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«El crimen es algo inherente al ser humano»

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Juan Carrá es Editor y redactor de las secciones Policiales y Cultura del diario El Atlántico de Mar del plata. Su blog es criminiscausa.blogspot.com.ar

¿Qué es lo que menos te gusta de tu oficio como periodista? 

El periodismo policial en la dinámica actual de los medios de comunicación se ha convertido en una especie de eslabón que cierra una cadena perversa que ata a la sociedad a las versiones oficiales de los hechos. Por supuesto que romper esa cadena es una de las cosas más interesantes de la labor cotidiana que tenemos a la hora de contar las historias de los crímenes, sin embargo los tiempos de la inmediatez y la falta de personal en las empresas periodísticas no permiten profundizar en las historias como es necesario para que la información publicada no quede atada a las versiones policiales/judiciales solamente. Por eso, no tengo duda, que el verdadero periodismo policial/criminal solamente puede subsistir en la crónica narrativa.

La lista de casos famosos resulta larga y conocida. ¿Es Mar del Plata una ciudad de crímenes?

Mar del Plata es una ciudad con crímenes como muchas otras, pero con una particularidad: por mucho tiempo se puso el foco en la ciudad por la presencia de personalidades propias de una ciudad balnearia y con una plaza teatral sin comparación en el mundo. Casos como el de Monzón, el intento de asesinato de Locatti a su mujer, la muerte de Olmedo o el siniestro que tuvo a La Hiena Barrios como actor principal son algunos de los tantos que sobresalieron por la prominencia de sus victimas/victimarios, pero no quita que esos tipos de hechos sucedan de igual forma en diferentes puntos del país. Mar del Plata es tan criminal como cualquier otra ciudad urbanizada, turística y desigual.

¿Qué caso policial seguiste con más interés?

El triple crimen de la calle Catamarca. Un hecho impactante que me tocó cubrir desde el hecho en sí hasta el juicio oral. Se trata de un crimen múltiple en el seno de una familia de clase media marplatense (con todo lo que eso implica). Después me han interesado mucho casos viejos de la historia criminal marplatense: la historia de Pepita la Pistolera no tiene desperdicios.

Si no hubieras sido periodista, ¿qué te habría gustado ser?

Hace poco que soy periodista. Cuando no lo era, fui técnico en computación. Trabajé quince años en ese rubro… Hace cinco que ejerzo el periodismo, aún no tuve tiempo para desenamorarme. Igualmente, juro que algunos días quisiera que mis conflictos laborales pasaran por pensar cuántos chocolates negro y blancos le pediría al repositor (con todo respeto a los kiosqueros).

¿Existe el amor entre criminales? 

Seguramente. El crimen es algo inherente al ser humano, al igual que el amor. La mítica historia de Bony and Clay es quizás la muestra de esto… Por otro lado, el cine y la literatura se han encargado de mostrar el amor entre criminales: desde la relación entre Jean Reno y Natalie Portman en “El perfecto asesino”; pasando por el inicio memorable de «Pulp Fiction», con esa pareja desayunando antes de asaltar la cafetería, hasta historia como la de la secta de Charles Manson, en la que el amor por el líder es capaz de generar una mente criminal colectiva como la que se vivía en “La Familia”. Además, si analizamos al delito como algo que recorre de forma trasversal a la sociedad y que se expresa en todos los niveles, imagino que entre criminales puede nacer el amor como entre dos personas que no lo son, o incluso entre un criminal y alguien que se apega a las “buenas costumbres”. Cuánto puede durar ese amor… nadie lo sabe. Muchas veces se piensa que un criminal es una persona monstruosa, inhumana, alejada de los sentimientos cotidianos. Siempre se habla del costado “humano” del criminal para contar su cotidianidad  Algunos lectores terminan de leer “A sangre fría”, de Truman Capote y reflexionan: “el autor humaniza a los asesinos”. Lo mismo pasó con la crítica inflexible a la película “La Caída” sobre cómo narrar a Hitler. Esa es la reacción que necesita la sociedad para pensarse a salvo. Para trazar una línea falaz entre un ellos criminal y un nosotros de “normalidad”. Esa línea se desvanece cuando, por ejemplo, un dentista agarra una escopeta y mata a sus hijas, a su mujer y a su suegra, y sigue viviendo. “Es un loco”, se escucha, mientras hombres y mujeres se sienten fascinados con la determinación criminal del asesino. De ahí, al amor entre criminales no hay mucho.////PACO