Por Juan Terranova

1.

El 6 de junio del 2005, Clarín publicó una nota sin firmar titulada «Hitler ordenó una muñeca inflable para sus soldados». A continuación se podía leer que había sido diseñada a pedido del Führer para evitar que los soldados contrajeran enfermedades venéreas y que, fabricada en goma, simulaba los ideales estéticos del nazismo. Según Clarín, entonces, en 1940 la máxima autoridad alemana le pedía al doctor Olen Hannussen –no confundir con el trágico vidente–, un juguete amatorio industrializable. El proyecto se bautizó con el nombre de Borghild, en danés, «muñeca del pueblo». Obviamente, ella tenía que ser rubia, blanca y de ojos azules. Como fuente Clarín cita una «carta publicada ayer por un diario noruego» y aparece sin mediaciones la voz del Führer. La muñeca tendría «una altura de 1.76, labios y pechos gigantes, piernas, brazos y cabeza articulada y un ombligo bien diseñado». La prosa de redactor anónimo no es mala. Aunque la nota es muy breve hay lugar para frases como ésta: «La idea era que cada soldado cargara con una muñeca en su mochila junto con el resto de los objetos vitales para supervivencia». La síntesis resulta melodramática pero eficiente. Mientras hace la guerra, el soldado lleva en su equipo personal –que en la invasión a las URSS incluía todo un arsenal militar, un hornillo para preparar comidas y calentarse e incluso sus víveres básicos– la promesa de un reparador descanso erótico. Napoleón decía que cada granadero de su ejército era “portador en su mochila del bastón de mando de mariscal». Así, dejaba en claro que en sus filas proletarias existía el premio al mérito y la posibilidad de ascenso. Pero también señalaba que las batallas se ganan con la improvisación, la iniciativa y la inteligencia de la infantería. La mochila del soldado alemán incluiría otro tipo de alicientes.

El suelto de Clarín cifra en la «carta que documentaba el encargo» que Hitler pensó en la muñeca como una manera de «preservar la pureza de la raza alemana», y que el prototipo sería de plástico galvanizado. La fabricación se haría en Dresde. Avanzando hacia la realización del proyecto, otra vez el redactor anónimo nos regala una frase sugerente: «el equipo del Proyecto Borghild –formado por un escultor, un especialista en materiales sintéticos, un peluquero y un mecánico– enfrentaba el problema de diseñar una muñeca que tuviera una textura igual a la piel y órganos sexuales de apariencia realista». ¿Qué otra cosa pueden hacer un escultor, un especialista en materiales sintéticos, un peluquero y un mecánico si no es la muñeca inflable perfecta? Sin duda, también habrían tenido éxito en Hollywood, después de la guerra, trabajando para Roger Corman. Al parecer el equipo logró que las atletas arias Wilhelmina von Bremen y Annette Walter prestaran sus cuerpos para fabricar los modelos. Sin embargo, no se logró la colaboración de la bella actriz Käthe von Nagy. “La artista se negó –dice Clarín– a que sus angelicales facciones pasaran por las manos de todos los soldados alemanes”. La última información que nos concede la nota dice que el equipo llegó a desarrollar polímeros especiales que se parecían a la piel y que presentó en 1941 tres tipos de muñecas de diferentes alturas. Sin embargo, el proyecto se vio frustrado cuando el mayor bombardeo aliado de la Segunda Guerra Mundial destruyó Dresde.

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2.

En una primera búsqueda, Google está muy lejos de ser generoso con la muñeca nazi. Hay bastantes referencias a Borghild, la mujer de Sigmund, un personaje de la mitología escandinava. Pero casi nada sobre nuestra Borghild. Por otra parte, la carta citada por Clarín, donde Hitler hace su extraño pedido, preocupado por las bajas que producen la sífilis y la gonorrea, tampoco se consigue en la web y no se la menciona en las bibliografías y bancos de datos disponibles sobre la Segunda Guerra. En un subforo de General World War II, titulado Strange Facts of World War II, hay algo más. Por ejemplo, que el proyecto estaba a cargo de un tal Franz Tschakert, «el padre de la mujer de vidrio, que resultó una sensación en 1930» quien usó «toda sus habilidades y experiencia para crear un tipo de muñeca que el mundo no había visto antes». También se habla de la muñeca como parte del «field-hygienic project» y se agrega un link al «sitio oficial». Pero, la discusión no prospera y de entre los comentaristas lo único que vale la pena resaltar es un ingenioso cuyo aporte se limita a «Twisted! Who has to clean the thing?».

3.

