Ansiedad


El estilo matemático del amor

CS-85

Por Mavrakis

I
Introducción. No lo comenten: hay un algoritmo particular funcionando hace un tiempo en Facebook. Mide consumo sentimental a través de interacciones abiertas e intercambio de mensajes cerrados. Facebook sabe a quiénes desean y aman sus usuarios. Y lo sabe incluso mucho antes de que los usuarios lo sepan o hagan algo al respecto. El resultado del algoritmo es una simple jerarquización de los contactos de cada usuario. Tampoco comenten esto: ese resultado se ve a simple vista. Todo es muy obvio porque el asunto de Facebook es mirar.

El giro. Lo que nadie quiere mirar es, digamos, el lado oscuro del deseo. La carencia de amor. Ese enorme volumen de indigencia sexual, más pavorosa y frustrante que la indigencia sentimental. No importa cuántas canciones de amor canten Paul McCartney y Rod Stewart, siempre habrá una comunidad a la espera eterna de un milagro. Entre esos, algunos pueden terminar dedicándose a la buena poesía o al homicidio violento, nunca está garantizado. Michel Houellebecq ha escrito novelas al respecto. ¿No estaría hoy Raphaël Tisserand en Twitter, por ejemplo, contando las últimas monedas de su suerte? Yo mismo veo distintas variantes todos los días en Twitter y Facebook. Aunque a diferencia del Raphaël Tisserand de Ampliación del campo de batalla, estos suelen tener barba y organizar asados con amigos que acaban de conocer por internet. Algunos de esos amigos, a veces, incluso son mujeres.

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¿Y si aún así no pudieran? Si a pesar de las recomendaciones de series, las fotos con gatos, las felicitaciones a conductores de FM, los chistes alrededor de los trending topics y los DM desesperados a las gorditas desesperadas en la madrugada de un viernes… Si a pesar de todo eso tampoco pudieran lograr nada, ¿qué harían estos Tisserand? Se transformarían en clientes de algo masivo y más inagotable que el petróleo: la online dating industry. El hermano sofisticado de lo que antes también fue un fonobar y todavía antes un correo sentimental. Nodos de hombres solos y mujeres solas de la clase de  los que no se rinden (cuando tal vez deberían hacerlo, como Tisserand).

II
La data dura. Durante la velada de este Año Nuevo, un millón de británicos esperaron tener una date a través del online dating site más popular del Reino Unido. Piensen en una legión de un millón de hombres solos y mujeres solas mirando el reloj. Match.com, la versión americana, registró que durante el Año Nuevo del año pasado el índice de búsqueda se incrementó 94% por encima del habitual. Por supuesto, los números son fríos y formales y eliminan el olor humano a desesperación. ¿Saben entonces realmente de qué estamos hablando? Hagan memoria: cada uno habrá tenido su propia experiencia este último Año Nuevo. Cada uno habrá visto a alguien no muy lejos aferrado a su smartphone desde los últimos minutos de 2013 hasta los primeros cincuenta de 2014. O setenta. O noventa. Después de los ciento cincuenta, probablemente esa persona desapareció desahuciada. Pero antes…

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¿Quién es esa persona? La misma que probablemente les llamó la atención porque nunca miró los fuegos artificiales como el resto a las doce de la noche. Porque tenía la mirada reclinada sobre la pantalla del smartphone entre las manos. Esa persona es la misma que probablemente, después de brindar apurado, buscó a otros solitarios como él en la habitación y les preguntó qué hacían ahora… Si la entonación de la pregunta sonó a ruego —mientras la mirada seguía reclinada sobre la pantalla y la cara gesticulaba dulces expectativas y amargas frustraciones entre sílaba y sílaba— y si las otras personas con compromisos serios presentes en el mismo lugar sonrieron y se retiraron comprensivamente… entonces esa persona es la clase de persona que realmente necesita saber cómo más de 4.000 casos analizados en Zoosk sirvieron para delimitar la estética más favorable de la Foto de Perfil de Facebook. La carta de presentación de quienes buscan desesperadamente amor.

III
La broma erudita. ¿Jane Austen creería hoy en cifras que pudieran cuantificar la trayectoria del deseo y resolverlo? ¿Cómo sería Orgullo y prejuicio escrita en la era de las redes sociales? Más parecida a un paper matemático que a una novela, probablemente. Y aún así el tema de fondo no dejaría de ser el mismo: la esperanza de una distribución social justa del amor. Atención, damas y caballeros: cada uno de estos puntos de porcentaje miden las probabilidades de concretar una relación sexual.

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Números. Si Elizabeth Bennet quisiera llamar hoy la atención de Fitzwilliam Darcy, los expertos en la industria del online dating aseguran que una foto de cuerpo entero mejora en un 209% el índice de atracción sobre los otros usuarios, antes que una foto facial u otro estilo. En el caso de las mujeres, si la foto está sacada indoors, la posibilidad de recibir propuestas e invitaciones se incrementa 60%. Si los hombres usan una foto outdoors las posibilidades suben un 19%. Por su lado, las selfies no parecen hacer demasiado por el amor: para los hombres aumenta las respuestas en un 8% y para las mujeres en apenas 4%. Lo siguiente puede ser información sensible para las hordas de Raphaël Tisserand que suelo ver acá y allá, así que va sin prólogos: las fotos con mascotas reducen el capital erótico online en un 53% y las fotos con amigos en un 42%. Y esto —como cualquiera instintivamente podría intuir— es válido para los dos sexos.

Después de la imagen —como canta el buen Rod Stewart, «realmente debo confesar que la atracción fue puramente física»—, vienen las palabras. Mientras que la honestidad parece ser la mejor política para los hombres —cito literalmente el informe de Zooks, una red para solos y solas con 25 millones de clientes—, no es una gran idea para las mujeres hablar sobre su edad y sus hijos. El informe agrega: «Deberían esperar para divulgar estos detalles». Si un hombre menciona que es divorciado o separado puede recibir hasta 52% más de respuestas, pero si menciona que tiene hijos solamente 7%. Para las mujeres, en cambio, cualquier mención de su historial romántico reduce el mismo campo de respuestas a un 45% (la hermosa moral victoriana ha dejado para siempre esa idea: existen las mujeres y las mujeres con un pasado).

Más cifras: hablar de libros y ejercicio suma 21% de chances para ambos sexos pero hablar de música apenas 15%. A la hora de un chat, un emoticon como 🙂 logra 13% de respuestas mientras que la variante 🙂 logra 66%. Si los hombres les dicen a las mujeres que son lindas o hermosas el porcentaje de respuesta femenino es de 118%. Si las mujeres les dicen a los hombres que son lindos o hermosos el porcentaje de respuesta masculino es de 100%.

El desenlace. Hay bastantes recomendaciones porcentuales más. Pero también una conclusión general, más útil que el resto: al menos en la primera oración de un chat o mensaje escrito para alguien del sexo opuesto, es importante que la ortografía y la gramática —»Eres un gran ensayo de glamour, por favor perdona mi gramática», canta el buen Rod— sean una ortografía y una gramática correctas. Porque, en esencia, a pesar de los números, al final, el amor es una cuestión de lenguaje. Un uso específico y delicado del lenguaje. Una conversación. Ese es el dato que pierden de vista los desahuciados. Y esto es delicado porque es imposible dejar de notar que por algún motivo los Raphaël Tisserand siempre tienen serios problemas a la hora de escribir /////PACO