Se estrena el catorceavo film que forma parte del universo común generado por la editorial de comic books Marvel Comics a través de la productora Marvel Studios –misma que fue creada con el fin de explotar las franquicias de esta empresa–, el cual lleva por título Doctor Strange, y está protagonizado por el inglés Benedict Cumberbatch, el también inglés pero descendiente de nigerianos Chiwetel Ejiofor y la canadiense Rachel McAdams. Todo un crisol de razas al servicio de una monstruosa producción del gigantesco y planetario multimedios Disney, empresa que hace unos años compró por 4.000 millones de dólares la editorial Marvel Comics con todos sus departamentos, los cuales incluían, por supuesto, aquellos dedicados a explotar las franquicias en cine y televisión. Ah, sí, también le compró a George Lucas todo lo referente a Star Wars, claro… pero esa es otra historia. Hace poco más de dos años, en Revista Paco, tuve el honor de poder contarles casi en detalle el camino recorrido por Marvel Studios durante la última década, una aventura increíble que amerita al menos un libro y que a nadie le cabe duda, a esta altura, terminó modificando no solo el medio sino también el consumo por parte de un enorme porcentaje del público, un punto no menor en el cual vamos a profundizar más adelante. No en vano señalé al comienzo de esta entrada que Doctor Strange es la película número 14… con estos 14 estrenos bajo el brazo Marvel se aseguró de cultivar y “educar” un público cautivo a base de una taquilla más que favorable y, como yapa, una cálida aceptación casi unánime de la crítica especializada. Por supuesto, estamos transitando los últimos días del 2016, eso quiere decir que “crítica unánime” es un oxímoron, no existe, pero en términos generales los films de esta productora han sido bien recibidos, y es que, a diferencia de lo que sucedió con la competencia, en Marvel encontraron una fórmula y supieron explotarla de manera eficiente, a tal punto que hoy pueden darse el lujo, como ya lo hicieran en el 2014 con Guardians of the Galaxy, de estrenar un film con un costo millonario explotando una franquicia que no la conoce nadie, y así y todo salir airosos de la prueba y cortar tickets a lo loco.

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Estamos transitando los últimos días del 2016, eso quiere decir que “crítica unánime” es un oxímoron, no existe, pero en términos generales los films de esta productora han sido bien recibidos.

El Dr. Stephen Vincent Strange, tal es su nombre completo, es un personaje muy querido por los lectores de esta editorial, y parte de su encanto reside en que fue desarrollado por el mismísimo Stan Lee, el mismo guionista que también creó a los Fantastic Four, a Spider-Man, a Hulk, Iron Man, Daredevil, Thor, a los X-Men… es más sencillo enumerar los personajes clásicos conocidos de esta editorial que no vieron su nacimiento bajo el puño de este viejo de 93 años que los que sí. Para colmo, el primer dibujante que le dio vida fue Steve Ditko, el mismo que diseñó el traje original de Spidey y dibujó y co-escribió con Stan Lee las primeras historias del trepamuros favoritos de New York. Ergo: la génesis del Doctor Strange está recontra cargada de chapa, y sin embargo siempre fue un personaje satélite, un solitario aislado del resto de los héroes, demasiado ocupado en sus asuntos como para perder el tiempo viviendo bajo el mismo techo que el resto de los Avengers, un alma torturada por los conocimientos que había adquirido y los secretos que debía guardar y proteger, un eterno guardián que se manifiesta públicamente cuando New York o el mundo entero están en jaque culpa de ataques relacionados con su profesión y su fuente de poder: la magia. Alguna que otra vez bajó sus defensas y se puso, durante cortos períodos de tiempo, al servicio de un grupo circunstancial de superhéroes, todos lo hacen en algún punto en este “mundo comiquero”, pero el perfil del personaje siempre lo terminó excusando para regresar a sus viejas costumbres y darle la espalda a sus compañeros, al menos hasta el momento en que, una vez más, sus habilidades sean requeridas. Esta característica lo convierte en un outsider y en un personaje “de culto”, algo que los eruditos del medio adoran.

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La génesis del Doctor Strange está recontra cargada de chapa, y sin embargo siempre fue un personaje satélite, un solitario aislado del resto de los héroes, demasiado ocupado en sus asuntos como para perder el tiempo.

