las grandes referencias para merchandising, memes y afiches que circulan por las redes sociales. Pectorales y un cuerpo ejercitado, con más de sesenta años, crean un magnetismo visual para algunas de nosotras; y claro para algunos también. Vladimir -que significa «Príncipe la Paz» (dudo que a los chechenios y ucranianos, por citar a algunos vecinos, les cause gracia)- arriba de un oso, un colibrí, un satélite o dándole nalgadas a un flacucho Obama o a una indiscreta y masculina Merkel son imágenes que se replican junto con fotos de miradas gélidas- muy russian style– armas, trajes que se matizan con la ternura de nadar con delfines, guiñar un ojo o abrazar a un cachorrito. Él combina el estereotipo de un hombre atlético con la inteligencia y la estrategia necesarias para triunfar en política.

Porque si hablamos de éxitos políticos, Putin sabe lo que es ser elegido. Ganó tres veces en las elecciones, aún cuando sus detractores no dejaron de remarcar fraude, siempre con más del cincuenta por ciento del electorado y con un actual grado de aprobación que alcanza el 80 %. Muchos intuyen que irá por un cuarto mandato ante su visión verticalista de poder que sigue ocupando intersticios orgásmicos para la microfísica foucaultiana bajo el lema de un «Proceso de reorganización de la legalidad» denunciado internacionalmente como demagógico y autoritario.

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SET (en ruso significa red) es el principal -pero no único- motor para propalar la imagen de Putin como el padre de hierro y el modelo a seguir. La mayor parte de sus miembros no superan los treinta años y se criaron bajo la idea de que «Él es el salvador». La pregunta que se les hace para asociarse es «¿Estás con Putin?», si la respuesta es afirmativa se activa el fluir de adoración; para los rusos, por historia, no hay inconveniente en mostrarse del otro lado del mostrador con Occidente.

Indumentaria, banderas, tazas e incluso juguetes hechos con la cara del líder que lo muestran como recio, poderoso pero también accesible y amigable sin perder la autoridad y el respeto. Un modelo masculino y seguro de sí mismo. Un faro y falo a seguir. Ya sabemos que para el Presidente ruso la división de géneros debe mantenerse y las ideas de trans, matrimonio igualitario, feminismo le dan urticaria sin sacarle sex appeal electoral.

Los clubes de fanáticos reales y cínicos -que no son engañados por la función simbólica del líder y por eso no ven la realpolitik– se reparten por todo el mundo incluyendo parodias, humor y la posibilidad del grotesco que admite la adoración. Porque Putin es un hombre sexy que admite la parodia bajo sus límites (polémicos, verticales y autoritarios); el síntoma de poder y la solidaridad obscena de la que habla Slavoj Zizek. Un poder que a mí me lleva al consumo irónico de su figura y a una bella excitación.///PACO