En el blog El florido byte encontramos un artículo titulado Tamaño Natural: el proyecto Borghild, dedicado íntegramente a la muñecaAunque repite mucha de la información incluida en la nota de Clarín, es más específico. Por ejemplo, señala que la contextura de la sex puppen debía ser “sólida y vigorosa”, ya que iba a enfrentar los rigores de las campañas de invasión y «el ímpetu viril de las tropas a cuyos soldados se administraba una dosis regular de anfetamina líquida». Después de aclarar que las autoridades militares no podían recurrir al bromuro y a la pervitina por sus efectos depresores, el blog anónimo agrega que «es conocido el hecho de que una prostituta judía contagió a Hitler la sífilis en sus años jóvenes» y de allí concluye, sin más, que «teniendo esto en cuenta, resulta creíble su desvelo por las condiciones higiénicas de la milicia, encomendando el proyecto a Himmler, por considerar el tema moralmente delicado». Más adelante dice que «la muñeca vendría adecuadamente envasada, con su abrelatas, su manual de instrucciones y los adminículos de higiene post-coital». El florido Bite agrega un nombre a la historia de la muñeca: «(…) a instancias de un departamento del Reichstag creado a los efectos, el Doctor Joachim Mrurgowsky, del Instituto de Higiene, se contactó en 1941 con el doctor Oleg Hannussen, para que le orientase en el diseño del primer prototipo». Al parecer hubo una especie de casting a cargo de Mrugowsky, que midió y pesó varias voluntarias, y a los escultores y peluqueros se le suman en esta versión «expertos en elastolina, psicólogos y médicos». Sobre el final, se resalta el «genio tecnológico de los alemanes» pero se siembra una duda cuando dice que «puede ser un fraude publicado por el tabloide alemán Bild, sostenido durante algunas semanas por la aparente verosimilitud de contenido.»

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4.

Hay otros sitios, foros y blogs que tocan el tema, pero no agregan más información. La mayoría se limita a parafrasear o traducir el texto central de lo que parece ser el sitio oficial de la muñeca nazi con dominio fijado en Dinamarca, www.borghild.de. En la pagina de inicio se lee en letras góticas «The Borghild Proyect» y abajo en tipografía impact o similar: «It´s a fact: the world´s firts sexdoll was build by nazis in 1941». Un mensaje tan asertivo genera sospecha sino, directamente, desconfianza. La página está ilustrada con atléticos maniquíes en posición de carrera. La parte en lengua inglesa del sitio se limita a un artículo firmado por Norbert Lenz y titulado: «The Borghild-project, a discreet matter of the III Reich». La parte en alemán contiene el mismo texto y algunas fotos. Norbert Lenz es presentado brevemente como periodista freelance, nacido en 1966 y colaborador de medios como Stern, Max y Focus. Su artículo se presenta como la fuente principal de todo lo que aparece citado, reciclado o parafraseado sobre la Borghild en la web. Se trata, sin duda, de un texto sintético, bien escrito e innegablemente llamativo. Según Lenz, en una carta fechada el 20 de noviembre de 1940 en París, el Reichsführer SS Heinrich Himmler, y no Hitler como dice Clarín, se quejaba de las bajas infligidas en sus tropas por las prostitutas. «El peligro más grande de París –decía Himmler según Lenz– son las muy usuales e incontrolables putas, frecuentadas por los clientes en bares, centros nocturnos y otros lugares. Es nuestro deber evitar que los soldados arriesguen su salud, sólo por el placer de una aventura rápida.» Luego también se revela quién era Mrurgowsky. Según Lenz, el Proyecto Burghild había sido rotulado como «Geheime Reichssache», o sea «más secreto que ultra secreto», y Himmler puso a cargo a su comandante en jefe SS, Dr. Joachim Mrurgowsky, el oficial de rango más alto en el Instituto de Higiene de Berlín. Poco después, en julio de 1941, cuando el ejército alemán atacó la Unión Soviética, un SS-Doctor danés desconocido pero ambicioso llamado Olen Hannussen asumió el control por sobre Mrurgowsky. Lenz señala que seguramente él fue quien cambió Burghild a Borghild, traduciendo el nombre de la muñeca del alemán al danés.

5.

El corpus que ofrece www.borghild.de incluye parte de una carta escrita por un psiquiatra, un tal Dr. Rudolf Chargeheimer, también implicado en el proyecto, que puntea algunas posibles dificultades: «Una cosa es segura, el propósito y la meta de la muñeca es aliviar a nuestros solados. Ellos tienen que pelear y no andar por ahí mezclándose con las mujerzuelas extranjeras. Como sea, ningún hombre va a preferir una muñeca si tiene una mujer real, pero no por eso nuestros técnicos deben olvidar los siguientes estándares de calidad. 1) La carne sintética debe sentirse como la carne verdadera. 2) El cuerpo de la muñeca debe ser tan ágil y maniobrable como el cuerpo real. 3) Los órganos de la muñeca deben sentirse absolutamente reales.»