Pero regresemos al film y al fenómeno de Marvel Studios, que es lo que hoy nos interesa. Y a la fórmula, protagonista casi exclusiva de esta misiva. No quiero engañarlos, no es mi intención, así que vamos a dejar lo obvio fuera del tablero lo más rápido posible: seas o no lector de comics de esta editorial, conozcas o no al personaje de antemano antes de entrar a la sala de cine a ver el film dirigido por Scott Derrickson, puedo asegurarte que lo vas a disfrutar como si volvieras a ser un niño de 10 años. Es matemáticamente imposible que no lo hagas, te lo aseguro. Imposible. La trama de Doctor Strange (2016) es trillada pero está llevada de forma natural y coherente, lineal pero con el ritmo justo, sin vueltas de tuercas rebuscadas y con un pulso que es consecuencia de esta exitosa fórmula ya testeada y comprobada a rajatabla. Y así y todo el desenlace es inesperado. El casting es exquisito, todos hacen un trabajo digno e incluso algunos tienen momentos magníficos, sobre todo el protagonista, Cumberbatch, que construye un Strange que no puede más de lo carismático que es. No puede más. Visualmente la experiencia de ser espectador de este film es única, aún cuando algunos de estos FX’s ya los hayamos visto en producciones de Christopher Nolan, puntualmente en su Inception (2010), y así y todo los genios detrás de esta nueva entrega de Marvel se las ingeniaron para darle una vuelta de tuerca fresca que le agrega adrenalina a lo ya visto y nos traslada a magníficas batallas que desafían toda física.

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Visualmente la experiencia de ser espectador de este film es única, aún cuando algunos de estos FX’s ya los hayamos visto en producciones de Christopher Nolan, puntualmente en su Inception.

La dirección es correcta y por momentos muy acertada, la fotografía sin embargo es pasmosa, hay escenas y lugares que te dejan con la mandíbula por el suelo, y si a eso le sumamos un vestuario exquisito, una escenografía muy lograda, una perfecta y delicada convivencia de este film con el resto del universo gestado y un puñado de guiños que al fan volverán loco, tenemos en nuestras manos otro éxito más asegurado de esta productora. Y sin embargo nos la pusieron. De parados. Entiendan que es muy difícil para quien escribe estas líneas pararse en la vereda de la sarta de impresentables D.C.-Zombies que festejan cada bodrio que Warner viene estrenando en los cines en lo que va del año y saltan con los argumentos más estúpidos contra cada estreno de Marvel Studios, reduciendo el contenido de estos films a una sucesión de chistes y escenas de acción, pero esta vez es probable que pueda darles las razón a los 2 o 3 que puedan sostener un mínimo argumento que esté por encima  del que formula un millennials púber que aún no tiene pelos en las bolas y supone que ser un hater es tener una postura sólida y coherente. La fórmula que desarrolló Marvel Studios no es compleja de comprender pero quizás sí de ejecutar, aunque la productora ha encontrado la manera de poder hacerlo de manera eficiente porque entiende que solo haciéndola funcionar de esta manera va a lograr réditos a corto, mediano y largo plazo. Hay un método verificado y testeado para escribir el guión, y para presentar y desarrollar los personajes, villanos y héroes, e incluso la fórmula está tan depurada que incluye un porcentaje de ironía y sarcasmo en los diálogos, balanceado de tal forma que estos elementos no afecten los momentos dramáticos o estorben las escenas de acción. Y en cuanto a dichos momentos, dramas y acción, los mismos también están incorporados dentro de la fórmula, y balanceados de tal forma que ninguno sea protagonista del film. No hay producciones de Marvel Studios mucho más dramáticas que otras, ni con elevadas dosis de acción por encima de sus predecesoras, así como es difícil discernir cual de todos los estrenos es el que tiene mayores dosis de humor… cuando me explayé sobre la Década Ganada de Marvel Studios en una de mis anteriores entregas para este sitio, les comenté que esta “fórmula” tiene sus orígenes en el método que tenía Stan Lee para escribir sus guiones, el cual, por cierto, utilizó durante más de una década. Luego el medio comenzó a cambiar e inevitablemente este sistema de escritura tuvo que ser reemplazado por otros menos dogmáticos y más abiertos a la experimentación, de lo contrario Marvel comenzaría a perder terreno en el mercado a la par de comenzar a generar para con sus artistas un ambiente cuasi-opresivo.

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Hay casos puntuales donde Marvel Studios hizo un amague de querer abrir el juego y comenzar a explotar otros géneros, en lo que ellos llamaron la Fase Dos de este mega-proyecto.

