1. Cuando Michel Houellebecq publicó El mapa y el territorio hubo una pista para inferir que esa sería su última novela. Es sabido que MH prefiere la poesía a la novela. O al menos es próximo a la realidad afirmar que la considera algo, si se quiere, superior. En ese contexto de preferencia por la poesía el autor de varias novelas hiperpotentes se pone dentro de una y se rebana en mil pedacitos. ¿Que sentido tiene colocar esa muerte tan atroz dentro de El mapa y el territorio sino una despedida del género?. Así algunos nos aventuramos a pensar que era el fin de la novela para MH. Pero nos equivocamos, era una pista falsa. En los últimos meses de 2014 leímos en las noticias que habría una nueva novela que se lanzaba en Francia en enero de 2015. Ahí se siguieron varias semanas de euforia, de intercambio de notas de suplementos culturales y todo eso que hacen los fanáticos contra la ansiedad.
2. Las novelas de MH suelen tener todas un gancho polémico que las vuelve éxito de ventas muy rápidamente. Fueron la islamofobia, el machismo, la prostitución o el plagio. Pero esta vez la polémica giraba en torno a la historia. Francia gobernada por un partido musulmán para evitar el triunfo (que parece inexorable en el corto plazo en Francia) de la extrema derecha. Todo aquello que había en internet sobre la novela anunciaba algún revuelo para el lanzamiento en torno a este tema. Pero el 7 de enero, el día de su lanzamiento, el mundo se enteró que MH tenía nueva novela, atentado a Charlie Hebdo mediante. El gancho polémico esta vez se le fue de las manos a MH, a sus fanáticos y detractores, y una enorme y delirante expectativa se desencadenó por todos lados en torno a Sumisión.
3. El protagonista de la novela, François, es un profesor universitario en los cuarenta y pico que dice estar tan comprometido políticamente como una toalla de baño. No pareciera ser el caso de MH. Él autor se ocupa de demostrar eso en todas sus novelas. Tal vez la novedad de Sumisión es que ahora lo hizo explícitamente y con nombre y apellido. Hay un hiperrealismo político que la novela se aguanta sólo porque no hay bando de los buenos. Y desde ahí, carga contra todo lo que puede. Es una novela contra la apatía política de los franceses, contra el patetismo y el vacío ideológico de los partidos políticos europeos, contra una visión del estado como máquina de hincharnos la pelotas con la excesiva burocratización de la vida cotidiana. Es una novela contra una Francia que se cae a pedazos.
Los que acusan a esta novela de islamofóbica no la leyeron. El islam no es atacado.
4. Los que acusan a esta novela de islamofóbica no la leyeron. El islam no es atacado. No hay persecución política ni humillación de las mujeres ni, menos que menos, asesinatos, fusilamientos, lapidaciones, etc. En el contexto de la novela, el islam es algo altamente tolerable, sino acaso, deseable. Sobre todo para los hombres. Pareciera ser para ellos, más aún, una salvación. Para las chicas la cosa no es tan fácil, aunque sí es cierto que la completa sumisión es garantía de felicidad, es para nosotras el reino de la felicidad eterna en el islam. En la conversión, el protagonista de la novela encuentra una esperanza que creía inexistente. En un régimen en donde lo que importa ya no es la economía sino la educación, occidente también encuentra una esperanza que creía inexistente.
5. Pero MH no se esfuerza mucho más. Los temas son los de siempre. Las mujeres como única fuente (imposible) de la felicidad –Myriam era sin duda la cumbre de mi vida amorosa. ¿Cómo lograría superar la pérdida de mi amante?. La respuesta era, verosímilmente, que no lo lograría-; la insufrible mercantilización de todo –Los jóvenes se habían vuelto emprendedores y el carácter insoslayable de la economía de mercado estaba ya unánimemente aceptado-, el tema del padre –el vínculo entre padre e hijo, no podía basarse en ningún caso en el amor sino en la transmisión de un conocimiento y un patrimonio-, la pésima relación con el cuerpo –mi cuerpo era la sede de diversas afecciones dolorosas -migrañas, enfermedades de la piel, dolor de muelas, hemorroides- que se sucedían sin interrupción, sin dejarme prácticamente nunca en paz-, la angustia existencial –pero la nostalgia no es un sentimiento estético, ni siquiera está ligada al recuerdo de la felicidad, se siente nostalgia de un lugar simplemente porque uno ha vivido allí, poco importa si bien o mal, el pasado siempre es bonito, y también el futuro, solo duele el presente y cargamos con él como un absceso de sufrimiento que nos acompaña entre dos infinitos de apacible felicidad-, pero el impacto de estos temas ya no es el mismo, ya leímos todo eso en novelas anteriores (de las cuáles La posibilidad de una isla es reina absoluta). Hay solo un tema ausente. Le falta ciencia a Sumisión y no resulta casual porque esta vez el asunto es la (falta de) fe. Una sorpresa en el final: no hay pesimismo. Es el final inverso al de Las partículas elementales. Extrañamente la novela termina bien. ¿Pero un final feliz? Tal vez feliz es una palabra demasiado grande, pero como final, es distinto a otros finales de MH. Es cierto que Francois pierde todo, pero también lo pierden los otros protagonistas en las otras novelas. Sin embargo, en Sumisión hay una mínima posibilidad de pasar a una zona de confort.
Ya no será el mercado el ordenador social, sino que, como en la era pre capitalista, la sociedad se organizará en torno a la tradición.