Al parecer, entre junio de 1940 y 1941 la empresa alemana IG Farben ya había desarrollado un «polímero piel-amistoso» con las características que requerían las SS: extensibilidad y elasticidad. Lenz sigue citando cartas y en una de ellas encuentra las críticas de Mrurgowsky al proyecto. Hablando sobre las modelos a usar dice que «las piernas son a veces demasiado cortas y deformes, o la señora tiene una espalda hueca y brazos como un luchador. El aspecto general es siempre terrible y temo que no haya otra manera de combinar las partes». En la opinión de Tschakerts la muñeca debía aspirar a la «mejor forma femenina», ser una «autómata perfecta para la lujuria» y que se usara «lo mejor de todos los cuerpos posibles».

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6.

Al momento en que se escribe el artículo, que no está fechado, y siempre según Lenz, Arthur Rink, nacido en 1919, un profesor de arte y discípulo del escultor favorito de Hitler, Arno Breker, era el único testigo del proyecto. Después de un corto período de práctica en el «Puppenwerk Käthe Kruse», Rink habría trabajado desde 1937 en el estudio de Tschakerts que formaba parte del Museo de la Higiene de Dresde, para finalmente unirse al equipo Borghild a principios de 1940. Al parecer el citado mecánico, salido de la Würtemberg Metallfabrik, habría trabajado solo en el principio del proyecto. De hecho, el primer prototipo habría sido planteado con un simple esqueleto de aluminio en su interior. Pero luego se decidió a usar elastolín.

Sin citar fuentes ni entrevistas de ningún tipo, Lenz hace hablar a Rink: «El material no se conseguía con facilidad. Mr. Tschakert, el experto en plásticos, había experimentado con muchos materiales basados en goma y en goma vulcanizada: todos procedentes de las IG Farben o del Rheinischen Gummi und Celluloid Fabrik. Uno de los materiales se llamaba Ipolex, y era extremadamente resistente al agua, pero desarrollaba manchas amarillas cuando se lo lavaba con cierto tipo de detergentes».

Los autores de www.borghild.de aseguran que Chargeheimer y Hannussen estaban convencidos de que el éxito de la Borghild iba a depender de su «expresión facial». Así, los modelos diseñados por Rink fueron usados para producir algunas cabezas que se exhibieron en una fábrica de Königsberg. El propósito del ejercicio, que Lenz calificaba de costoso, era descubrir qué tipo de mujer desearían los soldados alemanes. Como Chargeheimer escribió a Hannussen «la idea de la belleza abrigada por los SS no se puede hacer extensiva a la mayoría de nuestros soldados.» De hecho, la consideración de que «lo vulgar podría seducir a la mayoría de los hombres ordinarios» surge como bastante acertada. Y la idea de los peluqueros de agregar tiernos bucles al peinado de la muñeca fue rechazada. El razonamiento era que la muñeca debía estar lo más lejos posible de recordar a una madre honorable o a la tierna hijita que esperaba en casa. Según Lenz, cuyo archivo de cartas personales de la segunda Guerra Mundial se parece bastante a la galera de un mago, los resultados de las pruebas del Dr. Chargeheimers en los cuarteles de St. Helier de Soldatenheim no se conocen. Pero, para ese momento, Tschakert ya había terminado un modelo completo de la muñeca.

El artículo del sitio oficial de la Borghild cuenta que los prototipos tuvieron éxito en Berlín, que Himmler los aprobó y mandó fabricar cincuenta primeras muñecas para avanzar hacia testeos más concretos. Lenz señala algunos problemas presupuestarios, confirma la hipótesis de que no llegaron a producirse en serie y finalmente menciona el bombardeo de la ciudad de Dresde como posible final para la aventura.

7.