Hay casos puntuales donde Marvel Studios hizo un amague de querer abrir el juego y comenzar a explotar otros géneros, en lo que ellos llamaron la Fase Dos de este mega-proyecto, con estrenos presentados en el 2013 y el 2014: con Iron Man 3 (2013), el cambio de guionista y director de la franquicia trajo consigo una aventura más terrenal, y quisieron presentarnos una proto-Buddy Movie de un Tony Stark acomplejado y torturado por los eventos vividos al final de la Avengers (2012), más cerca de un James Bond que del soberbio Playboy High-Tech que teníamos hasta ese momento, y al año siguiente con Guardians of the Galaxy (2014) nos presentaron la 1er Space Opera de este universo, y con Captain America: The Winter Soldier (2014) los hermanos Anthony y Joe Russo nos sorprendieron con un sólido film de espionaje, heredero directo de las mejores producciones hijas de la guerra fría. El problema es que la fórmula seguía estando ahí, presente, seguía siendo visible para los más despiertos, y así las distancias seguían siendo ínfimas. El humor para la construcción de personajes, por ejemplo, una herramienta que a esta altura ya forma parte indiscutible de esta productora, innecesario en un film de espías o en una símil James Bond, seguía formando parte de la columna vertebral de la trama. A Marvel le cuesta desarrollar personajes protagonistas, héroes, que no sean carismáticos, y el humor tiene mucho que ver en este problema. Retrocedamos hasta los comienzos de todo esto y reflexionemos sobre el personaje más importante de toda la saga, sino por sus logros y su capacidad de convocatoria al menos por su carisma dentro y fuera de la pantalla: Tony Stark, caracterizado por Robertito Downey hijo. ¿Por qué nos tiene que caer bien este tipo? Un ególatra nacido en cuna de oro que tiene como único mérito tener una mente privilegiada –el azar de los genes, dirían algunos- y que desperdició sus 30 y pico de años iniciales despilfarrando dinero y mandándose la parte gastando la plata que su padre había generado con su lomo y su laburo, y sólo toma consciencia del legado de su familia y adquiere un cuasi-sentido de responsabilidad cuando es secuestrado y su vida corre peligro. Nuestro actual presidente de la nación y Tony Stark están cortados con la misma tijera, si te pones a pensar un poco… ¡Si hasta incluso Mauri en una época tenía bigotes, igual que el Tony! Y sin embargo Marvel Studios no puede con su genio, y este Tony Stark nos cae bien desde el minuto cero. Les puedo asegurar que en los comic no es así, nunca lo fue, y luego de los estrenos de las películas poco cambió… Tony siempre fue un careta, un facho que coaccionaba a todo el mundo –Avengers incluidos- a través de los recursos que podía ofrecer, un enamorado de la industria armamentística y, por sobre todas las cosas, la cúspide del gatillo fácil: no solo dispara primero y pregunta después, lo hace con la última tecnología de punta en cuanto a armamentos.

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El Strange de Stan Lee era un elitista, egoísta y soberbio al que el prójimo le chupaba un huevo, y realmente te caía bastante mal en su primera aparición, y luego de pasar por una tragedia que le cambia la vida.

Con Doctor Strange (2016), la película, Marvel Studios se pierde la oportunidad de abrir por primera vez el juego, y arriesgarse a más… pero esa es una palabra que claramente a los ejecutivos de esta empresa no les gusta ni un poco. El Strange de Stan Lee era un elitista, egoísta y soberbio al que el prójimo le chupaba un huevo, y realmente te caía bastante mal en su primera aparición, y luego de pasar por una tragedia que le cambia la vida, y luego de años, AÑOS, de estudio y comprensión de una filosofía de vida completamente nueva aunada con un pensamiento oriental absolutamente despojado de lo material -salvo en casos de objetos puntuales muy peligrosos que deben ser preservados porque no pueden ser destruidos o porque pueden ser utilizados como herramientas para obtener ventajas en el campo de batalla-, luego de todo este proceso, de a poco, comenzamos a encariñarnos con un personaje que, de todos modos, nunca abandona su soberbia. No en vano es un personaje complicado para sumar a un equipo, realmente el tipo se torna insoportable por momentos, en muchos casos su naturaleza es más fuerte que las enseñanzas que abrazó. Nada de todo lo que acabo de describir está circunscripto en el film culpa de la maldita fórmula, la cual, para colmo, te induce a convivir con una contradicción: estoy disfrutando de un film que tiene poco y nada que ver con el personaje que leí en el papel. Pero visualmente el Doctor Strange de Benedict Cumberbatch es igual al del comic, los diseños de vestuario y el maquillaje son un deleite, y la caracterización, aún cuando no se condice con lo que conozco del personaje, es magnífica, sostenida por diálogos frescos e ingeniosos, tanto en los héroes como en los villanos. Además, muchos de los elementos más significativos e importantes del universo de este personaje están ahí presentes, aunque algunos de ellos cumpliendo otras funciones, y lo mismo sucede con los personajes secundarios: están, pero cambiados, alterados, revitalizados o puestos al día, de forma certera e inteligente, sí, y hasta con un dejo de coherencia… pero siguen sin ser los que leí en el papel. Y la hermosa convivencia con el resto del universo es un factor más que suma a la contradicción: le exijo esta comunión a cada entrega pero, a la vez, quiero que se animen a romper el molde. Doctor Strange, la película, es probablemente el film que presenta el origen de uno de los personajes de Marvel Studios más sólido desde aquella primeriza Iron Man (2008), pero la constante repetición de este ardid comienza a hacerse más que evidente, y eventualmente va a terminar provocando un agotamiento, aún cuando sigan superándose en muchos puntos, estreno tras estreno. El método de escritura que se le reconoce a Stan Lee lo comenzó a aplicar a principios de los ’60 en colaboración con el maestro Jack “King” Kirby, y sus últimos guiones antes de dedicarse exclusivamente a la labor editorial los entregó en 1972… ¿Cuántos estrenos más de Marvel Studios funcionarán en taquilla bajo este régimen? ¿Estaremos ante los albores de la fecha de caducidad de esta fórmula en los próximos dos o tres años?/////PACO