6. El tema económico es una constante en MH. La economía como rectora de todo lo que sucede en el mundo y al hombre. Lo económico aparece, por ejemplo, en Ampliación del campo de batalla a través del relato de la vida en la gran empresa, en El mapa y el territorio a través del mercado del arte, de manera más evidente todavía en Plataforma con detalles perturbadores sobre el gran business del turismo sexual en el sudeste asiático. Esta curiosidad por la economía se puede leer en dos planos. Por un lado está el plano de lo que se llama política económica, que vendría a ser lo que hacen los estados con los mercados y es donde MH no ahorra críticas para gobiernos concretos o ficcionales. Pero también hay en MH un plano menos obvio y tal vez por eso más interesante que es el de la crítica a la lógica económica o más precisamente a la lógica de mercado (y que el autor de la recién salida Sumisión encuentra en todas partes).En el plano de la política económica, MH plantea en Sumisión que el gobierno de la Hermandad Musulmana podría poner en práctica un sistema económico del tipo capitalismo de Estado, lo que significa que el estado haría su intervención allí donde el mercado falle y por consiguiente no esté en equilibrio. Es el rol que le asigna la escuela económica neoclásica al estado, en el marco del sistema capitalista. Nada nuevo en Europa. Esto significa que el principio general seguiría siendo el mercado y que el estado actuaría de manera subsidiaria haciendo que el mercado funcione de manera correcta. Un ejemplo: el tremendo problema de desempleo en Francia no será solucionado por las fuerzas libres del mercado que se acomodarán al fin y al cabo, sino que, por una decisión del estado (no económica en este caso), se producirá la salida masiva de las mujeres del mercado de trabajo, lo que hará que dicho mercado retorne a una situación de equilibrio entre la oferta y la demanda. Siguiendo con esta idea del capitalismo de Estado, MH menciona explícitamente, aunque sin demasiada precisión, a dos economistas ingleses sobre los que no merece la pena detenerse. Los encuadra dentro de lo que en Europa llamaron la tercera vía, que no es exactamente lo mismo que la tercera posición, pero se le parece un poco. La tercera vía es, en este contexto, un sistema económico intermedio entre el capitalismo y el comunismo, una especie de síntesis de lo bueno de ambos. Una idea, al menos, naif. Es lo que algunos también llaman la primacía de la política sobre la economía, lo que en el caso puntual de Sumisión, sería la primacía de la tradición sobre la economía. Esto nos lleva ya al otro plano de lo económico en MH.
En un régimen en donde lo que importa ya no es la economía sino la educación, occidente también encuentra una esperanza que creía inexistente.
7. En el sistema capitalista, el hombre es libre. Sin embargo, no hay relaciones sociales impuestas por la tradición que le aseguren su propia reproducción material. Entonces, la historia del hombre será lo que éste haga para asegurar su reproducción material. En el capitalismo el hombre debe producir algún valor, alguna mercancía útil por la que alguien quiera pagar un precio. El hombre tiene que tener algo para ofrecer en el mercado. Si no produce ninguna mercancía, en última instancia, podrá vender su propia fuerza de trabajo, pero tiene que hacer algo. Así, el hombre, pobrecito, se enfrenta a una lógica angustiante que MH describe muy bien en todas sus novelas. El mercado como aquel lugar difícil en donde, si el hombre no encuentra con quien intercambiar sus mercancías, simplemente, morirá. El estado de bienestar, en su vertiente tercera vía o cualquiera de ellas, sirve para asegurar el intercambio y hacer de ese lugar angustiante, uno más amigable. Cuánto más estado haya, más hombres habrá dentro del mercado intercambiando su fuerza de trabajo por un salario y éste por por mercancías. Sin embargo, da la impresión que en la novela de MH el islam no se propone hacer crecer el mercado y asegurar el intercambio sino que vendría a romper con cientos de años de lógica de mercado en occidente, hecho que sería, dentro del mundo de MH, al menos, liberador.
8. El islam (o quizás cualquier religión) se plantea en la novela como una vía para la desmercantilización en el sentido de que el mercado (o el intercambio de mercancías para ser más exactos) ya no sería la relación social general imperante. La Hermandad Musulmana está dispuesta a dar el Ministerio de Economía a los socialistas. Ya no es la economía sino la educación lo que importa. Ya no será el mercado el ordenador social, sino que, como en la era pre capitalista, la sociedad se organizará en torno a la tradición. Por todo esto es que la lógica de mercado dejará también de aplicar a otros aspectos de la vida. Las relaciones de intercambio amoroso entre hombres y mujeres, tópico tan presente en obras anteriores, dejaran de funcionar como el intercambio de mercancías. Ahora el hombre tendrá asignadas x cantidad de esposas conforme los criterios establecidos, que podrán ser justos o no, pero no dependerán nunca más del libre juego de la oferta y la demanda. La seducción ya no será realizada en un mercado en donde hombres y mujeres, como consumidores y productores, llevan sus dotaciones iniciales de belleza o fealdad, simpatía o idiotez, y en el punto de equilibrio entre la oferta y la demanda, entre lo que ambos desean, intercambian el placer que les sobra, maximizan su utilidad y se vuelven a su casa. Eso no existirá más nos dice MH. Nunca más exceso de oferta o exceso de demanda. Nunca más elevados precios que no puedo pagar. Nunca más nadie afuera del mercado porque el mercado dejará de existir cuando todos seamos asignados a alguien. Adiós al laissez-faire//////PACO