Inevitablemente, por supuesto, todo este tráfico de información lleno de imprecisiones y fuentes oscuras levantó sospechas. El 22 de junio del 2005, por ejemplo, Boing-Boing publicó un breve texto titulado Nazi sex doll story: das ist bogus que intentaba refutar la existencia de la sex puppen. La discusión viene de otros blogs, algunos de ellos de lengua alemana. Se cita el ya famoso www.fleshbot.com y algunas intervenciones de lectores. Lo que queda en limpio, sin embargo, es bastante obvio y tiene aire de tautología. Antes que nada, se aclara que el tabloide alemán Bild tomó la información para hacer su nota e instalar el tema del sitio oficial de la Borghild. Luego, se hacen dos objeciones presentadas como «main problems with Borghild». Primero: «No hay evidencia de que ninguno de los documentos o textos sobre los que se habla haya existido. La mayor parte del material del Deutsche Hygiene Museum fue destruido en 1945, pero aparte ninguno de los que formaron parte de esa institución y sobrevivieron a la guerra parece recordar nada sobre este proyecto. Las fotografías de www.borghild.de han sido fabricadas para el caso, e incluso el sitio da cuenta de esto.» Segundo: «El autor de www.borghild.de, «Norbert Lenz», dice haber trabajado en diferentes revistas alemanas, pero no hay registro de su paso por ninguna de ellas. No está enlistado en las guías telefónicas (sic) y el único libro disponible en Alemania firmado por un Norbert Lenz es un libro sobre patos.»

Ahora bien, esta «refutación» trabaja para invalidar el artículo de Norbert Lenz, así como en el sitio www.borghild.de. De allí que los «main problems with the Borghild» sean, en realidad, los «main problems with the site www.borghild.de» que no es lo mismo. Para cerrar la nota, el administrador de Boing-Boing encargado de subir la «refutación» agrega este significativo párrafo final: «Está bien. Atentá contra mis sueños Borg-hilda con tus insensibles hechos, tu «evidencia empírica» sin corazón. Decí que nuestra señora de látex es una mentira. Pero el amor es verdadero. Die sexpuppen der Nazis son eternas».

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8.

En De Caligari a Hitler, historia psicológica del cine alemán, Siegfried Kracauer afirma que la idea del hombre artificial estuvo desde el principio de la modernidad, e incluso antes, operando en la mentalidad alemana. El cine parecería recoger este tema de manera efectiva, incluso en la etapa definida como «período arcaico» a la que el autor sitúa entre 1895 y 1918. Kracauer cita y parafrasea las historias de Der Golem (1915) y Homunculus (1916), dos seres creados por la mano del hombre, especies de proto-androides que sufren el mismo dolor existencial, el mismo sentimiento romántico del sinsentido, que el Frankestein de la gran pantalla, al que influencian. Dice Kracauer: «Las dos figuras cinematográficas artificiales reaccionan contra la frustración en forma parecida. En el caso de Homunculus, los impulsos que lo mueven a la acción son muy obvios En él se combinan el poderoso deseo de la destrucción con tendencias sádicomasoquistas que se manifiestan en su indecisión entre la sumisión humilde y la violencia vengativa. La muy acentuada amistad con Rodin agrega un toque de homosexualidad que flota en toda la película. El psicoanálisis moderno está indudablemente justificado al interpretar estas perversiones como un medio para escapar de los sufrimientos específicos que padece el Homunculus. El hecho de que ambos filmes traten de esas «válvulas de escape» revela una fuerte predisposición por parte de los alemanes para utilizarlas.»

La galería de sex dolls, ingenua y aterradora, que presenta www.rotten.com, comienza con este breve y significativo diálogo. “Pregunta: ¿Alguna vez te preguntaste por qué en los catálogos para adultos no se reproducen las fotos de las muñecas infladas y listas para usar y en su lugar se ponen fotos de pornostars? Respuesta: Porque, infladas y listas para usar tienen un aspecto ridículo.”

La investigación de www.rotten.com  incluye muñecas inflables, travestis, réplicas de actores, ovejas, cerdos y hasta un Alien Love Doll cuya piel verde fosforescente se ilumina en la oscuridad. (Ilustro esta nota con imágenes de obras del artista polaco Hans Bellmer. ¿Están las intensas muñecas de Bellmer más cerca de nuestras fantasías?)

Se sabe: la tecnología, de cualquier tipo, avanza rápido con la guerra y la Segunda Guerra Mundial aportó una serie de innovaciones técnicas asombrosas al mundo moderno. Así y todo, recorriendo la galería de www.rotten.com, uno no puede más que desconfiar de los resultados que habrían conseguido el Proyecto Borghild en su búsqueda de la mujer-no-mujer más perfecta sesenta años en el pasado. Así y todo, ¿quién tiene la última palabra?Aunque las relaciones sexuales con los lugareños estaban prohibidas, los soldados que invadieron la Unión Soviética en 1941 fueron proveídos con preservativos como parte de su equipo de campaña. En el contexto de la Alemania nazi, la soledad de la guerra y un importante despegue tecnológico, la muñeca sexual alemana quizás no sea real, pero está lejos de ser inverosímil.///PACO